miércoles, 19 de agosto de 2015

CAPITULO 131




Minutos después ya todos se encontraban en la mesa, aunque Paula y Pedro hubiesen deseado seguir juntos como minutos atrás, no pudieron hacerlo, ella tuvo que ocupar el asiento junto a Guillermo y a él no le quedó más remedio que hacerlo junto a Kimberly. Ambos fingían que escuchaban la conversación en la mesa, pero se encontraban muy lejos de allí, llevados por las emociones que los recorrían y los recuerdos que los colmaban.


La atención de todos fue captada una vez más por el anfitrión de la velada quien esta vez anunciaba a la famosa agrupación Bon Jovi, como era de esperarse el público estalló en aplausos cuando la misma se hizo presente, evidentemente era una de las consentidas de Hollywood, de inmediato el cantante se adueñó del escenario interpretando algunas de sus canciones más famosas, entre las cuales por supuesto se encontraban la infaltable Always.


—¿Puede haber algo más cursi y masoquista que esa canción?—le preguntó Lisandro a su hermano.


Lo hizo en italiano y usando un tono de voz bajo para que los demás que parecían adorar la canción, pues la cantaban como si se tratase del himno nacional, no lo sacrificaran allí mismo.


Pedro que no la seguía en voz alta pero si en su mente, solo dejó ver media sonrisa ante el comentario de su hermano, pues debía admitir que tenía razón, la letra era todo lo que había dicho, solo que así se sentía el amor y él lo sabía muy bien, ya que desde que la misma empezara, prácticamente se la estaba dedicando a Paula y ella lo descubrió cuando sus miradas se encontraron a mitad del coro.


—Espera un momento… ¿A ti también te gusta? —inquirió de nuevo mirándolo sin poder ocultar su asombro.


—Es buena…—contestó simplemente, sin apartar su mirada de Paula, mientras la banda hacía un solo de guitarra para entrar a la parte más emotiva de la misma.


—Por supuesto, si deseas utilizarla para cortarte las venas Romeo —confirmó con media sonrisa, pero sin salir de su sorpresa.


Paula escuchaba la conversación de los hermanos y la entendía perfectamente, por lo cual dejó ver una sonrisa ante los comentarios de Lisandro, él era exactamente igual a como lo había descrito Pedro cuando hablaron de sus familias estando en la Toscana; divertido, relajado, un adolescente encerrado en el cuerpo de un hombre adulto. 


Se volvió para mirarlos y el actor puso los ojos en blanco para que ella supiese que sabía perfectamente lo que pensaba.


La sonrisa en ella se hizo más amplia y hermosa, llegando hasta sus ojos, lo vio responderle de igual manera, su pecho se llenó de calidez y no pudo evitar recordar cuánto amaba verlo sonreír.


La letra de la canción hizo que la mirada de Pedro se llenara de intensidad y esbozara la petición que sus labios no podían hacer en ese momento. Paula sintió su corazón lanzarse a cabalgar desbocado dentro de su pecho, golpeando con tanta fuerza que le agradecía a Jhon por tener esa fuerza vocal, y evitar que todo el mundo allí escuchase sus latidos; se llenó de miedo ante lo que su propia mirada podía responder y la bajó, esquivando la de él.


Pedro dejó libre un suspiro sin preocuparse siquiera por hacerlo en silencio, preguntándose por qué todo tenía que ser tan complicado, por qué ella no terminaba de dejarle ver que se encontraba de la misma manera, deseando tenerlo cerca, que también se moría por estar junto a él, por besarlo, tanto como él la deseaba a ella. ¿O acaso ya no sentía lo mismo? Se cuestionaba llenándose de dudas, pero la voz de su madre pidiéndole paciencia y comprensión lo hizo sentirse confiado.


Sin embargo, no se lo estaban poniendo nada fácil, sobre todo el aventajado de Guillermo Reynolds hijo, que se había instalado al lado de Paula y parecía una sombra tras ella, le sonreía y la miraba como si ella estuviese allí solamente para él, para entretenerlo, apenas tenía horas conociéndolo y ya sentía que lo detestaba.


El grado de tensión llegó a su punto máximo cuando lo vio colocar el brazo por encima del espaldar de la silla que ocupaba Paula, tuvo que hacer acopio de todo su autocontrol para no levantarse y alejarlo de allí de un empujón, pues podía ver que la incomodaba o al menos eso deseaba creer él.


Las notas de una nueva canción inundaron el lugar, esta vez fue la no menos famosa Bed of Roses y una vez más el público estallaba en aplausos y vítores para la famosa agrupación, para después seguirla acompañando a Jon, quien disfrutaba compartiendo con ellos.


—Bueno ésta al menos está mejor, me gusta más… sobre todo por lo de la rubia —esbozó Lisandro de nuevo.


—Sí, seguramente se la cantas a Vittoria cada vez que regresas de un viaje —comentó el castaño con sarcasmo.


—Pues no, la verdad no lo he hecho, pero saltándome algunas partes, bien podría hacerlo — respondió con picardía.


Pedro solo negó en silencio y volvió a sonreír, Lisandro tenía el poder de mejorar su humor en cuestión de minutos, aun así seguía tenso por la cercanía que tenían Paula y el rubio, se devanaba los sesos intentando encontrar la manera de separar a ese hombre de ella, pero no encontraba ninguna que no fuese tan obvia como para terminar suscitando comentarios entre los presentes. Sabía que su acto al entregarle a ella el contrato en lugar de a Martha Wilson no había pasado desapercibido por ninguno y no quería hacer algo más que perjudicara a Paula.


Se encontraba en medio de esas cavilaciones cuando vio que el cantante bajaba y se acercaba hasta la mesa donde se encontraba todo el equipo de producción, su corazón se cerró en un puño y comenzó a golpear contra sus costillas. 


Él conocía perfectamente esa rutina, había ido a dos
conciertos de la agrupación y sabía con qué propósito se había bajado Jon Bon Jovi del escenario, ahora lo que no deseaba imaginarse era cuál sería su objetivo en esa mesa.


¡Maldita sea! ¿Me puede estar pasando esto a mí?


Se preguntó en pensamientos cuando el hombre le extendió la mano a Paula con una gran sonrisa y ella se quedó petrificada mirándolo sin poder creer lo que el músico le pedía, sabía que ella también conocía la rutina pues era fan de la banda. Sin embargo, el alivio lo golpeó de lleno cuando vio que quien la recibía era Jaqueline Hudson que se encontraba al lado de la castaña.


—Jon no seas malvado, sabes que ella está comprometida —mencionó la rubia mientras sonreía.


Comenzó a bailar con el cantante que sonreía con picardía y como era de esperarse después de un minuto le daba un beso en los labios, ella lo recibió feliz y fue guiada de regreso por Jon a la mesa.


El cantante antes de alejarse posó una rodilla en el suelo y miró a Paula a los ojos mientras le dedicaba el coro, ella sonreía sintiéndose nerviosa y halagada, sorprendiéndose cuando sintió el beso en su mejilla, se animó y le entregó uno también para después sonreírle.


Pedro sintió que lo había pateado en las pelotas al ver ese intercambio, le importaba un carajo que fuera una simple puesta en escena, Paula era suya y lo jodía que alguien más se creyera con derecho a coquetearle de manera tan descarada. Pero, lo alivió descubrir que Guillermo Reynolds también mostraba cierta incomodidad por la osadía que había mostrado el músico. Eso apenas empezaba, así que tragara bilis desde ya, porque el próximo golpe se lo daría él.


Se dejó de rodeos y juegos de niños, jamás le había preocupado mucho los rumores que se podían crear a su alrededor y si por lo que estaba a punto de hacer encendía la llama, bueno que fuese de una vez por todas, igual él había llegado hasta ahí con el objetivo de reconquistar a Paula y eso haría, así que tarde o temprano los medios se iban a enterar de ello y también el equipo con el cual trabajarían, bueno entonces que fuera desde ese momento, antes que otro llegase a querer quitarle a su mujer frente a sus ojos. Las notas de la siguiente canción empezaron a sonar y por la melodía de las mismas supo que sería la adecuada, sin siquiera analizarlo se colocó de pie.


—Señorita Chaves, ¿sería tan amable de bailar conmigo? —le pidió mirándola a los ojos y extendiéndole la mano.


Tal como predijo la bomba estalló, al menos en su mesa, todos los presentes clavaron sus ojos en él primero y después en ella a la espera de una respuesta.


Paula no podía creer que Pedro se estuviera arriesgando de esa manera ¿acaso se había vuelto loco? ¿O cuántas copas de champagne había tomado? Se preguntaba mirando la mano del actor frente a ella. Esta vez Jaqueline no salió en su auxilio, así que elevó la mirada consciente que él esperaba, ese azul en los ojos de Pedro era tan hermoso y ella lo había extrañado tanto que le habían parecido siglos en lugar de años.


Una vez más su corazón y su cuerpo actuaban por ella, posó su mano sobre la de él quien la encerró de inmediato en la suya y despacio la ayudo a ponerse de pie, para luego salir hacia la pista de baile que para su fortuna estaba ocupada por varias parejas.


Jaqueline y Lucca cruzaron miradas e intentaron disimular lo que era evidente pero fue muy tarde para ocultar que ambos estaban al tanto del secreto que estos dos escondían. Ella no pudo ocultar su sonrisa de satisfacción ante el acto del italiano, empezaba a sentir que ese hombre le caía muy bien, no era de los que se quedaban en un rincón dando las cosas por seguras, no, él salía a defenderlas, a conquistarlas como buen romano que era.


—El escote en tu vestido no me permite tener un lugar decente donde colocar la mano —fue lo primero que le dijo él mientras sonreía y se ubicaba con ella en un espacio de la pista.


Ahora que podía verla de nuevo de cerca, como la tuvo minutos atrás en la sesión de fotografías no podía apartar sus ojos de ella, sentía como si hubieran pasado siglos en lugar de años y al mismo tiempo podía percibir que sus pieles se reconocían, la suavidad y la calidez que solo ella le había brindado estaba allí una vez más, la felicidad lo iba llenando de a poco, más al ser consciente que por ese pequeño instante Paula era suya de nuevo y el temblor de su cuerpo q le decía que ella se sentía igual.


—Culpa de ello a mi agente, fue quien lo escogió —respondió Paula sintiéndose aún aturdida, se esforzaba para que él no notara que estaba temblando o que su corazón parecía una locomotora.


Si el episodio anterior cuando posaron para las cámaras había sido una tortura para ella y había logrado la hazaña de no morir de deseo por Pedro, estaba segura que salir ilesa de ese baile sería casi un milagro. Su calor, su poderosa presencia, su voz, sus manos que parecían quemarla, todo en él la estaba llevando hacia un abismo.


—Tu manager empieza a caerme bien… —respondió de manera casual, al tiempo que le dedicaba una sonrisa.


Con suavidad le acarició la espalda hasta posar su mano en la cintura, poco antes del final del escote, sintiendo cómo la calidez de sus pieles se mezclaba creando un fuego que empezó a inundar sus cuerpos, su necesidad por tocarla no había menguado en todos esos años, por el contrario se
había hecho más intensa. Paula suspiró y él por instinto y deseo la atrajo más a su cuerpo, dejando sus rostros muy cerca, sintiendo el suave aliento de ella en su cuello.


Paula podía sentir la respiración de él sobre su mejilla, podía sentir el calor que le brindaban sus manos, esa sensación de haber hecho eso tantas veces, de que fuese tan natural como lo era respirar, su mano también se deslizó por la espalda de Pedro sintiendo los músculos bajo la suave tela, esos a los que tantas veces se aferró mientras disfrutaba del extraordinario placer que solo él le había entregado. Sintió su cuerpo palpitar ante los recuerdos y tuvo que luchar para no morderse el labio, terminaría demostrándole a él cuánto la afectaba. Lo escuchó suspirar y su corazón comenzó a latir más de prisa y no se atrevía a verlo a los ojos, sabía que si lo hacía estaría perdida, no le importaría nada más que él, solo él y terminaría besándolo allí, en medio de todas esas personas.


—No había escuchado esta canción… —mencionó él prestando atención a la letra, sorprendido al ver cómo podía adecuar ese instante a la perfección.


—Yo sí… —respondió ella, había llegado a conocerlo tan bien que sabía por qué había hecho ese comentario.


—Es hermosa… ¿Cómo se llama? —le preguntó con la voz ronca por las emociones que lo invadían y buscó los ojos de Paula.


—Make a memory… —respondió ella sintiendo que el nudo en su garganta casi la ahogaba, eso la hizo tensarse por tener que contener lo que estaba sintiendo, quería abrazarlo y llorar de felicidad.


Pensó que nunca más lo vería y sufrió tanto por su ausencia que tenerlo allí era sencillamente abrumador, aún no podía creerlo y la letra de la canción solo removía más y más sentimientos dentro de su ser, estaba jugándose la cordura en ese instante.


Él lo notó de inmediato y apretó con suavidad la unión de sus manos para reconfortarla, atrapó con su mirada la de ella y le hizo saber que todo estaría bien, pidiéndole que no se derrumbase en ese momento y mientras luchaba con sus propias lágrimas y con esa emoción que estaba a punto de desbordarlo, el tiempo corría en su contra anunciándoles que debían hablar.


Pero ninguno de los dos sabía por dónde empezar y el silencio los arropó de nuevo, siguieron bailando y escuchando la canción, dejando que poco a poco la misma fuese despertando emociones dentro de ellos, llenándolos como si fuesen un recipiente que había permanecido vacío por mucho tiempo, demasiado a decir verdad.


—¿Quieres? —preguntó él mirándola a los ojos después de un minuto, entendiendo el significado completo de la letra.


—¿Qué? —contestó ella con otra pregunta y una mezcla de miedo y esperanza en la mirada.


—¿Recordar? ¿Robarte un poco de tiempo? ¿Quieres hacerlo junto a mí Paula? —inquirió, aunque era más una petición, una súplica, le estaba rogando por una oportunidad.





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