Contrario de lo que suponían, los demás miembros de la familia no dormían, Lisandro y Vittoria celebraban el paso que habían dado esa mañana, entregándose por completo al amor que sentían, se encontraban descansando de una primera sesión de sexo, cuando escucharon las suaves notas del instrumento; sonrieron sintiéndose completamente felices y satisfechos uno en brazos del otro.
Amelia y Fernando tampoco dormían, los años no habían logrado apagar la llama de la pasión que se encendió treinta y seis años atrás, cuando se entregaron por primera vez a los placeres del cuerpo; habían hecho el amor con la dedicación y la mesura que debían, conscientes que ya no eran dos jóvenes, se encontraban abrazados en ese plácido estado de letargo en el cual se sumían después de tener relaciones, cuando hasta ellos llegó la melodía del saxofón de Pedro.
—Él la sigue conquistando… eso lo aprendió de mí —susurró Fernando acariciando la espalda de su mujer.
—Es cierto, tú nunca has dejado de conquistarme —esbozó con una sonrisa y recibió el beso que su esposo le ofreció.
Alicia también se encontraba despierta a esa hora, la confesión, los recuerdos y ver a las tres parejas tan felices habían removido muchos sentimientos en ella. Estando sola en su habitación se dio la libertad para llorar, aunque no lo quisiera la afectaba darse cuenta que incluso aquello, que en algún momento creyó amor nunca lo fue en realidad, no recordaba que Cesare la viera de la manera en que sus hermanos miraban a Paula y a Vittoria, por no decir de la devoción que mostraba su papá cada vez que se quedaba admirando a su madre.
Ni siquiera podía decir que su relación se basó en una buena experiencia sexual porque no lo fue, la primera vez no hubo explosión de sensaciones ni todas esas cosas de las que los demás hablaban y las dos veces que siguieron a esa él se mostró tan frío, apresurado, no hubo besos ni caricias tiernas, solo la tomó buscando su propia satisfacción.
Rodó sobre su costado para quedar de lado dejando que el llanto mojara su almohada, mientras se reprochaba una vez más por haber dejado que él la usara de manera tan egoísta. Se prometió que no dejaría que eso sucediera de nuevo, pero también se juró que lograría salir adelante, que no permitiría que los recuerdos de ese miserable, truncaran su vida y su derecho a ser feliz.
Escuchó las notas que provenían del salón y supo de inmediato que era su hermano, esbozó una sonrisa al tiempo que se limpiaba las lágrimas, no seguiría llorando por alguien que no merecía la pena. La melodía alejó la tristeza y el dolor de su alma, para terminar reforzando su decisión de abrir su corazón de nuevo al amor.
Pedro y Paula se deleitaron cada uno con su desempeño y cuando la canción finalizó le dieron riendas sueltas a la pasión, sus cuerpos fueron sus mejores instrumentos para entregarse por completo, desnudos como años atrás y sobre la alfombra.
Lograron salir a la mañana siguiente antes que los demás despertaran, dando por hecho que nadie había notado su excitante aventura, sin embargo, cuando bajaron a desayunar las sonrisas de todos les demostraron lo contrario. Paula procuraba no fijar la mirada en sus suegros pues se sentía apenada, pero las caricias que le brindaba Pedro por debajo de la mesa la hicieron sentir segura, y recordó lo que él le decía siempre, su amor no era algo que debía avergonzarlos, por el contrario era hermoso y debían estar orgullosos del mismo.
Pedro que sentía que su familia había vuelto a ser la de antes, Paula fue la encargada de colocar la música dejándola en aleatorio, y la primera canción que llenó el espacio fue una de la sesión AVO de Joss Stone, le dedicó una sonrisa a Pedro antes de empezar a cantarle Tell Me What We're Gonna Do Now, sentía que esa canción expresaba perfectamente lo que vivía. Él sonreía sintiéndose en verdad feliz, aunque la nostalgia intentó apoderarse de él cuando dejó a su familia, Paula conseguía la manera de alejar toda tristeza de su corazón, solo con gestos como ese de dedicarle una canción ponía su mundo a brillar de nuevo.
Minutos después se volvió a mirar a su novia sin poder creer lo que escuchaba.
—¿Me estás jodiendo? —cuestionó mientras sonreía de manera burlona cuando la voz de Olivia Newton John llenó el espacio.
—No seas tonto Pedro es… es una canción.
Intentaba decir algo, pero los nervios no la dejaban, no sabía por qué demonios había dejado esa canción en su iPod, debió haberla borrado.
—Devotamente cursi —se burló y estaba a punto de soltar una carcajada cuando vio que Paula se tensaba.
—Sí, tienes razón… es estúpida, mejor la quito —extendió la mano para cambiar y evitar que Pedro se siguiera burlando de lo tonta que había sido, después de todo no tenía caso traer esos dolorosos recuerdos.
—No, déjala Paula —mencionó anteponiendo su mano y aprovechó el semáforo para buscar su mirada— ¿La tienes porque te recordaba a mí? —preguntó y ya no sonreía, solo se sentía intrigado.
—¡Oh, por favor! Claro que no ¿Acaso me crees tan melodramática? —se defendió de inmediato esquivando la mirada azul.
—Y entonces porque no me miras a los ojos y te pusiste tensa ¿sabes que eres pésima para decir mentiras Paula? Al menos conmigo, yo las descubro de inmediato, así que dime ¿lo hacías? — inquirió de nuevo.
—¡Bien! Sí, lo hacía… era una tonta que creía en absurdos y… —decía cuando él la calló con un beso
Pedro buscó en ese gesto agradecerle a Paula por amarlo como lo hacía, por nunca haberlo olvidado y no quería escuchar que se reprochara, o que pensara que sus emociones no habían tenido sentido, eso sí sería absurdo porque él también pasó por una etapa oscura y melancólica, en donde lo único que deseaba era revolcarse en el dolor de no tenerla y vaya repertorio que usó en ese entonces.
—En verdad estaba perdidamente enamorada de ti —esbozó ella con los ojos cerrados cuando sus labios se alejaron un poco.
—Y yo de ti preciosa, no tienes ni idea de todo lo que hice para intentar olvidarte… pero siempre terminaba trayéndote a mí en cualquier recuerdo y lo único que deseaba era verte regresar —dijo abriendo sus ojos para mirarla—. Me dolió tanto saber que ni siquiera la nota que te dejé te inspiró para que al menos me dedicaras una llamada o un correo.
—¿Nota? ¿Qué nota Pedro? —preguntó y en ese momento las cornetas de los demás autos le exigieron avanzar.
Pedro frunció el ceño ante la pregunta de Paula y buscó un lugar donde poder orillar el auto, al menos durante unos minutos.
—Te dejé una nota junto a las fotografías, iba todo en un sobre en una de tus maletas —contestó mirándola.
—Yo nunca encontré una nota, las fotografías sí… pero no sé nada de una nota —acotó mirándolo a los ojos.
Se sorprendió ante esa revelación de él, cuando vio las foto incluso sintió una extraña mezcla de sentimientos, pensaba que Pedro lo había hecho para impedir que lo olvidara, pero no por amor, sino por arrogancia, y sin embargo, se sintió feliz de tener esas imágenes.
—La coloqué en el mismo lugar… a lo mejor se salió del sobre ¿todavía conservas la maleta? Podemos buscarla quizás esté allí.
—No, todas las maletas que usé en esa temporada las regalé a un orfelinato esa misma navidad… ¿Qué decía la nota? —inquirió.
—Ya no tiene importancia… —respondió tomándole la mano para darle un beso, no quería seguir atormentándose con esas cosas del pasado y para aligerar la tensión que se había instalado en ambos, usó uno de sus recursos como actor—. Pero para que no te sientas en desventajas porque sé que lo odias, yo también creé un repertorio para torturarme, e incluso estuve a punto de perder una demanda con uno de mis vecinos porque no lo dejaba dormir, pasaba horas escuchando Un altra te de Eros, Parliamo al singolare de Nek, imbranato y Sere nere de Tiziano… por solo mencionarte algunas, así que no tienes que sentirte avergonzada Paula —dijo y le dedicó una sonrisa para animarla.
—Pues permíteme ahorrarte mi repertorio —dijo riendo y buscó una carpeta en específico—Será mejor que cambiemos a algo más actual o terminarás lanzando mi iPod por la ventana —agregó con una sonrisa.
El interior el auto se llenó de inmediato con las notas de Alive, era uno de los éxitos del verano y por supuesto resultó completamente diferente, mucho más vibrante y actual.
All alone, just the beat inside my soul
Take me home, where my dreams are made of gold
In the zone where the beat is un-controlled.
I know what it feels like
Come on make me feel alive
Feel alive, feel alive
Paula hizo el asiento hacia atrás al tiempo que elevaba las piernas apoyándolas sobre el tablero, de inmediato la tela del vestido que había comprado en Varese, subió dejando al descubierto sus torneados muslos.
Pedro comprendió enseguida que eso era una invitación y sus latidos se aceleraron tanto como el motor del auto, le dedicó una sonrisa seductora a Paula y ella le respondió de la misma manera.
—Hagamos realidad su fantasía señor Alfonso—le susurró al oído mientras le acariciaba la entrepierna con osadía.
Él no lo pensó dos veces y buscó un camino alterno que los llevara a un paraje donde pudieran dar riendas sueltas a sus deseos. Las ruinas de lo que parecían ser las bodegas de un viñedo fue el lugar idóneo.
Detuvo el auto justo detrás de las mismas y consciente que el volante terminaría estorbándoles, se trasladó maniobrando con ella hasta el asiento del copiloto. Paula se montó sobre él y despacio bajó la cremallera del jean negro mientras lo miraba a los ojos, deslizó su mano en el interior del slip para apoderarse de la erección que se encontraba rígida y caliente, lista para entrar en ella y hacerle perder la cordura.
Él no se quiso quedar atrás, por lo que metió la mano bajo el vestido y deslizó hacia un lado el pequeño tanga que ella se había colocado esa mañana, al tiempo que le acercaba los labios pidiéndole un beso, dos de sus dedos se deslizaron en el interior húmedo y cálido de Paula, la sintió temblar por lo que repitió la acción mientras ahogaba con su lengua los gemidos.
—Pedro —susurró ella cerrando los párpados trémulos pesadamente y se movió para que él llegara más profundo.
—Paula —respondió él temblando igual ante la suave presión que ejercía con su pulgar sobre el glande, mientras sus demás dedos acariciaban la erección lentamente de arriba abajo.
Deslizó su mano libre por la nuca de Paula y anclándola allí la hizo bajar para besarla, a la vez que rodaba en el asiento para quedar casi tendido en el mismo, sacó sus dedos de Paula y los deslizó hacia atrás, rozando con suavidad ese lugar que aún no había conquistado.
—Me estoy muriendo por estar aquí —susurró contra los labios de su mujer y ejerció mayor presión arrancándole un gemido—. Dime que me dejarás hacerlo Paula… quiero ser el primero y el único.
—Sí… te daré todo lo que me pidas Pedro… todo —expresó mirándolo a los ojos y se movió para sentirlo aún más.
Él sintió el deseo en ella y aprovechó ese instante para tomarla de las caderas bajándola hasta que pudo rozar su intimidad, Paula comprendió lo que deseaba así que no perdió tiempo en llevarlo a su interior, la humedad hizo que se deslizara con facilidad.
Dejó caer la cabeza en el hombro de Pedro mientras gemía, se aferró con sus manos a los brazos de él para soportar los movimientos en círculos que él hacía y lo llevaban muy profundo. No quiso mantenerse allí pasiva así que en medio de besos y caricias le entregó ese maravilloso baile de caderas que lo enloquecía, mientras sentía la fuerte presión de las manos de Pedro sobre sus nalgas.
El aura que los envolvía era tan erótica que los hizo olvidarse del lugar donde estaban, ella deslizó los tirantes de su vestido y dejó al descubierto sus senos para que Pedro los tomara con total libertad, pero quería más así que también le quitó la camiseta que él llevaba, y tomando un ritmo más enérgico lo llevaba a su interior anclándose en el poderoso miembro, dejándose llevar por la melodía de The way en la voz de Ariana Grande que llenaba el espacio.
So don't you worry, baby you got me
I got a bad boy, I must admit it
You got my heart; don't know how you did it
And I don't care who sees it babe
I don't want to hide the way I feel when you're next to me.
Después de recuperarse, Paula pidió como recompensa ser ella quien condujera hasta la villa, él no pudo siquiera negarse, su mujer se merecía el cielo por su manera de amarlo, cada vez se entregaba con más intensidad.
Cuando llegaron, el resto del equipo también lo hacía y les sorprendió ver el hermoso Maserati entrar al lugar, pero prácticamente se congelaron al descubrir que quien lo conducía era Paula; que además se le notara tan feliz y desinhibida. Los más osados de pensamientos casi concluyeron lo que había sucedido minutos antes en ese auto, al verlos algo agitados, con el cabello desordenado y sus ropas arrugadas.
Ella caminó sintiendo que ya no le importaba lo que ellos pensaran, estaba enamorada de Pedro y eso se sentía de maravilla, los saludó mostrándose completamente casual, ignorando sus miradas inquisitivas. Pedro la imitó y antes de separarse se ocultaron para tener un beso más, cargado de esa pasión que parecía no menguar nunca, compartieron una mirada cómplice y retomaron sus direcciones sintiendo que en lugar de caminar flotaban.
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