sábado, 15 de agosto de 2015

CAPITULO 120





Paula apenas esperó a que Thomas saliese de la sala para levantarse y caminar buscando una salida, se detuvo a un metro de la puerta que llevaba al salón donde esperaban los actores, cuando vio entrar a Ingrid con una gran sonrisa, eso la hizo reaccionar y retroceder de inmediato, respondió al gesto de la chica de manera amable y caminó en la dirección contraria, dirigiéndose hacia la terraza. Cuando llegó a ésta se apoyó con ambas manos en la barandilla y dejó libre un pesado suspiro, al tiempo que cerraba los ojos e intentaba apaciguar el volcán que bullía en su interior.


—¿Todo bien? —escuchó que preguntaba Jaqueline a su espalda.


—Sí Jackie, todo perfectamente… ¿Por qué no habría de estarlo? —contestó con otra interrogante en tono de pocos amigos.


—Sí, se nota… ¿Sabes algo? Creo que deberías ir y hablar con él, enfrentarlo de una vez por todas, preguntarle qué ha venido a buscar, qué quiere… —decía cuando Paula la interrumpió.


—¿Te has vuelto loca? ¡No voy a hacer eso! No tengo nada que hablar con él… y menos en este momento —mencionó con rabia.


—Claro, menos en este momento en el cual solo deseas golpearlo.


—Yo no deseo… —se detuvo viendo cómo su amiga contenía la risa—. Ni se te ocurra reírte Jaqueline Hudson… ¡Se supone que eres mi amiga, que estás aquí para apoyarme y comprenderme! No para burlarte de mí —se quejó sintiendo que estaba a punto de llorar.


—Soy tu amiga y estoy aquí para ayudarte en todo lo que necesites, si deseas podemos llevar al italiano a uno de los salones que están solos y yo lo sostengo mientras tú lo golpeas —le dijo en tono de broma, mientras la miraba asombrada al verla así por primera vez.


—Creo que mejor dejamos este tema de lado o terminaré aceptando tu ofrecimiento… ¿Qué demonios voy a hacer? Es casi un hecho que él se quedará con el papel y para mi desgracia también lo es que la Dawson obtendrá el de Priscila… maravillosa aventura en la cual me he embarcado, me hubiese resultado más sencillo ser condenada de brujería en la época de la Inquisición —comentó cerrando los ojos ante tanta frustración.


—Perdón, pero creo que exageras y el problema aquí no es que Kimberly Dawson sea Priscila, hubieses reaccionado así con cualquier otra actriz que hubiese hecho las pruebas junto a Pedro Alfonso, no intentes engañarte Paula… —pronunció intentando hacer reaccionar a su amiga para que no entrase en pánico—. Mira, este proyecto es tuyo, has puesto demasiado empeño en todo esto y no voy a permitir que ahora quieras abandonarlo todo solo porque no soportas ver cómo ese hombre coquetea con otra mujer, sé que es difícil, sé que es un precio quizás muy alto a pagar… pero tú puedes hacerlo, además recuerda que solo se trata de actuación, él solo hizo lo que se suponía debía hacer, justo así se mostró Franco en el libro —agregó en tono sereno.


—Pues la manera en que salieron del lugar no era parte de las audiciones, ¿o sí? —preguntó con amargura.


—Amiga… amiga, siento tener que decirte esto, pero hasta yo, en el caso que estuviese ignorante de toda la historia entre el italiano y tú, me hubiese colgado de ese hombre… Pau, creo que tenemos un pequeño problema aquí, hasta donde me cuentas, él y tú se conocieron en aquel conjunto de casas apartado de toda civilización, lo que quiere decir que jamás tuviste que enfrentarte a las insinuaciones que otras mujeres le podían hacer a Pedro, no tuviste que luchar contra ninguna rival… lo tuviste para ti solita, pues lamento decirte que ahora las cosas son distintas, ese hombre es todo un monumento y lo quieras o no vas a tener que ver escenas como éstas con mucha frecuencia de ahora en adelante, qué decir de las fanáticas en cuanto se enteren que es el escogido para ser Franco Donatti… si crees que esto que estás viviendo ahora es horrible, créeme no se va a comparar con lo que sigue —explicó mirándola a los ojos.


—¡Maldita sea! —exclamó Paula sin poder evitarlo—. ¿Cómo se supone que voy a lidiar con todo esto? Está bien que ya no sienta por Pedro lo que sentí tiempo atrás… pero… no es fácil, no es nada fácil —confesó sintiendo que un nudo se formaba en su garganta y sus ojos se llenaban de lágrimas.


—Lo sé… créeme Paula lo sé perfectamente, pero debes intentarlo, quizás ésta sea la mayor prueba y la que de una vez por todas te haga ver las cosas con claridad, a lo mejor después de esto terminas dándote cuenta que lo que sentías por Pedro Alfonso ya es pasado —señaló rodeándole los hombros con un brazo para atraerla hacia ella y consolarla.


Paula dejó libre un suspiro y negó con la cabeza, se disponía a decir algo cuando sintió que unos pasos se acercaban, se tensó de inmediato al pensar que quizás Pedro había pedido hablar con ella o tal vez alguien del equipo se había percatado de su reacción, pero el alivio la invadió cuando escuchó la voz de su hermana.


—¿Ustedes no piensan venir a comer? —preguntó con tono imperativo, mientras se colocaba las manos en la cintura.


—Sí, vamos en un momento Diana… solo necesitábamos un poco de aire, empiecen sin nosotras, en unos minutos los alcanzamos —respondió la rubia. —Jackie vayan ustedes, yo no tengo apetito… estaré bien.


—Pau debes comer aunque sea algo, no te dejaré aquí para que sigas angustiándote por cada detalle de las audiciones, vamos al comedor… —decía pero ella no la dejó seguir.


—No te preocupes por mí… además desayuné bien esta mañana, necesito relajarme y despejar mi mente, aquí podré hacerlo… Por favor —pidió mirándola a los ojos.


—Está bien, pero cualquier cosa ya sabes dónde estamos —indicó apuntándola con el dedo.


—Lo sé… Di, ¿tienes un cigarrillo que me des? —preguntó a su hermana sorprendiéndola, no solo a ella sino también a la rubia—. Es uno solo, lo necesito —explicó observándolas.


—Sí, claro… —contestó la menor y sacó una cajetilla para ofrecerle uno, pero prefirió dejarle más—. Toma, también te dejo el encendedor… ¿Seguro estás bien? —la interrogó sin poder evitarlo.



—Lo estoy, ahora por favor no hagan esperar a los demás, nos vemos en un rato —respondió volviéndose a mirar el paisaje.





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