lunes, 17 de agosto de 2015

CAPITULO 127





Pedro había llegado a la fiesta minutos antes que Paula, pero su aparición apenas si causó algunos comentarios, eso no lo sorprendía y hasta esperaba algo así, él no tenía conocidos en ese lugar por lo tanto no tendría a nadie a quien saludar. Sin embargo, varias miradas se posaron en ellos, sobre todo entre las damas quienes se mostraron más interesadas en el trío, que el resto de los asistentes.


De inmediato su mirada recorrió el salón en busca de Paula, pero no logró dar con ella, así pasaron varios minutos, él fingía seguir la conversación casual que Lucca y su hermano llevaba, pero su vista nunca dejó de buscarla. Algunas personas pasaban a su lado y podía percibir el interés en sus miradas, pero ninguno se atrevía a acercarse para preguntarle algo y a él le resultaba mucho mejor así.


Al fin encontró a la causante de la mezcla de sentimientos que lo colmaban, notó que apenas estaba llegando a la fiesta, ya que la misma mujer que los recibió a ellos venía ahora con ella, su hermana y su agente. Las dejó junto al grupo de la producción que disfrutaban de la velada, vio a Paula sonreír de manera amable a cada uno y abrazar a las mujeres.


Lucía verdaderamente hermosa, no tenía nada que envidiarle a las demás mujeres presentes en ese lugar, por el contrario ella resaltaba entre todas, el vestido moldeaba su silueta a la perfección y sabía que no podía ser de otra forma, ella tenía el cuerpo más exquisito que hubiese visto nunca.


De pronto vio cómo su semblante cambiaba y los demás parecían apresurados en hablar sobre algo, pero ella ya no se veía como antes, ahora parecía otra mujer, su mirada y sus gestos evidenciaban que algo la había irritado y allí estaba de nuevo, esa fuerza y pasión que él conocía tan bien, podía ver cómo poco a poco se apoderaba de ella haciéndola lucir como tanto le gustaba.


Odiaba a la Paula sumisa, a la conformista, a la controlada, esa que le había mostrado desde que se vieron de nuevo, no era a esa a la que había venido a buscar, sino a la que justo en ese instante tenía ante sus ojos.


—Lucca, dame el contrato, ha llegado el momento de entregarlo.


La voz de Pedro sorprendió a sus acompañantes, quienes se habían concentrado en observar a los invitados en vista de lo poco comunicativo que estaba el actor, comprendían que él no pudiese hablar de nada que estuviese relacionado con la película y estando en ese lugar eran pocos los temas de conversación que podían tener, tampoco se aventuraban a hacerlo en italiano porque sabían que en cuanto alguien los escuchase no les sería difícil sacar conclusiones.


—Por supuesto… ¿Sucede algo? —preguntó intrigado, siguiendo la mirada del castaño y el lugar donde la tenía enfocada le dio la respuesta—. Al parecer están un poco tensos, quizás sea por tu causa —comentó para que Pedro estuviese preparado.


—Es probable, por ello no los haré esperar más —señaló sin mucho énfasis y dio un par de pasos cuando se detuvo en seco.


Al otro lado del salón sus ojos captaron a un hombre que miraba descaradamente a Paula, sabía perfectamente que era a ella pues el tipo estaba siendo muy evidente, además como cazador Pedro sabía perfectamente como reconocer a otro y ese hombre lo era, su lenguaje corporal se lo dejaba claro, pero estaba loco si pensaba que lo dejaría salirse con la suya.


Hasta el momento no se había percatado de ello pues toda su atención se había concentrado en Paula, pero cuando recorrió el salón con la mirada pudo ver que el rubio no era el único que tenía los ojos puestos sobre su mujer, muchos más también lo hacían y ni siquiera disimulaban. Eso hizo que una hoguera cobrara vida dentro de su pecho y retomó su marcha con paso decidido, se tensó aún más al ver que el hombre había llegado hasta ella y le ofrecía una copa de champagne sacando parte de su artillería, lo que no sabía era que él tenía una gran ventaja sobre él y sobre toda la cuerda de miserables que la deseaban; ella había sido suya y podía jurar que seguía siéndolo.


—Buenas noches —mencionó encontrándose cerca, de inmediato todas las miradas se posaron en él, pero la suya solo lo hizo en Paula, en ese lugar no existía nadie más para él.


—¡Señor Alfonso! Buenas noches… Es grato verlo otra vez.


—Digo lo mismo señora Wilson, es un placer encontrarlos a todos de nuevo —contestó desviando apenas la mirada—permítanme presentarles a mi hermano, a mi agente el señor Puccini ya lo conocen —indicó señalando a su acompañante.


—Encantado, Lisandro Alfonso—por cortesía saludó primero a la mujer que su hermano había nombrado, pero después de ello su mano buscó la de la escritora—. Señorita Chaves es un placer conocerla, permítame expresarle mi admiración no solo por su gran trabajo sino también por su belleza —dijo mostrando una sonrisa.


—Muchas gracias señor Alfonso, yo también estoy encantada de conocerlo —mencionó Paula recibiendo la mano del hermano de Pedro mientras se obligaba a no temblar.


Se sentía perturbada primero por la manera en la cual él había hecho acto de presencia y todo empeoró al ver que venía junto a su hermano, podía jurar que todo quedaría al descubierto en ese momento, pero para su fortuna o Lisandro Alfonso era tan buen actor como Pedro o no la había reconocido.


Pedro pudo ver cierta veta de miedo en la mirada de Paula cuando lo vio llegar y se sintió extrañado ante esa reacción, así como ese saludo tan mecánico que le había dado a Lisandro, esperaba que ella sintiera lo mismo que percibió él cuando se presentó ante Diana. Por el contrario, su hermano usó la misma estrategia que con todas las mujeres que conocía, halagar algo que fuese importante para ellas y después lanzarse con un cumplido, eso provocó que quisiera golpearlo por querer jugar al Casanova.


Paula estaba tajantemente prohibida para él y se lo hizo saber de manera sutil dedicándole una mirada, vio el desconcierto reflejado en su semblante, y cayó en cuenta que él no estaba al tanto de nada, ya después buscaría la manera de dejárselo claro. Uno a uno se fue presentando hasta que llegó el turno para el rubio quien antes que Lisandro lo hiciese, se dirigió al actor y le extendió la mano.


—Así que usted es el famoso Pedro Alfonso… —decía extendiéndole la mano, cuando él lo interrumpió.


—Famoso en mi país, porque aquí soy un completo desconocido como se habrá dado cuenta — esbozó dándole un apretón firme.


—Aquí es solo cuestión de tiempo, de horas diría yo… Pero soy consciente que en su país es una especie de ídolo de generaciones, catorce años siendo considerado uno de los mejores actores italianos supongo que no es algo sencillo de mantener, sin embargo usted lo ha conseguido —señaló
mirándolo a los ojos.


—Parece estar usted muy bien informado señor…—se detuvo para hacerle saber que aún no había dicho su nombre.


—Que descuido el mío, perdone no me he presentado, soy Guillermo Reynolds —dijo mostrando una amplia sonrisa.


La sorpresa se reflejó de inmediato en el rostro de Pedro, él no se había interesado en buscar información sobre el dueño de la productora que había comprado los derechos de Rendición, pero lo imaginaba completamente distinto al hombre que tenía ante él. Lucca que si lo había hecho miraba desconcertado al rubio que no debía tener más de treinta y cinco años, ese no era el Guillermo Reynolds que él conocía, se disponía a hablar cuando el rubio vio sus intenciones.


—Mi padre es el presidente de la productora, llevamos el mismo nombre y esto se presta a confusiones, pero cuando habla conmigo es como si lo estuviese haciendo con él, llevamos la misma pasión en las venas… Justo ahora le mencionaba a la señorita Chaves que acabo de llegar de su país y logré firmar un contrato con el señor Davide Codazzi para utilizar su propiedad como escenario para Rendición… Es un lugar realmente hermoso, en pleno corazón de la región de la Toscana… —decía cuando el italiano lo interrumpió.


—Conozco la propiedad de los Codazzi… —mencionó sin poder evitarlo al sentir que su rechazo hacia ese hombre crecía. ¿Cómo pretendía darle a él referencias sobre su propio país? vio cómo Paula bajaba la mirada y se tensaba, no deseaba incomodarla así que buscó la forma de aclarar su comentario—. Nuestros abuelos tienen una propiedad cerca, pero se dedican a la crianza de caballos, un negocio de generaciones que empezó desde hace dos siglos, un tío abuelo de mi padre era amante de los caballos pura sangre y logró sacar grandes cruces, pero esa es otra historia. Como le decía, he tenido la oportunidad de visitar la misma en algunas ocasiones y me parece un lugar perfecto —acotó de manera casual.


—Así que usted también lo ha visitado, que coincidencia la señorita Chaves también pasó una temporada allí hasta donde tengo entendido, contaremos entonces con dos personas que conocen bien la propiedad, eso es maravilloso —indicó Marcus con una rictus en los labios que se suponía era una sonrisa—. Aunque creo que me estoy adelantando a los hechos ya que usted no nos ha dado una respuesta aún —agregó intentando no mostrarse urgido por esta.


—Tiene razón, ha sido una actitud completamente desconsiderada de mi parte, les pido disculpas por ello, pero cuente con esas dos personas para guiarlos dentro de la propiedad de los Codazzi — contestó Pedro mirando al hombre, podía sentir que él no le caía bien, pero poco le importaba eso, el sentimiento comenzaba a ser mutuo, le mostró una sonrisa arrogante y después se volvió hacia
Paula—. Lucca, ¿podrías pasarme el contrato por favor? —pidió.


—Por supuesto, aquí lo tienes —respondió él entregándoselo.


—Gracias —mencionó recibiéndolo, sin siquiera mirar a su agente, pues no apartó su vista de la escritora—. Paula —la llamó y la mirada marrón encontró de inmediato la azul de él—. Será un placer trabajar con usted y ser su Franco Donatti, señorita Chaves—pronunció en un tono suave y sumamente atrayente, haciéndole entrega a ella del contrato y sorprendiendo a todos en el lugar.


Un silencio incómodo se apoderó de los presentes, Pedro debía entregarle el contrato a Martha pues era a quien le correspondía, no a la escritora, ella no tenía nada que ver con el casting, su participación en las audiciones solo era para dar su visto bueno a los candidatos y nada más. Una vez más Pedro estaba dejando claro que la opinión de ella era la única que realmente le interesaba, apenas si se inmutó ante las miradas que le dedicaban las demás personas, la suya estaba clavada en la dueña de su alma.


Paula sentía que su corazón latía demasiado de prisa, escuchar a Pedro llamarla por su nombre otra vez había sido como un detonante para que cientos de emociones estallaran dentro de su pecho, estaba conteniendo la respiración y temblando al mismo tiempo, su mirada no podía escapar de la de él, fue como si todo a su alrededor desapareciera y el tiempo se hubiera detenido.


Apenas notó cómo su mano salió en busca de la de él, se topó con la carpeta, pero la manera en como el actor sostenía la misma hizo que inevitablemente sus dedos se rozaran.


—Gracias —esbozó, su voz era igual de suave, un susurro.


Sus dedos temblaron ante el cálido roce con los de Pedro, una hermosa sonrisa se dibujó en sus labios cuando esa calidez subió por todo su cuerpo en cuestión de segundos y colmó su pecho, al tiempo que sus ojos se iluminaban. Él solo asintió en silencio, pero le regaló una sonrisa que llegó
hasta sus mágicos ojos azules, la misma sensación que había cubierto a Paula también lo envolvía a él, fue como si ese simple roce de pieles y el intercambio de palabras encerraran mucho más que el simple acuerdo que los demás creían, bueno al menos en su mayoría.


Jaqueline casi estaba que aplaudía ante la escena, sentía su corazón latir tan rápido, desbordando felicidad por su amiga, Paula estaba enamorada de ese hombre, podía empeñarse en negarlo una y otra vez, pero era evidente que aún lo amaba, nada más había que ver la forma en que se iluminó su mirada para descubrirlo; además debía resaltar la manera de proceder de Pedro Alfonso, si hasta a ella misma la había cautivado con esa declaración y el tono de voz que utilizó, había sido tan íntimo, tan sutil que tuvo que suprimir un suspiro para no parecer una quinceañera o arruinar la escena.


—Supongo… que esto quiere decir que ya tenemos protagonista de manera oficial —mencionó Patricia rompiendo el silencio.


Y por supuesto, también la burbuja que se había creado en torno a Paula y Pedro, ambos sintieron como si los acabasen de despertar de un sueño, uno muy placentero además. Ella se irguió dándose cuenta en ese momento que al parecer se había inclinado un poco hacia él, aún su corazón latía con mucha prisa y sus manos eran presa del temblor, respiró para llenar sus pulmones de nuevo, intentando hacerlo de manera disimulada y después de eso posó su mirada en la carpeta con el logo de The Planet.


—Aún no, todavía falta que Thomas y el señor Reynolds reciban el contrato y hagan el anuncio — señaló Marcus con su tono glacial.


—En ese caso, mi padre estará feliz de recibir el contrato en este preciso momento, creo que debería entregársela a Martha y que sea ella quien se la haga llegar. ¿No le parece Paula? — inquirió Guillermo mirándola mientras le sonreía.


La sonrisa se había desvanecido de los labios de Pedro cuando la guionista retomó la conversación, pero mantenía su felicidad interna al comprobar que no le era completamente indiferente a Paula. Sin embargo, cuando escuchó a ese hombre llamarla por su nombre de pila sintió que lo golpeaba en la cara, tensó la mandíbula y su mirada se volvió fiera.


Paula no se había percatado que aún mantenía la carpeta en sus manos, se encontraba abrumada por todas las sensaciones que la recorrían, apenada se la entregó a la encargada del casting.


—Por supuesto… perdón, toma Martha —mostraba una sonrisa amable que intentaba ocultar los nervios que sentía.


—No te preocupes Paula, bienvenido al equipo y a este proyecto señor Alfonso, ahora si no es mucha molestia le importaría acompañarme a ver al señor Reynolds por favor —pidió mirando con seriedad al joven. Se había sentido un poco dolida por cómo la ignoró entregándole la carpeta a Paula.


—Gracias Martha, será un placer acompañarla —contestó mirando a la mujer a los ojos, podía sentir la tensión en ella, así que le dedicó una sonrisa y le ofreció su brazo para compensarla por lo que había hecho. Antes de salir de allí miró a sus acompañantes y estaba por decir algo cuando su
hermano lo hizo.


—Ve tranquilo, nosotros seguiremos disfrutando de la velada —mencionó y le entregó una mirada que ambos conocían bien.


—Perfecto, nos vemos dentro de un rato, con su permiso —dijo observando una vez más a Paula.


—Esperen, nosotros también los acompañaremos, supongo que aún no ha saludado a mi padre, ¿no es así? —le preguntó a la escritora mientras le ofrecía su brazo.


—No, la verdad aún no he tenido la oportunidad… —contestó ella sin saber qué hacer ante el gesto del hombre.


Se sentía cohibida por la presencia de Pedro allí, pero una mirada fugaz a Jaqueline sirvió para que se decidiera, ella le había indicado de manera disimulada que aceptara la invitación de Reynolds.


—Permítame llevarla con él entonces para que pueda hacerlo, estoy seguro que estará feliz de verla —le dijo con una sonrisa.







2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyy, x favor, cuándo se van a encontrar solos de una vez??? Me gustaron los caps pero ya estaría necesitando el reencuentro a solas jajajaja

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  2. Pero que orgullosos los 2! No puede ser que todavía no hablen a solas!!!! Mucha ansiedad!!! Muy buenos capítulos igual!

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