miércoles, 12 de agosto de 2015

CAPITULO 110




El equipo con el que se encontraba Paula las llevó hasta la sede principal de The Planet, allí las esperaban las demás personas que estarían presentes en el casting para seleccionar a los principales actores del filme, en éste tuvo lugar una merienda que sirvió para ultimar detalles y presentarle a Paula, Diana y Jaqueline la selección de los actores y las actrices que habían clasificados y a los que ya se le había notificado de su participación al día siguiente. Paula le echó un vistazo más por protocolo que por otra cosa, aún se sentía tensa, estaba segura que cuando llegase el momento de ver de nuevo a Pedro de frente, su mundo se pondría de cabeza.


De camino al hotel todo a su alrededor vibrada lleno de vida, el mismo se encontraba en el epicentro del entretenimiento por decirlo de algún modo, en plena 900 W. Olympic Boulevard, con acceso a los principales puntos de interés de la ciudad. Paula había viajado con mucha frecuencia en los últimos meses a ese lugar, pero nunca se había hospedado en esa zona ya que prefería algo más tranquilo, el Staples Center se mostró imponente ante sus ojos y luego la concurrida plaza Nokia llena de turistas que aprovechaban para tomar alguna fotografía que capturara en una imagen el recuerdo de ese momento, después le siguió el museo del Grammy y decenas de clubes nocturnos, restaurantes y teatros que conformaban el famoso Complejo Live, donde se reunía lo más selecto de L.A.


Diana se sintió en el paraíso por supuesto, al igual que Jacqueline quien se quedó anonadada ante la generosidad del señor Reynolds. Paula también se sintió un poco sorprendida por todo eso, esperaba algo más sencillo como en sus visitas anteriores, sin embargo lo único que deseaba era subir y encontrarse en la paz, la seguridad y la soledad de su habitación, intentar descansar aún a sabiendas que sería imposible.


La noche había caído y tanto Pedro como Paula intentaron distraerse cada uno por su lado, pero no lograron sacar de sus cabezas los recuerdos de su tiempo en la Toscana y mucho menos de sus pechos esa mezcla de sensaciones que los colmaban y que a cada segundo aumentaba, la expectativa y la ansiedad por lo que sucedería al día siguiente los mantuvo en un constante estado de alerta y ni aún el cansancio en el caso de Pedro logró alejarlo del todo de su realidad y cuando
lo hizo sus sueños fueron ocupados por Paula, ella estaba allí lo sabía, en algún lugar de esa enorme ciudad se encontraba la mujer que amaba y a la que había ido a buscar.


Se habían resignado ante su imposibilidad para conciliar el sueño después que ambos despertaron a media madrugada y el sol los encontró a los dos con sus miradas clavadas en algún punto lejano de la ciudad en el caso de Paula o en el techo de su habitación en el de Pedro. Sintiendo los latidos de sus corazones tan rápidos como pesados, que les anunciaban que el reencuentro al que tanto le había temido y anhelado con la misma intensidad al fin se daría.








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