miércoles, 12 de agosto de 2015

CAPITULO 112





Paula había llegado en compañía del equipo hasta el lugar donde se llevarían a cabo las audiciones, el mismo había sido acondicionado para ver el desenvolvimiento de los actores, representarían solo escenas de interiores, la primera sería cuando ambos se conocieron, ella había cambiado el escenario y algunas cosas, pero del resto poseía la misma esencia, la otra sería una de esas tantas veces cuando más que amantes y amigos eran cómplices. 


Los productores deseaban colocar también la escena de la pelea que dio lugar a su separación pero ella de manera sutil se aseguró que eso no ocurriese, no quería revivir aquello y menos en manos del mismo Pedroademás sabía que para él sería muy incómodo.


Por ello se enfocó en ofrecerles una más dinámica, con más acciones que diálogos porque sabía que a Thomas y a Marcus les gustaba más ver el desempeño de los actores en ese ámbito que en el otro. Cualquiera podía pararse ante ellos y decir las líneas de manera correcta, pero muy pocos lograban dominar el espacio de manera adecuada, ese era el punto que la producción deseaba tocar y Paula les dio justo lo que querían. Todo con tal de librarse de la tortura de revivir una vez más el verdadero rompimiento de ese hilo que la unía a Pedro; de hacerlo no aseguraba que terminase en sus cabales después, hasta podía hacerlo llorando amargamente sin poder evitarlo y exponiéndose aún más ante él.


Cuando hicieron el primer receso estuvo a punto de salir y buscarlo entre las filas para así terminar con esa espera que la estaba torturando o quizás enviar a Jaqueline para que lo llevase a uno de los salones que no estaban en uso, y que el encuentro se diese en privado primero para evitar que sus emociones los dejaran en evidencia delante de los demás cuando se vieran. Estaba segura que estando los dos solos podía tratarlo como un amigo, se acercaría a él y le diría:
¡Pedro que alegría verte! ¿Cómo has estado? ¡Cuánto tiempo! Cuéntame de tus cosas, tus padres, tus hermanos, ¡Vaya sorpresa tenerte de candidato para Franco Donatti! Esperaba a cualquiera excepto a ti, por cierto que linda tu novia.


Al llegar a ese punto se detuvo dejando libre un suspiro al tiempo que negaba con la cabeza.


Podía intentar parecer casual y comportarse con él como si no hubiese significado en su vida más que una etapa que fue maravillosa, pero que ya había pasado. Sin embargo, de allí a mentirle tan descaradamente diciendo que su actual pareja era hermosa, sería exigirse demasiado y ni siquiera por resguardar su estabilidad emocional lograría hacerlo.


Sus pasos la llevaban por el pasillo que daba al salón donde esperaban los actores, su idea de buscar a Jaqueline había pasado a segundo plano, prefirió ser ella misma quien lo llamase, pero se detuvo antes de cometer semejante locura. 


Vio su mano aferrada a la barra de la puerta medio abierta
y un extraño temor la recorrió por completo y se exteriorizó en un escalofrío, soltó la manilla como si la hubiera quemado y su mirada se posó en la hoja de madera de nogal, acero y vidrio mientras se cerraba.


—¿En qué estás pensando Paula? Tú no puedes mostrar interés o algún tipo de acercamiento con ninguno de los actores y menos el día del casting. Definitivamente, Pedro te está robando además de la tranquilidad… la razón —susurró negando con la cabeza y se frotó sus manos para aligerar la tensión que sentía, reprendió sus impulsos y se dirigió de nuevo al salón.







CAPITULO 111




Se había parado ante el espejo al menos unas diez veces, lanzaba una chaqueta y se colocaba otra, cambiaba su blusa, sus zapatos, sus accesorios, nada parecía satisfacerla y comenzaba a sentirse frustrada. Inconscientemente estaba luchando por retrasar la hora de su traslado hasta las instalaciones de The Planet, donde se llevaría a cabo el casting para Rendición, en realidad lo que quería era evitar el encuentro que sabía tendría lugar ese día, sus sentimientos eran una marejada que la llevaban de un estado a otro; tenía miedo que Pedro se le acercase y mostrarse algún tipo de interés romántico de nuevo. Aunque romántico no debería ser el término sino sexual, pues lo que
tuvieron tiempo atrás solo fue una aventura, al menos eso dejó ver él, pero algo había cambiado desde la confesión que él hiciera en aquella entrevista y la suya a través del libro, se habían expuesto por completo, como no lo hicieron en Toscana.


Esas declaraciones traerían consecuencias de ello no le quedaban dudas, la cuestión era qué tanto podían afectarla, bueno ya habían empezado pues desde que se enteró de su interés por buscarla su mundo se había trastocado por completo, su discusión con Ignacio lo quisiese o no fue debido a ello, estaba tan desesperada por obligarse a creer que ya Pedro no tenía poder sobre su vida que terminó dándole mucho más y arruinando su relación actual.


Una vez más sus pensamientos vagaban de un lugar a otro, sintiendo ese nudo que se iba formando en su estómago y cada vez se hacía más insoportable, incluso había llegado a sentir náuseas ante tanta tensión. Se miró una vez más en el espejo y el reflejo que le mostró no era el mismo de hace dos días en Chicago, el maquillaje había hecho milagros al ocultar las ojeras que tenía esa mañana, incluso lucía más delgada, pero era que no le provocaba nada, si seguía así y no se controlaba terminaría enfermándose; cerró los ojos y negó en silencio resistiéndose a continuar pensando en Pedro.


Se encaminó hasta la consola donde había dejado su iPod la noche anterior buscando distraerse y esperar que el sueño llegase hasta ella, no lo consiguió del todo y quizás por ello se sentía agotada no solo emocional sino también físicamente, pasó su dedo por la pantalla táctil y sin hacer una selección especial lo colocó en orden aleatorio, la voz de Alicia Keys inundó el lugar.



I keep on fallin' in and out of love with you
Sometimes I love you
Sometimes you make me blue
Sometimes I feel good
At times I feel used
Loving you darling
Makes me so confused


Paula liberó un grito cargado de frustración y quiso salir corriendo del lugar, siempre que buscaba alejarse de Pedro todo parecía empeñarse en acercarla a él, en mantenerlo arraigado a su mente, ciertamente ya no soportaba esa situación, con un movimiento silenció la voz de una de sus cantantes favoritas y prefirió el silencio a tener que toparse a cada diez minutos con una canción que le dejase la puerta abierta a su ex amante para que la siguiese torturando. Caminó hasta el armario de nuevo y esta vez sin esmerarse mucho escogió lo primero que encontró dentro de éste.


Liberó un suspiro comprobando su atuendo una vez más, el mismo era clásico; una camiseta sin mangas de algodón y lycra, en color blanco que se ajustaba a su figura, el escote no era muy revelador lo que le pareció adecuado, un pantalón también blanco ajustado que marcaba perfectamente sus piernas y su trasero, pero como llevaría chaqueta y estaría todo el tiempo sentada eso no le importó mucho, esta era negra de mangas tres cuarto con un detalle al final en satén gris que le daba un aire ejecutivo, zapatos altos de gamuza negros, de accesorios optó por llevar solo una pulsera grande de ónix y plata, unos pendientes del mismo material y por última una cartera de cuero negra.


Dejó su cabello suelto, sabía que Pedro probablemente tardaría en reconocerla porque llevaba el cabello diferente, se lo había aclarado un par de tonos y también lo había cortado. Quizás él ya la había visto con su look actual así como ella a él, la verdad debía reconocer que lucía tan guapo como siempre, quizás un poco más maduro y masculino, bueno masculino siempre se había mostrado, tal vez la palabra adecuada sería interesante y enigmático, además esa barba recortada a la perfección que la hacía temblar al solo recordar lo maravillosa que se sentía cuando rozaba el interior de sus piernas o sus senos cada vez que dormía sobre ellos.


—Paula por favor, ya contrólate, se supone que estabas clara en cómo llevarías este encuentro con Pedro, todo debe ser profesional y dentro de una relación cordial pero distante,
ustedes quedaron como amigos, recuérdalo, no existe motivo alguno para que te sientas como una quinceañera en su primera cita… —se decía a sí misma mirando su reflejo en el espejo.


Llamaron a la puerta y el golpe la hizo sobresaltarse, los nervios se dispararon dentro de su cuerpo y su corazón empezó a latir de manera desesperada, cerró los ojos y respiró profundamente para calmarse, después de verse una vez más en el espejo, escuchó el segundo toque por lo que se dirigió hasta la entrada, cuando abrió era su hermana que llegaba al lugar con su equipo en mano y vistiendo tan casual como siempre hacía.


—¡Vaya cuanta elegancia! Te ves preciosa Pau, viéndote ahora siento como si yo llevase una facha espantosa —dijo entrando a la habitación, que por supuesto era una suite mientras que la de ella era una común y corriente.


—Te ves bien como siempre Di, gracias por el cumplido, pero… la verdad creo que estoy normal, es decir llevo la ropa adecuada a la ocasión solo eso. Ya verás que en cuanto Jaqueline entre por esa puerta nos deja a las dos como indigentes —mencionó con una sonrisa mientras invitaba a su hermana al pequeño salón que había en su habitación, y después su mirada se posó en el moderno reloj de pared con un estilo muy minimalista en color negro y acero.


—Si no ha llegado aún es porque debe estar arreglándose hasta más no poder como siempre. Igual pierde su tiempo porque la dueña de todas las miradas hoy serás solo tú, de verdad hermanita siento hasta envidia de cuántos galanes tendrás a tus pies —esbozó con la mirada brillante y una sonrisa—. Nada más imaginarlo me lleno de emoción, ayer dejaste la carpeta con las fichas de los candidatos en el auto y le eché un vistazo, aquí la traigo por cierto, creo que debes verlos una vez más para cuando llegue el momento no estés tan perdida —indicó extendiéndosela.


—Gracias Di, la verdad es que debo confesar que estoy un poco nerviosa —mencionó mientras su mirada se anclaba en la carpeta.


—No tienes motivos para estarlo, todo saldrá bien Pau, contigo al frente de este proyecto estoy segura que será un éxito y más si el elegido es uno de esos galanes, todos están muy guapos, claro existen sus excepciones al menos para mí, algunos no son mi tipo y adivina qué, hasta tienes a un italiano, el hombre se postuló desde Roma para venir al casting…creo que eso es maravilloso… — decía cuando Paula la interrumpió.


—Lo sé… es decir, ya Jaqueline y yo hablamos de él, es muy talentoso y para todos ha sido una sorpresa contar con su presencia, tendremos que verlo hoy en las audiciones para saber qué tal le calza el personaje —acotó intentando parecer casual y le esquivó la mirada.


—Yo me conformaré con verlo y tomarle algunas fotos, de verdad es muy guapo, incluso diría que el más hermoso de todos lo que se presentarán, definitivamente si algún día llego a sentar cabeza será junto a un italiano —esbozó con tono soñador.


—No exageres —la reprendió Paula sintiendo una extraña punzada ante las palabras de su hermana, después liberó un suspiro para controlarse—. Tampoco es que sea el más apuesto… es decir, sí tiene todo ese porte europeo tan seductor y galante, su mirada es… es cautivadora al igual que su sonrisa, pero… —se detuvo al caer en cuenta que se estaba poniendo en evidencia, procuró tener más cuidado y terminó con un comentario casual—. Créeme en Italia hay muchos como él.


—Bueno eso lo debes saber tú que viviste durante tantos meses allá, pero alguien que apenas ha visitado Roma durante la escala de un avión como yo, necesita de algo más para asegurarlo, una de las cosas que más me emociona de todo esto es el festín de italianos que me daré —esbozó con total ligereza y una sonrisa que iluminaba sus ojos grises, su hermana la miró asombrada y ella quiso contraatacar—. La verdad Pau a veces me pregunto, ¿por qué te quedaste tanto tiempo en ese lugar? O mejor dicho, ¿con quién te quedaste? —inquirió con picardía mirándola.


Paula abrió y cerró la boca intentando dar una respuesta pero no logró esbozarla, eso la hizo ponerse nerviosa y sin poder evitarlo la carpeta en sus manos escapó y fue a parar al piso, mostrando casualmente la ficha de Pedro y desde la fotografía él la miraba como indicándole que aunque tratase de evitarlo la verdad saldría a la luz, ella se colocó de cuclillas con rapidez y la tomó cerrándola.


Sabía que Diana no dejaría de lado el interrogatorio y se devanaba los sesos buscando una respuesta que la dejase satisfecha, un toque en la puerta se presentó como su salvación, cerró los ojos y dejó libre un suspiro dándole gracias a Dios por esta intervención.


Diana se puso de pie para ir a atender a quien llamaba, por la hora debía ser el señor Moore que venía a recogerlas o Jaqueline que al fin había quedado conforme con su imagen y se dignaba a llegar para preparar todo junto a su hermana.


—Perdonen la tardanza pero este cabello amaneció insoportable el día de hoy… —decía la rubia entrando a la habitación sin siquiera esperar a que Diana le indicase que lo hiciera.


—Bueno, tampoco fue que lograste dominarlo mucho —acotó la menor de las Chaves con sorna.


—Gracias Diana, tan agradable como siempre, pero la verdad no me importa nada lo que opines, antes de ello deberías verte en el espejo, tu cabello luce tan insulso, liso y sin forma —contraatacó.


—Diana, Jaqueline por favor, no vayan a empezar, parecen un par de niñas ¿cuándo dejarán de competir de ésta manera? ¿Acaso no ven que su actitud solo las deja en vergüenza a ambas? Yo estoy acostumbrada a este tipo de situaciones y puedo tolerarlas, pero las personas con las cuales estamos trabajando no, así que si quieren ser tomadas en serio, deberán empezar a actuar como mujeres adultas —las regañó pues era lo que se merecían.


Después de unos minutos se presentaba Kevin Moore para llevarlas hasta la sede de The Planet, ya todo estaba listo para el casting y según le había informado varios de los actores ya habían llegado al lugar, sobre todo los menos reconocidos, acotó el hombre, declarando que por supuesto las grandes estrellas se harían esperar para llegar en el momento justo y demostrar que podían cumplir con las exigencia del equipo y obtener los protagónicos.



*****

Pedro se había visto en el espejo al menos una docena de veces y ya empezaba a cansar a su hermano, se había vestido de manera elegante, pero pensó que estaba exagerando y que enviaría el mensaje equivocado, después optó por algo completamente informal, pero también llegó a la conclusión que con esa ropa no captaría la atención de la producción, así que finalmente se decidió por irse con algo más de su estilo, casual y elegante, ni muy llamativo, ni muy común, un conjunto que sencillamente lo hiciese sentirse cómodo.


Un jean gris plomo que mostraba cuán largas eran sus piernas, con un metro noventa y un torso largo, se podía decir que tenía un cuerpo privilegiado, llevaba una camiseta blanca de algodón cuello redondo donde se podía apreciar su clavícula y algunos vellos de los que adornaban su pecho, una cazadora de cuero negra y las botas media caña que casi siempre usaba. Mirándose por última vez en el espejo dejó ver una sonrisa satisfecho con el resultado, pero sobre todo por esa sensación que le hacía vibrar todo el cuerpo, era como si fuera un adolescente preparándose para su primera cita.


—¿Será que la señorita ha terminado? —inquirió Lisandro que se encontraba tendido en la cama mientras leía una revista de turismo y lo miraba de vez en cuando con exasperación—.Te cambias de nuevo y te juro que llegarás al casting en ambulancia porque te aventaré por la ventana —lo amenazó sentándose.


—Ya estoy listo y no entiendo cuál es tu problema, la hora pautada para iniciar no me importa, las audiciones serán todo el día, además, ¿por qué tanto interés? ¿No me digas que tú también te apuntaste para competir por el papel de Franco Donatti? —preguntó con media sonrisa.


—¡Estás loco! Yo me siento bien con mi trabajo, que ya bastantes complicaciones me aporta como para también subirme a esta montaña rusa, así que no gracias aquí el único que ha perdido la cabeza eres tú y solo digo que debes ser puntual. Recuerda que Lucca te sugirió que te vayas haciendo conocer por el equipo de producción —comentó viendo que se había esmerado en su vestimenta, estaba sencillo pero evidentemente quería impresionar, aunque quizás quien lo viese así no imaginaría lo buen actor que es.


—No voy a ir a esperar durante horas como hacen los novatos, yo fui convocado… —decía cuando Lisandro abría la boca para interrumpirlo, pero no dejó que lo hiciera—. Ya sé, igual que todos ellos, pero la diferencia está en que yo les mostraré calidad y los otros no, dejaré que vayan descartando y me presentaré junto a los grandes, aunque sea en Italia tengo más trayectoria que muchos de los que allí se encuentran y la haré valer, tengo que dejarles claro desde ya que no están tratando con un novado sino con un actor profesional —aseguró y no era prepotencia sino seguridad lo que desbordaba.


—Me gusta escucharte hablar así, ése es mi hermano. Bueno si no vas a ir desde ya a las audiciones, ¿qué hacemos? Seguramente Lucca debe estar en recepción esperándonos, además tanto arreglo para sentarte aquí hasta que creas conveniente es un desperdicio, mejor bajemos al lobby quizás encontremos a algunas de tus nuevas admiradoras —esbozó con entusiasmo colocándose de pie.


—Si quieres hazlo tú, yo me quedo aquí para repasar algunas posibles escenas que utilicen los productores en las audiciones o quizás busque información sobre las candidatas al papel de Priscila, ya he visto a la mayoría pero quiero enfocarme un poco más en ellas —respondió mirando una vez más la hora en su reloj de pulsera.


—Como quieras, bueno igual si me las encuentro les daré saludos de tu parte, voy a la piscina a tomar algo, estar encerrado no es lo mío, arrastraré a Lucca conmigo si no te importa —indicó colocándose una camisa azul cobalto de su hermano.


—No hay problema, saca al pobre hombre a pasear que últimamente lo he visto muy angustiado —dijo mostrando media sonrisa y se acercó al escritorio donde estaba su portátil.


—Dime alguna novedad, eso ya lo sé… ¿Será que él también se apuntó para las audiciones? — preguntó con diversión y vio a Pedro negar con la cabeza y sonreír, agregó algo más para despedirse—. Cualquier cosa llamas a recepción para que te comuniquen con nosotros o bajas a buscarnos, deléitate con todas esas bellezas que están compitiendo para ser Priscila, mira qué belleza de mujer esa Kim Dawson. Hombre qué trabajo tan duro el tuyo, si al menos yo hubiese tenido la mitad de tu talento —mencionó liberando un suspiro lastimero.


Pedro soltó una carcajada ante el dramatismo de su hermano. Lisandro estuvo a punto de vengarse desordenándole el cabello pero sabía que no era momento para esos juegos, él debía presentarse impecable ante los americanos y mostrarles de qué madera estaba hecho, salió del lugar dejándolo concentrado.


—Es hermosa… pero no llega a compararse contigo, ninguna de las que he visto hasta ahora tiene tu magia Paula, esto me lo pondrá realmente difícil a la hora de actuar pues siempre estaré pensando en ti, pero al mismo tiempo me hace sentir aliviado. Que paradójico sería que terminara enamorándome de la actriz que interprete ese personaje que no es nadie más que tú —esbozó viendo en a la castaña de ojos azules.







CAPITULO 110




El equipo con el que se encontraba Paula las llevó hasta la sede principal de The Planet, allí las esperaban las demás personas que estarían presentes en el casting para seleccionar a los principales actores del filme, en éste tuvo lugar una merienda que sirvió para ultimar detalles y presentarle a Paula, Diana y Jaqueline la selección de los actores y las actrices que habían clasificados y a los que ya se le había notificado de su participación al día siguiente. Paula le echó un vistazo más por protocolo que por otra cosa, aún se sentía tensa, estaba segura que cuando llegase el momento de ver de nuevo a Pedro de frente, su mundo se pondría de cabeza.


De camino al hotel todo a su alrededor vibrada lleno de vida, el mismo se encontraba en el epicentro del entretenimiento por decirlo de algún modo, en plena 900 W. Olympic Boulevard, con acceso a los principales puntos de interés de la ciudad. Paula había viajado con mucha frecuencia en los últimos meses a ese lugar, pero nunca se había hospedado en esa zona ya que prefería algo más tranquilo, el Staples Center se mostró imponente ante sus ojos y luego la concurrida plaza Nokia llena de turistas que aprovechaban para tomar alguna fotografía que capturara en una imagen el recuerdo de ese momento, después le siguió el museo del Grammy y decenas de clubes nocturnos, restaurantes y teatros que conformaban el famoso Complejo Live, donde se reunía lo más selecto de L.A.


Diana se sintió en el paraíso por supuesto, al igual que Jacqueline quien se quedó anonadada ante la generosidad del señor Reynolds. Paula también se sintió un poco sorprendida por todo eso, esperaba algo más sencillo como en sus visitas anteriores, sin embargo lo único que deseaba era subir y encontrarse en la paz, la seguridad y la soledad de su habitación, intentar descansar aún a sabiendas que sería imposible.


La noche había caído y tanto Pedro como Paula intentaron distraerse cada uno por su lado, pero no lograron sacar de sus cabezas los recuerdos de su tiempo en la Toscana y mucho menos de sus pechos esa mezcla de sensaciones que los colmaban y que a cada segundo aumentaba, la expectativa y la ansiedad por lo que sucedería al día siguiente los mantuvo en un constante estado de alerta y ni aún el cansancio en el caso de Pedro logró alejarlo del todo de su realidad y cuando
lo hizo sus sueños fueron ocupados por Paula, ella estaba allí lo sabía, en algún lugar de esa enorme ciudad se encontraba la mujer que amaba y a la que había ido a buscar.


Se habían resignado ante su imposibilidad para conciliar el sueño después que ambos despertaron a media madrugada y el sol los encontró a los dos con sus miradas clavadas en algún punto lejano de la ciudad en el caso de Paula o en el techo de su habitación en el de Pedro. Sintiendo los latidos de sus corazones tan rápidos como pesados, que les anunciaban que el reencuentro al que tanto le había temido y anhelado con la misma intensidad al fin se daría.








CAPITULO 109




Los Angeles, USA. Marzo de 2013


Paula sabía que en la terminal de vuelos nacionales no corría peligro de encontrarse con Pedro, sin embargo, no podía evitar sentirse exaltada, o que el latido de su corazón estuviera descontrolado, ni siquiera que su cuerpo fuese presa de un ligero temblor, que aunque los demás no pudieran apreciar, para ella era una verdadera tortura, contaba mentalmente intentaba hacer respiraciones profundas, controlando sus emociones, mientras se encaminaba junto a Jaqueline y Diana por el pasillo para recoger su equipaje.


—Señoritas Chaves, señora Hudson, bienvenidas a la ciudad, por favor tenga la amabilidad de acompañarme —le pidió un hombre de unos cuarenta años, cabello rojizo y amables ojos grises, mientras le extendía la mano y le sonreía de manera amable—. Mi nombre es Kevin Moore, encantado, seré el encargado de trasladarla a donde desee durante su estadía aquí —se presentó mientras la observaba y le dedicaba una sonrisa que mostraba una perfecta dentadura.


—Es un placer señor Moore —contestó recibiendo el saludo—. La verdad me sorprende un poco esta bienvenida, las otras veces que he venido siempre me he desenvuelto por mí misma, ¿a qué se debe éste cambio? —inquirió observando la credencial del hombre.


—El señor Reynolds, ha decidido que a partir de este momento todos sus traslados y gastos estén a cargo de la productora, según nos explicó los trabajos de producción empiezan desde hoy mismo, por favor si es tan amable acompáñennos a la camioneta, ésta debe estar por llegar, el chofer me informó que ha conseguido un poco de tráfico, pero no debe tardar —explicó haciendo un ademán para guiarlas.


—Me parece genial la iniciativa del señor Reynolds, ciertamente desde el mismo inicio del castings ya las cosas adoptan un carácter más profesional y comprometido de parte y parte, pero antes señor Moore, debemos ir hasta la correa para retirar nuestros equipajes —señaló Jaqueline más dueña del momento pues Paula aun lucía algo meditabunda.


—Sus equipajes serán retirados por mi compañero señora Hudson, por favor entréguenme sus tiquetes de avión y él se encargará de esto, mientras, podemos esperar hasta que llegue la furgoneta —mencionó.


—¡Eso es perfecto! Nos ahorraremos las molestas cintas, ¿el trato hacia mi hermana también me incluye a mí señor Moore? —preguntó Diana mientras le entregaba una amplia sonrisa al hombre.


—Por supuesto, va dirigido a todo el equipo que acompaña a la señorita Chaves y usted es parte del equipo —contestó.


—Maravilloso, muchas gracias —dijo extendiéndole su boleto para que retirara sus maletas, pero antes de hacerlo habló de nuevo mirando al hombre a los ojos—. Disculpe mi curiosidad pero tengo una pregunta más.


—Usted dirá —indicó para que continuara.


—Cuando dice que la productora cubrirá todos los gastos, ¿a cuáles se refiere? —lo interrogó con picardía.


—¡Di, por favor! —Paula la reprendió en un susurro.


—Diana Chaves no estás actuando de manera profesional, ni cuentes con irte de fiestas a todos los club de L.A, a costa del dinero del señor Reynolds —indicó la rubia poniendo mala cara.


—No hablaba de clubes nocturnos, ¿por qué tiene que ser eso lo primero que siempre te viene a la cabeza? —inquirió la chica molesta.


—Será porque tengo muchos años conociéndote y sé exactamente cómo piensas —respondió de inmediato.


Paula y el señor Moore observaban divertidos la escena entre las dos chicas, aunque un poco apenada, la escritora agradecía esa distracción pues no solo alejaba a Pedro por el momento de su cabeza, sino que además le daba tiempo para que si él aún se encontraba en el aeropuerto pudiera marcharse y evitar así un posible encuentro. Vio a otro hombre acercarse y supo que era el compañero de quien la recibió, el señor Moore le entregó los boletos para retirar el equipaje mientras retomaban el hilo de la conversación.


—Para saciar su curiosidad señorita Chaves, entre los gastos no se incluyen visitas a locales nocturnos a menos que estén dentro del itinerario, ni compras en centros comerciales, sin embargo, sus traslados y estadía están cubiertos por la productora —mencionó con una sonrisa amable, que se hizo divertida cuando vio a la chica hacer un puchero y dejar libre un suspiro.


—Es una lástima, pero al menos espero que el señor Reynolds guste de las fiestas y nos invite a algunas durante esta semana —comentó resignándose a los hechos.


Los presentes no pudieron evitar reír ante la acotación. 


Después de eso salieron hacia donde se suponía lo esperaba la camioneta que los llevaría al hotel. Presenciaron todo el revuelo que causaron dos de los actores de moda que habían llegado también para las audiciones, y aprovecharon eso para pasar desapercibidas, mientras esperaban por su equipaje y el transporte.


Los hermanos Alfonso en compañía de Lucca optaron por trasladarse en un taxi hasta el hotel donde habían reservado, declinando la oferta de hacerlo en la furgoneta que ponía la aerolínea a disposición de la tripulación, y aunque debieron esperar varios minutos hasta encontrar uno libre, Pedro agradeció el gesto de su hermano, ya que después de tantas horas de vuelo estaba realmente agotado. Habían tomado un vuelo directo que solo representaba doce horas pero fue poco lo que descansó.


Sobre todo por la cantidad de atención que recibió por parte de las aeromozas y de varias de las mujeres que se encontraban en el avión y se habían acercado a él para pedir un autógrafo o intentar averiguar el motivo de su viaje a Los Angeles a través de alguna conversación casual. Procuró mostrarse amable como siempre hacía, pero tanto sonreír y hablar lo había dejado exhausto, en cuanto se subió al automóvil dejó libre un suspiro y cerró los ojos apoyando su cabeza en el espaldar del asiento.


El auto se detuvo ante la terminal de vuelos nacionales debido a una de esas colas que nunca faltan y una alarma se activó dentro de él, comenzó a buscar con la mirada entre las personas que salían de esta mientras sentía que su corazón latía desesperadamente. Vio un par de camionetas GMC Denali negras, que aumentaron aún más esa emoción dentro de su pecho, alrededor de la misma cuatro hombres que ciertamente no lucían como guardaespaldas, al menos no de esos del tipo película y parecían aguardar por alguien importante.


Un grupo de personas se conglomeró frente a las puertas de vidrio cortándole de ese modo la visión, de pronto un murmullo de voces femeninas se pudieron apreciar con claridad y después el lugar fue presa de una especie de histeria colectiva, en su mayoría jóvenes que comenzaron a pronunciar los nombres de dos de los actores que se mostraban como favoritos para obtener el papel de Franco Donatti.


Toda la emoción de Pedro se vino al piso de inmediato, dejó libre un suspiro que mostraba más que cansancio decepción, al fin el taxi avanzó pero fue trancado una vez más por una furgoneta Mercedes Benz negra, modelo del año que hizo que el corazón del chico diese un brinco dentro de su pecho al ver en el interior de esta un distintivo que la relacionaba con la productora a la cual Paula le había vendido los derechos de su obra, esta siguió de largo hasta la terminal dejándoles el paso libre un minuto después.


Pedro supo en ese instante que era su preciosa escritora quien se trasladaría en esa camioneta, estaba seguro de ello, se volvió rápidamente para mirar por el cristal de atrás y ver donde la furgoneta se estacionaba. Cuando lo hizo un hombre bajó de esta y tres mujeres en compañía de dos caballeros más se acercaban para abordarla, no pudo distinguirlas con claridad, pero su corazón le confirmó que una de ellas era Paula. De pronto en un acto impulsivo su mano buscó la manilla de la puerta, pero esta estaba cerrada con seguro y el auto se ponía en marcha una vez más.


—¿Sucede algo? —preguntó Lisandro desconcertado al ver la actitud de su hermano.


—No… no, no es nada, solo… pensé que había visto a alguien conocido —contestó después de un minuto cuando logró procesar la pregunta en su cabeza y tuvo las ideas ordenadas para responder.


—¿Y por ello ibas a saltar del taxi estando en marcha? —inquirió de nuevo y esta vez mucho más intrigado.


—No… yo, fue un acto reflejo, pero no iba a saltar no seas exagerado, con el cansancio que tengo lo último que deseo es entablar una conversación más —contestó en un tono de voz que no mostraba mucho interés, pero su corazón seguía latiendo de prisa.


Lisandro asintió en silencio manteniendo su mirada fija en él, escudriñándolo sin la menor de las sutilezas, hasta que Pedro cerró los ojos ignorándolo por completo y liberó un suspiro que sorprendió a sus acompañantes, después de eso dejó ver una sonrisa que activó la curiosidad de los dos hombres.


Ambos conocían muy bien su carácter así que no se plantearon ni siquiera preguntarle a qué se debía su actitud, porque estaban seguros que no conseguirían una respuesta o al menos no una que los dejara satisfechos y después de un vuelo tan largo lo que más deseaban era llegar a descansar y organizar todo para el casting del día siguiente.


—Señor por favor llévenos al 900 West Olympic Boulevard —le indicó Lisandro al chofer, luego de verificar la dirección en el comprobante de reservación que le había llegado a su correo.


Después de más de una hora debido al tráfico pesado de la ciudad a esa hora, al fin se encontraron frente al hotel. Como era de esperarse su llegada pasó completamente desapercibida, aunque a las puertas del lugar se encontraba un grupo de chicas, seguramente fans de algunos actores que se hospedaban allí.


Algunas hasta eran huéspedes del hotel pues vio en sus muñecas cintas que las identificaban como tal con el logotipo del recinto, tampoco era que deseara toda esa atención exagerada, pero al menos le hubiera gustado que alguien lo reconociera. No fue así y un sentimiento de molestia y duda se instalaba en su pecho, justo en ese momento comprendía que su competencia sería bastante dura, era un completo desconocido en ese lugar.


Sin embargo, en cuanto entró de último al lobby varias miradas se volvieron hacia él y más de una le dedicaron sonrisas coquetas, él respondió con esa de medio lado que se le daba tan natural, las saludó con un movimiento de su cabeza y para crear un poco más de revuelo le habló a su hermano en inglés en un tono de voz que las que estaban más cerca pudiesen escuchar su acento, consiente que Lisandro le respondería en italiano y él le respondería en su lengua natal, así fue y el efecto fue el esperado, exclamaciones ahogadas y risas nerviosas se dejaron escuchar a su paso, seguida de murmullos entre las jóvenes y de inmediato las palabras que deseaba escuchar llegaron hasta sus oídos.


—Creo que es actor y también viene para el casting, es muy guapo… —decía una cuando otra intervino.


—¿Eso crees? Pero uno de ellos lleva un uniforme de aerolínea, puede que no, aunque si lo es, espero que venga por las audiciones, es hermoso y también tiene los rasgos de Franco. ¿Lo vieron? Sus ojos son azules y el cabello es castaño, su piel tiene ese tono que describe Paula —mencionó más emocionada.


—Es muy guapo, nunca lo había visto pero vaya que atrae miradas… además es italiano. ¿Lo escucharon hablar? Tiene una voz tan fuerte, sentí mi corazón dar un brinco —esbozó otra riendo.


—Lástima que no sepamos el nombre, sino lo buscamos en Google, algo debemos encontrar —dijo la primera que habló.


—Déjenmelo a mí, enseguida lo averiguo —indicó la que lo asoció con Franco y se encaminó hacia recepción.


Pedro había dejado de escuchar la conversación cuando habló la segunda chica, el hecho que lo compararan con Franco Donatti lo había llenado de confianza, si las fans comenzaban a verlo como el personaje tendría la mitad del trabajo ganado, eso lo hizo sonreír y suponer que darle el papel a un completo desconocido no sería rechazado tajantemente como le había anunciado Romina.


—Buenas tardes señorita, tenemos reservación —mencionó Lisandro sacándolo de sus pensamientos.


—Buenas tardes señor, bienvenido, ¿a nombre de quién está hecha? —inquirió la mujer que se había quedado muda unos segundos cuando su mirada se posó en los hermanos.


—Lisandro Alfonso, también tengo dos habitaciones más, una para mi hermano el señor Pedro Alfonso y otra para su agente el señor Lucca Puccini —le indicó mirándola a los
ojos.


—Me permiten por favor sus identificaciones para hacer el registro —pidió la mujer con una sonrisa amable.


—Por supuesto —dijo el moreno sacando el pasaporte de su bolsillo y entregándoselo a la mujer con una sonrisa de esas que usaba para conquistar, sintiendo cómo la mano de ella tembló cuando la rozó con la suya y pareció desconcertarse.


Pedro que apenas era consciente de la escena debido al cansancio, notó ese intercambio y estuvo a punto de poner los ojos en blanco mientras sacaba el pasaporte del bolsillo de su chaqueta Ralph Laurent azul marino, definitivamente su hermano jamás maduraría ni dejaría de jugar al Casanova. Le entregó su documentación a la mujer quien la recibió con una sonrisa y aunque sus manos no se tocaron pudo ver que ciertamente se encontraba bastante intimidada por su presencia en el lugar, aunque claro está, toda la atención se la estaba llevando Lisandro.


En ese instante se percató de la presencia de una de las chicas que conversaban instantes atrás sobre él y el posible motivo que lo había traído hasta ahí, pensó que era el momento de empezar a hacer correr el rumor de su participación dentro de las audiciones, al menos entre las fans, por los medios no se preocupaba, mejor si para estos era un completo desconocido, harían de las suyas por la novedad. Al parecer la joven ya llevaba varios minutos esperando que le hicieran entrega de un supuesto paquete que vendría de Detroit y estaba esperando.


Era evidente que solo buscaba enterarse de algo concreto sobre él, pues no dejaba de mirarlo de soslayo; pero debió escuchar un par de datos, sin embargo él quiso ponérsela más fácil. Cuando la recepcionista le pasó su documentación de nuevo, la dejó sobre la pieza de mármol mientras fingía
buscar algo en su teléfono móvil y tecleaba un mensaje de regreso, después de eso recibió la llave electrónica de su habitación y se encaminó con su hermano y Lucca dejando olvidado su pasaporte en el lugar, sabía que la chica lo tomaría e iría tras él para devolvérselo pues la recepcionista se había dado la vuelta para colocar el libro de registro en su lugar.


—Señor disculpe, ha olvidado esto — escuchó segundos después.


Se volvió para descubrir a la chica que se encontraba en la recepción, justo como había planeado que sucediera, la miró a los ojos y después posó su mirada en la mano de ella que le ofrecían su pasaporte de regreso, le dedicó una amplia sonrisa al tiempo que extendía su mano y lo tomaba.


—Muchas gracias, es usted muy amable, que descuido el mío. Es que el viaje fue muy largo y estoy realmente agotado, pero me ha salvado de quedarme aquí varado —mencionó revisándolo y guardándolo de nuevo en su chaqueta.


—No se preocupe, a todos nos pasa y por favor no me llame de usted, apenas tengo veinte años, ¿viene desde Italia? —inquirió ella de manera casual, mirándolo con mayor detenimiento mientras sonreía.


—Sí, acabo de llegar desde Roma, encantado Pedro Alfonso —extendiéndole la mano con una sonrisa radiante.


—Es un placer señor Alfonso, Katherine Phillips… disculpe mi curiosidad pero escuché que viene con su agente, ¿es usted artista o deportista? Me gustaría verlo si tiene planeado presentarse en algún espacio de la ciudad —expuso la chica queriendo retenerlo un poco más, pero sabía que el joven deseaba marcharse, se le notaba cansado.


—Soy actor, pero no tengo planeado hacer algún tipo de presentación, he venido para unas audiciones, solo eso —contestó sin darle mucha información, quería elevar la expectativa y el interés en ella y por supuesto en el grupo que la acompañaba.


—¿Viene para el casting de Rendición? —preguntó sin poder ocultar la emoción y su mirada se iluminó.


—Se supone que no debo hablar mucho de ello —respondió Pedro regalándole media sonrisa, pero después se acercó un poco más a ella y en un tono de voz más cómplice continuó—. Pero tú me has hecho un favor así que supongo que puedo contarte sin que nadie más se entere, ¿no es así? —le dijo mirándola fijamente.


—Por supuesto, puedes confiar en mí no se lo diré a nadie… bueno solo a mis amigas si no te molesta —señaló mostrándose complaciente, mientras a cada minuto que pasaba sentía que ese hombre le atraía más, tenía unos ojos maravilloso, pero era su mirada lo que los hacía lucir tan
intensos.


—Puedes hacerlo, no hay problema, solo trata de no ventilarlo mucho. He venido al casting de Rendición, fui el único italiano que decidió postularse para el papel de Franco Donatti solo para probar suerte, es probable que ni siquiera me consideren, pero igual no se pierde nada con intentarlo —esbozó sin mostrar mucho interés, encogiéndose de hombros ligeramente.


—En lo absoluto y bueno… yo pensaba en otro actor para representarlo, pero viéndote, creo que tú quedarías muy bien, además tienes el acento y eres italiano al igual que Franco… una última pregunta, ¿te gusta el vino? ¿Conoces de ellos? —lo interrogó con interés le agradaba que él fuese tan sencillo y asequible.


—Adoro el vino, en realidad mi abuelo tiene un viñedo en la región de la Toscana, pero no en la misma región que la autora menciona en el libro, el nuestro es más al sur. Otras personas de la familia se han dedicado más a él, mi hermano y yo tenemos otras ocupaciones, como verás… Por cierto deben estar esperando por mí y yo aquí tan entretenido hablando contigo, debo irme… Fue un placer Katherine, nos estamos viendo, saludos a tus amigas —mencionó para despedirse usando esa sonrisa que sabía tenía un poder especial.


—Muchas gracias por responder a mis preguntas, eres muy agradable, dale saludos a tus acompañantes de mi parte también, espero que nos veamos más adelante y suerte mañana en el casting, me encantaría decir que conocí al actor que será Franco Donatti… Una cosa más Pedrosegún sé Paula tiene la última palabra con relación a los actores, intenta convencerla a ella y seguro tendrás el papel —le sugirió a modo cómplice.


—Gracias, eso precisamente he venido a hacer, a convencerla, nos vemos — expresó y para agradecer las palabras de la chica le dio un abrazo de despedida, después le dedicó una sonrisa y se marchó.


Cuando el actor llegó al área de los ascensores ya su hermano y Lucca tenían cara de pocos amigos, Lisandro estaba a punto de ir a buscarlo y traerlo a arrastras, pero afortunadamente Pedro le leyó el pensamiento y se apareció antes que lo hiciese, mostrando una sonrisa que ambos hombres conocían muy bien.


—¿Se puede saber qué tanto hablabas con esa chica? Si querías invitarla a salir con unas cuantas palabras tenías para conseguirlo —indicó el piloto con sarcasmo.


—No era ese mi objetivo, deseaba que el rumor de mi postulación para el papel de Franco Donatti empezara a correr y lo he conseguido, ya sabes lo bien que se me da aquello de poner a volar chismes en torno a mí —respondió sin mucho énfasis.


—¿Qué le dijiste? —preguntó Lucca interesado.


—Lo que quería que supiese para dar desde ya la pelea, ya ves cómo llegaron aquellos dos fanfarrones con esas ínfulas creyendo que tienen el papel ganado, bueno se llevarán una sorpresa, yo vine a esta ciudad por ese papel y me aseguraré de tenerlo y esas chicas me ayudarán, ya lo verás — respondió mientras sonreía.


—Sí genio, mejor vayámonos que estoy que me duermo aquí mismo… por cierto, ¿cómo hiciste para que ella te siguiera y todo pareciera tan casual? —le cuestionó el mayor de los Alfonso.


—Hermano creo que olvidas que soy actor, solo un evento que a cualquiera le puede pasar, como por ejemplo dejar el pasaporte olvidado cerca de la mujer cuya atención deseas captar… es un viejo truco Lisandro, no puedo creer que no lo conozcas —se mofó de su hermano que lo miró con reproche.


—¡Por supuesto que lo conozco! Ni que fuese un adolescente inexperto, para tu información tengo mucho más camino que tú jovencito —se defendió elevando la barbilla con altivez.


—Eso lo dudo —esbozó apenas Pedro, mostrándole media sonrisa y la picardía brillaba en su mirada.


—No entraré en una competencia de este estilo contigo, sobre todo porque sé que ganaré, pero no quiero herir tu ego, justo en este momento debes tenerlo muy en alto para representar al experto en vinos… Pero deja de hacer trampas robándote las fans de otros actores, eso es ser un desgraciado — indicó frunciendo el ceño.


—En la guerra y en el amor todo se vale, es así como dicen muchos, bueno considera esto como tal… Y solo fueron unas pocas, apenas cinco chicas —acotó riendo.


Lisandro murmuró algunas palabras nada amables para su hermano y él dejó libre una carcajada que retumbó en el ascensor que afortunadamente se encontraba ocupado solo por ellos tres, Lucca disfrutaba del humor de los hermanos, para él los chicos eran como sus hijos, pero sobre todo disfrutaba del optimismo que se había despertado en Pedro, lo había visto dudar mucho en las últimas horas, pero al parecer la crisis había pasado.