jueves, 3 de septiembre de 2015
CAPITULO 183
Pedro luchó por no saltarse ninguna señal de tránsito mientras conducía a su departamento, cuando le tocaba esperar por el cambio de luz de algún semáforo aprovechaba para besar a Paula, habían corrido con suerte de no haberse topado con paparazis. Sin embargo, al llegar hasta su casa verificó varias veces que no hubiera nadie que pudiera reconocerla, para después hacerla bajar del auto y escabullirse con ella hasta su piso que ocupaba todo el ático de ese edificio.
—¿Es el mismo que tenías cuando te fuiste a la Toscana? —preguntó ella en voz baja mientras caminaban por el pasillo.
—Sí, es el mismo… solo que le hice algunas remodelaciones a la terraza cuando regresé, mañana con la luz del sol la verás —contestó con esa sonrisa detrás de la que escondía algo, llegaron hasta la puerta sacó las llaves de su bolsillo, abrió y se giró para tomar a Paula en brazos mientras reía al verla sorprendida.
—¿Qué haces Pedro? —inquirió sonriendo desconcertada.
—Seguir con la tradición —contestó atravesando el umbral.
—¿Tradición? Pero nosotros no estamos… —decía cuando él detuvo sus palabras respondiendo antes.— Según tu hermano Nico sí lo estamos, hace casi cuatro años tú te casaste en la Toscana con un italiano… y puede que eso no haya sido del todo cierto, pero no puedes negar que tuvimos nuestra luna de miel —dijo mirándola a los ojos mientras la mantenía cargada.
—¿Cuántas copas de champagne bebiste hoy? —preguntó riendo mientras le daba suaves besos en los labios.
—Solo cuatro, pero eso no influye en nada. Lo que siento por ti es real, tú eres mi mujer Paula —contestó respondiendo a los besos.
—Sí, lo soy… y ya puedes bajarme —dijo al ver que cerraba la puerta con el pie sin intenciones de ponerla en el piso.
—Te llevaré así hasta la habitación… nuestra habitación —expresó.
—Pedro te has vuelto loco —esbozó con una gran sonrisa y la mirada brillante—. Yo quería ver tu casa, conocer el espacio donde vives.
—Tendrás mucho tiempo para hacerlo después, ahora te quiero en mi cama y desnuda bajo mi cuerpo Paula —susurró contra los labios rojos y provocativos mientras subía las escaleras.
Llegaron hasta la habitación y Pedro no dejó que Paula se entretuviera en nada más que no fuera él, aunque se tomó su tiempo para despojarla del hermoso vestido que llevaba, mientras lo hacía se deleitaba dejando que sus labios se pasearan por los perfectos y exquisitos senos de ella, haciendo cada una de las cosas que había imaginado desde el primer instante que la vio esa noche, la tumbó sobre la cama y continuó con esa excitante exploración mientras disfrutaba del concierto de gemidos y jadeos que Paula le entregaba.
—Vas a darme un orgasmo solo con besarme así —esbozó ella con los ojos cerrados mientras se removía en la cama azotada por el placer.
—¿Quieres que lo pongamos a prueba? —inquirió con una sonrisa perversa dibujada en sus labios que lucían más rojos y provocativos.
Ella se mordió el labio inferior mientras lo veía a los ojos, asintiendo en silencio convencida que él era capaz de darle cualquier cosa, se relajó entregándose a Pedro que enseguida comenzó a succionar muy despacio sus pezones mientras acariciaba con sus cálidas manos el resto de sus senos, haciendo que esporádicas descargar eléctricas viajaran a través de su cuerpo concentrándose justo en
su intimidad.
Él hizo el movimiento de su lengua más rápido y las succiones más poderosas, haciéndolo no solo en la sensible piel corrugada y tensa, sino también las demás zonas que Paula nunca había sentido tan despiertas a los estímulos, se arqueaba para ofrecerlos mientras lo miraba y cada una de las acciones de Pedro acrecentaba su deseo y también el placer que iba haciendo espirarle en su interior.
—Me siento mareada —esbozó sin siquiera darse cuenta.
—¿Por el champagne? —preguntó él con tono pícaro y continuó dibujando círculos con su lengua sobre la areola.
Paula negó con la cabeza estremeciéndose al tiempo que sonreía y le acariciaba el cabello con una mano, comenzaba a sentir que una bruma la envolvía y todo a su alrededor se volvía denso, jadeó cuando sintió los labios de Pedro ejerciendo presión sobre la punta del pezón, provocando un delicioso dolor que recorrió su columna y la humedeció aún más. Intentó tocarse pero él se lo impidió sujetándole la mano, mientras se apoderaba de su otro pezón sometiéndolo a la misma tortura y la mirada en sus ojos le decía que todo lo haría él.
—Querías tener un orgasmo así y yo te lo daré —susurró Pedro besando el espacio entre sus senos y una idea se instaló en su cabeza.
Le dio un beso de esos profundos que los hacían gemir a ambos, se separó mirándola a los ojos mientras mostraba una sonrisa ladeada y sus ojos brillaban con intensidad, anunciándole sin palabras que estaba a punto de hacer algo nuevo, al menos entre los dos. Se movió con rapidez dejando entre sus rodillas el torso de Paula y guió con su mano la tensa erección hasta la unión de sus senos deslizando sobre la piel ligeramente humedad por la capa de sudor que la cubría.
Paula se sorprendió ante el movimiento de Pedro y buscó su mirada de inmediato, no sabía cómo actuar o qué decir, era la primera vez que hacía algo como eso, él le dedicó una sonrisa para animarla y ella respondió con el mismo gesto moviéndose debajo de él para elevar sus senos y así le resultara más fácil, mientras se deleitó acariciando las fuertes piernas apostadas a cada lado de su torso.
—¿Esto no es hacer trampa? —preguntó divertida con la voz trémula cuando él tomó sus senos para apretarlos y crear un mayor roce sobre su erección, haciéndola sentir cómo se deslizaba rígida y caliente.
—No, toda la atención está puesta en tus senos —contestó sonriente.
Paula gimió sintiendo cómo los músculos de Pedro se contraían bajo sus dedos y a cada minuto que pasaba el aire a su alrededor se hacía más caliente, envolviendo su piel como si se encontrase en medio de una fogata que la derretía por dentro, su respiración se aceleró así como los latidos de su corazón que la hacían sentir como si subiera una pendiente. Llevó una de sus manos a la unión de sus senos que había creado él y comenzó a rozar con su pulgar la sensible piel del glande que se acercaba a escasos centímetros de su boca.
—¿Esto está funcionando? —preguntó para provocarla pues podía ver sus pupilas dilatadas y sentir el temblor de su cuerpo.
—Lo único que sé es que me encanta y que si te alejas en este momento pobre de ti —respondió con una sonrisa.
Gimió al sentir que Pedro le presionaba los senos aún más y aceleró el ritmo de sus caderas, sonriendo de manera perversa mientras la miraba con intensidad, en respuesta ella llevó su lengua hasta el provocativo glande para acariciarlo y el gemido que él le entregó liberó sus ataduras, cerró los ojos siendo arrasada por el placer y allí estaba ese orgasmo que le había prometido, sin siquiera tener que tocar su intimidad la estaba llevando a la cima del éxtasis y aunque no fue uno de esos que la hacía estallar en pedazos, sí fue muy placentero.
Él sentía que el roce lo había llevado al borde también, por lo que después que Paula se recuperó se movió con rapidez y la penetró sin esperar más, la sintió temblar ante sus primeras arremetidas que fueron demasiado potentes, así que poco a poco fue bajando el ritmo hasta deslizarse lentamente dentro de ella mientras la miraba a los ojos.
—Pedro… no te cohíbas, no soy una muñeca que pueda quebrarse, soy una mujer… tu mujer, y además sabes que me encanta —susurró contra los labios de él al tiempo que le acariciaba la espalda.
—Pero siempre terminas adolorida Paula —esbozó con la voz ronca por tener que contenerse, estaba a punto de irse.
—¡Pues qué maravilloso es eso! Tengo a un hombre que me hace gozar tanto que puedo recordarlo por días —expresó sonriendo.
Él no respondió con palabras, prefirió que fueran sus gestos los que hablaran por él y después de sonreír la besó con ardor mientras se hundía en ella anclándola en la cama, desbocándose como tanto le gustaba mientras se tragaba los gemidos que Paula le entregaba.
La sangre comenzó a correr como una crecida dentro de su cuerpo desembocando en un solo lugar, su miembro se tensó listo para comenzar a descargarse cuando sintió que ella estaba siendo arrastrada por otro orgasmo, quería que lo hicieran juntos y le tomó las piernas doblándolas sobre la parte interna de sus codos para tener más espacio y mayor profundidad.
Se clavó en ella liberando gemidos guturales mientras su esencia se desbordaba con poderío y después de eso no supo nada de él, solo que se desplomaba sobre Paula.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario