miércoles, 2 de septiembre de 2015
CAPITULO 179
Dos semanas después el anhelado receso había llegado al fin, todos se encontraban felices de por fin poder salir y pasar un fin de semana en otro ambiente. Aunque ese lugar era hermoso, apenas sí podían disfrutarlo por estar trabajando, Thomas era un director maravilloso y bastante flexible, pero Guillermo Reynolds vivía sobre ellos exigiendo más y más a cada momento, deseaba reducir el tiempo de grabación tanto como se pudiera y los hacía trabajar jornadas de hasta dieciséis horas.
Por suerte ese fin de semana se librarían de su presencia, pues debía viajar hasta Los Angeles para mostrarle los avances a su padre y darle sus impresiones.
Diana se encontraba sentada con las piernas cruzadas sobre la cómoda cama de su habitación mientras buscaba algo en la portátil, acababan de llegar al hotel, pero ella no podía sacarse de la cabeza la manera en como Marcello había comenzado a llamarla.
Su relación con su compañero de trabajo había cambiado drásticamente después de aquel beso, aún no llegaban al plano íntimo, pero podía sentir que él lo deseaba tanto como ella, se lo había dejado claro en muchas ocasiones mientras se besaban y la acariciaba de esa manera que solo hacen los hombres cuando quieren ir más allá del beso. Pero por una razón que todavía desconocía siempre terminaba alejándose, le había dicho que no estaba casado y que tampoco tenía hijos, eso la llenó de terror pensando que de nuevo le pasaría lo mismo de siempre, pero él le demostró que estaba equivocada, igual sentía que había un misterio en relación a su pasado, algo que necesitaba descubrir o terminaría perdiendo la razón.
—¿Qué haces? —preguntó Paula sentándose a su lado.
—Estoy buscando algo… Paula, ayúdame porque me estoy volviendo loca —mencionó mirándola y su hermana le dedicó una sonrisa animándola a seguir—. Marcello lleva días llamándome Esmeralda, cuando le pregunto solo sonríe, pero no me responde y eso comienza a exasperarme. Hace un momento cuando se despidió de mí volvió a hacerlo y le dije que si no me decía lo que eso significaba, no volviera a hablarme para nada que no fuera trabajo.
—¿Y qué te contestó? —preguntó interesada.
—Me dijo que le preguntara a Tiziano… pero el único que yo conozco es el pintor y éste no tiene nada relacionado con esmeraldas —respondió sintiéndose frustrada.
—¿Probaste con Tiziano Ferro? —inquirió mirando la portátil.
—No, ¿quién es? —cuestionó anotando el nombre en el buscador.
—Es un cantante italiano —dijo viendo la lista que aparecía en la pantalla—. Ves allí está… es una canción —indicó señalando el link de un vídeo.
—Al fin, vamos a escucharla —mencionó Diana seleccionando esa opción, sintiendo que el corazón le latía de prisa.
En solo segundos el vídeo comenzó a correr llenando de música la habitación y por el ritmo ambas se sorprendieron, pues no esperaron que el fotógrafo fuera fanático de uno tan moderno y entusiasta. Paula comenzó a reír a medida que escuchaba, su mirada también se iluminaba y eso aumentaba la expectativa en Diana que se moría por saber lo que decía la letra de la canción, aunque el ritmo le gustaba.
—Es bellísima —comentó Paula para aliviar la curiosidad que veía en la mirada de Diana, puso a reproducir el vídeo una vez más para ubicar alguna estrofa que pudiera decirle—. Vamos a buscarla con la letra en inglés para que puedas entenderla… pero me encanta Diana, es muy hermosa en verdad… esta parte: Eres tú mi dosis de desesperación, me quedo y a tu lado crece mi distracción… y no hablo de los dos para no fallar, la verdad, si lo pienso es así, voy hundiéndome en la noche, que no se retira… esmeralda mar azul, te miro ahora… la moneda está en el aire y tan solo van dos horas junto a ti…
Paula apenas podía con la felicidad que sentía dentro del pecho, era una canción muy linda y la podía identificar a la perfección con su hermana, ella era el viento que hacía girar el mundo de Marcello Calvani.
—Sí es linda…—Sí es linda… pero ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué me quiere o que no me soporta? —preguntó porque los nervios no la dejaban comprender.
—Que está loco por ti, pero no sabe cómo decírtelo… y la letra lo hace por él, quizás por eso te dijo que la buscaras para que pudieras comprender lo que significa… —respondió sonriendo, vio las dudas en la mirada de su hermana y se acercó para abrazarla—. Di… él es un hombre complejo, no se parece en nada a tus parejas anteriores y además, te lleva diez años —mencionaba todas las desventajas que el fotógrafo tenía o al menos aquello que no compaginaba con Diana.
—Paula, tampoco lo estoy buscando para casarme, aún soy muy joven para eso, además apenas nos conocemos… es un hombre inteligente, apuesto y me atrae muchísimo, eso es verdad. Sin embargo, no aspiro a tener con él una historia de cuentos de hadas ni nada por el estilo, sabes que no creo en eso… —mencionó poniéndose de pie para mirar por la ventana, necesitaba hacerse creer que lo que decía era cierto, que Marcello no estaba creando sentimientos nuevos dentro de ella, se volvió para mirar a su hermana—. Él me gusta, solo eso… la pasamos bien, ahora trabajamos mejor y puede que llevemos nuestra relación a otro plano, ambos somos adultos… así que no creo que existan problemas más adelante —indicó mirándola a los ojos.
—Pues lo mismo decía yo hace cuatro años y mira como me encuentro ahora, perdidamente enamorada del italiano que pensé solo sería una aventura de verano… estos juegos son peligrosos Diana, nunca sabes lo que puedes esperar de ellos —expuso mirándola a los ojos.
—No quiero enfrascarme en eso ahora Pau, a nosotros no nos sucederá porque somos muy distintos de ustedes dos… —se detuvo al ver que su hermana elevaba una ceja—. No quiero decir que sea malo, ustedes son unos románticos empedernidos y nosotros en cambio somos muy prácticos
—indicó manteniéndole la mirada.
—Sí, justo así pensábamos Pedro y yo cuando comenzamos —acotó sonriendo—. Mira hagamos algo, intenta conocerlo mejor, tráelo a tu mundo y ve qué tanto compaginan, al parecer a él lo hace feliz que hagas girar su mundo y lo llenes de colores… eso puede ser bueno, invítalo a venir hoy con nosotros, vamos a ser un grupo y no será como una cita, sino una salida con amigos —sugirió animándola.
—No sé si a él le gusten ese tipo de reuniones… —decía dudosa.
—Bueno, pero a ti te encantan y si él desea estar a tu lado debe aceptar todo lo que te gusta. A mí tampoco me atraen mucho, pero Pedro dijo que es el ambiente donde él se mueve aquí en Roma y es lo mejor para que la gente comience a vernos juntos… además estarán Kim y su novio — mencionó buscando su mirada para convencerla.
—Yo pensaba ir, lo que no sabía era si debía invitarlo o no, ya ves que apenas me dejó aquí y no habló nada de pasar el fin de semana juntos o vernos. Paula, yo nunca he sido una mujer celosa ni paranoica y te aseguro que no comenzaré ahora, pero siento que él oculta algo, es como si no quisiera
que yo traspasara ciertos límites, sé que le gusta estar conmigo, pero cuando intento pasar al nivel personal de inmediato se cierra, cambia y vuelve a ser el hombre obstinado —dijo mostrado sus miedos.
—Es curiosidad Diana y es lógico que la sientas, no serías una Chaves si no lo hicieras — indicó sonriendo—. Ahora tienes más motivos para invitarlo, si se niega… empieza a pensar en dejar de lado esa relación, hazlo ahora antes de que sea tarde… mira, Italia está llena de hombres guapos y maravilloso, hoy de seguro habrán por montones en ese lugar a donde vamos, así que es tu momento para tomar una decisión.
Diana asintió en silencio mientras analizaba las palabras de Paula, se le acercó para darle un gran abrazo, nunca pensó pedirle consejos a su hermana en cuanto a la relaciones, pues era evidente quién de las dos tenía más experiencia, pero tratándose de Marcello las cosas eran distintas, como decía Paula, él era diferente a cualquier otro de los amantes que tuvo antes y quizás eso era lo que la hacía dudar.
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