sábado, 29 de agosto de 2015

CAPITULO 166




Paula había hecho lo que Pedro le pidió, le comentó a Diana de manera casual sobre su invitación, y aunque no se sentía muy contenta de llevar a Kimberly Dawson con ellas, sabía que era lo mejor o de lo contrario los rumores que ya andaban corriendo, por el breve encuentro que ella había tenido con sus padres esa mañana se intensificarían.


—Ya estoy lista… este fue uno de los pocos vestidos que empaqué, no esperaba tener que asistir a una fiesta formal tan pronto —mencionó Diana entrando al baño donde se encontraba su hermana.


La producción las había puesto a compartir una preciosa y elegante suite, ésta era tan grande que cada una contaba con su propio dormitorio y una espaciosa sala de estar decorada al más propio estilo neoclásico. Diana quedó enamorada de las fotografías en blanco y negro que adornaban las paredes del pasillo que llevaba a las habitaciones y tenían como protagonistas a grandes estrellas del cine italiano.


Paula la miró y le dedicó una sonrisa, su hermana era hermosa pero pocas veces usaba vestidos, porque según ella no tenía una figura agraciada para ellos, siempre prefería andar de jeans y camisetas. Así que cuando se ponía uno, dejaba salir esa delicada y elegante mujercita que vivía dentro de ella, dejó el labial para tomarle la mano; hacer que diera una vuelta apreciando mejor el ligero movimiento que hacía el vestido turquesa, el diseño era en verdad muy lindo.


—Te ves hermosa y es adecuado, los padres de Pedro no dijeron que fuera un evento de etiqueta, es solo una pequeña reunión —indicó para hacerla sentir confiada y tomó el rímel para continuar con su tarea.


—Espero no desentonar… es solo eso, sabes que no me siento tan cómoda llevando vestidos. Nuestra madre te heredó toda su elegancia a ti —comentó mirándose una vez más en el espejo.—Tú también eres elegante Di, aunque vayas de jeans y para tu información no eres la una única con dudas… la verdad es que no sé si estoy bien —mencionó y sus nervios podía jurar eran mayores que los de su hermana, los anfitriones de esa reunión eran sus nuevos suegros.


—No tienes de qué preocuparte Paula te ves bellísima, ese color te queda muy bien y el diseño del vestido es hermoso… resalta todas tus curvas, creo que vas a tener que quitarte a más de un italiano de encima hoy —dijo con picardía mirándole el trasero.


Su hermana se había esmerado en su arreglo de esa noche, en verdad se veía hermosa en ese vestido rosado, el escote imperio hacía lucir sus senos tan perfectos y sensuales, y el largo por encima de las rodillas mostraba las piernas de Paula, que nada tenían que envidiarle a las de una estrella de cine. Si ella tuviera por lo menos la mitad de las curvas que poseía Paula sería la mujer más feliz de la tierra; pero la naturaleza solo le dio unos hermosos ojos grises y un cuerpo escuálido.


Paula solo quería tener a un italiano encima esa noche y eso lo deseaba en el más puro sentido literal de la palabra, no pudo evitar sonrojarse ante sus pensamientos y el deseo que se despertó en su cuerpo al ser consciente de lo que sucedería esa noche entre Pedro y ella. Aun no sabía cómo se las ingeniarían, pero era seguro que esa noche ellos dos se entregarían igual que años atrás, sin cohibiciones ni dudas.


Kimberly se sentía un tanto nerviosa por esa salida, no sabía cómo debía comportarse, ella estaba acostumbrada a las opulentas fiestas de Hollywood y había olvidado cómo desenvolverse en una sencilla y sobria reunión familiar. 


Escogió uno de los diseños más sencillos con los cuales contaba y después de arreglarse se tomó una foto para enviársela a su estilista y mejor amigo. Confiaba mucho en su opinión, así que cuando él le dijo que lucía espléndida se llenó de seguridad, tomó su bolso estilo sobre y la pequeña caja de regalo con la pulsera de plata que había comprado esa tarde para regalarle a la hermana de Pedro y bajó al lobby donde había quedado con Paula y Diana para reunirse.


—Hola… lucen bellísimas —las saludó con una sonrisa.


—Gracias Kimberly —mencionó Paula viéndola y aunque no quisiera admitirlo se veía hermosa—. Tú también luces genial, tu vestido es precioso —comentó con una sonrisa mientras admiraba el diseño.


—Bueno, queda claro quiénes son las famosas y quién la fotógrafa —dijo Diana con una sonrisa que intentaba ocultar su inconformidad.


—Pero eres una fotógrafa a la última moda, me encanta tu vestido Di, es fresco y libre como tú — acotó Kimberly con una sonrisa.


—Se lo he dicho ya varias veces… —decía Paula cuando sintió su teléfono vibrar dentro del bolso estilo sobre que llevaba.


Se llenó de nervios pero intentó que no fuera tan evidente, despacio procedió a abrirlo para sacar el móvil, lo desbloqueó encontrándose tal y como esperaba con un mensaje de Pedro que decía que estaba cerca. Le pasó la información a sus acompañantes y con rapidez le respondió que ya esperaban por él, recibió otro que la hizo sonreír como una chiquilla enamorada y respondió de manera afirmativa diciéndole que sí llevaba un vestido esa noche, la reacción de Pedro fue inmediata cuando le escribió reduciendo el tiempo en que llegaría, de diez minutos a solo cinco provocando que sonriera de nuevo.


—Buenas noches, que hermosas lucen todas, no estaba al tanto que saldrían a algún club — mencionó Guillermo que entraba al lobby.


Quedó en reunirse una vez más con Thomas y Marcus para cenar esa noche en el restaurante del hotel, cuando su mirada se topó con las tres damas no pudo evitar sorprenderse, nadie le había informado a él que ellas tenían planes de salir.


—Quizás deban esperar a que alguno de nosotros pueda ir con ustedes, ya vieron cómo estaba la prensa hoy cuando llegamos, no creo que sea prudente salir sin algún dispositivo de seguridad.


—No lo necesitaremos Guillermo, vamos a la casa de los padres de Pedro, tienen una reunión por el cumpleaños de su hermana menor hoy y nos han invitado —mencionó Paula mirándolo a los ojos.


— Ya veo… pero igual insisto, deberían llevar a alguien. Si me dan media hora yo puedo acompañarlas, le diré a Thomas que también venga con nosotros o bien puede ser el resto del equipo —decía con su mirada fija en Paula, no podía creer que ella en verdad estuviera interesada en el actor, la creía una mujer más centrada.


—No creo que los padres de Pedro tengan problemas en recibirnos a todos, pero ya él viene en camino a buscarnos, así que ustedes pueden llegar después de nosotras —contestó sin dar su brazo a torcer, Guillermo Reynolds estaba muy equivocado si creía que podía decirle qué hacer, sus decisiones las tomaba solamente ella.


Diana y Kimberly veían el intercambio de palabras y podían sentir la tensión que se iba acumulando en el ambiente, la actriz quiso intervenir y salvar la situación con algún comentario casual, pero antes de hacerlo Guillermo habló de nuevo dirigiéndose a la escritora.


—Paula… ¿Podrías acompañarme un momento por favor? —pidió él alejándose para que ella lo siguiera.


—Por supuesto —respondió y caminó hasta donde él se detuvo.


—¿Existe algo con relación a Pedro Alfonso de lo que yo deba enterarme? —su pregunta fue directa, no era hombre de rodeos.


—¿A qué te refieres? —contestó Paula con otra interrogante y los nervios comenzaron a bullir en su interior.


—No lo sé, tú dímelo… —cuestionó mirándola a los ojos y al ver que ella no respondía decidió continuar— ¿Sabes algo? Me resulta un tanto extraña esa reacción que tuviste hoy con sus padres… además, esta invitación a su casa y la manera en cómo me retaste por su causa delante de todos — exponía con su mirada clavada en ella.


—Yo no te reté, simplemente te hice caer en cuenta de la locura que decías. Pedro es el protagonista de Rendición y no tengo que decirte lo importante que es para el proyecto porque se supone que ya lo sabes, al igual como lo es Kimberly… la prensa está muy al pendiente de los dos y si deseas que sigamos manteniendo la imagen que dimos en el vídeo de L.A. y en la fiesta de presentación, entonces deberías tener presente que somos un equipo y es deber de todos cuidar de cada uno —señaló mostrándose segura mientras le mantenía la mirada.


—Eso lo tengo muy claro Paula, nadie más que yo quiere que la adaptación sea un éxito, es mi proyecto… y por lo tanto, cuando doy una orden espero que se cumpla, hoy cuando te pedí que subieras a la camioneta debiste hacerlo sin protestar…


—¿Disculpa? Yo firmé un contrato con tu padre no contigo, y en ningún momento leí que me sometería a tus órdenes, estoy aquí para dar mi opinión y supervisar que la adaptación sea lo más fiel posible al libro y al guión que se escribió, no para ser una de tus empleadas —expuso furiosa y estaba dispuesta a irse, dejándolo con la palabra en la boca, pero recordó algo más que deseaba dejar en claro—. Y lo que haga con mí tiempo es cosa mía, a donde voy, con quién o cuándo… solo lo decido yo y quiero que eso te quede claro. Que tengas buenas noches —dijo para finalizar el tema y se volvió dándole la espalda.


Guillermo se quedó mirándola sin poder creer que ella se atreviera a hablarle así, ninguna mujer lo había tratado de esa manera y Paula Chaves fue de quien menos lo pensó. 


Creía que todo sería sencillo y le sobrarían oportunidades para conquistarla, pero se había equivocado y odiaba cuando eso sucedía, antepuso sus deseos de hacerle ver a Paula que él no estaba jugando, solo se dijo que debía ser inteligente y esperar a que ella bajara la guardia, había fallado en su estrategia y perdido esa batalla, pero juraba que al final terminaría victorioso, esa mujer sería suya porque así lo deseaba.












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