miércoles, 2 de septiembre de 2015
CAPITULO 181
El local estaba casi a reventar como era de esperarse un viernes por la noche de inicio de verano, pasaron sin ningún problema pues el hombre de seguridad era amigo de Pedro, de inmediato los recibió el bullicio de las personas que bailaban Feel so Close de Calvin Harris en la pista, los que intentaban conquistar a alguna chica desde la barra o los que en las mesas bebían y reían entre amigos. En cuanto el gerente del mismo los vio, se acercó hasta ellos para guiarlos a uno de los espacios privados donde pudieran disfrutar sin ser molestados, éste tenía una pista privada y la mejor vista de todo el club. Incluso hizo que les sirvieran una botella de Pommery edición dorada, que era de lo mejor que tenía en la cava.
—Espero que disfruten la velada, encantado de conocerlas bellezas… Pedro cualquier cosa que necesiten no dudes en pedirlo, pasaré después para ver cómo les va —mencionó con una sonrisa y su mirada se paseaba por las americanas, lamentando que no viniera una más para él.
—Gracias Giovanni, si tienes otras de éstas resérvalas para nosotros —dijo señalando las botellas y se despidió del hombre con un abrazo, eran amigos desde hacía muchos años.
—Atención personalizada… bueno, ahora ya sabemos por qué la prensa te llama “El rey de Roma” —dijo Kimberly sonriéndole al actor.
—Somos amigos… y la verdadera razón por la que estaba aquí no era por mí sino por ustedes — mencionó y miró de soslayo a Paula.
Ella le dedicó una mirada que desbordaba inocencia, pero la sonrisa que mostró después decía todo lo contrario, estaban sentados uno al lado del otro por lo que él pudo hacerle pagar su provocación acariciándole la pierna de manera posesiva y sonrió al sentir que se estremecía.
Llenaron las copas de champagne y brindaron con entusiasmo, a excepción de Marcello que fingió su sonrisa, estaba intentando acostumbrarse al volumen de la música y las luces de colores que lo tenían mareado, hacía muchos años que no visitaba un club, para ser más exacto unos tres años cuando estuvo junto a Lucia.
—¿Quieres bailar? —preguntó Diana con una sonrisa.
—No, estoy bien así… quizás una menos movida más adelante —contestó con el mismo gesto de ella para no hacerla sentir despreciada y le acarició la espalda dándole un beso en el hombro.
—Está bien… una menos movida —mencionó con una sonrisa.
Buscó sus labios para besarlo, él parecía una estatua pero ella quería relajarlo, hacerlo sentir cómodo y que viera que agradecía que estuviera allí compartiendo con todos.
Todo marchaba de maravilla, entre risas y comentarios que nada tenían que ver con trabajo, habían acordado dejar de lado al menos por esa noche lo relacionado a las grabaciones, así que se enfocaron en conocer un poco más de cada uno, hasta que llegó el turno de Marcello que una vez más escapaba, esta vez con la excusa de ir al baño.
Diana intentó que eso no le amargara la noche y se levantó a bailar con Kimberly y su novio, pues tampoco se quedaría allí sentada toda la velada.
—¿La estás pasando bien? —le preguntó Pedro en un susurro a Paula mientras le acariciaba la pierna y la miraba a los ojos.
—Sí, no estoy acostumbrada a este ambiente, pero es divertido y además estoy contigo —contestó con una sonrisa, estaba a punto de besarlo aprovechando que habían quedado solos.
—¡Pedro!
Una voz de mujer hizo que Paula se sobresaltara y después se tensara al volverse para ver de quién se trababa, sus ojos se encontraron con una pelirroja de grandes ojos grises, delgada y muy alta.
— Te vi entrar pero cuando quise alcanzarte ya habías desaparecido, ¿cómo te va? ¡Qué pregunta más estúpida! Felicitaciones señor Donatti —expuso riendo mientras se sentaba en la silla vacía junto a él y sin esperar que le respondiera lo besó en ambas mejillas, cerca de la boca.
—Hola Natalia también me alegra verte —contestó con una sonrisa y después se volvió—. Te presento a Paula Chaves—miró a los ojos a su escritora para pedirle que confiara en él, sin darse cuenta había mantenido la conversación en italiano.
—Encantada —esbozó ella haciéndolo en el idioma de ambos.
—Es un placer, Natalia Pellegrino —dijo con una gran sonrisa.
—Natalia también es actriz, trabajó conmigo muchas veces —acotó para tener un tema de conversación.
—Y también soy una de las pocas ex novias de Pedro que no lo odia —dijo riendo y le guiñó un ojo al castaño—. Hablando de eso, ¿es verdad que terminaste con Romina? Mira que no le hago caso a los chismes y quiero la información de primera mano —inquirió viéndolo.
—Lo hicimos antes de irme a América, sabíamos que las cosas se complicarían con tantas ocupaciones —respondió y le acarició la pierna a Paula por debajo de la mesa, esperaba que el tema no la incomodara.
—Tan caballero como siempre, di la verdad. La botaste porque era una bruja asfixiante y te hartó —pronunció con una sonrisa malévola—. Tengo sed, dame algo de tomar antes de irme… por cierto, estoy con Paolo y Giancarlo, también está Dorina ¿Por qué no vienes y los saludas? —sugirió recibiendo la copa de champagne que él le entregó.
—Ya estoy con un grupo Natalia… —decía para excusarse.
—Serán solo unos minutos y trae a Paula, estoy seguro que estarán encantados de conocerla —dijo con una sonrisa y después le habló a la escritora— ¿Puedo tutearte verdad? —preguntó mirándola.
—Claro, no hay problema Natalia —contesto con una sonrisa.
El problema lo vas a encontrar como sigas tocándolo, tranquila Paula, respira y recuerda lo que le prometiste a Diana, tú no eres una mujer insegura y no dejarás que te saquen de tus cabales, puedes seguir el juego, ¡Vamos! es tu momento para marcar terreno y demostrarle a Pedro que todo está bien, que confías en él.
—Me encantaría ir —mencionó mirándolo a los ojos.
—Bien, vayamos entonces —dijo él poniéndose de pie y le extendió la mano a Paula mientras le sonreía.
Ella la tomó apretándola con suavidad y cuando la actriz le dio la espalda acarició el brazo de Pedro para relajarlo, parecía una piedra. Marcello se acercaba a la mesa y él le informó que regresarían enseguida, el hombre asintió para después ocupar su lugar.
Comenzó a sonar Never Gonna Leave This Bed de Maroon 5 en ese momento, por lo que muchas personas abandonaron la pista y mientras caminaban hacia el lugar donde estaban los otros colegas de Pedro, podía sentir muchas miradas puestas sobre ellos.
Pedro también era consciente de eso y vio la tensión que intentaba apoderarse de Paula, así que la acercó a su cuerpo rodeándole la cintura con un brazo, le entregó una sonrisa que la hiciera sentir confiada y aprovechó también la canción que sonaba.
—Wake you up in the middle of the night to say. I will never walk away again I'm never gonna leave this bed… So come here and never leave this place —le cantó solo para ella aunque fingía mirar al frente, pero al ver que Paula sonreía emocionada le dio un guiño.
Al fin llegaron hasta otro de los cubículos privados en la planta baja del lugar, más cerca de la acción como les gustaba estar a sus amigos, vio a Paolo y a Dorina mientras reían y cantaban.
—¡Miren a quién les traigo! —exclamó la pelirroja cuando llegaron
—¡Hombre hasta que te dejas ver! —mencionó un rubio de ojos azules y dentadura perfecta, que mostraba gracias a la sonrisa en sus labios, se acercó y saludó a Pedro con un fuerte abrazo.
—¿Cómo estás Paolo? —saludó con una sonrisa.
—Pues no también como tú… ¿Entonces ahora te nos vas con los americanos? —preguntó mirándolo y después vio a Paula.
—No me he ido a ningún lado, todavía sigo aquí —indicó notando de inmediato dónde estaba la mirada de su amigo, le puso la mano en la cintura a su mujer, un claro gesto para marcar terreno—. Te presento a Paula Chaves —dijo mostrando cierto tono posesivo.
—¿La escritora? —preguntó mirándola perplejo.
—Así es, un placer conocerlo —respondió mostrándose casual.
—El placer es todo mío belleza —le tomó la mano para darle un suave y prolongado beso mientras la miraba a los ojos—. Paolo Bardazzi para todo lo que desees —agregó con una gran sonrisa.
—¡Quita tus manos! —le advirtió Pedro sonriendo, aunque su mirada era seria, sabía lo que le esperaba cuando Natalia lo invitó.
—¡Sí, quita tus manos! Estos jamás crecerán… en lugar de halagar asustan a las mujeres — mencionó una chica blanca, de hermosos ojos azules y cabello castaño a la nuca—. Encantada Dorina Vitelli, me encantó tu libro, yo sí lo leí a diferencia de este idiota —dijo acercándose a Paula para abrazarla mientras sonreía.
—Es un gusto Dorina, muchas gracias —mencionó con el mismo gesto sintiendo que ella le caía bien.
— ¿Y a mí no me saludas? —preguntó Pedro.
—No, tú también eres un idiota, regresaste y no fuiste capaz de llamarme para decirme que te habías librado de La Sombra —contestó molesta, pero no pudo resistirse a la sonrisa de él—. Te odio cuando haces eso —señaló sonriendo y lo amarró en un abrazo mientras le besó en una de las mejillas con la libertad que le daban años de amistad.
Ok, me caía bien. Pero ahora no… y no estaría mal si la sueltas ¡Pedro! Le reprochó en pensamientos al ver que él también la besaba.
—Dorina y yo comenzamos juntos en la misma serie, siendo apenas unos chicos, ella tenía catorce para ese entonces y volvía loco a todo el mundo porque no dejaba de hablar —comentó él mirando a Paula para justificar su actitud con la castaña.
—No te he perdonado aún, así que no abuses de tu suerte.
—¡Pero mira a quién tenemos aquí! El mismísimo Pedro Alfonso, ¿o mejor te llamo Franco Donatti? —preguntó mirándolo.
Paula posó su mirada en el hombre de ojos grises, cabello castaño y piel oscura por un exceso de bronceado, que se acercaba a ellos acompañado por dos rubias que apenas iban vestidas.
—Hola Giancarlo —lo saludó con una sonrisa torcida.
—¿Y esta belleza? ¿No la presentas? —inquirió acercándose, intentando que el equilibrio no le fallara.
—Es Paula Chaves —contestó poniéndole una mano en el pecho para mantenerlo lejos de su mujer.
—¿En serio? —preguntó parpadeando y la miró mejor—. No puedo creerlo… es que cuando alguien te dice que es escritor te lo imaginas, no sé, de anteojos, en bata de dormir y con el cabello todo revuelto —expuso riendo mientras paseaba su mirada por la americana y tuvo que reconocer
que la mujer estaba como para secuestrarla un fin de semana.
—Qué casualidad, a mí me sucede lo mismo. Cuando pienso en los italianos creo que todos son altos, apuestos y varoniles… incluso los gay —acotó ella antes que Pedro le contestara a ese idiota.
Las risas no se hicieron esperar por parte de los demás amigos de Pedro, pero las dos hienas que acompañaban al borracho y éste se quedaron perplejas ante su respuesta, ella solo les mantuvo la mirada. De pronto el hombre comenzó a reír también y le extendió la mano para presentarse mientras le dedicaba una mirada lasciva.
—Me caes bien. Es un placer Paula Chaves, Giancarlo Vitelli.
—Encantada —esbozó por cortesía.
—Bueno nosotros regresamos a la mesa —mencionó Pedro que no le gustó para nada la actitud del infeliz de Giancarlo.
—Tan rápido, pero si apenas nos estamos encontrando, mira ni siquiera has saludado a las chicas. Vengan aquí mis soles —pidió el actor.
—Hola Pedro —se acercó y le dio un beso en la mejilla, ignorando por completo a la insulsa escritora.
—Hola cariño, nos enteramos por allí que estás de vuelta en el mercado —dijo la otra mientras le sonreía de manera seductora.
—¿Al mercado? No sabía que era un producto o un pedazo de carne —contestó Pedro con rabia porque odiaba que lo trataran así.
—Fue solo una manera de decir que estás soltero guapo —se corrigió acariciándole el brazo y lo miró con fingida inocencia.
—Quiero bailar —mencionó Paula mirándolo a los ojos.
—Pues aquí estoy yo —pronunció Giancarlo moviéndose hacia ella.
—No seas estúpido, apenas puedes mantenerte en pie —espetó su hermana sintiéndose apenada —. Vayan, me encantó verte Pedro… Estoy segura que por primera vez harás un papel que me enamorará. Paula muchas gracias por acompañarnos y perdona a ese idiota —agregó
despidiéndose de ambos con besos y abrazos.
Natalia y Paolo también lo hicieron, pero ambos salieron huyendo antes que Giancarlo y compañía fueran a acercárseles de nuevo, porque no responderían de ellos si recibían una insinuación más. Caminaban tomados de la mano cuando de pronto comenzó a sonar una canción que a Pedro le gustaba mucho y se detuvo.
—¿Aún tiene ganas de bailar señorita Chaves? —le preguntó con una sonrisa ladeada mientras la miraba a los ojos.
Ella lo miró sorprendida en principio, pero al ver esa intensidad en la mirada de Pedro sintió que debía acompañarlo a donde quisiera, asintió sonriéndole y caminó con él hasta la pista, mientras Xverso se dejaba escuchar en todo el lugar, un mar de personas los rodeó y ellos comenzaron a sentir que podían gozar de cierto anonimato, el cual no tardaron en aprovechar para satisfacer en parte los deseos que tenían de brindarse caricias mientras sus cuerpos se movían al ritmo de la música.
Paula acariciaba los hombros de Pedro mientras sentía las manos de él deslizarse por su cintura y bajar a sus caderas, poco a poco el deseo se iba despertando en ambos al tiempo que sus miradas ancladas la una en la otra gritaba todo aquello que sus bocas no podían.
Ella se giró para darle la espalda rozando levemente su derrier contra la entrepierna de Pedro, sintiendo el tibio aliento de él estrellarse contra la sensible piel de su nuca y la
respiración agitada que podía escuchar claramente cerca de su oído, excitándola de una manera que no podía mantener los ojos abiertos, así como tampoco pudo controlar el jadeo que brotó de su labios cuando sintió que él le agarraba de manera posesiva la cadera para hacerla consciente de cuán despierto se encontraba.
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Ayyyyyyyyy, cada vez más lindos los caps de esta novela Carme. Me tiene tarada jajajajaja
ResponderEliminarMuy buenos capítulos!!!! Re gatos los amigos de Pedro!!! pobre Pau!! jajaja
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