miércoles, 9 de septiembre de 2015

CAPITULO 204




Caminaron en silencio por varios minutos mientras Vittoria reflexionaba sobre las palabras que Paula le dijera, ella era consciente que últimamente estaba pasando por una situación complicada con Lisandro, después de tantos años de noviazgo sentía que se encontraban atascados, que su relación no iba hacia ningún lado, pero ambos se encontraban tan acostumbrados a lo mismo, que dar un giro a su relación podía terminar perjudicándola.


—¿Qué piensan hacer ustedes cuando las grabaciones terminen Paula? —le preguntó de pronto.


Tal vez si ella le decía que pensaban casarse o irse a vivir juntos, ella conseguiría el valor para pedírselo a Lisandro también, aunque su familia era muy conservadora, estaba dispuesta a arriesgarse a revelarse y tener una relación libre con su novio, ese podía ser el primer paso para luego llevar su relación a otro nivel.


—Bueno, en ese punto estamos igual que ustedes, todavía no hablamos sobre ello. Supongo que ambos tememos que ocurra lo mismo de la última vez, cuando nos tocó decidir qué hacer terminamos discutiendo y alejándonos, yo no quería que termináramos, pero tampoco podía quedarme aquí y dejar mi vida en Chicago, él no deseaba ceder a una relación a distancia o a irse conmigo y probar suerte en América… el orgullo y las dudas hicieron el resto, así que acabamos separándonos — contestó Paula, sintiendo de pronto que ese era un tema que lo quisieran o no debía tocar, les quedaban prácticamente dos meses para decidir qué hacer, aunque ya habían expresado que deseaban
vivir juntos, no habían acordaron dónde sería o cómo se organizarían para hacerlo.


—Todo es tan complicado a veces —mencionó Vittoria viendo el miedo reflejado también en Paula, quiso cambiar de tema para alejar de ambas la zozobra y le preguntó por algo que siempre había despertado la curiosidad en ella—. Paula quiero hacerte una pregunta y quizás sea una entrometida pero… ¿Cómo haces para ver las escenas entre Pedro y Kimberly? ¿No te dan celos? —inquirió mirándola a los ojos, quería que fuera sincera.


Paula se quedó en silencio cerca de un minuto analizando lo que debía responder, o mejor dicho lo que deseaba responder porque después de todo, Vittoria había sido sincera y merecía que ella también lo fuera; hasta el momento no había hablado de ello con alguien externo, siempre con Diana, Pedro y Kimberly, pero en ese momento sentía que de verdad podía desahogarse.


—Cuando veo a Pedro actuando es como si fuera otra persona, sobre todo porque lo hace bajo otro nombre y con otras características que lo alejan del hombre que yo amo. Claro que en algunos diálogos es tan idéntico a como lo recuerdo que me abruma, pero intento mantener separados al Pedro actor del Pedro que es mi novio —respondió intentando poner en palabras lo que sentía y al ver que Vittoria esperaba más continuó—. Pero evito mirar aquellas donde ambos se besan y no le pregunto mucho sobre ello o qué siente cuando lo hace… sé que como hombre y como ser humano es sensible a todos esos estímulos, aunque me explique decena de veces que es todo
actuado. Prefiero no saber nada y ahorrarnos momentos incómodos.


—¿Y cómo haces para las escenas íntimas? Porque había varias en Rendición y supongo que están siendo fiel al libro, así que no se las saltarán ¿verdad? —preguntó de nuevo sin poder evitarlo.


—Por suerte… esas escenas se graban con el mínimo de personal porque hay desnudos y además, se necesita de toda la concentración posible, así que yo no estoy durante el rodaje, dejo que lo haga Patricia la otra guionista —contestó con media sonrisa ante el asombro reflejado en los ojos topacio de Vittoria.


—¿Nunca has visto una? ¿Ni siquiera por curiosidad? —la interrogó sin poder creérselo, Paula no era en lo absoluto una mujer celosa. Ella en su lugar habría estado presente para recordarle que existía.


—No, Pedro en un principio me dijo que debería estar en una para que viera que son muy distintas de lo que se ve en pantalla, pero yo me negué y él terminó respetando mi decisión. No es que no confíe en él… pero es mejor así —dijo restándole importancia y para aligerar mencionó algo más que era verdad—. Además que me resultaría muy difícil mostrarme de manera casual viendo a Pedro desnudo, creo que nuestro secreto acabaría allí porque soy capaz de quitar a Kimberly y ponerme yo en su lugar —indicó riendo mientras la miraba.


—Pues yo en tu lugar lo haría, eso ni lo dudes —expresó riendo ella también, descubriendo que después de todo Paula no era distinta a otras mujeres, pero confiaba mucho en Pedro.


Ambas dejaron detrás esa sensación y los cuestionamientos que se hacían internamente, decidieron regresar a la casa, pues suponían que la reunión familiar habría acabado. 


Estaban por llegar cuando vieron salir a Lisandro corriendo de ésta y ambas se asustaron, pero al ver que sonreía
se relajaron de nuevo, él apenas mostraba el esfuerzo de la carrera, era cierto cuando decía que se mantenía en forma, los deportes le brindaban una excelente condición física.


—¿Por qué estás así? ¿Acaso pensabas que te había abandonado? —preguntó Vittoria mirándolo con una sonrisa.


Él no respondió con palabras, la tomó entre sus brazos y la besó para trasmitirle en ese gesto todo el amor, la pasión y la devoción que sentía por ella. Siendo consciente que ninguna otra lo haría sentir como Vittoria, ella era la mujer de su vida, la que deseaba para compañera y madre de sus hijos.


Paula se alejó sorprendida por el arranque de su cuñado, pero feliz por Vittoria, pues presentía que esa actitud de Lisandro tenía que ver con algo, sobre todo porque el resto de la familia Alfonso había salido tras él pero manteniéndose a distancia, ella caminó hasta ellos y abrazó a Pedro que veía el cuadro con una gran sonrisa.


—¿Qué sucede? —le preguntó Paula mirándolo a los ojos.


—Ya verás —contestó girándola para que viera a su hermano y a Vittoria, mientras la abrazaba desde atrás.


Lisandro se separó lentamente de su novia, manteniendo los ojos cerrados y el latido de su corazón desbocado, al tiempo que todo su cuerpo temblaba, nunca se había sentido tan asustado en su vida, ni siquiera cuando al fin pudo estar al mando de un vuelo, o tan ansioso como lo estuvo la primera vez que se acostó con una mujer.


—¿Lisandro que ocurre? —preguntó ella desconcertada y temerosa al sentirlo temblar tanto, nunca lo había visto de esa manera—. Por favor háblame… ¡Mírame! —rogó con la voz ronca por el nudo de lágrimas en su garganta y también le sujetaba el rostro.


—Vittoria tú eres… la mujer más hermosa que he conocido en mi vida, desde el día que aceptaste ser mi novia sé que soy un hombre muy afortunado… y también sé que no podría ya vivir sin ti — mencionó mirándola a los ojos viendo el hermoso par de topacios cristalizarse por las lágrimas y supo que los de él también debían estarlo.


—Lisandro yo… te amo y nunca me alejaría de ti, pero no entiendo ¿Por qué estás así? —inquirió una vez más.


—No sé cómo decirte esto… creo que era yo quien debía pedirle un discurso a mi padre; bueno, pero aquí vamos —indicó y la tomó de la cintura para sentarla sobre el muro de piedra que servía de mirar al lago—. Me gustaría ponerme de rodillas amor, pero es tu culpa que no pueda hacerlo —
mencionó con picardía para aligerar la ansiedad que amenazaba con dejarlo sin estómago y tomó aire.


Lisandro qué es todo… —decía cuando lo vio sacar de su bolsillo el estuche de un anillo—. ¡Oh por Dios! —exclamó llevándose las manos a la boca para ahogar su grito y las lágrimas rodaron por sus mejillas.


—Vittoria Ferlazzo… quiero que seas mi esposa, que lleves mi apellido y seas la madre de mis hijos —expresó con la voz más grave de lo habitual mientras la miraba a los ojos, abría con dedos trémulos el estuche y se lo extendió, la escuchó sollozar viendo cómo sus hermosos ojos topacios se cerraban dejando libre más lágrimas—. Por favor di que sí, te prometo que no te arrepentirás, haré todo lo posible por ser el mejor esposo… —sentía los nervios hacer estragos dentro de él debido a su silencio y optó como siempre por algo gracioso—. Vitto, todos los ojos de mi familia están puestos sobre nosotros, puedo sentirlos, por favor acepta y después le decimos que te arrepentiste… incluso puedes quedarte con el anillo —no podía parar de hablar y reír, eso le sucedía siempre que estaba nervioso, le tomó la mano para llevársela al pecho.


—Solo aceptaré si me prometes que tendremos un bebé pronto —dijo aprovechando la oportunidad para pedir lo que más quería después de él.


—Tendremos todos los que quieras y cuando los quieras —aseguró moviendo además su cabeza de manera afirmativa.


—Bien, ponme ese anillo ¿qué esperas? —preguntó mientras reía.


Él lo hizo con la rapidez que el temblor de sus manos se lo permitía y le dio un beso en el dorso, sintiendo la caricia que su futura esposa le entregaba en la mejilla, la miró a los ojos pidiéndole un beso y ella como la reina que siempre había sido bajó para dárselo. Apenas fue consciente de los aplausos emocionados de su familia, pues una vez más esa sensación que compartía con ella cuando se besaban así, lo abarcaba todo.


Las felicitaciones no se hicieron esperar cuando se reunieron con el resto de la familia, incluso Amelia lloró de felicidad al conocer la condición que le había puesto Vittoria, y aunque se cohibieron un poco para no incomodar a Alicia, ella misma la felicitó y le dijo a su hermano que deseaba un sobrino muy pronto. En verdad se le veía feliz por ellos, parecía como si esa sombra que la cubría siempre se hubiera esfumado y Paula pudo ver la relación real entre los tres hermanos.


Era sencillamente maravillosa y eso le hizo recordar que ella también tenía a tres que adoraba, primero llamó a Diana pero ella no contestó y le dejó un mensaje de voz, después lo hizo con Nico y lo notó algo extraño, como si estuviera nervioso, pensó que tal vez estaría en una de esas complicadas misiones y por último realizó una llamada a su hermano mayor, esperando que él sí pudiera atenderla.


—Hola, Walter ¿estás de servicio? —lo saludó como siempre hacía.


—Hola Pau, no, hoy estoy libre. ¡Qué alegría escucharte! Pensé que ya nos habías olvidado… ¿Cómo han estado tú y Diana?


Paula sintió que su voz no mostraba reproche, sino alegría por escucharla, dejó ver una sonrisa y le respondió.


—Ahora mismo no sé dónde estará ella, supongo que en alguna playa y yo estoy… —se detuvo sin saber si contarle o no de su relación con Pedro, lo vio acercarse con una sonrisa y dos copas de vino.


—Supongo que ya debe tener algún novio italiano, la verdad no sé a quién salió así… por favor Pau, no la descuides.


Escuchó la preocupación en la voz de su hermano y de inmediato buscó tranquilizarlo, recibió la copa que Pedro le extendió mostrando una sonrisa y cuando vio que se alejaba negó con la cabeza.


—Ella estará bien Walter, igual te prometo que estaré atenta —dijo e hizo una pausa para beber un trago de vino.


—Bueno, confío en tu palabra y qué me cuentas de ti ¿dónde estás ahora? Por favor no me digas que encerrada en un estudio escribiendo.


—En realidad estoy en Varese, es un pueblo al norte de Italia… Soy la invitada de la familia Alfonso—comentó captando la atención de Pedro, vio la sorpresa reflejada en la mirada azul y sonrió.


—¿Del actor? Los diarios dicen que su relación es muy cercana.


—Sí, de él… y la verdad nuestra relación es más que cercana, estamos juntos Walter —mencionó mirando a su novio a los ojos.


—¡Vaya! No sé qué decir… espera un momento, ¿tú conoces a ese hombre de antes Paula?


—Walter es una historia muy larga y estaré encantada de contártela cuando regrese a Chicago, ahora estoy con su familia y sería de mala educación ausentarme por tanto tiempo, además eso es algo que deseo compartir contigo personalmente —contestó esperando que con esa explicación se quedara tranquilo, él era más calmado que Nicolas.


—Entiendo, bueno… solo espero que te sientas feliz, ya decía yo que ese hombre no se encontraba allí por una casualidad, mi instinto nunca falla. Espero tener una conversación con él así que tráelo contigo cuando regreses, ojalá y sea pronto, Emilia las extraña a las dos.


—Yo también la extraño muchísimo, en realidad lo hago con todos, díselo y dale mucho besos, por favor saluda a Linda de mi parte también. Te quiero mucho, cuídate —pronunció para despedirse.


—Yo también te quiero Pau, hazlo tú también y saluda a tu amigo.


—Lo haré, besos —esbozó, después de eso colgó.


—¿Tu hermano te preguntó por nosotros? ¿Ha escuchado algo en las noticias? —inquirió Pedro sin saber porqué ella le había contado de su relación, se sentía desconcertado, pero
también feliz.


—No, solo me preguntó dónde me encontraba, decidí hablarle con la verdad, después de todo mi familia merece saberlo, además yo quiero que lo hagan, deseo que sepan que estamos juntos… —se acercó a él dándole un ligero toque de labios—. Supongo que ver lo felices que están todos ustedes por sentirse completamente libre de secretos y cargas me hace desear lo mismo, ya solo me queda Nico por conocer la verdad, aunque algo me dice que lo intuye —decía cuando Pedro la detuvo.


—¿Y tú padre? —cuestionó mirándola.


—Sospecho que él también lo sabe, estaba en la casa el día que discutí con mamá, y cuando fui a despedirme de ellos me dijo que buscara mi camino, que no me preocupara por la opinión de los demás y también que estaba orgulloso de mí —respondió con una sonrisa radiante.


—No es el único que lo está, yo también y ahora mi madre te adora aún más, dice que gracias a ti también recuperó a Alicia.


—Pero yo no hice nada —indicó desconcertada.


—Tú me animaste a que hablara con ella, me diste el valor para enfrentar la situación que atravesábamos… así que eres en parte gran responsable de que volvamos a ser como antes. Gracias preciosa —expresó rodeándola con su brazo y buscó sus labios para besarla.


Ella se entregó a ese beso olvidándose de todo a su alrededor, sintiendo que todo su mundo se reducía al espacio que compartía junto a Pedro, sintiéndose de cierto modo libre y feliz por haber compartido con su hermano esa verdad que durante tanto tiempo calló. Comprendió la alegría que embargaba a la familia Alfonso y se prometió que ella tampoco le ocultaría nada más a su familia, pues amar a Pedro no debería avergonzarla, por el contrario se sentía orgullosa.










2 comentarios:

  1. Morí de amor y e tristeza a la vez. De amor con Pedro y Paula y de tristeza con lo que le pasó a Alicia. Pero todo se va a solucionar con el amor de esa familia.

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  2. Qué capítulos! que triste lo que tuvo que vivir Alicia y que lindo que por fin se decidió Lisandro! y que vuelvan a ser la familia unida! Ahora le toca a Pau recuperar a la suya!

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