Después de la partida de Pedro y Paula, todos en la villa habían quedado como sumidos en un sueño, la mayoría de ellos felices por la pareja, otros poniéndose al tanto entre murmullos de la verdadera historia que había detrás de ese romance y sintiendo que a veces la vida lograba superar a la ficción. Tal fue el caso del dueño de la productora, que se encontraba aún perplejo por lo sucedido, y le dio un aumento a su asistente en el momento que éste le confirmó en un susurro que había grabado todo, o por lo menos desde que el italiano empezó a decir lo que había escrito en la nota, hasta la huida en el corcel negro cual cuento de hadas.
—Eres un genio —mencionó por lo bajo mientras reía—. Haz un respaldo de ese vídeo de inmediato, pero eso sí, cuida que no se vaya a colar en la red —le advirtió mirándolo—. Quizás hasta yo me ponga a escribir y haga mi propio guión —dijo guiñándole un ojo, mientras le palmeaba el hombro.
Ignacio se negó a viajar con el equipo de producción, decidió pedir un taxi y se escondió en el estudio mientras esperaba, no le molestaba que Paula hubiera encontrado al fin la felicidad que deseaba, pero tampoco podía decir que verla en brazos de otro le fuera indiferente. Al final logró marcharse de ese lugar, dejándole una nota donde le decía que ella lo había animado a buscar a Juliana, que no descansaría hasta tenerla a su lado de nuevo y darle la felicidad que merecía, también le deseó todo lo mejor en su nueva vida.
Mientras se desplazaba en el auto, en la radio comenzó a sonar una canción que terminó derribando todas las barreras que se había puesto hasta ese momento y mientras lloraba en silencio, los recuerdos junto a Paula comenzaban a desvanecerse, quizás era su corazón que buscaba protegerse y los fue guardando en un rincón dentro de su alma, ése donde estaba todo aquello que había perdido. Lara Fabian continuó con su melodía cantándole Perdere l'amore y él no pudo contener las emociones que lo azotaban, ignorando la presencia del chofer dejó que sus lágrimas corrieran libremente y el corazón sacara todo aquello que lo lastimaba.
Perdere l'amore, quando si fa sera
Quando fra i capelli un po'd'argento li colora
Rischi d'impazzire, può scoppiarti il cuore
Perdere una donna e avere voglia di morire
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Se encontraban acostados de lado mientras se miraban brindándose suaves caricias, besos cargados de ternura y miradas que expresaban el amor que sentían, dándole tiempo a sus corazones de sosegar sus latidos. Paula se interesó de nuevo por las escrituras de la villa y aún no podía creer que Pedro la hubiera comprado, ese lugar era inmenso y debió costarle una fortuna, no era que él no tuviera dinero, pero tanto como para comprar uno de los mejores viñedos de Italia, no creía.— ¿Cómo hiciste para comprarla? —preguntó mirándolo.
—Con mis ahorros —contestó en tono casual y posó su mirada en la unión de sus manos, se la llevó a los labios para besar la de ella.
—Pedro… —mencionó para atraer su atención.
—Tuve que hacer un préstamo y vender una casa que tenía en Capri, casi no la visitaba así que no… —decía cuando ella lo detuvo.
—¿Todo eso? —inquirió asombrada mientras parpadeaba.
—Sí, pero lo vale… tú me dijiste la primera vez que te traje a este lugar que era tu paraíso, yo quería regalártelo y lo he conseguido —mencionó con determinación mirándola a los ojos.
—Pero… esto es demasiado —esbozó abrumada.
—No, para hacerte feliz nada es demasiado Paula y además, podemos verlo como una inversión a futuro… el vino que está en las barricas le pertenece aún a Davide Codazzi, pero en cuanto se lo lleve podremos comenzar a producir uno nosotros —dijo entusiasmado.
—Bueno… viéndolo así es un negocio maravilloso, además sé que tú serás feliz, pero sigo pensando que es mucho para que tú corras solo con los gastos, y como yo soy la copropietaria… también haré una inversión —esa vez era él quien la interrumpía.
—De ningún modo, esto es un regalo que yo deseo hacerte y seré quien lo pague —indicó mostrándose serio.
—Pedro… no vamos a caer de nuevo en lo mismo —indicó pero al ver que el fruncía el ceño y se cohibía de hablar cedió un poco—. Hagamos algo… no te ayudaré a cubrir el pago de la villa, pero debes aceptarme como socia en el negocio del viñedo ¿qué dices? —preguntó buscando su mirada y le acercó los labios para convencerlo.
—Ofrecerme tu boca para que acepte es soborno —acotó elevando una ceja y al ver que ella sonreía dejó libre un suspiro—. Está bien, seremos socios a partes iguales… ¡Dios! Ni siquiera nos hemos casado y ya estoy accediendo a todo lo que me pides —expresó fingiéndose exasperado, pero soltó una carcajada después que ella lo besó.
—Y tengo muchas más peticiones… las casas en América las pondré yo, ahora que eres reconocido allá, seguramente tendrás muchas ofertas de trabajo y deberás pasar temporadas en mi país, así que nos quedamos con mi departamento en Chicago —señaló mirándolo a los ojos.
—Bien, con eso no hay problema, es tu hogar y no te pediré que lo vendas, podemos usarlo si me sale un trabajo allá o cuando vayamos a visitar a tu familia —decía accediendo a su propuesta.
—Perfecto… y la casa en L.A., también la compraré yo —agregó con rapidez, pero no le dio tiempo de cortar su protesta.
—Paula… yo seré tu marido, es mi deber darte un hogar… por ahora es complicado que te pueda comprar una casa en L.A., pero si la quieres la tendremos… me falta la mitad del pago por grabar Rendición.
—Pedro… —se detuvo para liberar un suspiro—. Yo sé que quizás te incomoda el hecho de que crean que te estás aprovechando de mí, pero eso en estos momentos no tiene ningún sentido. Primero eres casi o más famoso que yo… segundo le demostrarás a todos que eres en verdad talentoso, que no necesitas colgarte de nadie para obtener reconocimiento y tercero, cuando las personas se enteren, que te aseguro lo harán, que has comprando la villa donde se grabó Rendición para que vivamos juntos ¿qué crees que dirán? —inquirió atrapando su mirada.
—¿Qué me pagaron mucho? —contestó con otra interrogante en tono de broma, aunque estaba interesado en lo que ella diría.
—Bueno… eso lo pueden pensar —dijo riendo—. Pero no, ellos dirán que Paula Chaves, futura señora Alfonso… es la mujer más afortunada del mundo, que no solo tiene a su lado a un hombre guapo y talentoso, sino que está tan enamorado de ella que le compró un paraíso solo para hacerla feliz —expresó sintiéndose emocionada.
—Y eso es cierto… yo haría todo lo que estuviera a mi alcance para verte alegre, para saber que a mi lado nunca te faltará nada, que puedes creer en sueños —puntualizó acariciándole la mejilla—. Sin embargo, creo que se nos está olvidando algo, aún no tengo tu firma Paula, debes aceptar todo esto y eso también me incluye a mí —mencionó buscando con la mirada el sobre donde estaba el documento.
—Bueno, es una oferta imposible de rechazar… ¿tiene un bolígrafo señor Alfonso? — preguntó apoyándose sobre su codo.
—Sí, ayer mientras lo revisábamos dejamos uno en el sobre —dijo tomándolo y se lo extendió junto con las hojas.
—¿Todos en tu familia lo saben? —preguntó sin poder creer que nadie dijera nada, ella ni siquiera lo sospechó.
—Sí, incluso Jaqueline me ayudó… ella fue la que me ofreció tus datos y también estuvo como tu representante —contestó.
—¿Jackie? —inquirió asombrada y él asintió—. Es decir, que eso de ganarte a la mejor amiga para conquistarme ¿iba en serio? —cuestionó de nuevo mientras buscaba dónde apoyarse.
—Complemente —respondió riendo—. Apóyate en mi pecho Paula —sugirió tendiéndose de espaldas y le guiñó un ojo.
Ella respondió con una sonrisa y extendió el papel sobre el fuerte pecho de Pedro, buscó el renglón donde debía estampar su firma y sintiendo su corazón latir muy rápido, consciente de que estaba a punto de obtener su boleto a ese mundo caóticamente perfecto, a una vida de verdad, la que en el fondo de su corazón siempre había soñado, deslizó con cuidado la pluma sobre la línea y sonrió con emoción.
—¡Listo! Ahora soy completamente suya señor Alfonso y este paraíso es de los dos —expresó acercándose para besarlo.
Pedro recibió el beso mientras guardaba de nuevo el documento, lo puso a un lado junto a sus ropas y una vez más abrazaba a Paula con el deseo renovado, estaba seguro que de continuar así les daría la noche, pero no le importaba; amar a su mujer bajo el cielo estrellado de la Toscana también había sido uno de sus sueños, y a partir de ese momento podía hacerlos todos realidad.
Después de esa segunda entrega decidieron ir hasta el río, quisieron aliviar el calor de la tarde y quitar la transpiración de sus cuerpos, además que ambos tenían el cabello lleno de hojas y briznas de la hierba. El agua estaba mucho más fría que las veces anteriores, pero Paula mostrándose valiente entró junto a Pedro, después de liberar algún grito y varios jadeos que provocaron las carcajadas de su novio, logró acostumbrarse mientras era abrazada por él, con la cabeza apoyada en el hombro de Pedro, se sentía tan amada y su mente se iluminó
—Quiero darte algo —esbozó buscando la mirada de él.
—¿Qué será? —preguntó sonriendo, hipnotizado por el brillo en esos hermosos ojos marrones, le encantaba mirarse en ellos.
—Vamos a la cascada… —respondió dándole un beso, le entregó una sonrisa y después se sumergió.
Paula le había perdido el miedo a ese lugar, animada por Pedro y su curiosidad, había conseguido desenvolverse en el mismo con seguridad, por ello no necesitó de él para atravesar la cascada, se volvió para mirarlo antes de atravesar la cortina de agua, justo como lo hiciera él la primera vez que estuvieron allí. Tal como imaginó el calor que se desprendía de la roca, hacía el ambiente en ese lugar más cálido, eso le ayudaría a que su voz no vibrara tanto.
—Bienvenido —esbozó cuando lo vio emerger del agua, se acercó tomando el rostro de Pedro entre sus manos y lo besó.
—Me estoy muriendo de curiosidad —indicó rozando sus labios.
—Pensé que la única curiosa era yo —dijo riendo, se sentía nerviosa y necesitaba algo para relajarse, suspiró armándose de valor—. Cuando veníamos en el avión tú me dedicaste Ma so proteggerti… y yo prometí que buscaría una canción para ti, ya la tengo —agregó mirándolo a los ojos.
—Cántala… quiero escucharla Paula —pidió emocionado.
Ella asintió dedicándole una sonrisa mientras le acariciaba el pecho, sintiendo bajo sus dedos el latido desbocado de su corazón, eso la emocionó llenándola de seguridad y su voz comenzó a entonar Vivimi.
—Non ho bisogno pi di niente, adesso che... Mi illumini damore immenso fuori e dentro — empezó dándole gracias a su voz por no sonar desafinada, disfrutó de ver que la mirada de Pedro se iluminó reconociendo la canción, continuó—. Credimi se puoi, credimi se vuoi... Credimi e vedrai non finir mai... Ho desideri scritti in alto che volano, ogni pensiero indipendente dal mio corpo... —su voz iba ganando fuerza a medida que avanzaba, sintiendo que en verdad estaba expresando lo que llevaba dentro del pecho.
Pedro la miraba completamente cautivado por su hermosa voz y el sentimiento con el cual le cantaba una de sus canciones favoritas, la verdad nunca imaginó que Paula pudiera hallar una tan perfecta.
Ella seguía cantando y su voz comenzaba a vibrar pero no era debido al frío sino a las lágrimas que iban colmando su garganta y pujaban por salir, se detuvo un instante para liberar a través de un suspiro tembloroso la presión que sentía y prosiguió animada por la sonrisa que él le dio.
—Vivimi senza paura... Che sia una vita o che sia unora non lasciare libero o disperso, questo mio spazio adesso aperto ti prego... Vivimi senza vergogna anche se hai tutto il mondo contro... Lascia lapparenza e prendi il senso... E Ascolta quello che ho qui dentro.
Paula sentía que apenas podía mantener su voz, las lágrimas comenzaron a hacerse presente y la suave caricia que le dio Pedro en la mejilla la hizo temblar, cubrió con su mano la de él suspirando para continuar, quería dedicársela completa, que él supiera lo que sentía.
Pedro también dejó que sus lágrimas lo rebasaran, no podía contener sus emociones ante el significado que tenía esa canción para ellos y la petición que le estaba haciendo Paula. Se acercó para apoyar su frente en la de ella mientras le acariciaba la mejilla con ternura.
—Qui tra le cose che ho... Ho qualcosa di pi, che non ho avuto mai... Hai bisogno di vivermi di pi —esbozó él mirándola a los ojos y sentía que el corazón se le iba a salir del pecho—. Continúa preciosa… quiero seguir escuchándote —la animó cantando él esa estrofa al ver que su voz se quebraba ante un sollozo, la vio asentir mientras sonreía y eso lo hizo inmensamente feliz.
—Hai aperto in me... La fantasia, le attese i giorni di unillimitata gioia... Hai preso me, sei la regia... Mi inquadri e poi mi sposti in base alla tua idea —su voz fue reemplazada por un sollozo parecía salirle del alma.
No pudo contener más sus emociones y terminó aferrándose a él, incapaz de soporta el poder que tenía el sentimiento que la embarga, ese amor que era absoluto en todos los aspectos, un amor que no esperó nunca vivir, en ese instante supo que había valido la pena cada lágrima, cada noche lejos de él, que conocerlo había sido el regalo más hermoso que el destino le había dado y un nuevo sollozo se escapó de sus labios al recordar la primera vez que lo vio, su vida cambió en ese momento.
—Vivimi senza paura... Anche se hai tutto il mondo contro... Lascia lapparenza e prendi il senso... e ascolta quello che ho qui dentro.
Fue la voz de Pedro la que terminó la canción en medio de lágrimas que él también derramaba, esforzándose para que las sensaciones que vivía en ese instante no le quebraran la voz, tomó el rostro de Paula para mirarla a los ojos y el amor en ellos lo elevó; acercándose atrapó la boca de ella en un beso cargado de todo el sentimiento que los colmaba. El amor que latía dentro de sus cuerpos despertó el deseo y entre besos y caricias se entregaron una vez más, disfrutando de las sensaciones, del sonido que producía la cascada, el excitante roce de sus cuerpos y el amor que flotaba en el aire que los envolvía.
Ayyyyyyy, x favor, qué susto!!!!! Qué románticos los 3 caps. Me encantaron.
ResponderEliminarHermosos capítulos! Temí lo peor en el primero pero por suerte vencieron el orgullo! Amo esta novela! No quiero que termine!!!!
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