miércoles, 9 de septiembre de 2015
CAPITULO 203
Paula y Vittoria paseaban por las estrechas calles del pueblo, después que terminaran su tarea de lavar la vajilla y organizar la cocina, decidieron que lo mejor era darle un espacio a la familia de sus novios, para que pudieran tratar el asunto de Alicia con total libertad. Aunque ellos le habían brindado la confianza a ambas y las habían recibido como otras más de la familia Alfonso; ese momento era solo de ellos, ya después Vittoria podría hablarlo con Lisandro.
Por lo pronto Paula le contó a grandes rasgos lo poco que conocía, sabía que no era justo que ella tuviese más información que la novia de Lisandro, que obviamente llevaba mucho más tiempo en la familia y prácticamente todos la trataban ya como la esposa del mayor de los Alfonso, aunque no llevara todavía el apellido.
—Nunca imaginé que ese cambio tan radical hubiera sido producto de algo así. Ojalá hubieras conocido a la Alicia de antes, era maravillosa Paula, tan llena de vitalidad y alegría —esbozó con tristeza mientras miraba la calle de adoquines bajo sus pies.
—Espero conocerla, algo me dice que después de esto Alicia se liberará de toda la amargura y será la misma chica de antes, al menos eso espera Pedro y yo también —mencionó con una sonrisa esperanzada mientras miraba el hermoso lago.
—Esperemos que sí, porque lo que tú viste ayer no fue nada… ella trataba a Pepe muy mal, en realidad a todos, pero su saña era principalmente con él, algo que no entendíamos porque antes era su consentido… pero como dices, lo culpaba en parte de lo que le sucedió —indicó mirándola a los ojos.— Él también terminó culpándose anoche, pero le hice saber que no debía hacerlo, ninguno debe hacerlo, porque éstas son cosas que pasan y lo mejor es aprender de ellas para no cometer los mismos errores nuevamente —dijo refiriéndose a los errores que ella también había cometido, sobre todo en su relación con Pedro.
—Hablas como Amelia —esbozó Vittoria riendo—. Ya sé porqué Pedro está loco por ti, él adora a su madre y tú te pareces mucho a ella, no solo en lo físico… sino también en el carácter — señaló mirándola fijamente para darle fundamento a sus palabras.
—¿Físicamente? No creo que me parezca a Amelia —mencionó sonriendo, extrañada ante esa comparación de Vittoria.
—Claro que sí, tienes el cabello castaño como ella, la piel de su mismo tono, solo te faltan los ojos grises —contestó sonriendo—. Y si hablamos del carácter, pues mucho más… aunque ella es más impulsiva que Fernando, mi suegro es más mesurado y todo un caballero, uno de verdad de los que ya no vienen… Aunque sus hijos varones han sido criados bajo ese patrón, mira que a veces se les olvida —mencionó de manera casual.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Paula desconcertada.
—Por nada en particular… solo que a veces deberían imitar más la actitud de su padre, hacerles sentir a la mujer que está a su lado que en verdad es la de su vida…a veces las palabras no son suficientes, deben hacértelo sentir también con sus actos —contestó sin darse cuenta de todo lo que había revelado y cuando lo hizo le esquivó la mirada a Paula, buscó en su cabeza algo para distraerla.
—Lo dices por Lisandro. ¿Hace cuánto que son novios? —inquirió buscando la mirada topacio de Vittoria.
—Toda una vida —respondió en un acto reflejo mirando el paisaje.
—Y por lo visto él no tiene entre sus prioridades hacerte su esposa —esbozó notando la actitud de la rubia y de inmediato se reprochó por haber sido tan directa—. Perdona Vittoria, no debí decir eso… a veces peco de indiscreta y de curiosa también, es un defecto que no he logrado dominar ni si quisiera con los años —acotó apenada al ver el cambio en Vittoria.
—No te preocupes Paula, solo has dicho lo que es evidente… sabes, a veces pienso que así estamos bien y que dar el paso hacia un compromiso mayor sería de alguna manera complicar las cosas. Hemos sido felices de esta manera durante siete años —explicaba mirándola a los ojos—. Y ya sabes aquello de los novios eternos, que cuando al fin deciden dar el paso no duran ni un año casados —decía justificando de algún modo el proceder de ambos.
—Sí, lo conozco bien o aquellos que solo duran un mes de novios y cuando se casan lo hacen para toda la vida, yo creo que todo debe resumirse en lo que los hace felices Vittoria, si tú te sientes feliz de esta manera con Lisandro no veo que tengan que cambiar algo, a veces complacer a los demás o regirse por lo que la sociedad te dicta no nos asegura la felicidad —indicó con conocimiento de causa.
—Sí, eso lo sé muy bien… en verdad lo único que me preocupa es que quizás se nos está haciendo tarde para ser padres. Yo tengo ya treinta años y sabes que el tiempo no nos perdona, además mi familia es numerosa; ellos esperan que yo les dé muchos nietos es casi una tradición, mis dos hermanas mayores lo han hecho… y no sé cuánto tiempo me quede una vez que Lisandro se decida —mencionó revelando uno de sus temores, había soñado con tener al menos cinco hijos con Lisandro y después de siete años de novios, no habían concebido ni siquiera uno.
—¿Le has comentado esa inquietud a él? —preguntó Paula.
—No, en realidad no es un tema que toquemos mucho, hablar de hijos es hablar de matrimonio porque mi familia jamás aceptaría que yo tuviera un niño sin estar casada —dijo y después suspiró.
—Vittoria, yo no debería inmiscuirme en esto, pero no te veo del todo satisfecha con tu relación con Lisandro, creo que deberías hablar con él y hacerle saber lo que sientes —mencionó mirándola a los ojos.
—He intentado hacerlo, pero él siempre sale con algún otro comentario rehuyéndole al tema y yo no insisto porque no quiero perderlo, en verdad amo a Lisandro, con todo y sus defectos, sé que juega al Casanova, sé que cree que sigue siendo un chico… pero también sé que no me es infiel, pues una como mujer nota esas cosas —esbozó dedicándole una mirada que esperaba Paula entendiera, cuando la vio asentir en silencio continuó—. Además es un hombre responsable y estoy segura que será un padre maravilloso, se lleva muy bien con mis sobrinos… pero siento que aún no está del todo seguro y a veces yo me siento igual… la verdad es que no lo sé Paula, todo esto es tan complicado —indicó sintiéndose desesperada.
—Mi consejo es que lo hables con él… mira, Pedro y yo nos separamos casi por cuatro años, precisamente por no ser sinceros, por no decir lo que sentíamos y lo que deseábamos el uno del otro. Si la vida no nos hubiera dado esta nueva oportunidad quizás hubiéramos seguido escudados tras nuestros orgullos, temiendo ser rechazados y guardándonos lo que sentíamos… hubiéramos dejado que este sentimiento que compartimos muriera y créeme es horrible vivir haciéndote todo los días la misma pregunta ¿Qué hubiera pasado si…? Esa interrogante me acompañó por mucho tiempo y puedo ver que tú te la has estado haciendo también —expresó y después le dedicó una sonrisa amable mientras retomaban su camino.
En verdad deseaba poder ayudar a Vittoria, ella le agradaba y no quería que su relación con Lisandro se perdiera por tontas dudas que se podían aclarar hablándolas, no le deseaba a nadie el sufriendo que vivió estando lejos de Pedro.
Ni siquiera a Romina, porque algo le decía que la diseñadora no pasaría por un dolor como ese que ella vivió, pues nunca vio en ésta un sentimiento sincero, todas las veces que aparecía junto a Pedro no descubrió esa mirada de entrega o amor que se da a la persona amada, no veía siquiera que lo admirara. Nunca escuchó un halago hacia su trabajo como actor o su personalidad, solo se enfrascaba en usar la imagen de él para conseguir beneficio propio, así que haberla alejado de Pedro no le pesaba.
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