sábado, 15 de agosto de 2015

CAPITULO 121




Paula se obligó a contener las lágrimas hasta que sintió que había quedado sola, después de ello rompió en un sollozo amargo y cargado de dolor; respiró profundamente e intentó controlarse, sacó con manos trémulas un cigarrillo de la cajetilla, se lo puso en los labios y lo encendió. 


No acostumbraba a fumar, eso era algo que su madre odiaba, pero ella ahora no estaba aquí y tampoco la entendería, cerró los ojos y se dejó envolver por el poder de la nicotina, mientras la rabia, la frustración y el dolor hacían estragos en su interior.


Horas después, ya al final de la tarde el equipo de producción había llegado a una conclusión, hicieron pasar de nuevo a Pedro y a Kimberly al salón, Thomas fue quien tomó la palabra para darles la noticia a ambos que habían sido seleccionados, a él le siguió Martha quien se encontraba feliz con la elección, ella se entendería con los agentes de ambos actores, así uno a uno fueron felicitando a los escogidos, hasta que le llegó el turno a Paula.


—Los felicito a ambos, señorita Dawson su desempeño fue excelente, sé qué hará una gran labor encarnando a Priscila —mencionó mirándola, después posó su vista en Pedro—. Señor Alfonso felicitaciones, usted también ha demostrado un maravilloso despliegue de talento, estoy segura que lo hará muy bien —esbozó y estaba por decir algo más, cuando sintió que su teléfono móvil vibraba y la pantalla se iluminaba mostrando la imagen de Ignacio en una llamada entrante—. Discúlpenme un segundo, es una llamada de mi novio —mencionó a sus compañeros en un tono de voz más bajo.


Pedro pudo escuchar perfectamente de quién se trataba y sintió como si le hubiesen dado un golpe en las pelotas, tensó la mandíbula con fuerza haciendo evidente el latir de una vena al lado izquierdo de la misma, al tiempo que apretaba un puño y el color de sus ojos se oscurecía.


—Si no necesitan nada más por el momento me gustaría retirarme, estoy algo agotado. Cualquier inquietud que tenga señor Whitman o usted señora Wilson, por favor no duden en comunicarse con mi agente el señor Puccini, y con gusto estaré reuniéndome con ustedes, con su permiso —indicó, antes que le diesen respuesta comenzó a caminar para salir del lugar.


La mirada de todos se posó sobre el italiano que parecía haber cambiado de piel o algo por el estilo, pues pasó de un estado de ánimo amable a uno totalmente contrario, parecía que se hubiese convertido en un témpano, su actitud fue tan intimidante que ni siquiera Whitman se atrevió a detenerlo, solo asintió en silencio, mientras Martha alcanzaba a decirle que se comunicaría con su manager para cuadrar todos los detalles pendientes.


Paula salió a la terraza y a través de las paredes de cristal vio cómo Pedro abandonaba el salón dejando atrás a la actriz, su andar era forzado, tenso, recordó esa actitud pues varias veces lo vio darle la espalda y caminar así cuando estuvieron en Florencia. ¿Qué había hecho ahora? ¿Por qué estaba enfadado? ¡La molesta aquí era ella! No tenía que ser él ¿qué demonios le pasaba?


La voz de Ignacio al otro lado de la línea le dio de inmediato la respuesta, al parecer él había escuchado cuando mencionó que era su novio quien la llamaba y eso había herido su orgullo, bueno estaban a mano y en lugar de sentirse mal, se sintió vengada.


Jaqueline no pudo evitar esbozar una sonrisa y después dejó libre un suspiro mientras se relajaba en su silla, sabía que ese par aún sentía algo, Paula se lo había dejado más que claro esa tarde y el italiano acababa de hacerlo, la cuestión estaba en cuál de los dos terminaría cediendo, cuál daría el primer paso y confesaría que seguía sintiendo lo mismo que años atrás.






CAPITULO 120





Paula apenas esperó a que Thomas saliese de la sala para levantarse y caminar buscando una salida, se detuvo a un metro de la puerta que llevaba al salón donde esperaban los actores, cuando vio entrar a Ingrid con una gran sonrisa, eso la hizo reaccionar y retroceder de inmediato, respondió al gesto de la chica de manera amable y caminó en la dirección contraria, dirigiéndose hacia la terraza. Cuando llegó a ésta se apoyó con ambas manos en la barandilla y dejó libre un pesado suspiro, al tiempo que cerraba los ojos e intentaba apaciguar el volcán que bullía en su interior.


—¿Todo bien? —escuchó que preguntaba Jaqueline a su espalda.


—Sí Jackie, todo perfectamente… ¿Por qué no habría de estarlo? —contestó con otra interrogante en tono de pocos amigos.


—Sí, se nota… ¿Sabes algo? Creo que deberías ir y hablar con él, enfrentarlo de una vez por todas, preguntarle qué ha venido a buscar, qué quiere… —decía cuando Paula la interrumpió.


—¿Te has vuelto loca? ¡No voy a hacer eso! No tengo nada que hablar con él… y menos en este momento —mencionó con rabia.


—Claro, menos en este momento en el cual solo deseas golpearlo.


—Yo no deseo… —se detuvo viendo cómo su amiga contenía la risa—. Ni se te ocurra reírte Jaqueline Hudson… ¡Se supone que eres mi amiga, que estás aquí para apoyarme y comprenderme! No para burlarte de mí —se quejó sintiendo que estaba a punto de llorar.


—Soy tu amiga y estoy aquí para ayudarte en todo lo que necesites, si deseas podemos llevar al italiano a uno de los salones que están solos y yo lo sostengo mientras tú lo golpeas —le dijo en tono de broma, mientras la miraba asombrada al verla así por primera vez.


—Creo que mejor dejamos este tema de lado o terminaré aceptando tu ofrecimiento… ¿Qué demonios voy a hacer? Es casi un hecho que él se quedará con el papel y para mi desgracia también lo es que la Dawson obtendrá el de Priscila… maravillosa aventura en la cual me he embarcado, me hubiese resultado más sencillo ser condenada de brujería en la época de la Inquisición —comentó cerrando los ojos ante tanta frustración.


—Perdón, pero creo que exageras y el problema aquí no es que Kimberly Dawson sea Priscila, hubieses reaccionado así con cualquier otra actriz que hubiese hecho las pruebas junto a Pedro Alfonso, no intentes engañarte Paula… —pronunció intentando hacer reaccionar a su amiga para que no entrase en pánico—. Mira, este proyecto es tuyo, has puesto demasiado empeño en todo esto y no voy a permitir que ahora quieras abandonarlo todo solo porque no soportas ver cómo ese hombre coquetea con otra mujer, sé que es difícil, sé que es un precio quizás muy alto a pagar… pero tú puedes hacerlo, además recuerda que solo se trata de actuación, él solo hizo lo que se suponía debía hacer, justo así se mostró Franco en el libro —agregó en tono sereno.


—Pues la manera en que salieron del lugar no era parte de las audiciones, ¿o sí? —preguntó con amargura.


—Amiga… amiga, siento tener que decirte esto, pero hasta yo, en el caso que estuviese ignorante de toda la historia entre el italiano y tú, me hubiese colgado de ese hombre… Pau, creo que tenemos un pequeño problema aquí, hasta donde me cuentas, él y tú se conocieron en aquel conjunto de casas apartado de toda civilización, lo que quiere decir que jamás tuviste que enfrentarte a las insinuaciones que otras mujeres le podían hacer a Pedro, no tuviste que luchar contra ninguna rival… lo tuviste para ti solita, pues lamento decirte que ahora las cosas son distintas, ese hombre es todo un monumento y lo quieras o no vas a tener que ver escenas como éstas con mucha frecuencia de ahora en adelante, qué decir de las fanáticas en cuanto se enteren que es el escogido para ser Franco Donatti… si crees que esto que estás viviendo ahora es horrible, créeme no se va a comparar con lo que sigue —explicó mirándola a los ojos.


—¡Maldita sea! —exclamó Paula sin poder evitarlo—. ¿Cómo se supone que voy a lidiar con todo esto? Está bien que ya no sienta por Pedro lo que sentí tiempo atrás… pero… no es fácil, no es nada fácil —confesó sintiendo que un nudo se formaba en su garganta y sus ojos se llenaban de lágrimas.


—Lo sé… créeme Paula lo sé perfectamente, pero debes intentarlo, quizás ésta sea la mayor prueba y la que de una vez por todas te haga ver las cosas con claridad, a lo mejor después de esto terminas dándote cuenta que lo que sentías por Pedro Alfonso ya es pasado —señaló rodeándole los hombros con un brazo para atraerla hacia ella y consolarla.


Paula dejó libre un suspiro y negó con la cabeza, se disponía a decir algo cuando sintió que unos pasos se acercaban, se tensó de inmediato al pensar que quizás Pedro había pedido hablar con ella o tal vez alguien del equipo se había percatado de su reacción, pero el alivio la invadió cuando escuchó la voz de su hermana.


—¿Ustedes no piensan venir a comer? —preguntó con tono imperativo, mientras se colocaba las manos en la cintura.


—Sí, vamos en un momento Diana… solo necesitábamos un poco de aire, empiecen sin nosotras, en unos minutos los alcanzamos —respondió la rubia. —Jackie vayan ustedes, yo no tengo apetito… estaré bien.


—Pau debes comer aunque sea algo, no te dejaré aquí para que sigas angustiándote por cada detalle de las audiciones, vamos al comedor… —decía pero ella no la dejó seguir.


—No te preocupes por mí… además desayuné bien esta mañana, necesito relajarme y despejar mi mente, aquí podré hacerlo… Por favor —pidió mirándola a los ojos.


—Está bien, pero cualquier cosa ya sabes dónde estamos —indicó apuntándola con el dedo.


—Lo sé… Di, ¿tienes un cigarrillo que me des? —preguntó a su hermana sorprendiéndola, no solo a ella sino también a la rubia—. Es uno solo, lo necesito —explicó observándolas.


—Sí, claro… —contestó la menor y sacó una cajetilla para ofrecerle uno, pero prefirió dejarle más—. Toma, también te dejo el encendedor… ¿Seguro estás bien? —la interrogó sin poder evitarlo.



—Lo estoy, ahora por favor no hagan esperar a los demás, nos vemos en un rato —respondió volviéndose a mirar el paisaje.





CAPITULO 119





Su mirada azul zafiro se perdía entre las calles de la ciudad a medida que el taxi avanzaba, había recibido el día anterior la llamada de la gente encargada del casting de Rendición, tal y como esperaba que sucediese, lo convocaban para hacer las pruebas con las actrices seleccionadas. Eso no
había sido una sorpresa para él, pero no podía decir lo mismo de la actitud de Paula, quien no solo se mostró distante y fría durante las primeras pruebas sino que además no había tenido la iniciativa de buscarlo o intentar comunicarse con él al menos por teléfono, dado que estaba al tanto de su presencia allí.


No había nada que la excusase pues todos los datos para contactarlo estaban en su carpeta, el hotel donde se hospedaba, su número de móvil personal, también el de Lucca, ambos correos electrónicos, todo estaba al alcance de su mano. Pero evidentemente ella no estaba interesada en que un encuentro entre ambos se diese, tampoco era tan iluso como para pensar que ella caería rendida a sus pies en cuanto lo viese, ni que lo llamaría pidiéndole su número de habitación para ir a pasar la noche con él. Aun cuando esa mañana al despertar lo hubiese deseado con intensidad y hasta tuviese que recurrir a un baño de agua fría por las reacciones que causó en su cuerpo imaginarla tendida a su lado, completamente desnuda, hermosa y deseable como siempre se le mostró en la Toscana en aquellos amaneceres que recibieron juntos.


Se sentía molesto, era verdad, comenzaba a desencantarse de todo esto o mejor dicho a enfrentarse a la realidad que tanto temía, que no era otra que la que le mostraba Paula, le estaba dejando claro que su presencia en ese lugar no era deseada, que sus esfuerzos por acercarse a ella solo eran una pérdida de tiempo. Después de todo en ese momento era la famosa y aclamada Paula Chaves, la que todo el mundo deseaba tener cerca.


Pedro, hemos llegado —mencionó Lucca sacándolo de sus pensamientos, mientras abría la puerta del auto—. ¿Ocurre algo? Te noto distraído, taciturno —indicó mirándolo fijamente.


—No, estoy bien Lucca, solo pensaba en Italia, eso es todo —contestó lo primero que se le vino a la mente y que no estaba muy lejos de sus verdaderas cavilaciones.


—Entiendo, no es fácil estar lejos de casa, si fuesen unas vacaciones las cosas serían distintas seguramente, es normal que te sientas un poco desubicado en este ambiente Pepe, no es donde estás acostumbrado a manejarte, pero ya verás que todo sale bien. Tengo la certeza que conseguirás el papel y una vez ocurra eso, solo será cuestión de papeleos, el anuncio oficial para los medios y podremos volver a casa, igual las grabaciones serán en la Toscana, toda la película se rodará en Italia; por lo que logré averiguar ya las locaciones fueron escogidas hace un par de semanas, la misma escritora propuso un conjunto de casas que serían ideales para la filmación… Es algo curioso, ¿no? —inquirió de manera casual intentando entablar una conversación con Pedro.


—¿Qué es lo curioso? —contestó con otra interrogante.


—Que ella conozca esos lugares con tanto detalle, que hasta les mostró a la gente de producción el lugar indicado para rodar la película, yo conozco de pocas casas que se prestan para estas cosas en Toscana, sabes cómo son de celosos los lugareños con sus hogares, aunque claro siempre cabe la posibilidad que el lugar escogido sea utilizado para alquilar con frecuencia —acotó sin mucho énfasis.


—Sí es probable, igual supongo que la señorita Chaves tuvo que viajar por Italia para poder escribir su novela, sus descripciones del paisaje y las costumbres son bastante fieles a la realidad, es parte de su trabajo, así como un actor estudia al personaje y se pasa semanas moldeando su carácter, ella también está en la obligación de informarse acerca de lo que va a escribir —mencionó resaltando sin poder evitarlo el profesionalismo de Paula, aunque estuviese molesto con ella, no podía restarle méritos a su trabajo.


Al llegar al lobby, los demás actores que habían hecho pruebas junto Pedro y también las actrices seleccionadas el día anterior se encontraban allí, todas las miradas se volvieron hacia ellos y la mayoría no lograron ocultar la sorpresa que significó verlo, sobre todo por parte de los otros actores más reconocidos, que seguramente pensaron que él no tendría ningún chance contra ellos.


Mientras que por el lado de las actrices las miradas pasaron de la sorpresa al coqueteo, incluso muchas le regalaron radiantes sonrisas. Él se encontraba con un humor poco amigable y solo se limitó a inclinar su cabeza ante las damas en señal de saludo, luego de eso tomaron asiento como les indicó Ingrid, la encargada de organizarlos.


El equipo de producción en pleno se encontraba en el salón preparándose para las pruebas, Paula había bromeado con Patricia y también con Martha sobre irse de compras después que terminase todo el proceso para liberar tensión, aunque su hermana y Jaqueline habían sugerido algo más entretenido como irse de copas a algún club de moda. Pero tanto Thomas como el señor Stevenson le habían hecho saber que el sábado Guillermo Reynolds daría una fiesta en su mansión de Santa Mónica, dedicada exclusivamente para el anuncio de la pareja protagónica.


Paula sintió que un peso se alojaba en su estómago al escuchar eso, comprendió de inmediato que eso significaría un encuentro con Pedro que ya no podría postergar, porque su corazón le anunciaba que él sería seleccionado para encarnar a Franco en la película, los comentarios de todos así lo indicaban y lo peor fue que ella misma se descubrió apoyándolo cuando le preguntaron qué le parecía y mencionó “Es él”.


En ese instante su subconsciente la había traicionado y aunque buscó dar una explicación más coherente solo pudo alegar, que era italiano y tenía mucho talento, queriendo matarse por idiota, pero también hacerlo con Jaqueline quien la miraba con una sonrisa burlona que la hizo sonrojarse, igual intentó no pensar más en ello, se había propuesto mantenerse calmada y así lo haría. Todo marchaba según lo acordado, pero a la mitad, Thomas decidió cambiar de estrategia.


—Ingrid has pasar por favor al señor Alfonso y a la señorita Dawson, necesito algo que me despierte, estas personas están bien… pero no terminan de convencerme, vamos a poner a prueba a los principales, primero entrarán ellos y después continuaremos con los demás, si nos quedan algunas dudas sobre cómo encajan los dos, entonces empezaremos a intercalar parejas… Guillermo necesita a los protagonistas para este fin de semana y no podemos darnos el lujo de fallar —sentenció el hombre con firmeza apenas mirando al equipo, pues estaba concentrado en hacer anotaciones en su libreta.


Para Paula eso fue un balde de agua fría, ya había asimilado que no vería a Pedro hasta dentro de un par de horas como mínimo y en consecuencia de ello se había relajado casi por
completo, Thomas le estaba dando un golpe bajo y la tensión se apoderó de su cuerpo en cuestión de segundos, respiró profundamente para no caer en pánico y se obligó a ser profesional.


—¿Todo bien? —inquirió Jaqueline en un susurro.


—Perfectamente —le confirmó al tiempo que relajaba su postura en la silla y enfocaba su mirada en la puerta.


Esta vez no se portaría como una cobarde, no le rehuiría la mirada a Pedro, ni enterraría la cabeza en el escritorio como si fuese un avestruz, no tenía motivos para hacerlo, podía actuar tan natural como él lo hacía, inspiró profundamente cuando vio la puerta comenzar a abrirse y fue soltando el aire de a poco, mientras en su cabeza se repetía una y otra vez.


Tranquila, tranquila… solo debes actuar como si nada… respira, tranquila, él entrará y tú no sentirás nada… nada en absoluto…


Cuando sus ojos captaron la figura de Pedro el mantra se fue al demonio, no solo sintió que su respiración se detenía, sino que además su corazón también pareció hacerlo solo un segundo y después se lanzó en una carrera alocada dentro de su pecho, todo su cuerpo tembló y tuvo que luchar por mantener dentro de ella el suspiro que revoloteaba desesperado por escapar de su pecho.


Él lucía tan guapo, incluso más a como lo vio hace dos días o al menos eso pensaba, no podía aunque quisiera despegar la mirada de él y podía asegurar que no había visto jamás en su vida un hombre más apuesto que Pedro Alfonso. Para su desgracia su cuerpo reaccionó a eso, comenzó a temblar al tiempo que algo muy profundo en su interior se tensó al recordar que ella había tenido a ese hombre, que se había entregado a él de todas las maneras que ambos quisieron, en resumidas cuentas, que no existía otro que la conociese ni al que ella conociese mejor en el plano íntimo que como el que estaba ante sus ojos.


Pedro se había propuesto ignorar totalmente a Paula, le haría sentir lo mismo que él pasó durante los últimos dos días, sabía que había llegado hasta ese lugar con el firme objetivo de recuperarla y demostrarle que la amaba, que la había amado desde que estuvieron juntos en la Toscana, pero él tenía su orgullo y aunque fuese uno de sus mayores defectos no podía dominarlo tan fácilmente, se obligó a mostrarse impasible y distante, no intentaría llamar su atención y tampoco la buscaría con la mirada, solo haría su trabajo, seguiría las órdenes del equipo de producción y nada más, si ella deseaba algo más, pues esta vez tendría que salir a buscarlo.


Sin embargo, cuando su mirada se posó en Paula al entrar al salón se sorprendió al ver que ella lo observaba fijamente, que había en sus ojos algo parecido al reconocimiento, algo familiar, pero que no logró definir en ese momento y aún sin saberlo hizo que su corazón se agitase, preso de la emoción de ver una vez más esos hermosos ojos marrones que tanto había extrañado, un leve suspiro escapó de sus labios y después de eso una sonrisa empezó a aflorar en los mismos, pero cuando se percató de lo que estaba a punto de hacer desvió el rostro y cortó todo contacto con ella.


Eso le dolió pues deseaba seguir mirándola, pero no podía mostrarse ante Paula como si nada hubiese ocurrido, ella lo había despreciado desde el mismo momento en que él hizo el intento de acercarse, no se puso en contacto con él ni cuando se enteró de su deseo de estar en las audiciones, ni siendo consciente que se encontraba allí a la espera de cualquier palabra que ella le dedicara.


—Buenos días señorita Dawson, buenos días señor Alfonso, sean bienvenidos de vuelta, como ya les explicó la señora Wilson encargada del casting, ambos han sido seleccionados para esta prueba que es la siguiente, como deben conocer por su experiencia, el desempeño que tengan como pareja es vital para obtener cualquier protagónico dentro de un proyecto, hoy evaluaremos eso tomándolos a los dos como un conjunto, serán equipo y al mismo tiempo contra parte, necesitamos que nos demuestren que pueden cumplir con los roles de Franco y Priscila… seguirán las instrucciones que cualquiera dentro del equipo le pidamos y el resultado dependerá solo de ambos… por favor Patricia indícales a nuestros actores la primera escena —mencionó Thomas con la autoridad que le daba ser el director del proyecto, mientras se acomodaba los anteojos.


—Por supuesto… Señores como saben hay escenas claves dentro de todo guión, una de ellas es el primer encuentro entre los protagonistas, cuando se conocen, me gustaría que esa fuese la primera que representen, si son tan amables de ubicarla en la página número cuatro, tienen cinco minutos para iniciar… contando a partir de ahora —indicó la mujer ajustando su reloj de pulsera.


Pedro aún tenía su mente ocupada por la imagen de Paula, así que se quedó mirando la caratula del guión varios segundos, hasta que fue consciente de lo que debía hacer, frunció el ceño molesto por el poder que la escritora tenía sobre él y se obligó a no dejarlo avanzar más, concentrándose en ser profesional ubicó rápidamente la escena que había señalado la guionista y no habían pasado tres minutos cuando levantó la mirada y le habló a su compañera.


—Señorita Dawson, cuando usted desee podemos empezar.


—¡Vaya! ¿Ya lo tienes? Eso es algo asombroso, pero si debemos mostrarnos como una pareja lo mejor es que empieces a tutearme, desde ahora llámame Kim… y yo te llamare Pedro. Si no tienes problema con ello —mencionó dedicándole una sonrisa.


—Perfecto, entonces cuando te sientas lista Kim, Pedro está bien, solo recuerda que en esta escena me odias a muerte, acabo de arruinar uno de tus lienzos —le recordó mostrando media sonrisa.


—Por supuesto, lo tengo… bueno Franco, me verás realmente furiosa —esbozó en tono coqueto y después se volvió hacia la mesa donde se encontraba el equipo de producción.


Ambos adoptaron las posturas que el guión indicaba, metiéndose de lleno en el papel, para Pedro no resultó nada difícil, se sentía tan molesto con Paula como lo estuvo la primera vez que la vio, cuando lo acusó de casi haberla atropellado, solo que esa parte ella la había cambiado para hacerla más apegada al personaje de Priscila que había inventado, pero la esencia en sí, era idéntica a lo que vivieron.


Kimberly Dawson también se metió en la piel de Priscila, hizo gala de una excelente actuación, lo retó igual como lo hiciese Paula, lo culpó y después lo dejó a mitad de una batalla que amenazaba con ser campal, pero que ella había terminado nada más por el placer de hacerle sentir a Franco, que valoraba mucho su tiempo como para perderlo con él. El equipo de producción quedó satisfecho con esa primera demostración, pero solicitaron varias más.


Cada escena traía recuerdos hasta Paula, como si fuesen olas que se desvanecían en la playa, dejando tras ellas el rastro de haber existido, pero pasaban muy rápido, se sentía confundida y abrumada al escuchar de labios de Pedro todas esas palabras que intercambiase con ella y que ahora esbozaba para otra mujer.


Las miradas, las sonrisas, cada gesto era idéntico, pero no era ella quien los recibía, era otra y un espantoso sentimiento de impotencia empezaba a alojarse dentro de su pecho, ver todo desde afuera como espectador era hasta cierto punto perturbador y en más de una ocasión quiso pararse y salir de allí. Cuando llegó la escena en la cual por fin se besarían, parecía ser la gota que derramaría el vaso, pero afortunadamente alguien del equipo habló y la detuvieron, después de eso no supo mucho de lo que ocurrió, solo que ambos actores se retiraron y que Kim Dawson se había colgado del brazo de Pedro, mientras le sonreía como si lo conociese de toda la vida, como si fuesen íntimos amigos.


—Me disculpan un momento, necesito estirar las piernas y un poco de aire fresco —mencionó la escritora en cuanto la puerta se cerró tras los actores, sintiendo que estaba a punto de gritar.


—Descuida Paula, creo que todos necesitamos un descanso ¿qué dices Thomas? ¿Le pido a Ingrid que les anuncie a los otros actores que tendremos un receso de una hora? —preguntó Martha.


—Sí, me muero de hambre y creo que ya vimos todo lo que teníamos que ver, sin embargo, debemos darle la oportunidad a los que quedan de presentar las pruebas, diles que en hora y media retomamos las pruebas con los que quedan en el salón —contestó mientras tomaba su móvil para realizar algunas llamadas, la primera de ellas a Guillermo Reynolds.