viernes, 14 de agosto de 2015

CAPITULO 118




El día siguiente fue todo lo contrario del anterior para Paula, esta vez la tensión había desaparecido casi por completo, se concentró en su trabajo tomando detalle de cada una de las
actrices aspirantes al papel de Priscila, fue seleccionando con las cuales se sentía más identificada y le provocaban más empatía, pero no debía guiarse solo por ello así que también escogió a dos que aunque no le caían muy bien por desbordar arrogancia y tener el sello de divas, debía reconocer que eran talentosas y habían conseguido cumplir con las expectativas de todos en las pruebas.


Cuando la tarde cayó ya tenían a las cinco actrices la dinámica era que empezarían con los últimos para así ir descartando hasta llegar a los primeros en la lista, los nombres que lideraban la misma eran los de Pedro Alfonso y Kimberly Dawson, esta última era una actriz que recientemente había entrado al mundo del cine, pero que había mostrado un talento tal que muchos directores deseaban tenerla entre sus elencos, la misma había propuesto su candidatura al papel de Priscila, no
tuvo que ser convocada por ninguno de los productores de Rendición, lo que asombro a muchos.


Las pruebas en pareja habían llegado, de nuevo vería a Pedro y esta vez no serían solo unos minutos que pudiese concentrarse en esquivarlo o ignorarlo como fingió la primera vez, ahora debía estar atenta a su desempeño o los demás notarían que algo sucedía, había aprovechado que las pruebas se realizarían después de las diez de la mañana para salir a correr y distraerse.


Apenas había logrado dormir la noche anterior por lo que en cuanto el sol comenzó a asomarse tras las montañas ella ya se encontraba lista para salir, bajó y tomó un taxi del hotel para que la llevase a un lugar menos concurrido que la Olympic Boulevard, necesita encontrar el equilibrio y prepararse para lo que le esperaba; entre la algarabía de los transeúntes y los autos no lo conseguiría nunca. Así que buscó un lugar tranquilo y dio con el Trinity Park, era pequeño pero perfecto y estaba a pocas cuadras del hotel. 


Regresó horas después con la mente mucho más despejada.


—Pensé que habías escapado de vuelta a Chicago —mencionó Jaqueline cuando al fin la encontró en su habitación—. Es la tercera vez que llamo a tu puerta Paula Chaves, no te imaginas lo preocupada que me encontraba, la próxima vez por favor ten la gentileza de avisar o dejar al menos un mensaje en recepción —le reclamó entrando al lugar de punta en blanco como siempre.


—Buenos días Jackie, lo siento, no pensé que te fueses a preocupar, necesitaba correr para organizar mis ideas, ya estoy casi lista solo debo vestirme —aún se encontraba en una gruesa bata de paño blanca, pero ya tenía el cabello arreglado.


Paula corrió hasta su habitación de nuevo, aunque faltaban cuarenta minutos para las diez y no pasaban por ellas hasta dentro de media hora, así que debía apresurarse.


—Lista lo hice en tiempo record, ¿cómo me veo? —preguntó con una sonrisa mientras posaba para su amiga.


—Bellísima como siempre… disculpa mi pregunta, pero. ¿Y ese cambio de ánimo? ¿A qué se debe tanto entusiasmo? —inquirió levantando una ceja y cruzándose de brazos.


—A nada en especial, solo que he decidido tomar prioridades como mencionaste hace unos días atrás, solo actuaré de acuerdo a lo que me haga sentir bien, ya basta de andar llorando por los rincones y lamentándome de todo lo que está sucediendo, desde hace mucho tomé las riendas de mi vida y no pienso perderlas en este momento, tienes ante ti a una nueva Paula Chaves—contestó con tono triunfal y después de eso se retocó el labial.


—¡Vaya! No sé qué decirte, solo que espero que esta nueva actitud se mantenga y sea para mejor amiga, te sienta muy bien la nueva Paula Chaves —esbozó mostrando una sonrisa.


Salieron y en el pasillo se encontraron con Diana, quien se sentía agotada, pues había estado trabajando hasta mucho más tarde con lo de las sesiones de fotografía, pero aún mantenía el entusiasmo, se sorprendió al ver lo animada que se notaba Paula ese día y le hizo bromas referentes a Dylan, intuyendo que el cambio se debía a él.


La verdad era que Paula había analizado las cosas durante su rutina esa mañana en el parque y había llegado a la conclusión que era estúpido estar todo el tiempo bajo pánico, que si Pedro se había mostrado tan casual ella también podía hacerlo.







CAPITULO 117





Jaqueline había llegado hasta la habitación de Paula cerca de las ocho de la noche, deseaba invitar a su amiga a cenar para distraerse, sabía que Paula lo necesitaba después del día que había tenido; en realidad su objetivo era saber de boca de su mejor amiga lo que sentía con respecto a la actuación de Pedro Alfonso durante el casting y el hecho que hubiese quedado como el favorito entre los actores.


No era curiosidad morbosa, solo buscaba que Paula lograse aclarar sus sentimientos, pues la había notado muy perturbada por la presencia del italiano, si lo hablaba tal vez podía ver las cosas con mayor objetividad y no terminar ahogada en un vaso de agua. Aprovecharía que Diana estaba ocupada por la gente de producción en el revelado de las fotos para hablar con total libertad.


—Hola Pau, ¿cómo va todo? —la saludó en cuanto le abrió la puerta después del tercer toque.


—Todo bien, ¿por qué la pregunta? —inquirió de manera automática como si estuviese siendo juzgada.


—Relájate, solo preguntaba por cortesía, no tienes que estar a la defensiva conmigo amiga, sabes que estoy aquí para apoyarte y comprenderte —contestó mirándola a los ojos.


—Lo sé… lo siento Jackie, es solo que tengo tanto peso sobre mi espalda, la responsabilidad del casting, la presión del público pujando por sus favoritos… la presencia de Pedro que lo empeora todo y por si eso fuese poco, también está Ignacio pidiéndome respuestas que quizás no esté preparada para darle y lo más probable es que él tampoco esté listo para escucharlas. Por no mencionar la famosa reunión que hará mi madre cuando regrese y tendrá seguramente por objetivo impedir mi viaje a Italia… que a la larga no sé si me estaría haciendo un bien, pues de quedar Pedro en el papel de Franco, esos seis meses serán una verdadera tortura para mí, si con apenas verlo unos minutos hoy destrozó todos mis nervios, no quiero ni imaginar lo que le haría a mi estabilidad emocional si paso seis meses a su lado —mencionó para que su amiga tuviese una visión de todos los problemas que atravesaba.


—Pau… quizás te vaya a sonar demasiado despreocupado de mi parte, pero creo que te estás ahogando en un vaso de agua… —decía y tal como había imaginado, la miró con reproche—. No, no hagas eso, no me mires como si te hubiese golpeado, hablo en serio… lo primero que debes hacer es tener prioridades y la principal de todas eres tú. Olvídate de tu madre antes que todo, siempre que metes a Susana entre tus cosas terminas haciendo lo que ella dice y no lo que realmente deseas.


—Lo sé, pero me cuesta mucho no ceder ante sus peticiones, y en éste caso creo que lo mejor sería escucharla y seguir su sugerencia…—decía cuando Jaqueline la interrumpió.


—Perdóname, pero lo suyo no son sugerencias, son imposiciones y ella no tiene ningún derecho a limitarte, ni a decidir a dónde vas y a dónde no, esa debe ser una decisión tuya y de nadie más, no eres su clon, eres su hija, un ser completamente independiente —indicó con firmeza y antes de que Paula hablase para refutar sus palabras, elevó una mano deteniéndola con el gesto y continuó—. En cuanto a lo otro, Ignacio tampoco está aquí, no lo tienes tras de ti presionándote por respuestas, no estás obligada a dárselas y si él de verdad te ama debe respetar tu silencio. En verdad no lo entiendo, es el único hombre que desea que su pareja le cuente su pasado amoroso, la mayoría son tan celosos
que ni siquiera quieren escuchar de éste aunque sea por error, ¿o por qué crees que la mayoría de los novios odian a las mejores amigas? Sencillo, porque ellas son como esa caja de Pandora que guarda todos esos oscuros secretos del pasado —acotó con una sonrisa y la mirada llena de picardía, eso hizo que Paula sonriera también. La animó saber que iba por buen camino.


—Bueno ya ves que él no te odia, por el contrario le caes muy bien, seguramente no teme enterarse de mis oscuros secretos del pasado… El problema con todo esto, es que mi pasado ya no es tan pasado, ha regresado y parece estar dispuesto a apoderarse de mi presente, ya ves lo que le mencionó a Di… la verdad no comprendo por qué está actuando así —esbozó dejándose caer en el sillón.


—Es evidente que busca un acercamiento y lo más probable es que lo consiga, de seguir como hasta ahora es casi seguro que se quede con el papel —confirmó tomando asiento en el otro sillón—. Pau es que tú escribiste a ese personaje basándote completamente en él, cada rasgo, cada ademán, sus sonrisas, sus miradas, todo en él está plasmado con tal exactitud que no me sorprende que haya dejado al equipo en un shock total, parecía que apenas le costase actuar, todo le resultaba tan natural —acotó con tono pausado, no quería agregar más preocupaciones sobre su amiga, pero debía ser sincera con ella.


—Fui una estúpida lo sé, pero qué iba a saber yo que Rendición tendría el éxito que tiene, que llegaría a manos de Pedro y que tendríamos la oportunidad de encontrarnos de nuevo gracias a esto de la película —se detuvo llevándose las manos a la cabeza y negó en silencio—. Yo solo quería cerrar con todo, darle un buen final y sentir de esta manera que aunque lo nuestro no pudo ser en el plano real, en el ficticio, en mi mundo, sí fue posible, que allí nos amamos y fuimos felices… ¡Dios, me escucho y me sorprendo! ¿Puedo llegar a ser tan idiota? —inquirió cerrando los ojos y dejando caer su cabeza hacia el respaldo, se sentía tan avergonzada.


—No eres estúpida Pau, solo estás enamorada… —le explicaba Jaqueline con una sonrisa.


Nunca pensó que se emocionaría de esa manera por ver a Paula tan confundida, no es que eso le alegrase, lo que la ponía feliz era ver que por primera vez su mejor amiga parecía haberse enamorado verdaderamente, que encontró a ese hombre que le dio otro matiz a su vida, uno más rico e interesante.


Paula abrió de inmediato los ojos aterrada ante la sola idea de haber sido tan evidente, si lo era así con Jaqueline, lo sería con cualquiera, incluso con Pedro y no podía permitirse eso, sería un completo desastre si él veía cuánto podía afectarla, así que comenzó a negarlo moviendo su cabeza también.


—Bueno, digamos que no estás enamorada de él en estos momentos, pero lo estuviste y eso te hizo plasmarlo de esa manera tan hermosa cómo lo hiciste, lo mostraste de tal modo que no solo tú pudiste ver como es en realidad cuando se enamora, hiciste que todas nosotras también lo viésemos y siendo sincera, que hasta tengamos mucha envidia de ti —comentó haciendo su sonrisa más amplia.


—Tal vez no haya sido así, quizás yo solo lo veía de esa manera porque estaba enamorada, es probable que él hubiese actuado como lo hacía con todas las demás y yo caí creyendo que él sentía lo mismo, cuando no fue así. Para Pedro lo nuestro fue algo igual de casual a todo lo que tuvo antes, nada especial en lo absoluto… ¿Acaso no viste lo relajado que se encontraba? Yo muriéndome por dentro, sintiendo que todo a mi alrededor se estaba derrumbando, que apenas lograba respirar y contener las lágrimas, mientras él se mostraba tan casual, leyendo las líneas con tanta facilidad y aplomo, si de verdad yo hubiese significado la mitad de lo que fue él para mí, te aseguro que no hubiese estado tan tranquilo —se quejó frunciendo el ceño.


—La verdad yo no lo vi tan calmado como tú mencionas, puede que muchos lo hayan adjudicado a los nervios por las pruebas, pero sentía que había algo más detrás de todo eso, además dejó en claro que su principal motivo para presentarse eras tú… aún recuerdo cuando respondió a la odiosa pregunta de Whitman y me siento feliz… “soy fanático de la señorita Chaves”—expuso intentando modular la voz como Pedro, dándole un toque sensual.


—No dijo que fuese mi fanático, dijo que lo era de mi trabajo… —decía cuando Jaqueline la detuvo.


—¡Ah, por favor Pau! No te hagas la tonta que no lo eres, sabes perfectamente que ese hombre te prefiere a ti sobre tus escritos, el tono de su voz cuando dijo “Señorita Chaves” fue muy elocuente, al menos para mí —sentenció mirándola a los ojos para que no se le ocurriese negarlo o decir alguna
estupidez.


—Puede que… que sí haya tenido un matiz diferente al que usó para todo lo demás, pero igual eso no significa mucho, yo lo encontré normal, más si lo comparo con el que utilizaba en otras ocasiones cuando también me llamaba de esa manera… o cuando me decía “Señora escritora” —informó sin notar que estaba hablando de más.


—Ya por favor, suficiente información, ahórrate los detalles que bastante tengo con lo que leí en la novela… No sé cómo voy a hacer para ver a ese hombre de nuevo a los ojos y no imaginarlo en…— estaba por completar la frase cuando Paula la interrumpió.


—¡Jackie basta! —exclamó sonrojándose.


—Pues tú empezaste, así que no te quejes, quién te manda ser tan exhibicionista y colocar todo en un libro —la culpó sonriendo.


—Tampoco fue que lo coloqué todo… en el libro no está ni la mitad de lo que hicimos, de haberlo hecho mi madre hubiese tenido un ataque —esbozó de manera casual, la charla la había relajado.


—¿Quieres decir que el señor Alfonso era mejor amante y más creativo que Franco? —inquirió con interés.


—Mucho más, en el libro describo en términos generales nuestros encuentros, pero en la realidad muchos de los que tuvimos hubiesen escandalizado a mi familia. Bueno al menos a mis padres, a Di le hubiese encantado, Nico me hubiera mirado sin poder creérselo y Walter habría terminado pidiéndome consejos —expuso riendo como tenía tiempo sin hacerlo, los dos tragos de vodka parecían estar haciendo efecto—. Para Pedro eran situaciones normales, pero para mí no, yo tenía un concepto muy distinto de lo que era tener relaciones. Lo que había vivido antes de él era muy formal, una habitación, una cama, sábanas, privacidad, mesura y pasión en su justa medida — explicaba y dejó a su mente viajar en el tiempo, sintiendo que su cuerpo se tensaba añorando todo lo que tuvo.


Jaqueline había apoyado una mano en su mejilla y la miraba entretenida, Paula y ella habían sido confidentes desde hacía mucho y podían hablar de ese tipo de temas sin reservas.


—Con él debía existir la diversidad, no nos limitábamos a un mismo lugar, ni a una hora exacta, no importaba si habíamos estado juntos durante la noche, si al despertar teníamos deseo los saciábamos, si estábamos en medio del campo, en el río… en medio de la cocina, del salón, mientras nos bañábamos juntos, incluso con él cumplí la fantasía de tener relaciones en una piscina… ¡Dios, Pedro me dio tanto! A él me le entregué por completo y hasta rompí mi regla de oro en el sexo…


—¡Paula Chaves! ¿Lo hiciste sin preservativo con él? —preguntó tan emocionada y asombrada como la vez cuando Paula le contó que había dejado de ser virgen.


—Sí… visité una clínica en Florencia y me coloqué un anticonceptivo, le planteé la idea a la ginecóloga que me atendió y ella despejó muchas de mis dudas… además, yo quería experimentar todo con él, me animaba la idea de hacerlo —esbozó en tono cómplice.


—¡Tenemos que hacerle un altar a ese hombre! —exclamó riendo y su mirada de pronto se llenó de picardía—. Y… ¿Experimentaste todo? ¿Tuviste sexo anal con él? —preguntó con naturalidad, como si le estuviera preguntando la hora.


—¡Jaqueline Hudson! —esbozó asombrada ante la pregunta tan directa y al ver que ella solo se encogía de hombros y le hacía un ademán para que respondiera, prosiguió no sin antes sonrojarse—. No, no se dio el momento o mejor dicho no lo buscamos… aunque él me había dejado claro que lo deseaba y yo también lo hacía… pero simplemente no se dio el momento exacto para hacerlo — susurró sonrojada.


—Bueno… eso no es problema, siempre les queda una nueva oportunidad ahora que se han reencontrado… —decía con ligereza.


—Definitivamente te has vuelto loca, se supone que estás aquí para apoyarme y evitar que caiga de nuevo en los brazos del seductor más grande de toda Italia, no para sugerirme que tenga sexo con él y haga todo lo que nos quedó pendiente —le reprochó.


—Paula hay deseos en esta vida que debes satisfacer o de lo contrario vivirás lamentándote por no haberlo hecho —dijo con total convicción y una sonrisa radiante.


Paula se quedó unos minutos reflexionando sobre las palabras de su amiga y encontró en ellas una gran verdad, esa que se negaba a aceptar. Comprendió que lo que sentía por Pedro seguía siendo muy fuerte y solo podía definirse como amor, porque no eran ganas lo que bullía en su cuerpo cuando lo pensaba o peor aun cuando lo tenía cerca como esa tarde. Era deseo, un deseo puro y contundente que le exigía que cediese, que se rindiese a él, pero su parte racional le decía lo contrario y optó por seguir a esta última, al menos mientras pudiese se mantendría en su posición.







CAPITULO 116




Después que Pedro abandonó el salón de pruebas Paula quedó tan descolocada que apenas sí le prestó atención a los demás actores, intentaba concentrarse pues sabía que era una falta de respeto no apreciar sus demostraciones, pero el italiano se metía en sus pensamientos a cada instante desplazando cualquier actitud que pudiese resaltar en los demás actores, y le diese a ella la excusa perfecta para decir que tal o cual lo había hecho mejor que él.


Era consciente que eso sería ser deshonesta, porque nadie lo haría nunca mejor que Pedrosencillamente porque él y Franco eran la misma persona, pero a cada minuto que pasaba sus miedos a lo que pudiera suceder si llegaba a quedarse con el papel crecían. Cuando el equipo le preguntó
sobre los desempeños de los otros actores ella solo atinó a dar su opinión de manera automática, basándose en rasgos generales, no podía puntualizar como hacía antes de ver a Pedro, dejaba que los demás hablasen, limitándose a negar o asentir ante las opiniones de los otros.


No pudo controlar la ola de halagos que recibió Pedro y que fueron lideradas por su hermana, por Martha y Patricia, incluso el mismo Thomas que era tan exigente estuvo de acuerdo con ellas, al decir que la actitud del castaño había sobresalido a la de los otros actores. Y al final se seleccionaron los cinco mejores que quedarían a la espera de las actrices que escogerían de las audiciones del día siguiente, después de eso solo sería cuestión de detallar rasgos específicos en cada personaje y ver qué tanto podían explotar de cada actor para tener a la pareja final.


Paula llegó hasta su habitación completamente exhausta, tanto física como emocionalmente, apenas cerró la puerta se quitó los zapatos dejándolos a un lado sin importarle que ese no fuese su lugar, se despojó de la chaqueta y la colocó en el perchero junto a la puerta, ya después la acomodaría en su sitio y caminó hasta el mini bar del salón, lanzó su cartera en uno de los sillones, se dobló para buscar una botella de agua en la pequeña nevera empotrada en el mueble, pero su vista fue captada por las versiones en miniatura de todas las botellas de licor, las mismas iban desde el champagne, pasando por el vodka, la ginebra, el vino, el whiskey, hasta una versión bastante atractiva de tequila, apartó su mano de las tentadoras botellas y tomó una de agua sin gas.


Se irguió apoyando una mano en la barra y le dio un gran sorbo a la botella, cerró los ojos y nuevamente la imagen de Pedro desbordando seguridad y sensualidad que mostró esa tarde llegó hasta ella haciéndola temblar, su respiración se cortó un instante y su corazón se lanzó en una carrera desbocada, algo en su interior se tensó con fuerza cuando recordó lo mucho que había deseado besarlo. Se estaba esforzando en negar lo que sentía, pero bien sabía que no podía luchar contra eso, él estaba desatando esas viejas sensaciones que creyó nunca volvería a experimentar, lo que sentía era deseo, deseo en estado puro.


Sintió el mismo miedo de esa mañana, necesitaba aferrarse a algo para no terminar siendo arrastrada por la tempestad que él representaba, dejó la botella de agua de un lado y sin analizarlo mucho se colocó de cuclillas de nuevo, tomó una de las botellas de vodka, la abrió y bebió casi la mitad de un trago, el licor seco y fuerte se esparció por todo su pecho haciéndola estremecer mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y empezó a toser.


—¡Oh, Dios! Había olvidado lo fuerte que era… —esbozó con la voz ronca y después tomó aire para recuperar el oxígeno que había desaparecido de sus pulmones.


Cerró los ojos una vez más al tiempo que liberaba el aire lentamente, que salía caliente de su boca debido al calor que provocaba el licor, abrió los párpados y buscó la botella de agua tomándola toda, necesitaba que le ayudase a pasar el efecto del vodka, después de eso se quedó unos minutos viendo a través del gran ventanal la hermosa vista que le mostraba el letrero de Hollywood a lo lejos, mientras era bañado por los últimos rayos del sol de ese día..



*****


Pedro había llegado hacía un par de horas a su habitación, después de satisfacer la curiosidad de Lucca y Lisandro con respecto a su desempeño en las audiciones y declarar que lo más probable era que lo llamasen para hacer las pruebas con las actrices que fueran seleccionadas, se excusó alegando que estaba un poco cansado y se retiró. En su mente no había cabida para nada más que no fuera la imagen de Paula, apenas había logrado despegar sus ojos de ella durante las pruebas, toda su atención fue captada por su preciosa escritora, lucía tan hermosa, tanto como la recordaba, quizás un poco más madura por llevar el cabello corto y en otro tono, ya la había visto así pero en persona el impacto fue mayor, extrañaría esa larga y oscura melena que tantas veces acarició.


La había notado algo distante y seguía asegurándose que ella se estaba portando de manera profesional, que no debía mostrar preferencia hacia ningún actor, aunque durante todo el proceso solo lo miró una vez a los ojos, eso le bastó para sentir que la esperanza crecía en su pecho. Pero no fue suficiente para dejarle un buen sabor de boca, había hecho ese viaje por ella, para verla, hablarle, hasta poder abrazarla aunque eso fuese pedir mucho, él deseaba tener mucho más de Paula, mucho más que solo una mirada y unas palabras de apoyo, esas que ni siquiera esbozó en un tono que él pudiese escucharlo, solo un murmullo y después de eso nada.


—¿O acaso estabas pidiendo que me rechazaran? ¿Es eso Paula? ¿No quieres tenerme cerca y por eso te mostraste tan fría conmigo? De nuevo esos miedos y las dudas, es eso temes que venga a volcar una vez más tu mundo perfecto. Cómo te gusta aferrarte a lo rutinario, cómo te encanta que todo tenga un orden preestablecido, que todo sea tan común y aburrido, pues veremos cuánto me tomará esta vez demostrarte que no estás hecha para eso, que tú puedes dar más, porque sencillamente eres mucho más —susurró dejando ver en el tono de su voz el reproche que le hacía y la seguridad de que él podía hacer que saliera de esa coraza de nuevo.


Aunque de inmediato recordó que no debía presionarla, su madre se lo había dicho varias veces, que quizás ella se encontraba asustada y con razón, la mayoría de las mujeres cuando llegaban a la edad de Paula solo buscaban algo estable y el bienestar para sus vidas, no se permitían arriesgarse, no del tipo de mujer que era la escritora, no cuando toda su vida había estado marcada por cumplir con “el deber ser”, con hacer lo que los demás esperaban de ella.


—Solo dame una oportunidad, una más y te daré la vida que realmente deseas y no la que se supone sería la mejor para ti, conmigo no tendrás lo que debe estar ofreciendo tu flamante novio, yo te ofrezco todo al por mayor y cuando habló de todo sabes que es todo, de extremo a extremo —dijo con determinación.


Trajo de nuevo la imagen de Paula a su cabeza reafirmándose el objetivo que lo había traído hasta ahí. Se había prometido recuperarla y lo haría, juraba que la tendría de nuevo junto a él, a ella y a esa felicidad perfecta que le dio durante su tiempo en la Toscana, en el cual fue tan dichoso y no lo supo, no hasta que lo vio perdido, no hasta que lloró como nunca lo había hecho.


El tiempo era algo que podía jugar a su favor o en contra, si era seleccionado contaría con seis meses para conquistarla nuevamente, regresarían a la Toscana y crearían una vez más su mundo perfecto, bueno quizás no tanto porque esta vez no estarían solos, pero ya se las ingeniaría. Ahora si por el contrario no se quedaba con el papel, su tiempo para recuperar a Paula era más corto, pero no por ello dejaría de intentarlo, lo haría hasta que la esperanza se agotara y por lo que vio en los ojos miel de ella, sabía que estaba más viva que nunca, así como el amor que él le profesaba.