miércoles, 5 de agosto de 2015

CAPITULO 85





La semana siguiente al cumpleaños de Pedro transcurrió sin mayor novedad para los dos, así que solo se dedicaron a disfrutar de la su relación y los hermosos paisajes que los rodeaban como venían haciendo hasta ese momento. Salían a pasear a caballo, nadaban en la cascada, cocinaban juntos, veían películas y mientras Paula se concentraba en escribir, Pedro leía alguno de sus libros e incluso había comenzado a leer algunos capítulos de ese que ella estaba escribiendo.


Aquello ocurrió en dos ocasiones cuando al despertar solo en la cama salió a buscarla y la encontró dormida en el sofá del estudio, mientras la portátil le mostraba el documento en el cual había estado trabajando. Las letras de Paula tenían un hechizo especial que lo atrapaba y justo esas dos veces ella lo agarró leyendo su manuscrito.


Sin embargo, más que molesta por descubrirlo invadiendo su privacidad siempre se mostró expectante ante sus reacciones y le pedía que fuera objetivo al comentarle sobre el mismo ¿qué le podía decir que no fueran halagos? Se preguntaba él mientras la miraba con una sonrisa, pero al ver las dudas en la mirada de Paula se tornaba serio y le hablaba de los detalles que le gustaban y como en lo poco que leía podía sentir la intriga que se iba tejiendo en cada escena.


Ella sonreía feliz al notar que ambos concordaban en lo mismo, que cada cosa que Paula deseaba platear él la captaba a la perfección y al final cuando después de unas horas subían a su habitación una vez más el deseo y la pasión los envolvían invitándolos a entregar sus cuerpos sin reservas hasta que el sueño los arropara de nuevo.


Justo en ese momento ella se encontraba en el estudio escribiendo la escena final, mientras Pedro daba su paseo diario con Misterio. La emoción la invadía a medida que la idea principal se concretaba y todo el círculo cerraba de manera perfecta, su corazón latía verdaderamente
emocionado pues una vez más sentía que el don de escribir estaba en ella.


Lo terminó y se quedó varios minutos releyendo el ultimo capitulo sintiéndose muy satisfecha con el resultado, pensó en llamar a su novio para mostrársela, pero él no se encontraba cerca, así que entró al navegador para ir a su correo y enviarle el archivo a su agente.


Antes de hacerlo vio que en la bandeja de entradas tenía varios mensajes, los fue descartando dependiendo de su importancia y al final llegó a uno que le habían enviado desde la editorial el día anterior donde le pedían que se comunicara con ellos a la mayor brevedad posible, esas palabras hicieron que un peso se alojara en su estómago.


Miró el reloj que marcaba las cuatro y quince de la tarde, calculó con rapidez la hora que sería en Nueva York, dando con las diez y quince de la mañana. Tomó su teléfono móvil tecleando para buscar el número de teléfono de su editor, dio con éste y antes de marcarlo pensó en Jaqueline pues si ellos necesitaban algo seguramente se habrían comunicado primero con su agente y no con ella.


Se mordió el labio inferior dudando a quien llamar primero, declinó el de su editor porque hablar con Douglas a veces resultaba agotador, se instalaba por horas a charlar sobre lo mismo. Era un gran profesional y un hombre muy un inteligente pero su orientación sexual parecía haber despertado además un hambre voraz por el chismes, y cada conversación que tenían la dejaba al tanto de la vida de medio Manhattan. Optó entonces por marcar al móvil de la rubia pero de inmediato su llamada fue lanzada al buzón de mensajes, lo intentó un par de veces más obteniendo el mismo resultado y no le quedó más opción que discar el número de su editor.


—Hola Douglas —lo saludó cuando él después de tres repiques tomaba el teléfono.


—Buenos días Paula ¡Hasta que al fin logramos dar contigo!
Necesitaba hablarte con urgencia.


—¿Ocurre algo? —preguntó llenándose de preocupación.


—¡Por supuesto! Por eso precisamente te pedí que te comunicaras conmigo cuanto antes. Te envíe el correo ayer y en vista que no respondías estaba por hacerlo de nuevo.


—Bueno, ya lo hice… dime lo qué sucede por favor —pidió
controlándose para no exasperarse, odiaba que Douglas diera tantas vueltas a la hora de hablar.


—Bien… bien no tienes que estresarte, se supone que hasta pasado casi un año de vacaciones.


—Sólo han sido ocho meses —aclaró en tono serio.


—Como sea, ocho meses, un año ya desearía yo tener al menos un par de semanas, ok cuento. Ayer se reunió la directiva para evaluar los lanzamientos del último trimestre del año y a muchos le sorprendió ver que no había nada tuyo entre las propuestas. Por supuesto yo les expliqué de inmediato que tú te encontrabas de vacaciones y que habías incluso enviado un comunicado a la editorial para que estuviéramos al tanto.


—Lo hice justo antes de salir del país, incluso estuve en las oficinas principales y hable con Timothy al respecto —le confirmó ella.


—Lo sé hermosa yo mismo te despedí. La cuestión ahora es que ellos desean que regreses cuanto antes y que les hagas entrega de algún libro para lanzarlo a finales de año.


—¡No! —exclamó ella sin dejarlo continuar, llenándose de terror.


—Paula comprendo que la debes estar pasando de maravilla
hermosa, pero esas fueron las órdenes que la directiva en pleno y me las dieron para que te las hiciera llegar, dicen que la licencia de un año es demasiado y que tu contrato específica claramente que debes entregarnos al menos una obra por semestre y este año no hemos recibido la primera, ya estamos a finales de agosto, lo que quiere decir mi querida Paula que tú debiste hacerme entrega de algún manuscrito para finales de mayo cuando mucho y no lo hiciste.


Las palabras de Douglas calaron en sus oídos llevándola a la peor de las desesperaciones, sintió que el aire se le atascó en el pecho y las lágrimas inundaron sus ojos. Ella no podía regresar a América, no todavía. Aún le quedaba tiempo y era muy pronto para hablar de dejar de ese lugar, de dejar a Pedro y terminar con lo que tenían.


—Paula… ¿sigues ahí?


—Sí… sí aquí estoy Douglas —respondió y respiró profundamente para retener las lágrimas, después tragó intentando pasar el nudo en su garganta que amenazaba con asfixiarla—. La verdad me siento sorprendida por todo
esto que me dices, suponía que mi licencia por el año sabático que solicité también dejaba claro que no publicaría nada durante el mismo. Además la editorial ha sacado la segunda edición de dos de mis obras con escenas inéditas y eso le ha generado ventas hasta donde sé, por lo tanto perdidas no han tenido —indicó dejando ver su molestia, no iba a permitir que la manejaran de esa manera.


—La directiva está al tanto de todo eso Pau, hice bien mi trabajo les expliqué con detalle cada punto, pero aun así ellos te quieren aquí y quieren un libro para ser lanzado a finales de año… sabes muy bien que pueden llegar a ser unos verdaderos desgraciados cuando se lo proponen.


—Pues lo siento mucho Douglas pero no dejaré que controlen mi tiempo como mejor les plazca, llamaré a Jaqueline y ella se encargará de todo — pronunció con la seguridad que la rabia le provocaba.


—Ya hablé con ella y la verdad… yo te aconsejaría que te plantearas regresar, Jackie tampoco está bien, el maldito de su ex marido se enteró que andaba saliendo con un jugador de Grandes Ligas y la amenazó con quitarle la custodia de la niña si no lo dejaba. Sabes lo terca que es tu agente y pues tratándose de su libertad no quiso ceder… ahora se encuentran en Tribunales luchando por mantener a Thifanny a su lado mientras el miserable de su ex marido pretende desprestigiarlas delante de media Chicago para poder conseguir la custodia.


Esa información había dejado aún más perturbada a Paula, no tenía ni idea que algo así estuviera pasándole a Jackie, ella no le había mencionado nada quince días atrás cuando hablaron. La había escuchado un poco taciturna y distraía, pero cuando se lo cuestionó su amiga solo le había dicho que era parte de la nueva rutina de llevar un hogar sobre sus espaldas, y esa explicación la dejó satisfecha, fue un idiota debió indagar más. Cerró los ojos al notar que la felicidad que la envolvía estando allí junto a Pedro le impedía pensar en los demás, había sido egoísta.


—No puedo creer que todo esto esté sucediendo… yo… —se interrumpió sin saber qué respuesta dar o como justificar su actitud.


—Tranquila, tú estás a miles de kilómetros de aquí en aquel lugar de ensueño y seguramente tendrás a algún gigoló consintiéndote a diario, no es de extrañarse que no pienses en nosotros pobres esclavos asalariados. Igual no puedo dejar que te quedes Paula, las órdenes de la directiva son muy precisas, te quieren de vuelta con una obra en mano o revocaran tu contrato y pueden hasta demandarte por incumplimiento.


—¡Ellos no pueden hacer eso! Yo no estoy rompiendo ninguna de las cláusulas, les informé que me tomaría un año sabático por escrito y aceptaron —se defendió sintiendo la rabia resurgir en su interior.


—Sí, pero no les has entregado ningún manuscrito hasta ahora y eso está muy claro en tu contrato, no eres una escritora que viene a vender y ya, eres una trabajadora más de la editorial, ellos se comprometieron a respaldar cualquier proyecto que presentes y tú les aseguraste que los tendrían mínimo dos veces al año… en ese aspecto estás incumpliendo.


—Bueno, si lo que desean es un libro tengo uno… te lo enviaré para que lo revises y trabajes en él, después se los presentas y listo ¡fin de la discusión! Yo no puedo regresar a América todavía —sentencio.


—Sabes bien que eso no es posible, yo puedo ir trabajando y quizás darte un poco más de tiempo, pero tú debes estar aquí para la promoción del mismo y sobre todo después de llevar más de un año sin publicar.


—Douglas… yo no puedo —su voz se quebró y no pudo seguir.


—Hermosa, es todo lo que puedo hacer por ti Pau… eres mi escritora predilecta y si no estuviera en verdad presionado ni te molestaría, pero debo dejarte en claro que de esto dependen muchas cosas, no es sólo tu contrato, es el trabajo de Jackie y también el mío… las cosas no han estado muy bien que se diga por aquí, no quiero alarmarte pero de verdad te necesitamos de regreso.


Paula sintió que las paredes a su alrededor comenzaron a cerrarse y cada vez le costaba más respirar, la sensación de sentirse atrapada era espantosa, cerró los ojos con fuerza e intentó pasar las lágrimas tragando en seco pero apenas y podía contenerlas, cálidas y pesadas comenzaron a bajar por sus mejillas. Escuchó la voz de su editor al otro lado de la línea, se escuchaba preocupado así que continuó la conversación, siempre buscando la manera de alguna salida a esa situación.


Después de media hora colgó la llamada y se dejó caer en el sillón, dejando que el llanto la desbordase por completo; apenas había conseguido tener un mes más para estar junto a Pedro, le habían arrebatado tres de golpe y sentía que eso le dolía demasiado. Tres meses hubieran hecho una diferencia enorme en su relación, tres meses incluso les hubiera ofrecido la oportunidad de concretar algo más serio… en tres meses ella hubiera tenido el valor para plantearse una vida junto a él.


Se obligó a dejar de llorar, a controlarse y tragarse todo el dolor que sentía, no podía decirle nada aún, no podía arruinarlo todo con una declaración como esa y aunque no sabía cómo haría para verlo sin ponerse a llorar y aferrarse a él para que nadie pudiera separarlos tenía que hacerlo.


Envió copia del documento a Douglas, ni siquiera le escribió un mensaje, simplemente el nombre que llevaría el libro en el asunto “Miedos” y después de eso se puso de pie para subir hasta la habitación y mientras caminaba por las escaleras se repetía que no debía llorar.






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