miércoles, 12 de agosto de 2015
CAPITULO 109
Los Angeles, USA. Marzo de 2013
Paula sabía que en la terminal de vuelos nacionales no corría peligro de encontrarse con Pedro, sin embargo, no podía evitar sentirse exaltada, o que el latido de su corazón estuviera descontrolado, ni siquiera que su cuerpo fuese presa de un ligero temblor, que aunque los demás no pudieran apreciar, para ella era una verdadera tortura, contaba mentalmente intentaba hacer respiraciones profundas, controlando sus emociones, mientras se encaminaba junto a Jaqueline y Diana por el pasillo para recoger su equipaje.
—Señoritas Chaves, señora Hudson, bienvenidas a la ciudad, por favor tenga la amabilidad de acompañarme —le pidió un hombre de unos cuarenta años, cabello rojizo y amables ojos grises, mientras le extendía la mano y le sonreía de manera amable—. Mi nombre es Kevin Moore, encantado, seré el encargado de trasladarla a donde desee durante su estadía aquí —se presentó mientras la observaba y le dedicaba una sonrisa que mostraba una perfecta dentadura.
—Es un placer señor Moore —contestó recibiendo el saludo—. La verdad me sorprende un poco esta bienvenida, las otras veces que he venido siempre me he desenvuelto por mí misma, ¿a qué se debe éste cambio? —inquirió observando la credencial del hombre.
—El señor Reynolds, ha decidido que a partir de este momento todos sus traslados y gastos estén a cargo de la productora, según nos explicó los trabajos de producción empiezan desde hoy mismo, por favor si es tan amable acompáñennos a la camioneta, ésta debe estar por llegar, el chofer me informó que ha conseguido un poco de tráfico, pero no debe tardar —explicó haciendo un ademán para guiarlas.
—Me parece genial la iniciativa del señor Reynolds, ciertamente desde el mismo inicio del castings ya las cosas adoptan un carácter más profesional y comprometido de parte y parte, pero antes señor Moore, debemos ir hasta la correa para retirar nuestros equipajes —señaló Jaqueline más dueña del momento pues Paula aun lucía algo meditabunda.
—Sus equipajes serán retirados por mi compañero señora Hudson, por favor entréguenme sus tiquetes de avión y él se encargará de esto, mientras, podemos esperar hasta que llegue la furgoneta —mencionó.
—¡Eso es perfecto! Nos ahorraremos las molestas cintas, ¿el trato hacia mi hermana también me incluye a mí señor Moore? —preguntó Diana mientras le entregaba una amplia sonrisa al hombre.
—Por supuesto, va dirigido a todo el equipo que acompaña a la señorita Chaves y usted es parte del equipo —contestó.
—Maravilloso, muchas gracias —dijo extendiéndole su boleto para que retirara sus maletas, pero antes de hacerlo habló de nuevo mirando al hombre a los ojos—. Disculpe mi curiosidad pero tengo una pregunta más.
—Usted dirá —indicó para que continuara.
—Cuando dice que la productora cubrirá todos los gastos, ¿a cuáles se refiere? —lo interrogó con picardía.
—¡Di, por favor! —Paula la reprendió en un susurro.
—Diana Chaves no estás actuando de manera profesional, ni cuentes con irte de fiestas a todos los club de L.A, a costa del dinero del señor Reynolds —indicó la rubia poniendo mala cara.
—No hablaba de clubes nocturnos, ¿por qué tiene que ser eso lo primero que siempre te viene a la cabeza? —inquirió la chica molesta.
—Será porque tengo muchos años conociéndote y sé exactamente cómo piensas —respondió de inmediato.
Paula y el señor Moore observaban divertidos la escena entre las dos chicas, aunque un poco apenada, la escritora agradecía esa distracción pues no solo alejaba a Pedro por el momento de su cabeza, sino que además le daba tiempo para que si él aún se encontraba en el aeropuerto pudiera marcharse y evitar así un posible encuentro. Vio a otro hombre acercarse y supo que era el compañero de quien la recibió, el señor Moore le entregó los boletos para retirar el equipaje mientras retomaban el hilo de la conversación.
—Para saciar su curiosidad señorita Chaves, entre los gastos no se incluyen visitas a locales nocturnos a menos que estén dentro del itinerario, ni compras en centros comerciales, sin embargo, sus traslados y estadía están cubiertos por la productora —mencionó con una sonrisa amable, que se hizo divertida cuando vio a la chica hacer un puchero y dejar libre un suspiro.
—Es una lástima, pero al menos espero que el señor Reynolds guste de las fiestas y nos invite a algunas durante esta semana —comentó resignándose a los hechos.
Los presentes no pudieron evitar reír ante la acotación.
Después de eso salieron hacia donde se suponía lo esperaba la camioneta que los llevaría al hotel. Presenciaron todo el revuelo que causaron dos de los actores de moda que habían llegado también para las audiciones, y aprovecharon eso para pasar desapercibidas, mientras esperaban por su equipaje y el transporte.
Los hermanos Alfonso en compañía de Lucca optaron por trasladarse en un taxi hasta el hotel donde habían reservado, declinando la oferta de hacerlo en la furgoneta que ponía la aerolínea a disposición de la tripulación, y aunque debieron esperar varios minutos hasta encontrar uno libre, Pedro agradeció el gesto de su hermano, ya que después de tantas horas de vuelo estaba realmente agotado. Habían tomado un vuelo directo que solo representaba doce horas pero fue poco lo que descansó.
Sobre todo por la cantidad de atención que recibió por parte de las aeromozas y de varias de las mujeres que se encontraban en el avión y se habían acercado a él para pedir un autógrafo o intentar averiguar el motivo de su viaje a Los Angeles a través de alguna conversación casual. Procuró mostrarse amable como siempre hacía, pero tanto sonreír y hablar lo había dejado exhausto, en cuanto se subió al automóvil dejó libre un suspiro y cerró los ojos apoyando su cabeza en el espaldar del asiento.
El auto se detuvo ante la terminal de vuelos nacionales debido a una de esas colas que nunca faltan y una alarma se activó dentro de él, comenzó a buscar con la mirada entre las personas que salían de esta mientras sentía que su corazón latía desesperadamente. Vio un par de camionetas GMC Denali negras, que aumentaron aún más esa emoción dentro de su pecho, alrededor de la misma cuatro hombres que ciertamente no lucían como guardaespaldas, al menos no de esos del tipo película y parecían aguardar por alguien importante.
Un grupo de personas se conglomeró frente a las puertas de vidrio cortándole de ese modo la visión, de pronto un murmullo de voces femeninas se pudieron apreciar con claridad y después el lugar fue presa de una especie de histeria colectiva, en su mayoría jóvenes que comenzaron a pronunciar los nombres de dos de los actores que se mostraban como favoritos para obtener el papel de Franco Donatti.
Toda la emoción de Pedro se vino al piso de inmediato, dejó libre un suspiro que mostraba más que cansancio decepción, al fin el taxi avanzó pero fue trancado una vez más por una furgoneta Mercedes Benz negra, modelo del año que hizo que el corazón del chico diese un brinco dentro de su pecho al ver en el interior de esta un distintivo que la relacionaba con la productora a la cual Paula le había vendido los derechos de su obra, esta siguió de largo hasta la terminal dejándoles el paso libre un minuto después.
Pedro supo en ese instante que era su preciosa escritora quien se trasladaría en esa camioneta, estaba seguro de ello, se volvió rápidamente para mirar por el cristal de atrás y ver donde la furgoneta se estacionaba. Cuando lo hizo un hombre bajó de esta y tres mujeres en compañía de dos caballeros más se acercaban para abordarla, no pudo distinguirlas con claridad, pero su corazón le confirmó que una de ellas era Paula. De pronto en un acto impulsivo su mano buscó la manilla de la puerta, pero esta estaba cerrada con seguro y el auto se ponía en marcha una vez más.
—¿Sucede algo? —preguntó Lisandro desconcertado al ver la actitud de su hermano.
—No… no, no es nada, solo… pensé que había visto a alguien conocido —contestó después de un minuto cuando logró procesar la pregunta en su cabeza y tuvo las ideas ordenadas para responder.
—¿Y por ello ibas a saltar del taxi estando en marcha? —inquirió de nuevo y esta vez mucho más intrigado.
—No… yo, fue un acto reflejo, pero no iba a saltar no seas exagerado, con el cansancio que tengo lo último que deseo es entablar una conversación más —contestó en un tono de voz que no mostraba mucho interés, pero su corazón seguía latiendo de prisa.
Lisandro asintió en silencio manteniendo su mirada fija en él, escudriñándolo sin la menor de las sutilezas, hasta que Pedro cerró los ojos ignorándolo por completo y liberó un suspiro que sorprendió a sus acompañantes, después de eso dejó ver una sonrisa que activó la curiosidad de los dos hombres.
Ambos conocían muy bien su carácter así que no se plantearon ni siquiera preguntarle a qué se debía su actitud, porque estaban seguros que no conseguirían una respuesta o al menos no una que los dejara satisfechos y después de un vuelo tan largo lo que más deseaban era llegar a descansar y organizar todo para el casting del día siguiente.
—Señor por favor llévenos al 900 West Olympic Boulevard —le indicó Lisandro al chofer, luego de verificar la dirección en el comprobante de reservación que le había llegado a su correo.
Después de más de una hora debido al tráfico pesado de la ciudad a esa hora, al fin se encontraron frente al hotel. Como era de esperarse su llegada pasó completamente desapercibida, aunque a las puertas del lugar se encontraba un grupo de chicas, seguramente fans de algunos actores que se hospedaban allí.
Algunas hasta eran huéspedes del hotel pues vio en sus muñecas cintas que las identificaban como tal con el logotipo del recinto, tampoco era que deseara toda esa atención exagerada, pero al menos le hubiera gustado que alguien lo reconociera. No fue así y un sentimiento de molestia y duda se instalaba en su pecho, justo en ese momento comprendía que su competencia sería bastante dura, era un completo desconocido en ese lugar.
Sin embargo, en cuanto entró de último al lobby varias miradas se volvieron hacia él y más de una le dedicaron sonrisas coquetas, él respondió con esa de medio lado que se le daba tan natural, las saludó con un movimiento de su cabeza y para crear un poco más de revuelo le habló a su hermano en inglés en un tono de voz que las que estaban más cerca pudiesen escuchar su acento, consiente que Lisandro le respondería en italiano y él le respondería en su lengua natal, así fue y el efecto fue el esperado, exclamaciones ahogadas y risas nerviosas se dejaron escuchar a su paso, seguida de murmullos entre las jóvenes y de inmediato las palabras que deseaba escuchar llegaron hasta sus oídos.
—Creo que es actor y también viene para el casting, es muy guapo… —decía una cuando otra intervino.
—¿Eso crees? Pero uno de ellos lleva un uniforme de aerolínea, puede que no, aunque si lo es, espero que venga por las audiciones, es hermoso y también tiene los rasgos de Franco. ¿Lo vieron? Sus ojos son azules y el cabello es castaño, su piel tiene ese tono que describe Paula —mencionó más emocionada.
—Es muy guapo, nunca lo había visto pero vaya que atrae miradas… además es italiano. ¿Lo escucharon hablar? Tiene una voz tan fuerte, sentí mi corazón dar un brinco —esbozó otra riendo.
—Lástima que no sepamos el nombre, sino lo buscamos en Google, algo debemos encontrar —dijo la primera que habló.
—Déjenmelo a mí, enseguida lo averiguo —indicó la que lo asoció con Franco y se encaminó hacia recepción.
Pedro había dejado de escuchar la conversación cuando habló la segunda chica, el hecho que lo compararan con Franco Donatti lo había llenado de confianza, si las fans comenzaban a verlo como el personaje tendría la mitad del trabajo ganado, eso lo hizo sonreír y suponer que darle el papel a un completo desconocido no sería rechazado tajantemente como le había anunciado Romina.
—Buenas tardes señorita, tenemos reservación —mencionó Lisandro sacándolo de sus pensamientos.
—Buenas tardes señor, bienvenido, ¿a nombre de quién está hecha? —inquirió la mujer que se había quedado muda unos segundos cuando su mirada se posó en los hermanos.
—Lisandro Alfonso, también tengo dos habitaciones más, una para mi hermano el señor Pedro Alfonso y otra para su agente el señor Lucca Puccini —le indicó mirándola a los
ojos.
—Me permiten por favor sus identificaciones para hacer el registro —pidió la mujer con una sonrisa amable.
—Por supuesto —dijo el moreno sacando el pasaporte de su bolsillo y entregándoselo a la mujer con una sonrisa de esas que usaba para conquistar, sintiendo cómo la mano de ella tembló cuando la rozó con la suya y pareció desconcertarse.
Pedro que apenas era consciente de la escena debido al cansancio, notó ese intercambio y estuvo a punto de poner los ojos en blanco mientras sacaba el pasaporte del bolsillo de su chaqueta Ralph Laurent azul marino, definitivamente su hermano jamás maduraría ni dejaría de jugar al Casanova. Le entregó su documentación a la mujer quien la recibió con una sonrisa y aunque sus manos no se tocaron pudo ver que ciertamente se encontraba bastante intimidada por su presencia en el lugar, aunque claro está, toda la atención se la estaba llevando Lisandro.
En ese instante se percató de la presencia de una de las chicas que conversaban instantes atrás sobre él y el posible motivo que lo había traído hasta ahí, pensó que era el momento de empezar a hacer correr el rumor de su participación dentro de las audiciones, al menos entre las fans, por los medios no se preocupaba, mejor si para estos era un completo desconocido, harían de las suyas por la novedad. Al parecer la joven ya llevaba varios minutos esperando que le hicieran entrega de un supuesto paquete que vendría de Detroit y estaba esperando.
Era evidente que solo buscaba enterarse de algo concreto sobre él, pues no dejaba de mirarlo de soslayo; pero debió escuchar un par de datos, sin embargo él quiso ponérsela más fácil. Cuando la recepcionista le pasó su documentación de nuevo, la dejó sobre la pieza de mármol mientras fingía
buscar algo en su teléfono móvil y tecleaba un mensaje de regreso, después de eso recibió la llave electrónica de su habitación y se encaminó con su hermano y Lucca dejando olvidado su pasaporte en el lugar, sabía que la chica lo tomaría e iría tras él para devolvérselo pues la recepcionista se había dado la vuelta para colocar el libro de registro en su lugar.
—Señor disculpe, ha olvidado esto — escuchó segundos después.
Se volvió para descubrir a la chica que se encontraba en la recepción, justo como había planeado que sucediera, la miró a los ojos y después posó su mirada en la mano de ella que le ofrecían su pasaporte de regreso, le dedicó una amplia sonrisa al tiempo que extendía su mano y lo tomaba.
—Muchas gracias, es usted muy amable, que descuido el mío. Es que el viaje fue muy largo y estoy realmente agotado, pero me ha salvado de quedarme aquí varado —mencionó revisándolo y guardándolo de nuevo en su chaqueta.
—No se preocupe, a todos nos pasa y por favor no me llame de usted, apenas tengo veinte años, ¿viene desde Italia? —inquirió ella de manera casual, mirándolo con mayor detenimiento mientras sonreía.
—Sí, acabo de llegar desde Roma, encantado Pedro Alfonso —extendiéndole la mano con una sonrisa radiante.
—Es un placer señor Alfonso, Katherine Phillips… disculpe mi curiosidad pero escuché que viene con su agente, ¿es usted artista o deportista? Me gustaría verlo si tiene planeado presentarse en algún espacio de la ciudad —expuso la chica queriendo retenerlo un poco más, pero sabía que el joven deseaba marcharse, se le notaba cansado.
—Soy actor, pero no tengo planeado hacer algún tipo de presentación, he venido para unas audiciones, solo eso —contestó sin darle mucha información, quería elevar la expectativa y el interés en ella y por supuesto en el grupo que la acompañaba.
—¿Viene para el casting de Rendición? —preguntó sin poder ocultar la emoción y su mirada se iluminó.
—Se supone que no debo hablar mucho de ello —respondió Pedro regalándole media sonrisa, pero después se acercó un poco más a ella y en un tono de voz más cómplice continuó—. Pero tú me has hecho un favor así que supongo que puedo contarte sin que nadie más se entere, ¿no es así? —le dijo mirándola fijamente.
—Por supuesto, puedes confiar en mí no se lo diré a nadie… bueno solo a mis amigas si no te molesta —señaló mostrándose complaciente, mientras a cada minuto que pasaba sentía que ese hombre le atraía más, tenía unos ojos maravilloso, pero era su mirada lo que los hacía lucir tan
intensos.
—Puedes hacerlo, no hay problema, solo trata de no ventilarlo mucho. He venido al casting de Rendición, fui el único italiano que decidió postularse para el papel de Franco Donatti solo para probar suerte, es probable que ni siquiera me consideren, pero igual no se pierde nada con intentarlo —esbozó sin mostrar mucho interés, encogiéndose de hombros ligeramente.
—En lo absoluto y bueno… yo pensaba en otro actor para representarlo, pero viéndote, creo que tú quedarías muy bien, además tienes el acento y eres italiano al igual que Franco… una última pregunta, ¿te gusta el vino? ¿Conoces de ellos? —lo interrogó con interés le agradaba que él fuese tan sencillo y asequible.
—Adoro el vino, en realidad mi abuelo tiene un viñedo en la región de la Toscana, pero no en la misma región que la autora menciona en el libro, el nuestro es más al sur. Otras personas de la familia se han dedicado más a él, mi hermano y yo tenemos otras ocupaciones, como verás… Por cierto deben estar esperando por mí y yo aquí tan entretenido hablando contigo, debo irme… Fue un placer Katherine, nos estamos viendo, saludos a tus amigas —mencionó para despedirse usando esa sonrisa que sabía tenía un poder especial.
—Muchas gracias por responder a mis preguntas, eres muy agradable, dale saludos a tus acompañantes de mi parte también, espero que nos veamos más adelante y suerte mañana en el casting, me encantaría decir que conocí al actor que será Franco Donatti… Una cosa más Pedro, según sé Paula tiene la última palabra con relación a los actores, intenta convencerla a ella y seguro tendrás el papel —le sugirió a modo cómplice.
—Gracias, eso precisamente he venido a hacer, a convencerla, nos vemos — expresó y para agradecer las palabras de la chica le dio un abrazo de despedida, después le dedicó una sonrisa y se marchó.
Cuando el actor llegó al área de los ascensores ya su hermano y Lucca tenían cara de pocos amigos, Lisandro estaba a punto de ir a buscarlo y traerlo a arrastras, pero afortunadamente Pedro le leyó el pensamiento y se apareció antes que lo hiciese, mostrando una sonrisa que ambos hombres conocían muy bien.
—¿Se puede saber qué tanto hablabas con esa chica? Si querías invitarla a salir con unas cuantas palabras tenías para conseguirlo —indicó el piloto con sarcasmo.
—No era ese mi objetivo, deseaba que el rumor de mi postulación para el papel de Franco Donatti empezara a correr y lo he conseguido, ya sabes lo bien que se me da aquello de poner a volar chismes en torno a mí —respondió sin mucho énfasis.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Lucca interesado.
—Lo que quería que supiese para dar desde ya la pelea, ya ves cómo llegaron aquellos dos fanfarrones con esas ínfulas creyendo que tienen el papel ganado, bueno se llevarán una sorpresa, yo vine a esta ciudad por ese papel y me aseguraré de tenerlo y esas chicas me ayudarán, ya lo verás — respondió mientras sonreía.
—Sí genio, mejor vayámonos que estoy que me duermo aquí mismo… por cierto, ¿cómo hiciste para que ella te siguiera y todo pareciera tan casual? —le cuestionó el mayor de los Alfonso.
—Hermano creo que olvidas que soy actor, solo un evento que a cualquiera le puede pasar, como por ejemplo dejar el pasaporte olvidado cerca de la mujer cuya atención deseas captar… es un viejo truco Lisandro, no puedo creer que no lo conozcas —se mofó de su hermano que lo miró con reproche.
—¡Por supuesto que lo conozco! Ni que fuese un adolescente inexperto, para tu información tengo mucho más camino que tú jovencito —se defendió elevando la barbilla con altivez.
—Eso lo dudo —esbozó apenas Pedro, mostrándole media sonrisa y la picardía brillaba en su mirada.
—No entraré en una competencia de este estilo contigo, sobre todo porque sé que ganaré, pero no quiero herir tu ego, justo en este momento debes tenerlo muy en alto para representar al experto en vinos… Pero deja de hacer trampas robándote las fans de otros actores, eso es ser un desgraciado — indicó frunciendo el ceño.
—En la guerra y en el amor todo se vale, es así como dicen muchos, bueno considera esto como tal… Y solo fueron unas pocas, apenas cinco chicas —acotó riendo.
Lisandro murmuró algunas palabras nada amables para su hermano y él dejó libre una carcajada que retumbó en el ascensor que afortunadamente se encontraba ocupado solo por ellos tres, Lucca disfrutaba del humor de los hermanos, para él los chicos eran como sus hijos, pero sobre todo disfrutaba del optimismo que se había despertado en Pedro, lo había visto dudar mucho en las últimas horas, pero al parecer la crisis había pasado.
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