miércoles, 12 de agosto de 2015

CAPITULO 111




Se había parado ante el espejo al menos unas diez veces, lanzaba una chaqueta y se colocaba otra, cambiaba su blusa, sus zapatos, sus accesorios, nada parecía satisfacerla y comenzaba a sentirse frustrada. Inconscientemente estaba luchando por retrasar la hora de su traslado hasta las instalaciones de The Planet, donde se llevaría a cabo el casting para Rendición, en realidad lo que quería era evitar el encuentro que sabía tendría lugar ese día, sus sentimientos eran una marejada que la llevaban de un estado a otro; tenía miedo que Pedro se le acercase y mostrarse algún tipo de interés romántico de nuevo. Aunque romántico no debería ser el término sino sexual, pues lo que
tuvieron tiempo atrás solo fue una aventura, al menos eso dejó ver él, pero algo había cambiado desde la confesión que él hiciera en aquella entrevista y la suya a través del libro, se habían expuesto por completo, como no lo hicieron en Toscana.


Esas declaraciones traerían consecuencias de ello no le quedaban dudas, la cuestión era qué tanto podían afectarla, bueno ya habían empezado pues desde que se enteró de su interés por buscarla su mundo se había trastocado por completo, su discusión con Ignacio lo quisiese o no fue debido a ello, estaba tan desesperada por obligarse a creer que ya Pedro no tenía poder sobre su vida que terminó dándole mucho más y arruinando su relación actual.


Una vez más sus pensamientos vagaban de un lugar a otro, sintiendo ese nudo que se iba formando en su estómago y cada vez se hacía más insoportable, incluso había llegado a sentir náuseas ante tanta tensión. Se miró una vez más en el espejo y el reflejo que le mostró no era el mismo de hace dos días en Chicago, el maquillaje había hecho milagros al ocultar las ojeras que tenía esa mañana, incluso lucía más delgada, pero era que no le provocaba nada, si seguía así y no se controlaba terminaría enfermándose; cerró los ojos y negó en silencio resistiéndose a continuar pensando en Pedro.


Se encaminó hasta la consola donde había dejado su iPod la noche anterior buscando distraerse y esperar que el sueño llegase hasta ella, no lo consiguió del todo y quizás por ello se sentía agotada no solo emocional sino también físicamente, pasó su dedo por la pantalla táctil y sin hacer una selección especial lo colocó en orden aleatorio, la voz de Alicia Keys inundó el lugar.



I keep on fallin' in and out of love with you
Sometimes I love you
Sometimes you make me blue
Sometimes I feel good
At times I feel used
Loving you darling
Makes me so confused


Paula liberó un grito cargado de frustración y quiso salir corriendo del lugar, siempre que buscaba alejarse de Pedro todo parecía empeñarse en acercarla a él, en mantenerlo arraigado a su mente, ciertamente ya no soportaba esa situación, con un movimiento silenció la voz de una de sus cantantes favoritas y prefirió el silencio a tener que toparse a cada diez minutos con una canción que le dejase la puerta abierta a su ex amante para que la siguiese torturando. Caminó hasta el armario de nuevo y esta vez sin esmerarse mucho escogió lo primero que encontró dentro de éste.


Liberó un suspiro comprobando su atuendo una vez más, el mismo era clásico; una camiseta sin mangas de algodón y lycra, en color blanco que se ajustaba a su figura, el escote no era muy revelador lo que le pareció adecuado, un pantalón también blanco ajustado que marcaba perfectamente sus piernas y su trasero, pero como llevaría chaqueta y estaría todo el tiempo sentada eso no le importó mucho, esta era negra de mangas tres cuarto con un detalle al final en satén gris que le daba un aire ejecutivo, zapatos altos de gamuza negros, de accesorios optó por llevar solo una pulsera grande de ónix y plata, unos pendientes del mismo material y por última una cartera de cuero negra.


Dejó su cabello suelto, sabía que Pedro probablemente tardaría en reconocerla porque llevaba el cabello diferente, se lo había aclarado un par de tonos y también lo había cortado. Quizás él ya la había visto con su look actual así como ella a él, la verdad debía reconocer que lucía tan guapo como siempre, quizás un poco más maduro y masculino, bueno masculino siempre se había mostrado, tal vez la palabra adecuada sería interesante y enigmático, además esa barba recortada a la perfección que la hacía temblar al solo recordar lo maravillosa que se sentía cuando rozaba el interior de sus piernas o sus senos cada vez que dormía sobre ellos.


—Paula por favor, ya contrólate, se supone que estabas clara en cómo llevarías este encuentro con Pedro, todo debe ser profesional y dentro de una relación cordial pero distante,
ustedes quedaron como amigos, recuérdalo, no existe motivo alguno para que te sientas como una quinceañera en su primera cita… —se decía a sí misma mirando su reflejo en el espejo.


Llamaron a la puerta y el golpe la hizo sobresaltarse, los nervios se dispararon dentro de su cuerpo y su corazón empezó a latir de manera desesperada, cerró los ojos y respiró profundamente para calmarse, después de verse una vez más en el espejo, escuchó el segundo toque por lo que se dirigió hasta la entrada, cuando abrió era su hermana que llegaba al lugar con su equipo en mano y vistiendo tan casual como siempre hacía.


—¡Vaya cuanta elegancia! Te ves preciosa Pau, viéndote ahora siento como si yo llevase una facha espantosa —dijo entrando a la habitación, que por supuesto era una suite mientras que la de ella era una común y corriente.


—Te ves bien como siempre Di, gracias por el cumplido, pero… la verdad creo que estoy normal, es decir llevo la ropa adecuada a la ocasión solo eso. Ya verás que en cuanto Jaqueline entre por esa puerta nos deja a las dos como indigentes —mencionó con una sonrisa mientras invitaba a su hermana al pequeño salón que había en su habitación, y después su mirada se posó en el moderno reloj de pared con un estilo muy minimalista en color negro y acero.


—Si no ha llegado aún es porque debe estar arreglándose hasta más no poder como siempre. Igual pierde su tiempo porque la dueña de todas las miradas hoy serás solo tú, de verdad hermanita siento hasta envidia de cuántos galanes tendrás a tus pies —esbozó con la mirada brillante y una sonrisa—. Nada más imaginarlo me lleno de emoción, ayer dejaste la carpeta con las fichas de los candidatos en el auto y le eché un vistazo, aquí la traigo por cierto, creo que debes verlos una vez más para cuando llegue el momento no estés tan perdida —indicó extendiéndosela.


—Gracias Di, la verdad es que debo confesar que estoy un poco nerviosa —mencionó mientras su mirada se anclaba en la carpeta.


—No tienes motivos para estarlo, todo saldrá bien Pau, contigo al frente de este proyecto estoy segura que será un éxito y más si el elegido es uno de esos galanes, todos están muy guapos, claro existen sus excepciones al menos para mí, algunos no son mi tipo y adivina qué, hasta tienes a un italiano, el hombre se postuló desde Roma para venir al casting…creo que eso es maravilloso… — decía cuando Paula la interrumpió.


—Lo sé… es decir, ya Jaqueline y yo hablamos de él, es muy talentoso y para todos ha sido una sorpresa contar con su presencia, tendremos que verlo hoy en las audiciones para saber qué tal le calza el personaje —acotó intentando parecer casual y le esquivó la mirada.


—Yo me conformaré con verlo y tomarle algunas fotos, de verdad es muy guapo, incluso diría que el más hermoso de todos lo que se presentarán, definitivamente si algún día llego a sentar cabeza será junto a un italiano —esbozó con tono soñador.


—No exageres —la reprendió Paula sintiendo una extraña punzada ante las palabras de su hermana, después liberó un suspiro para controlarse—. Tampoco es que sea el más apuesto… es decir, sí tiene todo ese porte europeo tan seductor y galante, su mirada es… es cautivadora al igual que su sonrisa, pero… —se detuvo al caer en cuenta que se estaba poniendo en evidencia, procuró tener más cuidado y terminó con un comentario casual—. Créeme en Italia hay muchos como él.


—Bueno eso lo debes saber tú que viviste durante tantos meses allá, pero alguien que apenas ha visitado Roma durante la escala de un avión como yo, necesita de algo más para asegurarlo, una de las cosas que más me emociona de todo esto es el festín de italianos que me daré —esbozó con total ligereza y una sonrisa que iluminaba sus ojos grises, su hermana la miró asombrada y ella quiso contraatacar—. La verdad Pau a veces me pregunto, ¿por qué te quedaste tanto tiempo en ese lugar? O mejor dicho, ¿con quién te quedaste? —inquirió con picardía mirándola.


Paula abrió y cerró la boca intentando dar una respuesta pero no logró esbozarla, eso la hizo ponerse nerviosa y sin poder evitarlo la carpeta en sus manos escapó y fue a parar al piso, mostrando casualmente la ficha de Pedro y desde la fotografía él la miraba como indicándole que aunque tratase de evitarlo la verdad saldría a la luz, ella se colocó de cuclillas con rapidez y la tomó cerrándola.


Sabía que Diana no dejaría de lado el interrogatorio y se devanaba los sesos buscando una respuesta que la dejase satisfecha, un toque en la puerta se presentó como su salvación, cerró los ojos y dejó libre un suspiro dándole gracias a Dios por esta intervención.


Diana se puso de pie para ir a atender a quien llamaba, por la hora debía ser el señor Moore que venía a recogerlas o Jaqueline que al fin había quedado conforme con su imagen y se dignaba a llegar para preparar todo junto a su hermana.


—Perdonen la tardanza pero este cabello amaneció insoportable el día de hoy… —decía la rubia entrando a la habitación sin siquiera esperar a que Diana le indicase que lo hiciera.


—Bueno, tampoco fue que lograste dominarlo mucho —acotó la menor de las Chaves con sorna.


—Gracias Diana, tan agradable como siempre, pero la verdad no me importa nada lo que opines, antes de ello deberías verte en el espejo, tu cabello luce tan insulso, liso y sin forma —contraatacó.


—Diana, Jaqueline por favor, no vayan a empezar, parecen un par de niñas ¿cuándo dejarán de competir de ésta manera? ¿Acaso no ven que su actitud solo las deja en vergüenza a ambas? Yo estoy acostumbrada a este tipo de situaciones y puedo tolerarlas, pero las personas con las cuales estamos trabajando no, así que si quieren ser tomadas en serio, deberán empezar a actuar como mujeres adultas —las regañó pues era lo que se merecían.


Después de unos minutos se presentaba Kevin Moore para llevarlas hasta la sede de The Planet, ya todo estaba listo para el casting y según le había informado varios de los actores ya habían llegado al lugar, sobre todo los menos reconocidos, acotó el hombre, declarando que por supuesto las grandes estrellas se harían esperar para llegar en el momento justo y demostrar que podían cumplir con las exigencia del equipo y obtener los protagónicos.



*****

Pedro se había visto en el espejo al menos una docena de veces y ya empezaba a cansar a su hermano, se había vestido de manera elegante, pero pensó que estaba exagerando y que enviaría el mensaje equivocado, después optó por algo completamente informal, pero también llegó a la conclusión que con esa ropa no captaría la atención de la producción, así que finalmente se decidió por irse con algo más de su estilo, casual y elegante, ni muy llamativo, ni muy común, un conjunto que sencillamente lo hiciese sentirse cómodo.


Un jean gris plomo que mostraba cuán largas eran sus piernas, con un metro noventa y un torso largo, se podía decir que tenía un cuerpo privilegiado, llevaba una camiseta blanca de algodón cuello redondo donde se podía apreciar su clavícula y algunos vellos de los que adornaban su pecho, una cazadora de cuero negra y las botas media caña que casi siempre usaba. Mirándose por última vez en el espejo dejó ver una sonrisa satisfecho con el resultado, pero sobre todo por esa sensación que le hacía vibrar todo el cuerpo, era como si fuera un adolescente preparándose para su primera cita.


—¿Será que la señorita ha terminado? —inquirió Lisandro que se encontraba tendido en la cama mientras leía una revista de turismo y lo miraba de vez en cuando con exasperación—.Te cambias de nuevo y te juro que llegarás al casting en ambulancia porque te aventaré por la ventana —lo amenazó sentándose.


—Ya estoy listo y no entiendo cuál es tu problema, la hora pautada para iniciar no me importa, las audiciones serán todo el día, además, ¿por qué tanto interés? ¿No me digas que tú también te apuntaste para competir por el papel de Franco Donatti? —preguntó con media sonrisa.


—¡Estás loco! Yo me siento bien con mi trabajo, que ya bastantes complicaciones me aporta como para también subirme a esta montaña rusa, así que no gracias aquí el único que ha perdido la cabeza eres tú y solo digo que debes ser puntual. Recuerda que Lucca te sugirió que te vayas haciendo conocer por el equipo de producción —comentó viendo que se había esmerado en su vestimenta, estaba sencillo pero evidentemente quería impresionar, aunque quizás quien lo viese así no imaginaría lo buen actor que es.


—No voy a ir a esperar durante horas como hacen los novatos, yo fui convocado… —decía cuando Lisandro abría la boca para interrumpirlo, pero no dejó que lo hiciera—. Ya sé, igual que todos ellos, pero la diferencia está en que yo les mostraré calidad y los otros no, dejaré que vayan descartando y me presentaré junto a los grandes, aunque sea en Italia tengo más trayectoria que muchos de los que allí se encuentran y la haré valer, tengo que dejarles claro desde ya que no están tratando con un novado sino con un actor profesional —aseguró y no era prepotencia sino seguridad lo que desbordaba.


—Me gusta escucharte hablar así, ése es mi hermano. Bueno si no vas a ir desde ya a las audiciones, ¿qué hacemos? Seguramente Lucca debe estar en recepción esperándonos, además tanto arreglo para sentarte aquí hasta que creas conveniente es un desperdicio, mejor bajemos al lobby quizás encontremos a algunas de tus nuevas admiradoras —esbozó con entusiasmo colocándose de pie.


—Si quieres hazlo tú, yo me quedo aquí para repasar algunas posibles escenas que utilicen los productores en las audiciones o quizás busque información sobre las candidatas al papel de Priscila, ya he visto a la mayoría pero quiero enfocarme un poco más en ellas —respondió mirando una vez más la hora en su reloj de pulsera.


—Como quieras, bueno igual si me las encuentro les daré saludos de tu parte, voy a la piscina a tomar algo, estar encerrado no es lo mío, arrastraré a Lucca conmigo si no te importa —indicó colocándose una camisa azul cobalto de su hermano.


—No hay problema, saca al pobre hombre a pasear que últimamente lo he visto muy angustiado —dijo mostrando media sonrisa y se acercó al escritorio donde estaba su portátil.


—Dime alguna novedad, eso ya lo sé… ¿Será que él también se apuntó para las audiciones? — preguntó con diversión y vio a Pedro negar con la cabeza y sonreír, agregó algo más para despedirse—. Cualquier cosa llamas a recepción para que te comuniquen con nosotros o bajas a buscarnos, deléitate con todas esas bellezas que están compitiendo para ser Priscila, mira qué belleza de mujer esa Kim Dawson. Hombre qué trabajo tan duro el tuyo, si al menos yo hubiese tenido la mitad de tu talento —mencionó liberando un suspiro lastimero.


Pedro soltó una carcajada ante el dramatismo de su hermano. Lisandro estuvo a punto de vengarse desordenándole el cabello pero sabía que no era momento para esos juegos, él debía presentarse impecable ante los americanos y mostrarles de qué madera estaba hecho, salió del lugar dejándolo concentrado.


—Es hermosa… pero no llega a compararse contigo, ninguna de las que he visto hasta ahora tiene tu magia Paula, esto me lo pondrá realmente difícil a la hora de actuar pues siempre estaré pensando en ti, pero al mismo tiempo me hace sentir aliviado. Que paradójico sería que terminara enamorándome de la actriz que interprete ese personaje que no es nadie más que tú —esbozó viendo en a la castaña de ojos azules.







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