domingo, 19 de julio de 2015
CAPITULO 32
—Bueno, igual no puedo decir que te gane en ello, yo también soy malísima para ese tipo de música, lo intenté en Puerto Rico, pero después de un día de clase comprendí que sería imposible. Ahora, adoro el tango y con éste sí tuve un mejor desempeño… quizás eso me ponga a un punto sobre ti —mencionó con suficiencia.
—Interpreté a uno de los mejores bailarines de tango para una obra de teatro sobre Carlos Gardel… fui Casimiro Ain —expuso sin poder esconder la sonrisa que se asomaba a sus labios.
—¡Eres insoportable! ¡Me voy! —exclamo sintiéndose frustrada.
—Paula por favor… no seas infantil, a ver… seguro hay un montón de cosas que tú sabes hacer y que yo no —decía intentando no reír pues no quería que se sintiera mal.
—Sí, por supuesto… sé hablar italiano ¡Pero tú también! Sé también hablar francés ¡Pero seguro que tú también! Habló ingles ¡Y tú también! — exponía en una actitud completamente inmadura.
—Eso es excelente, tenemos muchas cosas en común… esto no es una competencia Paula, no tienes por qué sentir que te he ganado, yo jamás busco competir con nadie más que no sea conmigo mismo… —explicaba cuando ella habló de nuevo.
—Eso es ser muy arrogante ¿Lo sabías? Es lo que dicen todos los que se consideran mejores que los demás “no compito con nadie” significa “nadie para mí es competencia” —indicó mirándolo.
—¡Vaya! Un gran análisis gramatical señorita Chaves —dijo
sonriéndole y se acercó a ella de nuevo—. Tienes una gran ventaja sobre mí en este preciso instante, te ves aún más hermosa cuando estás molesta… yo de seguro pareceré un ogro —esbozó y con suavidad le acarició la mejilla tentando por ese tono rosa que las había teñido en solo segundos.
Paula sintió que se derretía ante ese gesto, cerró los ojos solo un instante pues de inmediato cayó en cuenta que si se mostraba así ante él le dejaría ver que estaba rendida a sus pies, no es que lo estuviera completamente pero poco le faltaba, así que abrió de nuevo los ojos, respiró profundamente para calmarse y habló una vez más.
—Yo también canto… —susurró y se alegró de ver que él le sonreía.
Pero no de que alejara la mano de su mejilla.
—Lo sé… lo haces muy bien te escuché el otro día, aunque me hubiera gustado hacerlo con algo menos estridente que la música de Pink —señaló sonriendo al ver que ella ponía los ojos en blanco.
—Que malo eres para apreciar la buena música… pero ya que me has brindado una agradable velada, esta noche te voy a complacer… —decía cuando cayó en cuenta de lo peligrosa que podía resultar esa frase, lo supo por la sombra que había cubierto un instante los ojos de Pedro, buscó reparar su error de inmediato, caminó en dirección a la consola para alejarse de él y continuó—. Hay una canción de Joe… quizás no la tengas, es bastante vieja, pero es hermosa… ¿Puedo? —se volvió para pedirle permiso de buscar en su iPod.
—Por supuesto, tengo un amplio repertorio de su música, como te dije es la que uso para tocar el saxo —contestó manteniéndose en su lugar. Las sensaciones que ella había comenzado a despertar en su cuerpo lo desconcertaban un poco, reconocía el deseo, pero en el fondo había algo más, algo que hasta ahora él no había sentido.
—Aquí está… —dijo escuchando las primeras notas, lo buscó y la cara de Pedro era un poema, ella tuvo que luchar para no soltar una carcajada y empezar con la canción—. Who knows what tomorrow brings.
In a world few hearts survive? All I know is the way I feel. When it's real, I keep it alive. —dejó ver una sonrisa ante el ceño profundamente fruncido de Pedro, le extendió la mano para invitarlo a seguirla, él negó con la cabeza y está vez fue ella quien lo invitó a bailar mientras le sonreía.
Él no pudo luchar contra el encanto que le entregaba Paula, lucía tan hermosa y cómoda que se dejó llevar, le gustaba verla así. Se concentró en la canción. La conocía de memoria por un motivo muy especial, era una de las favoritas de su madre, la habían cantado juntos desde que él era un chico una infinidad de veces, dejó ver una sonrisa y se rindió a la petición de Paula, así que en cuestión de segundos los dos se encontraban cantado a coro.
Love lift us up where we belong
Far from the world we know
Where the clear wind blows.
—La verdad no pensé que tuvieras esta canción en tu lista de reproducción, mucho menos que la conocieras —comentó ella.
—Es una de las favoritas de mi madre y solíamos cantarla juntos en ocasiones, ella también tiene muy buena voz, creo que he heredado parte de eso… pero tú no te quedas atrás tienes una voz hermosa Paula — dijo mirándola a los ojos.
—Aceptable, no es la gran cosa… aunque para no haber estudiado nunca y perfeccionar una técnica, supongo que está bien, mi hermana Diana siempre me alaba y mi abuela también, incluso mi padre dice que es mi mejor virtud… pero bueno, es mi padre así que no le demos mucho crédito —esbozó sin querer sonar pretenciosa.
—Debo decir que estoy de acuerdo con él, aunque supongo que hay más virtudes en ti —indicó con una sonrisa.
—Ya las irás descubriendo poco a poco —tomó las palabras que él mencionara antes y las puso en su boca.
Pedro fijó de nuevo la mirada en ella y la intensidad que
desbordaba la envolvía una vez más, invitándola a sumergirse en ese par de pupilas que se le hacían tan hermosas como enigmáticas, con tanto poder que le resultaba muy difícil escapar pero se obligó a hacerlo, desvió su mirada y ésta se topó con el reloj colgado en la pared, la sorpresa se reflejó de inmediato en su rostro.
—¡Es casi medianoche! Tengo que irme ya Pedro —le informó separándose de él.
—¿Por qué tan rápido? ¿Acaso está a punto de romperse el hechizo Cenicienta? —preguntó en tono de broma.
—No, tonto… —respondió riendo y después continuó—. Casi siempre me voy a dormir temprano, en realidad a esta hora ya debería estar profundamente dormida, mañana tengo que levantarme temprano a correr —le explicó en tono casual mientras se encaminaba hacia la puerta, seguida por él.
—Bien, déjame acompañarte hasta tu casa… —decía el actor, cuando ella se volvió para negarse.
—No es necesario Pedro no voy a perderme en cien metros y no tomé tanto vino como para terminar en medio de la piscina —mencionó mientras tomaba la chaquetilla y se la colocaba.
—Insisto, eres mi invitada —pidió de nuevo.
Ella se llenó de dudas, había encontrado en la hora la excusa perfecta para salir de aquí y evitar que la tentación la hiciera ceder a algo que se había empeñado negarse toda la noche. Ella también deseaba a Pedro, quería tenerlo, sentirlo, le gustaba su cercanía, su calidez, la seguridad que le transmitía, su voz, todo en él la atraía y él quizás viendo su último recurso a punto de escaparse de sus manos, no quería dejarlo ir, bueno ella tenía el suficiente autocontrol para manejar esa situación dejaría que la acompañase y después lo despediría agradeciéndole por todo frente a la puerta de su casa.
—Bien, aceptó —pronunció al fin.
Él dejo ver una gran sonrisa y le abrió la puerta haciéndole un ademán para que continuara, esta vez hicieron el trayecto sin estar unidos, caminaban uno junto al otro pero sin llegar a tocarse, igual sentían esa corriente que vibraba entre los dos.
Pedro casi podía adivinar lo que ella pensaba, se había tensado de nuevo y no tenía que ser adivino para saber el motivo de su cambio. Ella pensaba que él estaba utilizando su último recurso para llevársela a la cama, bien, debía confesarlo la deseaba, pero a su modo, ya lo tenía claro y decidido, que ella se entregase a él por su voluntad y no bajo presión, quería tenerla tan rendida a él, que cuando el tiempo llegara pudiera asegurar que Paula no sería suya sólo una noche, serían muchas y no habría culpas ni remordimientos.
—Llegamos —susurró la castaña y giró la manilla de la puerta, pero no la abrió por completo.
—Sí, bueno ahora que te sé sana y salva donde te recogí, regreso a mi casa, muchas gracias por esta velada Paula de verdad la disfruté mucho —mencionó mirándola a los ojos.
—Yo también la pasé muy bien… que descanses —decía sin saber qué más agregar.
—Igual tú… —esbozó y se acercó a ella para depositar un beso lento y suave, apenas rozó la mejilla de la chica, pero después viajó a su oído para susurrar algo más en éste—. Buenas noches Paula, que duermas bien —su tono era tan íntimo como seductor.
Una vez más ella sentía que el aire abandonaba por completo sus pulmones y la voz de Pedro se colaba llegando a rincones que la hicieron estremecer, esta vez no pudo evitar cerrar los ojos y suspirar, sintió que él se alejaba de ella, cuando su mejilla fue rozada por la corriente de aire frío que colmó el lugar, y la volvió a la realidad. No pudo más que asentir en silencio y dedicarle lo que creyó era una sonrisa, él respondió al gesto guiñándole además un ojo, reaccionó al fin cuando lo vio darse la vuelta para marcharse.
—Pedro, espera —pidió caminando hacia él, sus miradas se
encontraron un instante antes que ella desviara la suya, se acercó a la mejilla del chico elevándose para alcanzarlo y apoyando su mano en la cintura de él para mantener el equilibrio, dejó caer un beso suave en la mejilla de Pedro, un toque que duró mucho más que aquel que le había dado en la tarde, sintiendo que esta vez ambos se estremecían ligeramente, después esbozó—. Gracias, todo estuvo maravilloso… buenas noches —su voz era un murmullo, algo que no hizo por querer sonar sensual o provocativa, sino porque su voz estaba cargada de las emociones que la recorrían.
En esa ocasión fue él quien no pudo hablar, solo asintió en silencio, le dedicó una sonrisa y se marchó sintiendo que su corazón latía con rapidez y lleno de un extraño gozo que no había experimentado hasta ahora; algo que no comprendió porque en lugar de sentirse insatisfecho o frustrado por
no haber terminado con Paula en su cama, se sentía feliz y hasta complacido de haberla dejado en su casa, pero consciente que sus deseos por ella cada vez eran mayores y que no los saciaría con sólo una noche, quería a esa mujer para mucho más y podía jurar que lo conseguiría.
Paula entró a su casa, cerró la puerta y se apoyó de espaldas contra ésta, dejando libre un gran suspiro, sin lograr borrar de su rostro la sonrisa que se había dibujado en sus labios, cerró los ojos y la imagen de Pedro sonriéndole se apoderó de su mente haciendo que su corazón latiera muchos más rápido, se llevó las manos al rostro para ocultar su emoción.
—¡Te gusta! Pau, te gusta muchísimo… que diferente es a todo lo que creí de él, es tan… tan… no sé cómo explicarlo, pero tiene algo que me gusta mucho, algo que va más allá de su belleza, es un caballero, es amable, gran conversador, está lleno de cualidades y sorpresas… ¡Dios, hablo como si lo quisiera para prospecto de marido! Paula Chaves contrólate… solo son amigos y aunque él te lanza insinuaciones a cada instante no quiere decir que esto vaya a terminar en algo serio, solo es un juego… solo eso —se recordó, intentando actuar como una mujer adulta.
Igual no podía dejar de sonreír y de pensar en él, en realidad, no lo hizo hasta que el sueño se apoderó de ella un par de horas después, cuando al fin sus emociones fueron sobrepasadas por el cansancio.
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Ayyyyyyyyyyyy, qué hermosos los 3 caps!!!! Cómo se están aguantando jajajajaja.
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