lunes, 20 de julio de 2015

CAPITULO 33




Los dos días siguientes de aquella agradable cena, se les fueron como agua entre los dedos para Paula y Pedro. En vista de que ella llevaba ventaja sobre él, pues ya había tenido la oportunidad de ver su trabajo, la chica quiso poner las cosas parejas, le obsequiaría uno de sus libros, el último que había escrito y del cual se sentía sumamente orgullosa puesto que había logrado reseñas excelentes, tanto por parte de la crítica como también de sus fanáticos.


Cuando lo escogió se decía que no estaba intentando impresionar a Pedro, solo quería que tuviera un libro cercano a lo que parecía ser el gusto del chico, pero en el fondo sabía que lo que realmente deseaba era que él descubriera que era muy buena en lo que hacía.


Sin embargo, antes de hacerle entrega del mismo se llenó de dudas, Ronda Mortal era una historia para público adulto, era hasta ahora la que contaba con la mayor cantidad de escenas sexuales, la protagonista que en ese caso también fungía como antagonista, jugaba sus cartas basándose en su belleza para poder poner el juego a su favor, su punto fuerte era manipular con sexo.


Aunque había sido un personaje difícil de lograr, Paula jamás se había sentido en la disyuntiva de presentarlo ante otra persona, le encantaba hablar de Deborah Wallis, no le apenaba en lo más mínimo exponerla tal cual la había creado, una mujer ambiciosa y malvada; pero ahora, tratándose de Pedro comenzó a sentirse nerviosa, quizás él podía tomar todo eso como una insinuación de su parte, lo cual no era cierto.


Estando frente a la puerta de la casa que ocupaba el actor con el libro en mano estuvo a punto de regresar y buscar otro, pero éste abrió sorprendiéndola y sorprendiéndose él mismo al encontrarla allí parada, cuando el desconcierto inicial pasó Pedro le entregó una sonrisa y la saludó con un beso en la mejilla, desde la otra noche ese tipo de acercamiento entre los dos había quedado permitido, posó su mirada en el libro y habló.


—Hola Paula… ¿Cómo estás hoy? —preguntó viéndola.


—Eh, bien… bien, pasaba a traerte algo —mencionó sintiendo que su corazón se desbocaba, ya no tenía escapatoria, debía entregarle ese libro o él sospecharía que algo sucedía, respiró profundamente y le extendió el ejemplar—. Toma… es mi último libro, llevó un par de ejemplares conmigo y quise entregarte uno… por aquello que me dijiste ayer que no estábamos a mano porque tú no habías leído nada escrito por mí —agregó con algo de timidez.


—Qué casualidad, precisamente iba a Florencia a ver qué maniobras hacía para encontrarlo y empezar a leerlo, la verdad no me gusta estar en desventaja… y confieso que me moría de curiosidad por hacerlo, muchas gracias Paula de verdad me interesa. —comentó con media sonrisa mientras lo observaba.


—De nada, tengo… tengo otros por si gustas empezar por los anteriores y dejar éste para después, por lo general algunas personas hacen eso — pronunció intentando persuadirlo de manera sutil para que no leyera ese, mientras estuvieran juntos.


—No te preocupes me quedaré con éste, me resultaba atractivo el título, además de la portada que es bastante interesante… ya tendré tiempo para leer los demás, créeme aquí lo que me sobra es tiempo y soy rápido para las lecturas —mencionó con una sonrisa.


—Qué bien —esbozó ella con una sonrisa forzada.


—Bueno, yo también te tendré algo en un par de días, le envié un correo a mi madre para que me enviara la serie de suspenso de la cual te hablé, Varese es el nombre del pueblo donde fue filmada y el mismo que se le dio a la serie, muchas personas del gobierno local nos colocaron un montón de trabas para realizar las grabaciones allí señalando que la serie le traería mala fama al lugar, pero afortunadamente fue todo lo contrario. Después que salieran al aire los primeros capítulos la localidad se convirtió en un destino que todos en Italia querían visitar, es curioso como el ser humano siempre anda en busca de algo que lo saque de la rutina, así que no dejarían escapar la oportunidad de al menos tentar a su suerte visitando las locaciones, a ver si conseguían tener algún tipo de experiencia sobrenatural —comentó de manera casual.


—Gracias por tomarte la molestia, estaré encantada de verla… quizás también me anime y termine visitando el pueblo —dijo Paula dejando que la curiosidad hiciera de las suyas.


—Si gustas puedo llevarte, mis padres para publicitar aún más el pequeño poblado que estaba atravesando una crisis económica, decidieron comprar una hermosa propiedad a orillas del lago… pero antes de hacerlo deberás ver la serie completa o al menos la mitad de los capítulos —indicó y la picardía bailaba en su mirada.


—¿Deseas aterrorizarme primero? —preguntó la castaña elevando la ceja derecha y apoyando una mano en su cintura.


No había notado la doble intensión en la propuesta de Pedroaunque claro, llegado el momento lo más obvio es que la tendría, pero por ahora solo veía a un hombre que se portaba como una adolescente que invita a su… a una chica a ver una película de terror.


—Tienes que sentir el efecto cuando llegues al pueblo, si no conoces la historia para ti será como visitar otro pueblo más al norte de Italia, pero si ves la serie todo será diferente —contestó.


—Cuando vea la serie decidiré si acepto tu invitación o no, quizás termine negándome rotundamente —acotó mirándolo a los ojos.


—No lo harás, tu curiosidad es más fuerte que tú y no te puedes negar ante un reto… después que veas la serie te retaré a que me acompañes un fin de semana a Varese y visitemos algunas de las locaciones que usamos para filmar —dijo con una sonrisa.


—¿Pretendes que vayamos juntos? A ver señor Alfonso ¿Cómo piensa viajar sin que alguien lo reconozca? —le cuestionó escudándose en ello para hacerlo desistir.


Un viaje y una estadía en la casa de sus padres en otra ciudad para los dos solos era exponerse demasiado, no lo decía precisamente por él, sino por ella, había soportado de manera estoica hasta ahí, pero no debía jugar con su suerte y sus deseos de esa manera.


—Fácil, viajaremos en mi auto y tengo una maravillosa, creativa y hermosa esposa que me cubrirá mientras tengamos personas alrededor. En Varese las cosas son distintas, allí no tendremos problemas las personas nos trataran como a un par de turistas más, yo me encargaré de todo llegado el momento —respondió con confianza mientras la miraba a los ojos para evaluar su reacción.


—Creo que te convenció demasiado mi papel del otro día, pero déjame advertirte que no soy actriz y puedo equivocarme, eso podría resultar arriesgado. —comentó mostrándose insegura, lo estaba.


—Lo sé y asumiré cualquier riesgo, no te preocupes —reafirmó de nuevo su postura sin dejar de mirarla.


Valdrá la pena Paula, si aún no he logrado avanzar en los planes que tengo para nosotros de aquí a allá, te aseguró que en Varese no te podrás resistir, estaremos los dos solos bajo el mismo techo y si la serie juega a mi favor, te tendré durmiendo junto a mí la primera noche que pasemos allí, aterrada ante los recuerdos y al ambiente, pero no te preocupes, me encargaré de consolarte y hacerte olvidar todo, de eso puedes estar segura.


La media sonrisa que adornaba los labios de Pedro era un esbozo de lo que en su mente se tejía, cada vez se convencía más de sus deseos y de que debía que satisfacerlos. Sólo debía ser sutil y caballeroso con Paula, ella era una mujer hermosa, inteligente y merecía ser tratada como tal, el buen vino esperaba mucho dentro de una barrica, capturando sabores, esencia, cuerpo y cuando salía de ésta era solo para deleitar a quienes lo degustaban, justo así sería su relación con Paula: un deleite para ambos.


—Allá tú, después no quiero escuchar quejas… —dijo sintiendo los nervios hacerle un nudo en el estómago, se encogió de hombros para parecer despreocupada—. Bueno nos vemos después, solo pasé para entregarte esto… tengo algunas cosas pendientes —señaló para escapar de esa situación.


—Claro, muchas gracias por el libro Paula, lo comenzaré de
inmediato… —decía hojeándolo y vio que faltaba algo—. No le has puesto dedicatoria, así no podré restregárselo a Piero —indicó frunciendo el ceño, pero no hablaba en serio.


—Se suponía que tú no competías con nadie Pedro… y menos con un chico de dieciséis años… tu dedicatoria la tendrás cuando lo termines, ese es el orden que casi siempre seguimos los escritores… con Piero fue una excepción porque es apenas un niño —aclaró mirándolo y no pudo evitar sonreír.


—Sólo bromeaba, no te preocupes… pero igual la quiero, en cuanto lo termine te lo haré saber, gracias de nuevo —dijo mostrándose relajado nuevamente.


—De nada, disfruta de la lectura —esbozó ella para marcharse.


Se dio la vuelta y regresó con andar tranquilo hasta su casa, sintiendo unas enormes ganas de ver la reacción de Pedro cuando leyese la presentación del libro que se encontraba en la parte de atrás del mismo y justo ahora él veía. Lo sabía pues ella lo había interrumpido para
despedirse antes que continuara, respiró profundamente para no ceder ante su curiosidad y entró a su casa rápidamente, obligándose a no seguir pensando en el actor.


Pedro la vio alejarse concentrado en ese andar que tanto le gustaba, pocas veces se había fijado en el caminar de una mujer, al menos en una que le gustara tanto como el de ella, sencillamente no podía evitarlo sus ojos se iban solos tras ese culo redondo, erguido y hermoso que ella tenía, aunque ese día no llevara un short de jean corto como la otra vez, sino unos beige de lino, un poco más formal y que le llegaba a medio muslo, igual su trasero lucía espléndido.


—Bien, comencemos a descubrir otra de las interesantes facetas de la encantadora señorita Chaves —se dijo abriendo la puerta de su casa mientras observaba la portada del libro.


Subió a su habitación para cambiarse de ropa y colocarse algo más cómodo, acababa de desayunar por lo que no pensó en volver a bajar y preparar algo para el almuerzo, sino que se sentó en el sillón junto a la ventana y subió los pies apoyándolos sobre el marco de ésta como había adoptado por costumbre, mientras se recostaba buscando comodidad y abría el libro ante sus ojos, lo primero que vio fue la fotografía de Paula en la cubierta interior.


Sin importar que la hubiera visto varias veces antes en persona, se dedicó a detallar esa imagen, en la misma ella lucía como toda una niña buena, el cabello recogido en una coleta, el abundante flequillo hacia un lado, un maquillaje natural que permitía ver las hermosas pecas que adornaban su nariz, un lindo tono rosa que cubría sus mejillas y el rojo tenue que era natural en sus labios, acentuado apenas por un poco de brillo, mostraban una sonrisa a medias, tímida, pero muy bonita, la misma que dejaba ver apenas la blanca dentadura.


La verdadera sonrisa de Paula no estaba allí, sino en sus ojos, esos lucían hermosos, con esas vetas que los hacían ver casi verdes, pero donde el marrón predominaba aún más, seguramente alguno de sus padres los debía tener claros, más propiamente verdes, pues ella había heredado
destellos de ese tono.


—Eres hermosa Paula… muy hermosa —susurró deslizando su dedo por la imagen de la chica y un suspiro escapó de sus labios.


Dejo ver una sonrisa y negó con su cabeza sintiéndose algo tonto por todo lo que estaba sintiendo, un hombre como él, suspirando por una chica como Paula Chaves, una perfecta muñequita de porcelana, a la que le gustaba vivir dentro de una burbuja, donde todo era ordenado, planeado y sencillo.


Que ganas tenía de poner ese mundo patas arriba, que deseos tenía de hacerla vivir de verdad, o que ella le diera un poco de orden a su vida, podía pasar, después de todo, él no se negaba a ninguna posibilidad, no cuando a esas alturas de su vida ya sentía que lo había vivido todo y que nada podía sorprenderlo. Sin esperar más pasó a la página siguiente y después de un vistazo, continuó hasta ubicarse en el inicio de la historia, quedando atrapado desde el mismo comienzo.


Un par de horas después el castaño llevaba unos diez capítulos, la lectura se le había hecho bastante fluida, además que Paula sabía cómo mantener al lector deseoso de continuar. Hasta ese instante quien más había despertado el deseo en Pedro por descubrir sus intenciones era la antagonista, y aunque la descripción de la misma y la forma de actuar no era nada parecida a la de Paula, él no podía dejar de asociar a Deborah Wallis con su famosa vecina.







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