martes, 15 de septiembre de 2015

EPILOGO 1




Dos meses podían transcurrir demasiado rápido o demasiado lento, dependiendo de las personas que los vivieran, en el caso de Pedro y Paula, fueron eternos. 


Después de aquella reunión en la villa, apenas habían contado con tiempo para compartir como pareja, entre los
preparativos de la boda, los compromisos laborales de ambos e intentar esquivar a la prensa, tras la ola de rumores que se desató al hacerse pública su relación y futuro matrimonio; todo parecía estar en contra de que disfrutaran de su amor como habían imaginado.


Sin embargo, todas esas pruebas afianzaban más el sentimiento que compartían, y eso quedó demostrado cuando les tocó reunirse con los padres de Paula. Tal como Pedro pronosticó, una semana después de finalizar las grabaciones viajó junto a ella hasta Chicago en compañía de su familia, quienes como siempre le brindaron su apoyo y la seguridad para enfrentar a la estricta familia Chaves.


Susana cumpliendo siempre con el protocolo organizó un almuerzo para los italianos, Paula había hablado con ella por teléfono estando en Italia, el trato entre las dos fue distante, pero por lo menos su madre se mostró accesible y aceptó recibir a la familia de Pedro. La sola idea de tenerlos a todos reunidos elevaba los niveles de estrés de la escritora, no sabía qué esperar de su madre, por lo menos su padre se había mostrado entusiasmado y eso ya era casi un milagro, pero Susana era distinta, así que Paula se la pasó rogando durante todo el viaje para que no fuera a hacer un desaire a Pedro o a su familia.


La ansiedad la llevó a visitar a su madre un día antes de la reunión, necesitaba hablar con ella y asegurarse que la familia de su novio no se llevaría la peor impresión. Ese momento quedaría grabado en su memoria, pues fue la primera vez que Susana Chaves la trató como una mujer adulta, pero sobre todo como una hija. Al parecer la posibilidad de perderla había golpeado sus cimientos y la había hecho reaccionar.


Estando parada frente a ese espejo de cuerpo entero que la mostraba hermosa en su traje de novia, Paula recordó aquél día.


Flashback


La calidez del sol apenas podía contrarrestar el frío que comenzaba a instalarse en Chicago con la llegada del otoño, Paula llegó muy temprano para compartir un desayuno con sus padres, tenía casi seis meses que no se veía con ellos, durante su estadía en Italia compartieron varias llamadas
telefónicas, pero siempre con ese trato que los caracteriza, hablando de temas casuales, sobre todo lo hizo con su padre que después de aquel reclamo que ella le hiciera, había intentado mostrarse un poco más expresivo e interesado por sus cosas. Por el contrario de Susana que apenas habló con ella un par de veces y sus conversaciones siempre se derivaban a lo que hacía Nicolas o Walter, buscando esquivar enfocarse en ella, quizás para no terminar en una discusión como la última vez, pero en ese momento se encontraría frente a ambos y sabía que no podía seguir rehuyéndole a esa conversación, sobre todo si no quería que ambos se mostraran sorprendidos cuando Pedro le pidiera su mano.


Entró a la terraza que usaban sus padres para desayunar y los encontró a los dos sentados, cada uno sumido en los diarios que leían, distantes y prácticamente ignorándose como siempre, pero en cuanto la vieron la mirada de su padre se iluminó, se puso de pie para recibirla.


—Hola Paula, luces hermosa hija —Jose se acercó hasta ella y le dio un fuerte abrazo, la había extrañado en esos meses.


—Hola papá, muchas gracias… me alegra mucho verlo —dijo ella con una sonrisa, después de besarlo en la mejilla—. Buenos días mamá… —se dirigió a su progenitora mostrándose más tímida.


—Buenos días Paula—respondió colocando el periódico de lado, mientras se ponía de pie para darle un abrazo a su hija, a pesar de sus diferencias ella se consideraba una buena madre y Paula tenía mucho tiempo fuera, así que al menos debía recibirla con un abrazo—. Te ves linda, toma asiento por favor. Pedí que colocaran un plato para ti.


—Gracias, usted luce hermosa como siempre… —respondió con rapidez pero fue sincera, le dedicó una sonrisa y tomó asiento.


—¿Cómo quedó la película? —preguntó Jose, para poner un tema de conversación y aligerar la tensión que se sentía en el ambiente.


—Todo salió perfecto papá, apenas terminamos hace una semana, muchas gracias por preguntar —contestó ella mirándolo con cariño.


—Se ha generado mucho revuelo en torno a ello… y también a tu relación con el actor —Susana no pudo evitar hacer ese comentario.


—Nosotros prácticamente estábamos aislados del mundo durante las grabaciones… pero vimos algunas notas en los diarios —decía Paula cuando su padre la interrumpió.


—Los diarios siempre exageran —acotó él restándole importancia al comentario de su mujer, consciente que Susaan nunca cambiaría.


—No creo que exageren en el caso de tu hija y ese hombre —señaló dirigiéndose a su esposo.


—Bueno y si no lo hacen… ¿Cuál es el problema? —preguntó mirándola directamente a los ojos, no le gustaba que lo contradijeran.


—Papá… por favor —pidió Paula buscando su mirada, no quería agregar más tensión al momento, pero recordó de inmediato que había decidido que ya no escondería más sus sentimientos —. Mamá, su nombre es Pedro Alfonso, por favor te agradecería que te dirijas a él con respeto… él no ha hecho nada para merecer el trato que deseas darle —indicó mirándola fijamente, no huiría de ella como antes.


—Está bien… ¿Qué viene a hacer el señor Alfonso aquí? ¿Acaso estás embarazada? —la interrogó manteniéndole la mirada.


—¡No! —respondió de inmediato siendo categórica.


—¿Entonces por qué él ha venido con toda su familia? Y no me digas que solo vinieron a pasar una temporada —mencionó con molestia.


—¿Estás esperando un hijo de él? —inquirió Jose con la mezcla de desconcierto y emoción.


Sospechaba que el actor y su hija tenían una relación, pero no al grado de que Paula se dejara embarazar, aunque si eso sucedía, bueno estaría encantado de tener un nieto de su hija.


—No papá, no estoy embarazada… Pedro está aquí junto a su familia porque desea pedirles mi mano en matrimonio y ellos lo acompañan porque respalda su decisión, además, desean conocerlos —respondió mirándolos a ambos.


Un largo e incómodo silencio se instaló en el lugar, mientras Paula sentía que la ansiedad le destrozaba el estómago, dejó libre un suspiro que la ayudara a pasar esa sensación de sentirse aprisionada, el dolor que sentía al ver la negativa de sus padres ante su relación con Pedro le causaba mucho dolor, estaba segura que de haberse tratado de Ignacio ambos estarían rebosantes de felicidad. Sin embargo, eso no le importaba, ella se casaría con su novio aunque tuviera que hacerlo sin su consentimiento; estaba por levantarse para marcharse cuando la voz de su padre la detuvo.


—Cuenta con todo mi apoyo Paula —mencionó mostrando una sonrisa y se acercó a ella para abrazarla—. Felicidades hija.


—Muchas gracias papá —esbozó sonriente y sintiéndose aliviada. Después se volvió a mirar a su madre que continuaba en silencio, como si estuviera analizando sus palabras, ella se obligó a ser valiente—. Mamá, yo sé que tú no estás muy de acuerdo con esto… pero Pedro es un gran hombre, me ama y yo también lo amo a él —pronunciaba y se detuvo al ver que su madre se volvía a mirarla.


—Paula… mi principal preocupación eres tú, es tu futuro y el de tus hijos. Yo deseaba para ti un esposo que te brindara estabilidad, seguridad, que se comprometiera contigo a formar un hogar decente… este tipo de personas como lo es el señor Alfonso tienen la costumbre de tomarse todo a la ligera, para ellos un matrimonio puede dudar lo mismo años como meses —su hija habló callando sus palabras.


—Mamá no estás siendo justa, no puedes generalizar… yo comprendo tu preocupación, pero te aseguro que no tienes que sentirla, Pedro me brinda todo eso de lo que hablas y más, hasta compró la villa donde grabamos la película y puso la mitad a mi nombre. Es un hombre con aspiraciones… su familia es muy conservadora, sus padres llevan treinta y seis años de casados, sus abuelos más de sesenta… por favor, solo dale la oportunidad de conocerlo —pidió con la voz ronca mientras la miraba a los ojos, suplicándole también que la apoyara.


Susana se la quedó mirando en silencio, debatiéndose internamente entre lo que debía hacer y lo que deseaba, su hija tenía razón, ella no conocía a ese joven y no le había hecho nada para crearse un juicio sobre él. Sin embargo, no podía aceptarlo de la noche a la mañana y menos cuando acababa de desplazar a Ignacio Howard, quien era un hombre excepcional y el actor un completo desconocido.


Lo único que había buscado toda su vida era cuidar de ella, de todos sus hijos por igual, la vida era demasiado dura y por eso había actuado con mano firme todo el tiempo, no para perjudicarlos, sino para crearles un carácter fuerte, siempre le había costado mucho dejarlos volar, resignarse a que ellos podían tomar sus propias decisiones, debía hacerlo, aceptar que no podía estar toda la vida marcándoles un camino por donde seguir, por más que quisiera.


—Haré lo que me pides —pronunció manteniendo su actitud reservada, pero su tono de voz fue más sutil.


El ruego en la mirada de su hija debilitó su voluntad y la hizo ceder, pero eso no quería decir que ya hubiera aceptado a Pedro Alfonso, él debía ganarse con mérito propio la entrada a su familia y no por recomendaciones de Paula.


—Muchas gracias mamá —esbozó levantándose de la silla para abrazarla y la hizo muy feliz sentir que su madre correspondía al gesto del mismo modo, eso la hizo sentir esperanzada.


—No debes dar nada por sentado aún Paula, él deberá convencerme de que es el hombre indicado para ti, por mi parte le daré el beneficio de empezar desde cero —indicó mirándola a los ojos.


— Estoy segura que lo hará, gracias —dijo sintiéndose feliz.


Después de eso, pudieron desayunar en paz y Paula compartió con ellos otros detalles de la filmación, por primera vez Susana se mostraba interesada en el trabajo de su hija, quizás porque en esos meses lejos de ella se había dado a la tarea de conocer su trabajo y comprobar que en verdad tenía talento.


Aunque algunos de sus libros no le agradaron mucho, sí la llenó de emoción ver que muchas de sus enseñanzas sobre Leyes que daba en sus cátedras, habían sido empleadas por Paula para desarrollar las tramas, además de ver todos los reconocimientos que habían recibido sus trabajos y que ella hasta hacía poco desconocía. Había vivido resentida con Paula por no seguir sus pasos, eso le impedía admitir que su hija había tomado un camino propio y además, había logrado ser exitosa.


Al día siguiente la reunión transcurrió en un ambiente cordial, la elegancia y educación de los padres de Pedro lograron crear una buena impresión en Susana; mientras que Diana y Nicolas se encargaron de integrar a Lisandro y Alicia a la familia como si llevaran años conociéndose. Walter por su parte se encargó de atender a Pedro, siendo el hermano mayor de Paula y con su carácter, nadie se atrevió a contradecirlo cuando le pidió al italiano que lo acompañara al despacho de su padre, y le dedicó una mirada a Paula pidiendo que se quedara tranquila. Lidia se encargó de entretener a su cuñada y evitar que tuviera un colapso. La reunión se extendió cerca de una hora, hasta que Walter pidió la presencia de su hermana.


Paula, apenas podía contener los nervios por no saber lo que su hermano y su novio conversaban, por lo que no esperó ni un segundo para integrarse a la reunión. Se sintió en verdad aliviada al comprobar que ya Pedro se había ganado la aprobación de Walter, su hermano los felicitó a ambos y junto a su esposa les entregó sus mejores deseos, animándolos además a darle sobrinos pronto, mientras acariciaba el pronunciado vientre de su esposa que estaba en sus últimas semanas.


Jaqueline y Nicolas aprovecharon la ausencia de los protagonistas de esa reunión para anunciarles a los padres del joven que estaban juntos, ya los demás lo sabían y le habían brindado su apoyo, pero como era de esperarse una vez más Susana, se mostraba un tanto desconforme con la
decisión de uno de sus hijos. Sin embargo, por educación se mostró amable con la pareja, pero les dejó claro que tenían una conversación pendiente más adelante los tres.


Ella apreciaba a Jaqueline, pues la conocían desde que era una chica y era como una hija más, sabía que era una mujer trabajadora, independiente, educada y muy responsable, muestra de ello estaba el haberse hecho cargo de su hija ella sola. Sin embargo, la vida alocada que había llevado después de su divorcio, le quitaba mucho mérito y también estaba el hecho de ser mayor que su hijo por cinco años, que aunque lo quisieran o no, siempre generaba comentarios. Si sus deseos eran tener una relación seria ella lo aceptaría, pero debían tener en cuenta muchos puntos a tratar y esperaba que ambos lo acataran.


Jose por su parte se mostró muy divertido, pues él sí estaba al tanto del amor que su hijo sentía por Jaqueline desde que era un chico y ver que al fin había logrado conquistarla lo hacía feliz, además que Nicolas era de sus hijos varones el predilecto, el carácter regio de Walter era igual al suyo y siempre chocaban por ello. Así que solo esperaba que su hijo menor, tuviera lo que siempre había deseado junto a la mujer de sus sueños y que ella lo hiciera muy dichoso.


Era media tarde y estaban todos reunidos en el salón cuando Pedro tomó la palabra para hacer la petición de mano de Paula, llevaba esperando ese momento desde que llegó a esa casa, pero las reuniones con su cuñado y su suegro lo habían retrasado, incluso Susana Chaves intercambió algunas palabras con él, más allá del mero protocolo con el cual lo trataba. Aprovechó de inmediato ese acercamiento por parte de la madre de Paula y le habló con sinceridad, mostrándole la fortaleza del sentimiento que le inspiraba su hija y también todo lo que estaba dispuesto a hacer por ella; al parecer su futura suegra quedó satisfecha con sus palabras, pues su trato de ese momento en adelante fue más cordial.


—Señor y señora Chaves, esta visita no solamente tiene como motivo el presentarles a mi familia y anunciarles mi noviazgo con Paula, también he venido hasta aquí para hacerles la petición formal de la mano de su hija en matrimonio —esbozó con nerviosismo y en el fondo algo de diversión, pues le parecía estar pronunciando las líneas de esas series de época donde había trabajado.


—Bueno muchacho ¡cuánto formalismo! —mencionó Jose mirándolo divertido e intentando relajarlo porque parecía una estatua.


Todos en la sala rieron ante el comentario del coronel, sobre todo los caballeros que no sabían de qué obra de Shakespeare había sacado Pedro ese párrafo, Susana por primera vez le entregaba una sonrisa a su futuro yerno, pues si Jose se hubiera presentado de esa manera ante su padre, seguramente ambos se llevarían mejor, pero su marido solo dijo en aquel entonces “voy a casarme con Susana” y desde ese instante ella, supo que no debía esperar muestras de romanticismo.


Sin embargo, Jose tenía una posición respetable, era apuesto y ya le había demostrado que era un excelente amante, así que siendo práctica se olvidó de esperar que le entregara canciones de amor, rosas y veladas románticas, aceptó ser su esposa y construir una familia junto a él.


Paula que estaba tan nerviosa como él le entregó una hermosa sonrisa, pero la diversión real bailaba en su mirada, le acarició el dorso de sus manos que se encontraban unidas y Pedro le sonrió agradeciendo el gesto, soltó un suspiro buscando relajarse, era evidente que todos esperaban que continuara así que lo hizo.


—Deseo casarme con Paula, hacerla mi esposa y la madre de mis hijos; me gustaría saber si ustedes están de acuerdo en ello —expresó mirando a los ojos a sus suegros, mientras el corazón le latía muy de prisa y la unión de su mano con la de Paula sudaba.


Los esposos Chaves guardaron silencio unos minutos, aunque ambos ya tenían su repuesta, pero debían crear cierta expectativa en el joven, después de todo se trababa de su hija a quien le entregarían. Los padres de Pedro estaban igual de ansiosos, suponían que los esposos aceptarían la petición de su hijo, hasta el momento todos se habían mostrado cordiales y no creerían que se negaran, pero el prologado silencio iba a destrozar los nervios de Amelia que miraba a su hijo rogando en silencio que recibiera la respuesta que esperaba.


Lisandro sudaba como si estuviera en los zapatos de su hermano y a la vez se sentía afortunado, pues la reacción de los padres de Vittoria prácticamente fue lanzarle a su novia a los brazos, cuando él les pidió su mano en matrimonio, quizás era también la confianza que se había ganado en años de noviazgo, que en el caso de Pedro le faltaba.


Diana estaba conteniendo las ganas de gritarles a sus padres que hablaran de una vez por todas, no era justo que torturaran a Paula y Pedro de esa manera, además que el silencio le ayudó a reforzar su decisión de no contraer matrimonio nunca en su vida, se sentía afortunada al saber que Marcello tampoco lo deseaba, pues si estuviera en el lugar de Paula no soportaría tanta tensión.


Susana acarició con disimulo el brazo de su esposo para hacerle ver que debía dar una repuesta, antes que su hija y el actor fueran a sufrir un ataque al corazón, debían confiar en la decisión que estaba tomando Paula y que fuera lo que Dios quisiera.


Pedro, puedes contar con nuestra aprobación y nuestro apoyo, te entregamos la mano de Paula en matrimonio —esbozó el hombre intentando dar una respuesta adecuada al momento. Y un montón de suspiros fueron liberados de golpe ante sus palabras.


—Muchas gracias señores Chaves, les prometo que haré 
muy feliz a su hija —contestó controlándose para no saltar de la felicidad, mientras caminaba hacia ellos para estrechar sus manos.


—Eso esperamos —indicó Susana mostrando una sonrisa amable, pero su mirada le decía que era más una exigencia.


—Bienvenido a la familia —expresó Jose, dándole un fuerte apretón de mano y al igual que la esposa, le dijo con la mirada que más le valía tratar a Paula como una reina.


—Papá, mamá… muchas gracias —expresó Paula emocionada al tiempo que los abrazaba y besaba en las mejillas.


Los padres de Pedro también se acercaron a ellos para felicitarlos y Amelia aprovechó la oportunidad para crear un puente entre ella y su consuegra, solo le bastaban las horas compartidas para saber que era a Susana Chaves a quien Pedro debía ganarse y ella le daría una mano para conseguirlo.


—Muchas gracias por este voto de confianza que le dan a nuestro hijo, les aseguro que no los defraudará —esbozó convencida mirándolos a ambos, pero haciendo especial énfasis en la madre de Paula.


Pedro adora a su hija, tengan por seguro que la hará muy feliz —comentó Fernando aportando su grado de arena a la causa de su mujer.


Los padres de Pedro y Paula continuaron conversando mientras ellos eran felicitados por sus hermanos, Jaqueline y Vittoria a quienes también sentían ya parte de la familia, así como Lidia que apenas alcanzó a abrazarlos, pues su vientre se lo impedía.


Pedro creo que se te está olvidando algo —susurró Alicia al oído de su hermano cuando lo abrazó para felicitarlo. Él la miró desconcertado y ella sonrió—. El anillo —susurró más bajo.


Pedro abrió mucho los ojos cayendo en cuenta de lo despistado que había sido, después de pasar casi una mañana completa junto a su hermana y a su madre visitando las mejores joyerías de la ciudad, era increíble que hubiera olvidado entregarle el anillo de compromiso a Paula. Había pensado en escogerlo con ella, pero sus acompañantes le hicieron ver que eso era algo poco romántico, que le restaba emoción, así que terminó aprovechando la visita de su novia a casa de sus padres el día anterior, para comprarle un hermoso anillo de compromiso.


—Paula amor, quiero entregarte algo —esbozó robándosela a Nicolas que la mantenía abrazada.


Ella se separó con los ojos cristalizados por las lágrimas, ante la emoción que le provocaron las palabras de su hermano, ambos se desearon lo mejor una vez más, felices porque ambos habían logrado conseguir el amor que siempre habían deseado. Se acercó a Pedro y su novio le dio un beso en la mejilla, antes de llevarse la mano al bolsillo para sacar un elegante estuche forrado en seda negra con la firma de Harry Winston en la parte superior, ella de inmediato supo lo que era y los latidos de su corazón se desbocaron, alternó su mirada entre los ojos de Pedro y la pequeña caja en sus manos.


—Quise buscar algo que fuera digno de tu belleza, pero que también te hiciera recordarme cada vez que lo vieras… —dijo sonriendo y quiso bromear un poco—. Ya sabes que me cuesta controlar mi ego —despacio fue abriendo la caja y Paula hizo más amplia su sonrisa, al tiempo que posaba su mirada en ésta.


—¡Oh, Dios mío! —exclamó Paula llevándose una mano a la boca mientras sus ojos eran hechizados por el hermoso anillo.


Su mano temblaba mientras se acercaba a la exquisita pieza, que además de hermosa tenía un valor especial, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas al ver el precioso zafiro con corte redondo, que coronaba la elegante banda de platino, escoltado por dos diamantes a cada lado. 


Su mirada abandonó el anillo y buscó los ojos de Pedro que tenían el mismo color de la piedra, agradeciéndole de esa manera por un regalo tan hermoso, ya que su voz había desaparecido.


Él, extrajo la joya de la caja y sostuvo el anillo mientras con la mano libre le pedía la de Paula, su novia se la entregó al tiempo que sonreía y una lágrima rodaba por su mejilla,
Pedro también se sentía emocionado ante la reacción de Paula, el anillo era una pieza hermosa, eso era cierto, pero su novia aunque de naturaleza sencilla, estaba acostumbrada a ver joyas como ésa, así que saber que había acertado lo hacía sentir orgulloso.


Todos los ojos estaban puestos en el hermoso anillo que adornaba el dedo anular de Paula, las mujeres que no lo habían visto se encontraban encantadas con la pieza, y los hombres felicitaban Pedro por su acierto, ese era el tipo de anillo que deslumbraba a cualquier mujer y asegura un sí por respuesta.



(Final del Flashback)


Paula regresó de sus pensamientos cuando sintió la puerta abrirse; vio a su madre entrar a la habitación, quien como siempre lucía elegante y hermosa, pero lo que en verdad la emocionó fue ver la sonrisa que le dedicaba, se notaba orgullosa y feliz por ella. Aún seguía tratando a Pedro con cierta distancia, pero por lo menos podía decir que había comenzado a aceptarlo y ahora se dirigía a él con un trato más cordial, incluso buscó integrarse un poco más a la familia Alfonso.


—Te ves bellísima Paula —mencionó Susana emocionada, apreciando el diseño en todo su esplendor.


El vestido de Paula era una obra de arte creada por el reconocido diseñador venezolano Ángel Sánchez, de un blanco pulcro donde resaltaba el exquisito trabajo de pedrería, elaborado en cristales de Swarosvky. El escote palabra de honor mostraba los senos de Paula de manera atractiva, pero manteniendo la línea elegante del diseño, mientras la amplia falda que caía en suaves capas de seda satinada, le daba volumen al acabado haciéndola lucir como a una verdadera princesa.


Jaqueline la había obligado a viajar hasta Nueva York para buscar el traje de novia perfecto, y aunque ella intentó hacerle ver a su mejor amiga que deseaba algo sencillo, la rubia no desistió en su misión de encontrar un vestido que deslumbrara a todo el mundo el día de su boda. Y cada vez que ella protestaba cuando un vestido no la convencía, la otra la amenazaba con llamar a Romina Ciccone para que le diseñara uno; obviamente lo hacía para molestarla, pero Paula entraba en pánico nada más de imaginarlo


De esa manera la arrastró de atelier en atelier buscando uno que la dejara satisfechas a ambas, hasta que dieron con uno parecido al que llevaba puesto, pero el diseñador al ver a la famosa Paula Chaves en su taller, se ofreció a hacerle uno exclusivo para ella.


El hombre se encontraba en la misma habitación mientras extendía con Jaqueline el hermoso velo que llevaría Paula, solo eso le faltaba para completar su más reciente obra, la misma que estaba seguro le daría mucha publicidad, pues la boda de la escritora y el actor estaba en boca de todos. Se
acercó a la flamante novia mientras deslizaba sus manos por el talle, para comprobar que el vestido se ajustaba perfectamente a la esbelta figura de la castaña.


—Gracias madre… la verdad es que ni yo misma me reconozco en el espejo —confesó mirándola a los ojos.


—Te traje algo para que lleves puesto —dijo abriendo un pequeño estuche donde guardaba unos exquisitos pendientes de diamantes.


—Mamá —pronunció Paula y su mirada se cristalizó—. Son tus pendientes favoritos —dijo mirándolos.


—Así es y deseo que mi hija los lleve puestos el día de su boda —comentó extendiéndole el primero—. Póntelos Paula, se verán perfectos con el vestido, en verdad te ves preciosa —dijo admirando el reflejo de su hija en el espejo y le dio un suave beso en la mejilla para no arruinar el maquillaje.


Paula por el contrario no se limitó y se volvió abrazándola con fuerza, luchando contra las lágrimas que nadaban en sus ojos, ese gesto de su madre podía decir más que mil palabras, cuando se separaron compartieron una mirada y asintieron en silencio. Precisamente de Susana había heredado Paula esa dificultad para expresar lo que sentía, pero cuando lo hacía era a través de un hermoso gesto como ese que se acababan de entregar.


—Paula, tenemos que ponerte el velo… ya casi es hora —indicó Jaqueline que también se emocionó ante la escena entre madre e hija, consciente de lo importante que era para su amiga el apoyo de su madre en una fecha tan especial.


Paula asintió en silencio dedicándole una sonrisa y se mantuvo quieta mientras Jaqueline junto a Ángel le ponían el velo, en ese momento la puerta se abrió y ella pudo ver a través del espejo que Diana, Lidia y Vittoria entraban quedándose completamente deslumbradas ante la imagen que ella mostraba. Les dedicó una sonrisa y recibió como respuesta el mismo gesto de las tres, tuvo que luchar contra la oleada de lágrimas que llegó hasta sus ojos, cuando Diana olvidándose de todo el protocolo la abrazó con fuerza.


Jaqueline y Susana le llamaron la atención mientras sonreían al verlas abrazadas como dos niñas y ante la cara alarmada del diseñador por la actitud de ambas. Todas se concentraron de nuevo en prepararse para la boda mientras hablaban de cosas casuales, pero apenas Susana se marchó parayudar a Jose a terminar de prepararse, el tema de conversación cambió por completo a esos que las damas de honor, la madrina y la novia siempre tenían antes de la boda.







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