sábado, 8 de agosto de 2015

CAPITULO 96





Roma, Italia – Marzo 2013.


Su mirada se perdía ante la inmensidad del paisaje frente a él, uno que conocía muy bien pues había sido su hogar desde siempre, a lo lejos podía apreciar las montañas con sus cumbres nevadas que eran cubiertas a momentos por las espesas capas de nubes, desdibujándolas del paisaje, donde a decir verdad el gran protagonista era el emblemático Coliseo Romano, que a pesar de los años seguía siendo una de las edificaciones más altas de toda la ciudad, muestra de ello era la cantidad de edificios que se esparcían a su alrededor con sus techos de tejas rojas y paredes en tonos claros, que parecían haber sido diseñados estratégicamente muy por debajo del gran coloso de Roma y así no atraer la atención de propios o de extraños.


Era cerca del mediodía y él sentía que los párpados cansados se le cerraban, llevaba varias noches sin dormir bien por la ansiedad que lo invadía, hacía una semana ya desde que le pidió a su manager que enviara su ficha para el casting de Rendición; no había recibido una respuesta o al menos algo que le indicara que Paula estaba al tanto de su decisión por buscarla de nuevo.


Suspiró y esa acción pareció romper la burbuja donde se encontraba pues de inmediato la voz de su hermano caló en sus oídos.


—Pedro sigo pensando que te has vuelto loco.


Él se volvió a mirarlo, había estado tan absorto en sus propios pensamientos, que olvidó que ya llevaba allí cerca de una hora intentando convencerlo de lo pésima que era la idea de irse a América para postularse al papel de Franco Donatti. Él comenzaba a sentir que después de todo tal vez su hermano tenía razón y estaba perdiendo el tiempo, no por su capacidad para obtener el protagónico, sino de sus posibilidades de recuperar a Paula.


—Eso no es una novedad, siempre lo has pensado Lisandro —contestó mostrando media sonrisa mientras se acercaba al mueble donde había dejado su móvil, para revisar si tenía alguna notificación.


—Sí, ya lo sé, pero esta vez es distinto, esta vez realmente creo que te has vuelto loco, tú no eres de los actores que corren tras un protagónico, a ti te los ofrecen en bandeja de plata… a ver ¿Desde cuándo no haces audiciones? —preguntó y como respuesta únicamente recibió el encogimiento de hombros de su hermano—. Déjame recordártelo... ¡Desde que tenías diecisiete años! Pues incluso tu primer papel a los dieciséis te lo dieron sin necesidad de competir con otros, solo unas pequeñas pruebas y ya lo tenías, cada vez que ibas a las convocatorias simplemente era para cumplir con formalismos ya que todo el mundo sabía que tú te quedarías con el papel principal… —decía cuando Pedro lo interrumpió.


—Las cosas cambian Lisandro, además estoy pisando un terreno nuevo, debo empezar de cero, en América nadie me conoce, bueno al menos no tanto como aquí en Italia o en el resto de Europa… — quiso decir algo más pero Lisandro no lo dejó.


—Con mayor razón ¿Qué ganas con ir a arriesgarte a un lugar donde no tienes nada seguro? ¿Qué beneficios puede traerte esto que no tengas ya? Últimamente te la pasabas quejándote del asedio de los medios, de su manía por querer hacer de tu vida privada un circo, si lo que quieres es continuar con tu carrera de una manera discreta lo último que debes hacer es ir a esas audiciones. —señaló con su mirada fija en él, que no tenía la educación para verlo siquiera, pero eso no lo hizo desistir por el contrario se proponía afincarse más.


Pedro revisaba por décima vez su correo esa mañana sin encontrar al remitente que tanto esperaba, escuchaba las palabras de su hermano, pero no le prestaba atención pues había tomado una decisión y nada lo haría cambiar de opinión, ni siquiera una negativa de Paula pues todo eso no
se trataba únicamente de ella sino también de él y lo que seguía sintiendo.


—¿Acaso no has visto todo el revuelo que ha causado el famoso libro? Los actores gringos se pelean por obtener ese papel, hasta se han creado clubes de fans y esas chicas luchan tal vez con mayor fervor porque su favorito sea el elegido… quien se quede con ese protagónico verá su vida cambiar de la noche a la mañana, se volverá un completo caos y algo me dice que tú no estás dispuesto a asumir todo esto —aseguró mirándolo al fin a los ojos.


—Pues lo haré, si obtengo el papel que estoy casi seguro que así será, asumiré todo lo que tenga que asumir, esto es un reto para mí y quiero tomarlo, lo que saque de ello… bueno solo el tiempo lo dirá, cuando les mencioné sobre mi decisión fue solo para informarles, no fue una consulta ni una petición para ver si podía o no hacerlo, sencillamente lo haré, viajaré a Los Angeles y me presentaré en las audiciones de Rendición. Fin del tema —sentenció con firmeza manteniéndole la mirada a su hermano.


Lisandro dejó libre un suspiro y se llevó las manos a la cabeza, quería decir algo, pero sabía que aunque se inventase un idioma nuevo o buscase todos los argumentos posibles para hacer cambiar de idea a Pedro no lo haría, era terco como una mula, más cerrado que una ostra cuando se empeñaba en algo, y justo en ese momento estaba aferrado a obtener el papel de Franco Donatti.


Era consciente que su hermano podía encontrarlo fácilmente, no solo porque fuese un excelente actor, también jugaba a su favor ser hasta donde sabía el único italiano que había propuesto su candidatura para el personaje. Sí los productores era personas inteligentes y querían desarrollar la historia lo más cercana posible al libro, Pedro era el actor perfecto para rodar la película; además de ser una novedad, claro está.


Todo eso lo sabía porque después de enterarse de la decisión que había tomado su hermano, buscó el famoso libro y lo leyó en tres días, no acostumbraba a invertir su tiempo en ése tipo de literatura, en realidad en ninguna, pues era muy poco dado a ese arte, prefería la música. Pero la curiosidad pudo más, sobre todo después que su madre respaldara la decisión con tanto entusiasmo, ella también había leído el libro y tal vez le sucedió igual que a él, que en ocasiones podía jurar que a quien la escritora describía era a Pedro, incluso pudo encontrar en el personaje expresiones y gestos de su hermano, si no fuese porque sabía que Chaves no lo conocía, aseguraría que ella había plasmado a Pedro a la perfección.


—Quizás no debo meterme en esto… pero yo considero que la decisión de Pedro es la acertada, después de todo, los romanos no crearon un imperio quedándose en sus casas y
conformándose con lo que tenían, ellos tomaron riesgos, salieron en busca del éxito y lo encontraron, por ello siempre serán recordados —esbozó Lucca.


Lucca había tomado las riendas de la carrera de Pedro desde su regreso al mundo del espectáculo, había sido casi un ángel de la guarda para el joven, siempre lo había cuidado como si fuese su hijo, incluso evitó que Stefano Ferreti, lo llevase a un abismo del cual quizás no hubiera logrado salir si caía y además que lo siguiese robando como hizo durante tanto tiempo.


Había escuchado la conversación de los hermanos, mientras buscaba en la web información sobre el proyecto que Pedro tenía en mente, sabía que eso era algo nuevo para él y que si por primera vez se estaba arriesgando a salir de su país era porque verdaderamente se trataba de algo importante, desde hacía mucho el muchacho no tomaba decisiones a la ligera y ésa no parecía ser una, lo había visto buscando información sobre el equipo de producción, los comentarios y reseñas del libro, la escritora y también había mirado uno que otro grupo de fans que proponían a varios actores para el papel de Franco Donatti, todo eso mostraba que estaba realmente interesado y su deber era apoyarlo.


—No digo que esté mal aspirar a más, el problema aquí es que ya Pepe tiene todo lo que puede desear, es un actor consumado, toda Italia lo idolatra, lo han recibido con los brazos abiertos no una sino dos veces, si se marcha a América estaría dejando todo esto de lado y quizás el público no esté tan receptivo a recibirlo una vez más de la misma manera… Además él mismo lo ha dicho Lucca, no desea tener más presión de la que ya tiene, no quiere que le suceda lo de años atrás —dijo y se volvió a mirar a su hermano que tenía el ceño profundamente fruncido y una vez más parecía ignorarlo.


Al escuchar esa palabras Pedro quiso intervenir y alegar algo en su favor, pero prefirió quedarse callado porque sabía que nada de lo que dijera lograría inclinar la balanza a su favor, parecía que sus errores del pasado jamás dejarían de pesar sobre su espalda.


—No te hagas el desentendido Pedro Alfonso que estoy hablando contigo, sabes que siempre me he preocupado por tu bienestar, he intentado ser el mejor hermano mayor que he podido y créeme ni tú, ni Paula me la han puesto fácil, pero no es parte de nuestra esencia el rendirnos, así que te guste o no te diré tus verdades —esbozó en un tono que no dejaba cabida a réplicas.


Sin embargo, Pedro no era de los que se quedaba en silencio, dejó el móvil de lado y caminó al otro extremo del salón enfocando su mirada de nuevo en la ciudad, respiró profundo mientras buscaba una respuesta para su hermano. 


El recuerdo de Paula dormida y desnuda junto a él después de haberla hecho suya llegó hasta su mente, el corazón comenzó a latirle con rapidez y supo que ésa era su respuesta, se giró y mirándolo a los ojos le habló.


—Yo necesito estar en esa película, no me preguntes porqué, solo confía en mí, te aseguro que no me pasará nada, no tienes que temer, aprendí la lección y además tengo a Lucca a mi lado, él velará porque todo esté en orden. Sé que es difícil para ti lidiar con la familia que te ha tocado, no hablo solo de Alicia o de mí, también de mis padres, pero sobre todo me refiero a ti mismo, eres la viva imagen del chico de diecisiete años loco por ser mayor de edad y que se escapa a todas las fiestas que puede, pero todavía así intentas darnos un ejemplo de rectitud con todo el esfuerzo que eso implica para alguien como tú, es admirable… —se detuvo porque su hermano se cruzó de brazos y elevó una ceja.


Lisandro no supo si hablaba en serio o no, pero sentía que había pasado de ser quien daba el sermón, al sermoneado así que le hizo saber su molestia golpeando el suelo con su pie derecho, lo vio sonreír y eso aumento el sentimiento de molestia en él.


—Es un cumplido no lo tomes como sarcasmo, lo digo en serio Lisandro, sabes cuánto te quiero y que prometí respetar y escuchar todos los consejos que desearas darme, pero esta vez debo romper mi promesa y seguir a mi instinto —finalizó con la esperanza que lo comprendiese sin hacer más objeciones y tampoco preguntas.


—Primero gracias por… bueno, por hablar con sinceridad, segundo yo confío en ti, sé que has madurado, que ya no eres ése arrogante desgraciado que se creía Dios, que ahora piensas muy bien las cosas antes de hacer o decir algo… —vio cómo Pedro mostraba una sonrisa creyendo que había triunfado, pero él levantó una mano pidiéndole que esperase antes de decir nada —Sin embargo, eso no evita que me preocupe por ti, ya sé que Lucca estará a tu lado y te mantendrá dentro del camino si algo se escapa de tus manos, pero quiero que me prometas que sea lo que sea que suceda en esas audiciones, tanto si quedas como si no, vas a seguir como hasta ahora, enfocado en todo aquello que sea para tu bienestar, pues de ello depende que nuestra familia esté bien, si alguno de nosotros no lo está los demás tampoco y hablo en serio Pedro, te quiero centrado y
consciente de que antes que tu carrera, que tu público y todo lo demás estamos nosotros.


Lisandro le había dado el sermón del año, eso era obvio, pero su hermano tenía razón, debía tener siempre presente que si algo llegaba a salir mal serían ellos quienes más sufrirían, ya ocurrió una vez y no deseaba que volviese a pasar, se odiaría si volvía a defraudarlos.


Suponía que no debía existir mayor riesgo, no le importaba siquiera obtener el mentado papel, si lo hacía bien y si no pues también, lo único que realmente deseaba era reencontrarse con Paula una vez más y saber si tenía una nueva oportunidad para hacer y decir todo lo que tiempo atrás no se atrevió.


—Eso es algo que no olvidaré jamás y lo sabes, si con mi promesa te quedas más tranquilo. Te prometo que sin importar lo que suceda yo seguiré siendo quien soy en éstos momentos y si llego a cambiar solo será para mejor, para hacer que ustedes se sientan orgullosos de mí y sobre todo compensarlos por el daño que tiempo atrás les causé, deseo que de una vez por todas olvidemos lo idiota que fui —habló con convicción mirándolo directamente a los ojos.


—Bien, eso me hace sentir mucho mejor, confío en tu palabra, ahora en cuanto a lo de no hacerte preguntas, no puedo complacerte en ello, has despertado mi curiosidad al demostrar ese interés desmedido por estar metido en esa producción y deseo saber a qué se debe —mencionó observándolo en detalle; le hizo un ademán para que se sentase junto a él y le confesara todo.


—No te contaré nada y no me presiones porqué no pienso ceder, quizás más adelante comprendas porque estoy haciendo lo que hago, y hasta yo mismo te cuente todo, pero por el momento confórmate con saber que estaré bien y cumpliré con mi palabra —señaló de manera determinante.


—Tú y tus jodidos misterios ¡Los odio!..., pero para que veas que sé respetar tu privacidad no te seguiré atosigando con preguntas, no vaya a ser que termines confesándome que tú y la Chaves tuvieron alguna vez un tórrido romance —dijo riendo y se colocó de pie para servirse un trago, no acostumbraba a beber tan temprano pero sentía que lo necesitaba, el tema lo había dejado agotado.


Pedro agradeció que Lisandro no lo estuviera observando en ése instante pues apenas pudo controlar su reacción ante ese comentario, se tensó de inmediato y podía jurar que incluso había palidecido, se volvió al ventanal y respiró profundamente para calmar el ritmo acelerado de sus
latidos y ocultar sus emociones.


Sin embargo, Lucca sí alcanzó a ver cómo se descomponía, estaba atento a lo que hacía pero en cuanto el mayor de los Alfonso hizo ese comentario casual, su mirada voló a Pedro y pudo notar su reacción. Enseguida se enfocó de nuevo en su trabajo para no ser descubierto por el actor, pero su mente comenzó a encajar piezas dentro de ese rompecabezas que empezaba a adquirir sentido, pues ciertamente el joven era todo un misterio con relación a su vida privada, pero sobre todo a ese tiempo que pasó lejos de todo y todos, esos tres meses en Florencia.


—Después de todo… hasta lógica tendría, esa mujer parece haber sacado una fotocopia de ti en tus viejos tiempos y haberla desmembrado para crear a su famoso Franco Donatti, no te imaginas cuánto me reí mientras leía cómo ese desgraciado le hizo la vida imposible y todas las veces que hizo rabiar a la protagonista, yo que ella lo hubiese mandado a la mierda en más de una ocasión, pero bueno… ¿Qué puedo decir? así es el amor —puntualizó dándole un sorbo a su bebida y se sentó de nuevo.


—No te ha mandado a ti Vittoria después de seis años de noviazgo —esbozó Pedro devolviéndole la estocada, aunque su hermano no era consciente de la verdad, no pudo evitar la
réplica.


—¡Mierda! ¡Vittoria! —exclamó colocándose de pie con rapidez—. Había olvidado que debíamos almorzar hoy juntos, me va a matar, debe estar esperándome en Il Barroccio, tengo suerte que no quede muy lejos de aquí así que iré caminando, dejo el auto en una de tus plazas —explicó al tiempo que tomaba la chaqueta de cuero del perchero y después de eso salió prácticamente corriendo.


Pedro sonreía divertido ante la reacción de su hermano, jamás dejaría de ser un adolescente, pero al mismo tiempo era un gran hombre y él tenía la suerte de tenerlo cada vez que lo necesitaba, incluso si se encontraba al otro lado de mundo, solo una llamada telefónica lo hacía sentir como si estuviese junto a él.


Pedro, yo también tengo unos asuntos que atender, así que por hoy me retiro, quedamos a la espera del correo que nos envíe la gente de The Planet Studios, tengo la corazonada que será afirmativa y que en unas semanas nos encontraremos viajando hacia Los Angeles —mencionó, consciente del significado que esa respuesta tenía para el chico, o del que él sospechaba podía tener.


—Esperemos que así sea, muchas gracias por la ayuda Lucca, cualquier cosa que ocurra no dudes en hacérmela saber, estaré atento al móvil, descansa —dijo para despedirlo.


Intentó no mostrarse muy interesado en lo que pudieran responderle los de la producción de Rendición, no quería delatarse delante de él, pues era mucho más perspicaz que su hermano Lisandro y esa mirada que le dedicó cuando mencionó a la productora lo hizo sentir un poco incómodo, como si supiera algo.


—Lo haré, descansa tú también —esbozó caminando hacia la puerta y después de despedirse con un ademán salió.









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