sábado, 29 de agosto de 2015

CAPITULO 167




Después de tener que lidiar varios minutos con el tráfico de Roma, al fin vio ante él la enorme fachada del The Saint Regis, se dirigió a la zona del valet parking y bajó para hacerle entrega de las llaves de su auto, una Maserati Kubang de un reluciente negro, al joven con uniforme que se acercó en cuanto lo vio llegar.


Se acomodó la americana negra mientras caminaba al vestíbulo del hotel, cuando entró en éste el tono rojo, bronce y crema parecía dominarlo todo, buscó con la mirada a Paula encontrándola junto a su hermana y Kimberly. Su escritora lo embelesó de inmediato, lucía tan bella esa noche que puso a su corazón a latir de manera desbocada.


—Buenas noches —saludó captando las miradas de todas.


—Hola Pedro, creo que todos nos pusimos de acuerdo para deslumbrar esta noche, te ves guapísimo —mencionó Kimberly viéndolo.


—Kim tiene toda la razón, te ves genial —indicó Diana saludándolo.


—Gracias, pero ustedes me han opacado por completo —dijo él mirando a Paula que lo veía como si no fuera real.


—Buenas noches Pedro —él la dejó sin habla, no podía comprender cómo cada vez que lo veía le parecía más guapo a como lo recordaba—. Gracias por el cumplido, tú luces muy bien.


Él le dedicó una sonrisa de esas que arrancaban suspiros y tuvo que contenerse para no amarrarla entre sus brazos y besarla delante de Diana y Kimberly, lucía tan hermosa que parecía irradiar luz.


—¿Les parece bien si nos vamos ya? El tráfico a esta hora se pone algo pesado y mis padres viven en Olgiata, eso queda en Lazio y con suerte estaremos allí en cuarenta minutos —informó haciéndoles un ademán para que ellas caminaran delante mientras él las escoltaba.


—Sí, ya estamos listas —indicó Paula.


Verificó que tuviera en sus manos el regalo de Alicia y la botella de vino que le llevaría al papá de Pedro, esperaba sorprenderlo sobre todo a él, cuando vieran que era aquella que ellos tomaron en Varese, aunque una cosecha más reciente.


—Viven a las afueras de la ciudad como nuestros padres —comentó Diana con una sonrisa mientras caminaban.


—Así es Diana, es un circuito cerrado, tiene un country club, un club de golf y un centro hípico, lo mejor es que les da tranquilidad —contestó buscando en su bolsillo la propina del chico que fue a buscar su auto.


—¿Es decir que tú eres un niño rico romano? —indagó ella que había heredado ese instinto militar de su padre.


—Diana —la reprendió Paula por ser tan confiada.


—Contrario a lo que puedan decir las apariencias, no lo soy, mis padres son dos profesionales como tantos otros, que han visto los frutos de su trabajo recompensados. Antes vivían cerca de la Fontana di Trevi, a pocas calles de donde yo vivo ahora… pero se fatigaron del acoso de la prensa y decidieron mudarse hace tres años —explicó intentando no dar muchos detalles. El chico llegó con el auto y le entregó las llaves.


—Contrario a lo que puedan decir las apariencias —esbozó Diana viendo la preciosa Maserati Kubang ante sus ojos.


Él dejó ver una hermosa sonrisa mientras le abría la puerta del copiloto a Paula y la trasera a ella y a Kimberly, después caminó con esa elegancia que lo caracterizaba para ocupar su asiento, se puso el cinturón de seguridad y miró a Diana por el retrovisor.


—Bueno, yo también he cosechado los frutos de mi trabajo, tengo trece años de carrera y la única vez durante éstos que tomé unas vacaciones prolongadas, fue hace poco más de tres años —comentó encendiendo el motor y disfrutó de ver la sonrisa de Paula.


—¿No has tomado vacaciones desde entonces? —inquirió Kimberly asombrada, ella después de cada película se iba a alguna playa paradisíaca y apenas tenía seis años en el mundo del cine.


—Al menos no unas tan largas y que haya disfrutado tanto como aquellas Kimberly —respondió sonriendo.


Encendió el reproductor de sonido que tenía su iPod instalado, dejó que la misma lista de reproducción siguiera, eran en su mayoría canciones en inglés para que sus otras dos acompañantes se sintieran a gusto. La voz de Eros Ramazzotti inundó el interior del auto y segundos después se le unió la de Anastasia para cantar a dúo Belong to you.


—Amo esa canción —esbozó Kimberly entusiasmada—. Tuve que buscar los subtítulos de las partes en italiano y me encantó aún más.


—Pues los tres tienen ventaja sobre mí… yo la he escuchado, pero no he buscado lo que significan. Paula tú seguramente la entiendes perfectamente al igual que Pedro —indicó Diana mirándola.


—Sí, es muy hermosa… ¿Saben algo? El compositor, Newman está buscando una canción como ésta que una los dos idiomas, los dos mundos dentro de Rendición —comentó moviéndose para sentarse de lado y mirar mejor a Pedro con esa excusa— ¿Qué les parece si se la sugiero? — preguntó mirándolos a todos para no quedar al descubierto.


—Sería fantástico Paula —expresó Kimberly con una sonrisa.


—Si a ustedes les gusta voto a favor y de seguro podré aprendérmela de aquí a que salga la película —contestó Diana.


—¿Tú qué dices Pedro ? —inquirió Paula dejando libre sin darse cuenta un tono más íntimo que aquel que siempre usaba con él cuando estaban junto a otras personas.


—Me parece perfecto y me alegra aún más que vayamos identificando el sentimiento que ambos comparten —respondió mirándola a los ojos.


Una mirada que para Paula tenía un significado mucho más poderoso, que le expresaba un inmenso amor y sobre todo la esperanza de tener una vida juntos, perteneciéndose uno del otro como decía la canción. Le entregó una de sus mejores sonrisas a Pedro  y tuvo que controlar el suspiro que revoloteaba en su pecho así como las ganas de besarlo y decirle de una vez por todas cuanto lo amaba.


—¿Puedes repetirla por favor? —pidió buscando que sus palabras le trasmitieran parte del sentimiento dentro de su pecho.


—Claro, todo para complacerte e inspirarte —expresó con una sonrisa que iluminaba su mirada, casi tanto como la de ella.


Diana y Kimberly intercambiaron una mirada de desconcierto, pero después compartieron una sonrisa cómplice, mientras en sus cabezas la idea del nacimiento de una posible relación amorosa entre Pedro y Paula se concretaba. Ya durante el vuelo ellas habían mencionado algo al respecto e incluso Kimberly mencionó que él parecía tener más química con la escritora que con ella misma. Y Diana que no pudo controlar su lengua le habló un poco sobre el interés que había mostrado Pedro por saber más de Paula y su visita a Chicago.


Ambas podían sentir que había algo más entre esos dos y ellas acababan de proponerse descubrirlo; fueron sacadas de sus cavilaciones cuando para su sorpresa ambos cantaban una de las estrofas en italiano e inglés de la canción y lo hacían de maravilla.



vincerò per te le paure che io sento,
quanto bruciano dentro le parole che non ho più detto, sai…
Want you, baby I want you and
I thought that you should know that I believe.
Lampi nel silenzio siamo noi
I belong to you, you belong to me.


Cada vez les resultaba más complicado esconder el sentimiento que los unía, no podían evitar que las emociones los rebasaran y terminaran poniéndose en evidencia como en ese instante, la música cambió dándoles la oportunidad de escapar de ese hechizo que parecía envolverlos haciendo que sus corazones tomaran el control. Pedro le subió el volumen y comenzó a cantar junto al vocalista de One Republic, una de sus canciones favoritas Counting Stars.


I couldn't lie, couldn't lie, couldn't lie… Everything that kills me makes me feel alive — esbozó y notó que Diana y Kimberly también lo hacían, incluso Paula se unió quizás buscando disimular al igual que él, le guiñó un ojo y continuó con la canción.


Minutos después entraban a la hermosa propiedad de los esposos Alfonso, rodeada de extensos jardines que no podían apreciar en su totalidad debido a lo cerrado de la noche, la mansión de dos plantas al más puro estilo italiano con techos de tejas rojas y paredes de un cálido tono naranja, se encontraba completamente iluminada con luces blancas y el bullicio que provenía del interior les anticipaban que la fiesta había comenzado y que estaba quizás en su mejor momento.


Pedro las guió hacia la casa y aprovechando que Diana y Kimberly se habían adelantado un par de pasos a ellos, le tomó la mano a Paula mientras la miraba a los ojos.


—Bienvenida señorita Chaves —susurró con una hermosa sonrisa.


Ella le respondió de la misma manera y se arriesgó a darle un rápido beso en los labios, la sonrisa de él se hizo más amplia ante el gesto y Paula le guiñó un ojo, sentía que su mundo era perfecto una vez más.


La reacción de los invitados y la familia de Pedro los tomó por sorpresa cuando al entrar los recibieron con un aplauso, las primeras en acercarse fueron las primas del actor, que se le colgaron del cuello para felicitarlo mientras le dejaban caer decenas de besos en las mejillas.


Pedro se liberó de ellas con rapidez e hizo las presentaciones, en ese preciso instante toda la atención se volcó en Paula y él quedó relegado a un rincón, pues todas deseaban preguntarle sobre el libro. Mostrando una sonrisa llena de orgullo se encaminó hasta donde sus abuelos lo esperaban, tenía casi dos meses sin verlos pues la edad pocas veces les permitía trasladarse hasta Roma.


—Mis niñas necesito que dejen respirar a Paula por favor —dijo Amelia quien acudió en auxilio de la escritora.


—Por favor tía, estamos intentando convencerla para que haga una continuación de la historia, todas queremos saber más de Franco y Priscila —comentó Bianca con una sonrisa entusiasta.


—Creo que todas queremos saber más de ellos, pero esta noche Paula es nuestra invitada, no está aquí por trabajo… Ven hija te presentaré al resto de la familia y también a mi querida Alicia — mencionó sonriendo llevándola del brazo.


—Muchas gracias señora Amelia… —decía Paula.


—No tienes nada que agradecer, estoy feliz de tenerte aquí… y además, si alguien debe dar las gracias soy yo. Paula, tú me devolviste a mi Pepe, en realidad me diste uno mucho mejor… No tienes idea de lo distinto que regresó de esa época en la villa —mencionó mirándola a los ojos y le dedicó una sonrisa al verla sorprendida, suspiró y continuó—. Incluso se quedó un par de meses viviendo de nuevo con nosotros cuando nos mudamos aquí, la prensa no lo dejaba en paz en ningún momento y él en lugar de actuar como la mayoría esperábamos. Es decir, aprovechando eso para
montar un espectáculo que centrara toda la atención en su figura de nuevo y resurgir como el Ave Fénix, no lo hizo. Simplemente se alejó para esperar que las aguas volvieran a su cauce.


—Yo… Supe que no regresó al mundo del espectáculo sino meses después, pero pensé que estaba preparándose para hacerlo en grande, justo como lo hizo —comentó ella desconcertada.


—Pues no le hizo falta alardear mucho, mi hijo tiene un don especial Paula, al igual que lo tienes tú y ahora que te conozco comprendo más los motivos que los llevaron a separarse, era algo que ambos debían hacer… No estaban listos para comprometerse —dijo mirándola y le posó una
mano en la mejilla con ternura—. Pero ahora las circunstancias son distintas, ambos han madurado en esos aspectos de sus vidas que estaban incompletos, estoy segura que esta vez harán las cosas de la manera correcta —agregó con una sonrisa.


—Siento que aún… hay muchas cosas por aclarar, creo que ninguno de los dos ha querido ahondar mucho en nuestra separación, para no dañar el momento que vivimos, pero… —se interrumpió sin saber cómo explicarse y desvió la mirada buscando a Pedro.


—El momento llegará Paula, no deben apresurarlo. Sé que no te gusta recibir presiones y mi hijo carece de paciencia, pero todo debe encontrar su justo equilibro, ustedes lo tuvieron durante varios meses y algo me dice que esta vez pueden encontrarlo, para toda la vida. Solo promete que no
te darás por vencida ante el primer obstáculo que se les presente.


Paula se mordió el labio inferior, un claro gesto de que estaba nerviosa, la madre de Pedro tuvo que interpretarlo muy bien, porque cedió y negó con la cabeza mientras le sonreía.


—No me prometas nada a mí, solo debes hacerlo contigo misma, no debes sentir ningún compromiso conmigo Paula, es tu decisión.


—Gracias —esbozó sintiéndose aliviada.


—Ven, vamos a reunirnos con los demás, por cierto, debes firmarme todos los libros y por favor, con dedicatoria especial —pidió como si se tratase de una fan más, en el fondo lo era.


—Estaría encantada —expresó sonriendo y se acercó al grupo.


En el mismo, ya se encontraban Diana y Kimberly que habían sido integradas por Pedro y Lisandro, estaban también dos personas mayores que debían ser los abuelos, así como Alicia a quien reconoció de inmediato despertando en ella una grata emoción.


—Paula bienvenida a nuestra casa —la saludó Fernando.


—Muchas gracias señor Alfonso, le he traído algo —pronunció mostrando una sonrisa nerviosa y le extendió la bolsa de regalo donde llevaba la botella de Barolo Rapet Gold.


—No te hubieras molestado, pero mira esto —dijo sacando la elegante botella oscura con etiqueta dorada de la bolsa, mostrando una gran sonrisa—. Es uno de mis favoritos, gracias por el detalle Paula —vio el interés en la mirada de su hijo menor y se la extendió—. Veamos qué dice el experto, aunque es mía así que no te encariñes con ella.


Paula sonrió al notar la sorpresa en el semblante de Pedro cuando tuvo la botella en sus manos, no podía imaginar que en verdad él recordara cada episodio del tiempo que vivieron hacía casi cuatro años. Lo vio acariciar la etiqueta y después elevó el rostro para mirarla.


—Excelente elección Paula —esbozó con la mirada brillante.


Ella asintió en silencio dedicándole una sonrisa ajena a las miradas de su hermana y Kimberly que habían activado sus alarmas al escuchar al padre de Pedro llamarlo “experto” refiriéndose seguramente a su habilidad con los vinos.


—También le traje esto a Alicia, feliz cumpleaños… estoy encantada de conocerte —mencionó con una sonrisa mientras la miraba.


—Gracias, es un placer —contestó de manera escueta recibiendo la bolsa y apenas mostró un remedo de sonrisa.


Las tres invitadas de su hermano tenían algo que le agradaba, a diferencia de muchas de sus amistades, éstas tres no parecían ser arrogantes o hipócritas, le cayeron bien sobre todo la que se presentó como Diana, aunque por la amabilidad que mostraba su madre para con la escritora y las miradas que le dedicaba Pedro, era Paula Chaves a la que buscaban impresionar, algo que le resultaba ridículo porque tampoco es que fuera alguien excepcional.


Amelia notando la actitud de su hija, sacó rápidamente un tema de conversación para evitar que Alicia fuera a causarle algún desaire a las invitadas, hasta el momento se había portado bien, pero comenzaba a sospechar que la tensa calma que reinaba entre Pedro y ella no duraría mucho, vio a su hijo fruncir el ceño ante el gesto tan distante de su hermana para con Paula y tenía razón en molestarse.







2 comentarios:

  1. Qué emocionantes los 3 caps. Pero qué pesado es el productor de la película, es un insoportable.

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  2. Muy buenos capítulos!!! pesadísimo Guillermo!!! y es lo más Amelia! yo quiero una suegra así!!!! No sé cuanto van a durar sin que todos se enteren de lo que pasa entre ellos!

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