jueves, 16 de julio de 2015

CAPITULO 23






Pedro apenas había tenido las fuerzas suficientes para subir a su habitación en el segundo piso entrada la madrugada, a lo lejos pudo ver que el negro de la noche comenzaba a desvanecerse adoptando un suave tono violeta, clara señal que estaba cerca de amanecer. Sin embargo, se dio tiempo para quitarse los zapatos, los calcetines, la camisa y lanzarse sobre la cama esperando caer en un coma profundo después de haber bebido cuatro botellas de vino.


Horas después ni siquiera la luz del sol que entraba a raudales por el gran ventanal en su habitación había logrado despertarlo, pero no pudo decir lo mismo de la endemoniada música que invadió el espacio en cuestión de segundos y lo hizo levantarse sobresaltado, se llevó las manos a la cabeza que sentía iba a estallar en mil pedazos mientras cerraba los ojos.— ¡¿Qué demonios?! ¿Quién carajos pone esa música a todo volumen a esta hora? —preguntó llenándose de ira.


Se incorporó una vez más intentando hacerlo despacio esa vez para no empeorar el dolor de cabeza que lo estaba matando, dio un par de pasos para acercarse a la ventana y los fuertes rayos del sol hirieron sus pupilas, colocó una mano sobre éstos para evitar que siguiesen siendo lastimados, parpadeó un par de veces para acostumbrarlos, pero aun así no lograba enfocar la mirada con claridad, de inmediato buscó la casa de su gentil vecina, pues no tenía que ser adivino para saber que el escándalo provenía de la misma.


—¡Apague esa música! ¿Acaso se ha vuelto loca? ¿No ve la hora que es? ¡Señorita Chaves! —gritó desde donde se encontraba.


Como era de esperarse no recibió ninguna respuesta, ella no apareció para excusarse con él, ni siquiera para mandarlo al diablo. Así que convertido en una fiera decidió bajar e ir hasta allá y exigirle que apagara el aparato antes que lo hiciera él por sus propios medios. Tardó un par de minutos buscando las llaves de su casa, no sabía dónde las había dejado la noche anterior, tropezó con una de las botellas que había bebido y casi va a parar al suelo, todo eso iba acrecentando la furia en él, hasta que al fin logró dar con el llavero y salir del lugar, caminando con largas zancadas.


Cuando llegó hasta la casa que ocupaba la americana tuvo entrada libre pues ella había dejado la puerta principal abierta, por lo que sin anunciarse siquiera pasó al salón; sus ojos captaron la imagen de la chica que se encontraba de espaldas a él y todas las palabras que traía en mente para decirle se fueron por un barranco cuando los diminutos short de jean que llevaba ella lo dejaron en blanco.


Las piernas de Paula Chaves eran un verdadero espectáculo, pero sin duda no tan tentador como lo era el perfecto culo que tenía, aunque ya la había visto en traje de baño días atrás, había algo sumamente erótico en esa imagen que ahora le ofrecía, quizás lo vedada de la misma o saber que con un simple jalón de sus manos podía deshacerse de la misma en segundos. La prenda apenas si alcanzaba a cubrir las nalgas de Paula, de paso comenzaba en sus caderas, lo que la mostraba como un pedazo sumamente diminuto de tela, más si tomaba en cuenta que la camiseta que la chica traía se encontraba enrollada a la altura de la cintura.


Su respiración pasó de ser acelerada a sosegarse de poco y volverse pesada a medida que su mirada se paseaba por la figura de la mujer frente a él, tragó en seco cuando la vio doblarse con esa maravillosa flexibilidad que poseía para meter un pincel dentro de uno de los botes de pintura frente a ella. Hasta el momento no había notado nada de eso, tenía un verdadero desastre allí, pero verla tan entusiasmada lanzado pinturas a diestra y siniestra lo hizo sonreír. Sin embargo recordó el motivo que lo había llevado hasta allí cuando una nueva canción dio inicio, estaba por hablar pero la voz de la chica que comenzó a entonar la canción lo detuvo.


I guess I just lost my husband
I don't know where he went
So I'm gonna drink my money
I'm not gonna pay his rent (Nope)
I got a brand new attitude
And I'm gonna wear it tonight
I wanna get in trouble
I wanna start a fight…


Pedro elevó una ceja cuando escuchó aquel primer estribillo, sabía quién era la cantante e incluso había escuchado un par de veces la canción, pero debía decir que no era de sus favoritas, la encontraba bastante común y vulgar. Sin embargo a la escritora sí parecía gustarle mucho y como además tenía buena voz la dejó continuar, sobre todo porque le gustó ver sus “movimientos rockeros” y esa faceta de ella tan desinhibida y atractiva lo había sorprendido gratamente incluso se había olvidado un poco del dolor de cabeza que minutos atrás le martillaba las sienes. Mientras la veía iba tejiendo el plan más adecuado para vengarse por esa afrenta y una sonrisa ladeada apareció en sus labios cuando lo tuvo concretado.


Paula seguía cantando completamente absorta en su labor, creando un cuadro que no podía encajar en otro estilo que no fuera el abstracto, aunque tenía más pinta de absurdo, admitió dejando libre una carcajada y negando con su cabeza para después continuar con una de sus canciones
favoritas de Pink y que justo le quedaba como anillo al dedo.


Pues si bien no se había enamorado de Francis al menos merecía algo mejor y no ser engañada por aquel estúpido como sucedió, pero como decía la letra, al fin y al cabo ella estaría mucho mejor sin él porque ni para satisfacerla en el plano sexual le sirvió. Había tenido mejor desempeño Charles con todo y lo complicado que era poder estar con el canadiense, sin que su familia se enterara o ella dejara atrás el fantasma de un embarazo no deseado que su madre le había sembrado en el cerebro, y le impedía muchas veces relajarse para poder disfrutar y entregarse por completo.


—Na Na Na Na Na Na Na… —esbozaba finalizando la canción, dejó libre un suspiro y una sonrisa afloró en sus labios.


—¡Bravo! ¡Grandiosa actuación! —mencionó el italiano tras ella mientras aplaudía con efusividad.


Pero su tono de voz no mostraba la más mínima señal de alegría, por el contrario era amenazador y frío, Paula se sobresaltó al escuchar la voz y con rapidez se volvió para mirarlo, había olvidado que todo eso lo había hecho por él, se sorprendió muchísimo y más cuándo lo vio parado ante
ella llevando sólo un pantalón de vestir negro que le quedaba a la altura de las caderas dejándole una vista privilegiada de su abdomen plano y perfectamente tallado y la delgada línea de vellos que se perdían hizo que todo pensamiento desapareciera de su cabeza así como el oxígeno de sus pulmones.


—Yo… yo… ¿Qué hace usted aquí? ¿Cómo entró? —inquirió recuperando parte de su cordura y para ello tuvo que dejar de mirar el torso desnudo del italiano.


—Por la puerta, la misma que usted dejó abierta… —respondía cuando ella lo interrumpió.


—¿Y eso le da derecho a entrar sin anunciarse? —preguntó exponiendo el reproche en su voz.


—Estaba a punto de hacerlo, pero no quise interrumpir su espectáculo, una gran puesta en escena debo decir, se notaba tan inspirada, ahora entiendo su actitud… una engañada amargada que no confía en ningún hombre sólo porque uno la abandonó —mencionó con toda la intención de herirla.


La voz de Pedro estaba tan cargada de sarcasmo y burla que Paula empezó a sentir unos deseos inmensos de lanzarle uno de los recipientes de pintura, el muy miserable se atrevía a llamarla amargada, abandonada, cornuda ¿Qué demonios sabía él de su vida?


—Primero ahórrese la sátira, segundo a usted no le importa
absolutamente nada lo que tenga que ver conmigo. Pero para su información, no señor, no fui abandonada, todo lo contrario y le aseguro que eso no me ha hecho desconfiar de los hombres, ni meterlos a todos en el mismo saco, tengo dos hermanos maravillosos, no soy una mujer amargada, sólo soy inteligente y precavida y sé perfectamente a quienes debo evitar y a quienes no… ahora si no tiene nada más que hacer aquí bien puede regresar por donde vino y dejarme continuar con mis cosas — mencionó mostrándose realmente molesta, esa vez no disimularía.


—Si se refiere a mí, cuando habla de los hombres que debe evitar, entonces debería empezar por dejar de provocarme… —decía pero una vez más ella lo detenía.


—¡¿Provocarlo?! Ahora sí se ha vuelto loco —exclamó asombrada ante la desfachatez de ese hombre.


—¿Cómo demonios le llama a esto que hace? Colocó esa música a todo volumen con el único objetivo de molestarme —respondió y una vez más la rabia estaba instalada en él.


—¿No le suena mejor venganza? Por si no lo recuerda… bueno lo más probable es que no, con semejante borrachera que tenía, pero no se preocupe yo le refrescaré la memoria… —indicó lanzando el pincel a uno de los envases de pintura y éste salpicó a su lado, ella no se percató de ello —. Anoche no me dejó dormir repitiendo una y otra vez la misma estúpida canción y no fue nada considerado en cuanto al volumen de la misma, sabía perfectamente que yo me encontraba aquí y eso le valió mier… —se detuvo antes esbozar algo que la hiciera rebajarse como dama ante ese hombre, no perdería los estribos, aunque Pink le hubiera pateado el culo en cuanto la llamó amargada, pero ella sólo dejó libre un suspiro y continuó.
—No le importó en lo más mínimo y violando toda ley de convivencia abusó de la ausencia de nuestros conserjes para hacer lo que se le viniera en gana… así que ahora salga de aquí con todo y sus estúpidos reclamos antes que sea yo misma quien lo saque a patadas —lo amenazó dando un par de pasos hacia él.


—¡Bien! Ya se vengó de mí, ya hizo que me despertara con un dolor de cabeza que amenaza con hacerla estallar, ahora quite la maldita música o me veré en la obligación de hacerlo yo —Pedro no se dejó amedrentar en ningún momento, estaba dispuesto a darle la pelea a la americana.


Ella se cruzó de brazos y elevó una ceja permaneciendo quieta en el lugar, su actitud era la viva estampa de la provocación. Él la miró entrecerrando los ojos para hacerla sentir intimidada a tal punto que ella cediese, pero eso no ocurrió así que caminó hacia donde se encontraba la consola con el iPod dispuesto a desconectar el aparato.


—¡Ni se le ocurra tocarlo! —le gritó ella asombrada ante su osadía.


Y cuando fue a dar otro paso para detenerlo, resbaló con la pintura que se había derramado sobre el plástico que protegía el piso y sin poder evitarlo cayó encima de su trasero sobre el lienzo bañado en colores.


Él se volvió a mirarla de inmediato cuando escuchó el golpe y el grito de la muchacha, sintió su corazón dar un brinco ante el susto que le produjo imaginar que ella se había hecho daño. Afortunadamente no parecía haberse lastimado aunque seguramente había recibido un buen golpe en las nalgas pues fueron éstas las que lo recibieron.


Y aunque la verdad era una pena, se sintió un poco vengado, después de todo si él no podía darle una buena tunda por altanera, indirectamente la había recibido, al menos debía respirar aliviada por tener un buen soporte que evitó que la caída fuera más dolorosa, pensaba intentando no reír ante la imagen.






2 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! Cuanta histeria manejaron desde el principio!

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  2. Ayyyyyyyyyy, cómo me gusta esta historia Carme!!!!!!!! Me fascina!!!!!!! Cuánto hsiteriqueo x favor jajajajaja.

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