lunes, 10 de agosto de 2015

CAPITULO 103




Chicago, USA. Marzo 2013.


Había pasado casi dos horas conduciendo por las calles de la ciudad sin saber específicamente hacia dónde ir, solo había salido intentando dejar de lado el tema de Pedro, aunque su amiga la había animado a ver la entrevista completa y algunos vídeos recientes del joven, dejó de presionarla cuando seguramente notó que eso más que ayudarla solo la alteraba, no en el modo que había ocurrido días atrás sino en uno más peligroso, lentamente Paula se iba dejando envolver por el encanto del actor y eso podía ser contraproducente, así que decidieron terminar con todo lo
que tenía que ver con el italiano al menos hasta que llegara el día del casting.


Desde que decidiese darle luz verde a Pedro para que viniera a las audiciones de Rendición, su cabeza parecía un torbellino que giraba y giraba cada vez más rápido, necesitaba enfocarse en algo, hacer algún tipo de actividad que requiriese de toda su concentración para no terminar actuando como una loca. Sin embargo, su corazón seguía corriendo como un caballo salvaje, sus emociones estaban completamente descontroladas, y lo peor de todo era que ni siquiera lo había visto aún.


Dentro de dos días saldría hacia Los Angeles para reunirse con el equipo de producción de la película, tendría que estar presente en las largas jornadas de pruebas de los actores principales, las mismas durarían varios días pues se habían anotado cientos, de todas las edades y perfiles físicos, aunque se habían hecho especificaciones claras para los protagonistas, todos deseaban tener una oportunidad aunque fuese como extras en lo que muchos anunciaban como el éxito taquillero del próximo año.


Para Paula todo sería únicamente una cuestión de rutina si entre esos cientos de personas no estuviese quien la tenía al borde de un colapso nervioso, ya había perdido la cuenta de todas las veces que se había repetido que nada de eso debía afectarla, que ella era una mujer adulta que podía manejar sus emociones a cabalidad, siempre había sido centrada y profesional, podía ir y desempeñar el rol que le correspondía con total normalidad. Pero cuando pensaba en Pedro todo su autocontrol fallaba desastrosamente, sabía que no saldría corriendo y se lanzaría en brazos del italiano, no estaba tan mal para llegar a ese punto, pero tampoco podía asegurar que saldría ilesa de ese encuentro, mucho menos cuando el mero recuerdo del actor la ponía a temblar.


—¡Oh por favor Paula! Tienes que empezar por calmarte, por imaginarte frente a él y que tus piernas no se vuelvan de gelatina, no es tan difícil… ya una vez lo hiciste, no te dejaste envolver por Pedro Alfonso a la primera, además ustedes terminaron como amigos, no existe razón alguna para que este encuentro sea algo peligroso. No olvides que él tiene pareja y aunque es una rubia espantosa y toda rígida, que más parece un maniquí que una mujer real… ¡Ya, basta! Deja de criticarla, ese no es tu problema, que Pedro tenga gustos tan pésimos no es asunto tuyo, es
solamente de él… ¿A ti que te puede importar que la mujer sea hermosa u horripilante? ¡Nada! Así que concéntrate en ti y solo en ti, en recordar que ahora eres distinta a la chica que se lanzó a una aventura, que tienes la vida que siempre deseaste y a un hombre maravilloso a tu lado… lo tienes todo y eso debe bastar, tiene que bastar — se recordó dejando libre un suspiro.


Accionó el botón de play que se hallaba en el volante de su vehículo para encender la música, siempre la ayudaba a distraerse y en ese preciso instante lo que más necesitaba era eso, sacar de su cabeza la imagen de Pedro sonriéndole, mirándola con intensidad, seduciéndola, haciendo que cada fibra dentro de su ser se estremeciese; no podía seguir así, debía controlarse si quería salir con bien de todo eso, tenía que hacerlo.


La voz de Kelly Clarkson cantando Never Again inundó el interior de su auto y de inmediato Paula se sintió llena de energía, fue como si de pronto percibiera que podía controlarlo todo y que nada lograría desestabilizar sus planes, comenzó a acompañar a la cantante.


—Never again will I hear you. Never again will I miss you… never again will I fall to you… Never —cantaba a todo pulmón mientras esperaba a que el semáforo cambiase de luz.


Haría que Rendición fuese un éxito mayor del que había sido hasta el momento, seguiría junto a Ignacio, incluso podía pensar por fin en casarse con él, lo harían después de su regreso de Italia, solo para no apresurar las cosas, quería que esa decisión fuese la correcta y no tomarla bajo presiones.


Cuando llegó a su departamento minutos después, ya la noche había caído. Su madre había llamado varias veces preocupada preguntando por ella, Paula había dejado su teléfono móvil y por ello no había contestado, tenía siete llamadas pérdidas y dos mensajes de voz, donde le pedía que atendiera el aparato o al menos tuviese la consideración de devolverle las llamadas. Dejó libre un suspiro después de escucharlos y se llenó de paciencia antes de discar el número de su madre y esperar el tono, solo repicó dos veces antes que atendiera.


—¿Se puede saber por qué no contestas el móvil y dónde estabas?


Fue lo primero que le escuchó decir, ya estaba preparada para ello.


—Hola mamá, no ha sido mi intensión angustiarte… salí un rato y olvidé llevar el teléfono, necesitaba distraerme de tanto trabajo. ¿Cómo han estado tú y papá? —mencionó mostrándose sumisa como siempre hacía con su progenitora.


—Bien, me sorprende que lo preguntes, hace semanas que no vienes a visitarnos, no vivimos en otro país, ni siquiera en otra ciudad Paula, estamos a unos cuantos minutos de tu casa y es muy desconsiderado de tu parte no acercarte hasta aquí para compartir una comida con nosotros, ya sé que no somos una familia muy dada a los sentimentalismos, pero eso no quiere decir que no extrañemos a nuestros hijos de vez en cuando. De Walter lo comprendemos pues entre su familia y su trabajo las cosas se le complican, a Nico también podemos excusarlo pues su carrera le quita mucho tiempo, pero tú y Diana no tienen pretexto, aunque ella ya es un caso perdido…


Decía siguiendo su acostumbrado discurso.


Su madre hablaba como si fuese una contestadora de esas que venden anuncios o notifican de alguna cuenta pendiente, era tan mecánica que ella ni siquiera debía prestarle atención para saber todo lo que decía y darle una respuesta acertada en cuanto le preguntase.


—¿Me estas escuchando?


Inquirió en ese tono autoritario que siempre mostraba.


—Por supuesto madre y tienes razón, sabes que siempre que puedo voy a visitarlos pero últimamente he estado muy ocupada, dentro de dos días salgo hacia L.A. y debo preparar unas cuantas cosas antes del viaje, te prometo que en cuanto regrese iré a visitarlos y podremos planear una comida todos juntos, estaré de regreso en un par de semanas —contestó dejándose caer en el sillón de su estudio.


—Con respecto a eso tenemos una conversación pendiente Paula. Ya sé que es tu trabajo y que como tu familia decidimos apoyarte y respetar las decisiones que debas tomar, pero siempre existen límites y creo que es hora de recordarlos, no estoy muy empapada del tema, pero por lo poco que he escuchado vas a estar presente en las grabaciones y éstas se llevarán a cabo en Italia, eso significa que debes viajar allá de nuevo ¿No es así?


La interrogó y aunque su tono ya no era de reproche, tampoco la llenó de confianza, todo lo contrario, la hizo tensarse.


—Es algo de lo que debemos hablar, soy consciente de ello, tienes razón madre…—esbozó cerrando los ojos.


Nuevamente… ¡Y como siempre madre!


En ese momento sintió que alguien llamaba a la puerta y fue como ser salvada por la campana, al menos unos segundos pues si se trataba de Rose o Inés debería despedirlas rápidamente, su madre debería ser más importante que cualquiera y más cuando le decía “Tenemos una conversación pendiente”. Para su suerte quien llamó a la puerta fue su novio que entró al lugar mostrando una gran sonrisa de alivio, seguro al verla sana y salva allí, sospechó de inmediato que su madre también lo había llamado a él para saber si estaban juntos. Definitivamente Susana Chaves jamás terminaría de aceptar que ella había crecido, que era una mujer adulta, que podía ir y venir a donde le diese la gana y salir con quien quisiese sin tener que darle explicaciones.


—Hola… ¿Estás ocupada? —preguntó Ignacio en un susurro.


—Hola, es mi madre —respondió ella colocando los ojos en blanco pues su novio sabía cuánto la exasperaba a veces.


Él dejó ver una sonrisa y asintió en silencio, se disponía a retirarse pero ella se lo impidió haciéndole un ademán para que se acercara, él accedió de inmediato caminando con ese andar seguro y masculino que siempre mostraba, besó su mejilla y le acarició el cabello.


—Paula estas cosas me gusta hablarlas en persona, la reunión que organizaré a tu regreso será perfecta, creo que es una decisión que debe tomarse en familia, toma el tiempo que debas para dejar todo listo, yo le diré a tu padre que vendrás a vernos en unas semanas.


Indicó dando todo por sentado como siempre hacía.


—Bien, madre acaba de llegar Ignacio, debo dejarte, quedé en que cenaríamos juntos. Por favor discúlpame por haberlos angustiado, la próxima vez seré más cuidadosa y dile a papá que lo quiero y lo extraño mucho, a ti también, cuando regrese iré a verlos, besos y abrazos a ambos —dijo para despedirse.


—Se lo diré, cuídate mucho hija, sabes que lo único que deseamos es tu bien, saluda a Ignacio de mi parte y atiéndelo, mira que si lo tienes igual de abandonado que a nosotros por tu trabajo va a terminar aburriéndose de la relación y perderás a un hombre maravilloso. Te llamaré dentro de unos días para saber que has llegado bien, besos y abrazos a ti y a mi yerno


Su tono cambió por completo, siempre era así cuando se trataba de sus pretendientes, claro está, con aquellos que eran el prospecto ideal para formar una familia.


—Estaré pendiente, adiós madre —esbozó y después de ello colgó, dejando libre un suspiro.


—¿Cómo se encuentra Susana? Espero que más tranquila —preguntó él apoyándose en el escritorio de su novia.


Sus ojos se posaron en las carpetas sobre éste, las mismas que guardaban los datos de todos los actores que se habían anotado, para participar en las audiciones de Rendición, su curiosidad lo llevó a tomar una.


—Está bien, como siempre, me llamó para reprocharme que no los he visitado y para anunciarme que debemos tratar en familia el asunto de mi viaje a Italia, supongo que tendremos votaciones a mi regreso de L.A. —contestó la castaña relajándose en el sillón con los ojos cerrados.


—A mí también me llamó para saber si estabas conmigo, dijo que se sentía muy apenada por hacerlo, pero que si tuviese una hija más considerada no se vería en tal necesidad, debo confesar que incluso a mí me preocupó, desaparecer de esa manera no es algo muy frecuente en ti… pero al menos tuve la sensatez suficiente para no ir con la policía a colocar la denuncia —indicó en tono divertido y se sintió feliz al ver que ella esbozaba una sonrisa.


Aunque seguía con los ojos cerrados y se estaba masajeando las sienes, seguro le dolía la cabeza, últimamente Paula había estado bajo demasiada presión por eso le daba su espacio, pero procurando hacerle sentir que siempre estaba allí por si lo necesitaba; su mirada se desvió una vez a la carpeta en sus manos, la ficha en el interior de esta era de un hombre que no conocía y si había
 algo de lo que Ignacio supiese más después de valores e inversiones era de cine, era un apasionado del séptimo arte, pero ni siquiera reconocía el nombre de este actor, seguramente porque era italiano y todos sus trabajos habían sido en ese país, contaba con una amplia trayectoria, hablaba cinco idiomas y según la descripción física que había hecho Paula de su personaje, ése hombre se le asemejaba mucho.


—Van a tener mucho trabajo en estas audiciones, aunque al parecer hay actores de gran calidad… este por ejemplo, es joven pero lleva muchos años en el medio, casi la mitad de su vida —esbozó de manera casual, leyendo algunas de las obras en las cuales había participado el italiano, para ver si
ubicaba alguna.


Paula sintió que su estómago se encogía en cuanto las palabras de Ignacio cesaron dejando el lugar sumido en un incómodo silencio, abrió los ojos y todo fue mucho peor, él tenía en sus manos la carpeta con la ficha de Pedro, se colocó de pie con rapidez y se la quitó, para dejarla caer sobre el escritorio, cerrándola con manos trémulas al notar que la misma había quedado abierta y desde la fotografía, el castaño parecía mirarla. Su novio la observó sorprendido ante esa reacción, frunció el ceño y buscó los ojos de Paula para saber qué había sucedido, ella nunca se había mostrado tan recelosa con su trabajo, por el contrario siempre lo compartía con él.


—Por favor no hablemos de trabajo ahora… te juro que estoy a punto de volverme loca y empiezo a odiar la palabra “audiciones” —se excusó Paula al ver que él había percibido su arranque, el temor que Ignacio descubriese todo la hizo actuar sin el menor sentido común—. Estas carpetas son de Jaqueline, está empeñada en que escojamos a nuestros favoritos incluso antes de verlos dentro de dos días, pero yo no puedo dejarme llevar solo por una imagen y unos pocos datos, además que solo daré mi opinión, la responsabilidad de escoger a los actores recae en la encargada del casting, los productores y el director —explicó intentando mostrarse poco interesada.


—Comprendo… pero no creo que esté de más que los revises, después de todo, los personajes fueron creados por ti, salieron de tu imaginación y eres la más indicada para encontrarles un rostro entre los aspirantes —obviando la negativa de Paula de evaluar a los actores, tomó otra de las carpetas y empezó a revisarla.


Paula estaba tensa, no podía evitarlo y buscaba mantener a Ignacio alejado de la carpeta de Pedro, incluso tomó ella un par más y después de pasar las hojas sin siquiera detallar la información las puso sobre la del italiano para que su novio no volviese a tomarla, intentó cambiar de tema, pero de manera sutil.


—Si estás buscando las de las actrices lamento informarte que Jackie no las trajo —mencionó con indiferencia.


—¡Tan egoísta como siempre! —exclamó él poniendo mala cara.


Ella lo miró con reproche y Ignacio dejó libre una carcajada, lo había hecho precisamente con esa intención, Paula nunca se mostraba celosa con él y debía confesar que le gustaría que de vez en cuando ella lo hiciera, saber que le afectaba que su interés se desviara a otras mujeres, incluso aunque fuese en plan de broma. Se acercó a ella y la rodeó con sus brazos para después darle un par de besos, solo toques de labios y borrar el puchero que la chica había hecho.


—Sabes que solo tengo ojos para ti, para mí no existirá nunca una mujer más hermosa y perfecta que la que tengo entre mis brazos en este momento, ni ficticia ni real, ninguna se puede comparar contigo Paula —le dijo mirándola a los ojos y después de eso la besó.





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