martes, 18 de agosto de 2015
CAPITULO 130
Guillermo Reynolds anunciaba a viva voz y lleno de satisfacción a todos, que Rendición era prácticamente un hecho, ya tenía protagonistas y locaciones, además que las grabaciones empezarían en pocas semanas, planeaban estar presentando la película a finales de año o inicios del
próximo, pues contaban con el mejor equipo del mundo para hacer que eso fuese posible.
—A nuestra querida señorita Kim Dawson, ustedes ya la conocen, es una de sus consentidas, ven aquí cariño —le pidió a la mujer mientras le extendía la mano y mostraba una gran sonrisa.
Ella por supuesto no se hizo esperar, caminó hasta él con ese andar grácil y desenvuelto que le daba el ser una de las estrellas del momento, llena de seguridad y elegancia se ubicó junto al presidente de la productora, recibiendo la mano que él le ofrecía con una espléndida sonrisa y después posó su mirada en la gran cantidad de reporteros que se habían apostado frente al escenario y comenzaron a tomarle fotografías junto a Guillermo Reynolds.
Paula sabía que al próximo en llamar sería a Pedro, así que le dedicó una sonrisa y le apretó suavemente la mano para llenarlo de confianza, después de eso desenlazó sus dedos despacio.
No quería separarse de él, pero sabía que debía hacerlo antes que las personas se volviesen hacia ambos y los viesen tomados de manos.
Él comprendió el gesto de ella, le dio las gracias con una mirada y también le dedicó una sonrisa, tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no amarrarla en un abrazo y besarla hasta que sintiese que se llenaba el vacío que había dejado hacía tantos años atrás cuando se marchó dejándolo solo en la Toscana.
—Hermosa como siempre, ¿no es así? —preguntó Guillermo al público ante él, orgulloso de la mujer que tenía a su lado—. Pero también es mi deseo esta noche presentarles a un caballero, y estoy seguro que su nombre será el que encabezará los titulares de los diarios mañana, no solo aquí, también lo hará y con mucho orgullo en su natal Italia, por favor amigo acompáñanos —se volvió para invitarlo a unirse a ellos.
Pedro acortó la distancia con un andar seguro y elegante, su cuerpo erguido les demostraba a los demás que no había una pizca de nervios dentro de él, solo desbordaba arrogancia y sensualidad, como si se tratase de un exótico felino, vestido completamente de oscuro, traje Dolce y Gabbana azul marino, camisa y corbata de seda negra, contrastaban a la perfección con su piel blanca, sus ojos azul zafiro, sus rasgos estilizados y masculinos al mismo tiempo, tan perfecto, que no parecía real y que de inmediato atrajo todas las miradas.
Se detuvo al lado derecho de Guillermo Reynolds, dejándolo en medio de él y la actriz, para no restarle protagonismo, miró a las personas que lo veían llenos de curiosidad, como si fuese el espectáculo de un circo, pero se limitó a mostrar media sonrisa, ya estaba acostumbrado a que reaccionaran de ese modo.
El productor le dedicó una sonrisa amable, se le veía feliz ante las caras de desconcierto de todos los presentes, hizo un gesto con su mano para acallar un poco a la multitud que había colmado el lugar del sonido de sus murmullos, estos lo hicieron y él prosiguió.
—El señor que tengo a mi lado es una gran actor, un profesional de calidad, con trece años de carrera y que estoy seguro les dará mucho de qué hablar, permítanme presentarles a Pedro Alfonso… —hizo una pausa mientras el público detallaba al castaño y después de ello le colocó una mano en la espalda a él y a la actriz para acercarlos—. Damas y caballeros es un placer para mí traerles a Priscila Hamilton y Franco Donatti, los protagonistas de la versión cinematográfica de Rendición —finalizó con una sonrisa que casi dividía su rostro en dos.
El silencio solo duró un segundo, después de eso la ola de murmullos que se desató fue ensordecedora, los flashes de las cámaras comenzaron a dispararse dejando casi ciego a Pedro.
Tuvo que poner toda su concentración en mantener los ojos abiertos ante la avalancha de luces que se estrellaban en sus pupilas; apenas fue consciente cuando Guillermo Reynolds se retiró dejándolo junto a Kimberly Dawson, la mujer de inmediato pasó su brazo alrededor de su cintura y comenzó a posar para los fotógrafos. Él siguió con el mismo patrón y también rodeó la cintura de ella al tiempo que esbozaba una sonrisa, de esas que sabía derretían a las mujeres.
—Y por supuesto los encargados de crear la magia y hacer que este par queden completamente rendidos y enamorados, la señorita Paula Chaves y mi gran amigo el señor Thomas Whitman —enunció el hombre un par de minutos después llegando junto a ellos.
Paula dejó ver una sonrisa a todas luces forzada o al menos eso percibió Pedro, él sabía que ese comentario del productor no le había caído en gracia, pues a él tampoco, pero también era consciente que ambos estaban atados de manos y no podían hacer nada más que continuar con la actuación que los demás esperaban.
Sin embargo, y para darle el puesto que merecía, le hizo un lugar entre la actriz y su persona, pidiéndole con la mirada a Kimberly que hiciera lo mismo con el director para dar la imagen del perfecto equipo, la actriz era inteligente y comprendió su punto.
Los aplausos en el salón no se hicieron esperar y el hombre parecía que iba a reventar de orgullo, los años en ese negocio le habían enseñado que un producto debía mostrarse atractivo desde sus mismos inicios, debía crear expectativa en los demás, seducirlos hasta el punto que todos quisieran tener un poco, por ello había aceptado sin titubear a los protagonistas que habían quedado en el casting. No solo eran buenos actores, también eran de ese tipo que podía volver locos a hombres y mujeres por igual, así que tenía en sus manos la fórmula perfecta para crear una historia que todo el mundo quisiera ver, todo gracias al buen tino de su hijo mayor que no dejó de fastidiarlo hasta que logró que leyese la historia de Paula Chaves, y le propusiese hacer una película de la misma.
—Guillermo por favor… ven con nosotros —le pidió mirándolo y después habló de nuevo para el público—. No quiero quitarle méritos a nadie, así que les presento al mayor responsable de todo esto, mi querido hijo. Gracias a él nos encontramos hoy todos reunidos en este lugar, Rendición será su primer proyecto, desde ya la mejor de las suertes chico y disfruta de tu logro —mencionó aún más orgulloso.
El anuncio del hombre fue una sorpresa para muchos, pero sobre todo para Paula, ella pensaba que todo eso lo había hecho el padre y no éste. Se volvió a mirarlo y el rubio tenía una gran sonrisa y la vista en el público, pero al parecer sintió la suya, pues se volvió para verla haciendo el gesto más amplio. De pronto sintió como la mano de Pedro que se posaba en su espalda se tensaba y bajaba casi hasta su cadera apoyándola allí con posesión, la castaña se volvió a verlo un instante y aunque sonreía su mirada era seria.
Después de unas cuantas palabras más por parte del director y el dueño de la productora, culminó el anuncio y dieron paso a los músicos una vez más. El equipo de producción fue trasladado hasta la mesa que ocuparían esa noche para continuar disfrutando de la velada. A los periodistas se les dejó claro que ninguno de los actores estaba en libertad de dar declaraciones acerca del proyecto, no insistieron y solo se limitaron a pedir algunas fotografías.
—Es la primera vez que se causa tanto alboroto para el anuncio de unos protagónicos, es evidente que Guillermo está desesperado por hacer de Rendición la película más sonada desde ya —comentó Marcus de manera casual.
Viendo donde se encontraban el italiano y Kim Dawson, junto a Paula y Guillermo hijo posando para el lente de los periodistas, mientras que Thomas y el presidente de la productora ya estaban cazando posibles patrocinadores de la misma, eso era un negocio por donde lo viesen, solo esperaba que la inversión fuese retribuida.
—Él sabe lo que hace, no en vano The Planet es una de las productoras más grandes del país y se ha mantenido tantos años entre las más prestigiosas, todo se trata de publicidad y no olvides que Reynolds tiene una maestría en Harvard —expuso Martha, observando también el cuadro ante sus ojos. —Yo estoy segura que todos conseguiremos lo que deseamos con este proyecto, solo debemos enfocarnos a trabajar en equipo para conseguirlo —mencionó Jaqueline.
Sentía la amargura en el tono del productor, podía ser muy profesional, pero también un idiota cuando quería.
CAPITULO 129
Después de unos minutos todos se habían trasladado hasta la tarima en el centro del salón, la orquesta se había retirado para descansar y brindarle el espacio que Guillermo Reynolds necesitaba para pronunciar su discurso. Mientras Kimberly Dawson y todos los demás se mostraban felices y
haciendo gala de sus dotes de estrellas de Hollywood, Paula y Pedro sentían que los nervios hacían estragos en ambos.
Ella por la cercanía de él y por todo eso que solo ahora empezaba a comprender que era real, era como si estuviera despertando de un sueño y descubriese que el sueño seguía allí, la mezcla de sentimientos era tan grande que apenas podía definir unos cuantos, su corazón latía de prisa, sus manos estaban frías y sudaban, sus piernas temblaban y le estaba costando respirar, pero aun así mantenía su sonrisa, algo le decía que Pedro estaba igual, se encontraba junto a ella y la tensión que lo cubría era palpable.
Paula estaba en lo cierto, la situación no era muy distinta para Pedro, había pensado que estaba preparado para todo eso, pero la verdad era que no, solo se había lanzado confiando en el amor que Paula le tenía, sin analizar que su vida cambiaría por completo después que diese ese paso, sin ser consciente de hasta qué punto volvería a entrar a las fauces del lobo y esta vez un lobo mucho más voraz y peligroso que aquel que tuvo que enfrentar años atrás, cerró sus párpados un instante y pensó en su familia y todas las promesas que les había hecho.
—Pedro —esbozó ella muy bajo solo para que él escuchara, comprendió que había sido así cuando lo vio abrir los párpados—. Todo estará bien… va a salir bien —susurró mirándolo.
—Lo sé… —dijo él en el mismo tono viéndola a los ojos.
Aprovechando que todos se hallaban concentrados en el discurso de Reynolds, tomó la mano de Paula y entrelazó sus dedos con los de ella, sintiendo de inmediato que el miedo se esfumaba, la seguridad que su preciosa escritora le brindaba lo lanzó lejos de él.
—Tú estarás a mi lado y solo eso me basta para saber que todo estará bien… Tú me trajiste aquí Paula —confesó con la voz ronca y la mirada cargada de un brillo especial.
Una vez más todo desaparecía y solo quedaban ellos, ellos y ese amor que era imposible de ocultar, sus miradas lo gritaban, el toque de sus manos también y sus labios estuvieron a punto de esbozarlo, pero una vez más la burbuja había sido reventada y el momento había pasado dejándolos a la deriva.
CAPITULO 128
Se encaminó con ella dejando detrás a Pedro y Martha, para ser él quien los guiara al despacho de su padre. Cuando el italiano pudo apreciar el escote del vestido de Paula en todo su esplendor, la rabia que sentía por las libertades que se estaba tomando el americano fueron remplazadas de inmediato por un deseo contundente, dejó ver una sonrisa ladeada y curvó una ceja.
Pensó que después de todo no le había ido tan mal al quedar tras ellos, tenía la mejor vista de la que podía disfrutar esa noche y ni siquiera se esforzó por disimular, clavó su mirada en la espalda de Paula y más allá, deleitándose con el andar suave y sensual de ella, ese que era tan natural como hermoso y que él había visto infinidad de veces, incluso mejor que ese, pues él la había visto caminar así pero completamente desnuda y solo para su placer.
La reunión dentro del despacho de Guillermo Reynolds padre, se podría resumir como amena y enfocada al éxito que todos le deparaban a Rendición, el hombre se mostró complacido con el italiano y le hizo saber que había apreciado su trabajo en general, no solo las cintas de las audiciones, por lo tanto confiaba en su talento para darle vida al hombre que tenía a la mitad de las mujeres en el mundo rendidas a sus pies.
Pedro agradeció la confianza y la oportunidad, se sentía satisfecho con lo que había logrado en el plano profesional, debía reconocerlo. Pero su principal objetivo se encontraba también en ese salón y al parecer la magia de minutos atrás se había desvanecido de nuevo, Paula se mostraba cortés pero distante, lo que lo confundía y lo llenaba de frustración, se esforzó por mantener su actitud de hombre feliz, mientras a momentos la buscaba con la mirada para hacerle entender que debían hablar, que ya no podía seguir dándole largas a ese asunto.
Me estoy muriendo por besarte, por tocarte, tengo que hacerlo, tiene que ser hoy… ¡Por un demonio Paula mírame!
Así pasaron varios minutos hasta que el dueño de la casa envió por la actriz que compartiría el principal con él, deseaba tenerlos a los dos allí y darles un discurso antes de hacer su presentación oficial.
—Bueno señorita Chaves, aquí los tiene —mencionó el hombre colocándose de pie y avanzando hacia ellos cuando vio que Kimberly Dawson hacía entrada al lugar—. Su Priscila Hamilton y su Franco Donatti en persona —agregó con una gran sonrisa.
La de la actriz y la de todos los demás emularon la del hombre, a excepción de Paula y Pedro que apenas esbozaron una por cortesía, pues ambos eran conscientes que la realidad era otra y que esa mujer solo era una intrusa, lamentablemente era una que había entrado con permiso de todos y nada se podía hacer a esas alturas.
—¡Oh, Guillermo! Tú tan genial como siempre, será un placer trabajar de nuevo junto a ti y por supuesto con todo este maravilloso equipo que has creado, no podía ser de otra manera, siempre ofreces lo mejor —expuso mientras se acercaba a él para abrazarlo.
—Por supuesto hermosa, sabes que yo me caracterizo por la calidad, solo ésta da buenos resultados, muestra de ello es la cantidad de premios que hemos conseguido, los otros apuestan al azar, yo juego seguro y por eso he decidido llevar a Rendición a la gran pantalla. Estoy seguro que rebasará todo éxito conseguido hasta ahora, no le sorprenda Paula que el próximo año estemos siendo nominados para los premios de la academia —esbozó sonriente.
Era tal la seguridad que mostraba que tanto a Pedro como a Paula les pareció demasiado presuntuoso. Sin embargo, no pudieron evitar emocionarse ante esas palabras y hacerse ilusiones, él porque ella obtuviese el reconocimiento que merecía y ella porque la entrada de Pedro a ese mundo fuese por la puerta grande.
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