domingo, 9 de agosto de 2015
CAPITULO 100
Paula aún no salía de su asombro al escuchar las palabras de Jacqueline, mucho menos por ese título que la prensa italiana le había dado, querían hacer una tormenta en un vaso de agua, pues Pedro había dejado claro que se había enamorado pero que había perdido todo contacto con ella, como efectivamente era, así que eso también demostraba su falta de interés y que ya no seguía sintiendo lo mismo. La voz de su amiga la sacó de sus pensamientos y se enfocó de nuevo en lo que le decía con relación al actor.
—La cuestión es que muchos te han adjudicado el cambio que dio el señor Alfonso después de su regreso al mundo del espectáculo, personas que lo conocieron antes y lo ven ahora aseguran que es un hombre más maduro y centrado, que incluso ha vuelto a ser amable y sencillo como lo era
en sus inicios… al parecer tu… bueno… tu amigo era toda una joyita, la arrogancia en estado puro —explicó intentando parecer casual pero atenta a cada reacción de Paula.
—Que me lo digan a mí, era insoportable… se creía un dios, orgulloso, arrogante, vanidoso… quise matarlo en más de una ocasión, pero tampoco puedo juzgarlo sin ponerme yo misma en la balanza, porque yo también lo era, quizás no exageraba tanto como lo hacía Pedro, pero con él fui insufrible y arrogante al principio… no sé por qué él parecía sacar lo peor de mí, siempre quería estar por encima de Pedro en todo y había creado una estúpida competencia para hacerle ver que yo era mejor —confesó sintiéndose apenada al recordarse como una niña caprichosa.
—Supongo que si lo justificas es porque lo conoces, pero no cambies el tema, mira que te conozco y sé perfectamente cómo actúas cuando quieres evadir una conversación… cuéntame ¿Cómo se conocieron? —inquirió mirándola con atención.
—Es una historia muy larga Jaqueline, tenemos tantas cosas que hacer… y yo la verdad, no sé si sea conveniente hablar de todo esto ahora, me siento… —se colocó de pie y caminó hasta el ventanal, no sabía cómo definir el sentimiento que la embargaba o quizás no deseaba hacerlo, tenía miedo.
—Paula Chaves no te dejaré en paz hasta que me cuentes al menos parte de la historia, sabes bien que no lo haré, así que por favor deja de dar vueltas, ven a sentarte y confiesa—le exigió, aunque en el fondo era un ruego pues moría de curiosidad—. No seas cruel conmigo por favor, no he
logrado sacarme de la cabeza todo este asunto y anoche apenas si logré dormir… si supieras la cantidad de ideas que rondan en mi cabeza, tendrías para diez libros más —agregó.
—Cuando te cuente vas a terminar reprochándome lo estúpida que fui, todos los consejos que me diste no me valieron de nada y qué decir de las palabras de mi madre, si se entera te aseguro que se sentiría tan decepcionada… me comporté de una manera que ella jamás aceptaría, al menos no en lo que a mí respecta —indicó con la voz ronca sintiendo que no podía con la vergüenza.
—Yo no tengo la moral para juzgarte, no he tenido el pasado de una monja, por el contrario tú siempre has sido tan correcta, tuviste un desliz ¡Bien! ¿Qué con eso? —mencionó con la libertad que mostraba siempre que hablaba de ese tema con su amiga.
Paula sabía perfectamente que Jaqueline no tenía tapujos para decir las cosas tal cual eran, que ciertamente ella estando en su lugar hubiese hecho lo mismo o más con Pedro, la cuestión en todo eso es que su amiga no hubiera hecho el papel de idiota, jamás se habría enamorado del actor como lo hizo ella, deseó tanto poder tomar las cosas como Jaqueline en ese entonces, pero era demasiado tarde, incluso ahora lo era.
—Jackie no sé qué demonios pasó conmigo, era como sí ese hombre hubiese tenido los hilos de mi cuerpo y lo hubiera manejado cual marioneta a su antojo, yo no era… no era yo, me comportaba como alguien más y sí, me gustó mucho, pero ¿qué gané con ello? ¿Qué conseguí dejando que Pedro Alfonso me llevase a su terreno de juego? ¡Nada! Solo sufrir como una estúpida yo que siempre me mostraba ante los demás orgullosa y segura de mí, que nunca dejé que ningún hombre se me impusiera; terminé siendo el juguete de verano de un actor… Y lo peor de todo… lo peor fue que me sentía tan feliz, como no lo fui antes. ¡Por Dios soy tan patética! —confesó llena de dolor.
—Pau no digas esas cosas, un desliz lo tiene cualquiera y con un hombre como el italiano… bueno, negarlo sería absurdo, ese hombre es increíblemente apuesto y estando en tu lugar hubiera hecho hasta lo inimaginable, poco me hubiese importado si era cuestión de días o semanas… — esbozó dejándose llevar por la imagen del italiano, pero al recordar que hablaban del ex amante de su mejor amiga se controló y buscó animarla, no le gustaba verla así.
Paula no pudo evitar que una leve punzada de dolor se adueñara de su pecho ante la declaración de Jaqueline, nunca había tenido que escuchar a otras mujeres hablando de esa manera de Pedro y hacerlo por primera vez le provocaba cierta incomodidad que hasta el momento le había sido desconocida.
—Vamos Paula, no seas tan dura contigo misma, ya sé que en este aspecto somos muy distintas, pero somos amigas y como tal debemos apoyarnos y comprendernos, la verdad me dejaste muy intrigada ayer… no descansé buscando información sobre el italiano, quería descubrir de qué iba todo esto, pero nada gano haciendo conjeturas alocadas, si no deseas hablar estás en tu derecho ya te lo dije… Después de todo es algo privado tuyo y solo tú debes decidir a quién contarlo y a quién no —mencionó respetando su silencio.
—Un desliz estaba bien, es algo muy común, pero enamorarte de un hombre para el cual solo fuiste una distracción no, se suponía que debía jugar su mismo juego, que éramos adultos y podíamos controlarlo, que yo podía hacerlo… Pero fallé estrepitosamente, terminé enamorándome como una idiota de Pedro, le entregué mucho más de lo que le di a otro hombre, mucho más de lo que hubiese imaginado poseía… yo… Nunca antes me había sentido como me sentía con él, lo nuestro no fue solo un desliz, no fue algo ocasional, prácticamente vivimos juntos durante dos meses, llegué a pensar que… que él sentía lo mismo, que esto podía funcionar más allá del refugio que representó la Toscana, pero estaba equivocada… —se interrumpió pues el nudo en su garganta le hacía muy difícil hablar.
—Pau, amiga cosas como éstas le pasan a muchas mujeres y aunque eso quizás no sea un consuelo, debe ayudarte a no sentirte mal, no serás la primera ni la última que se encuentra con un tipo así y termina enamorándose, pero esto no debe derrotarnos, por el contrario debe hacernos más fuertes —mencionó acercándose con determinación para evitar que siguiera reprochándose, no existían motivos para que lo hiciera.
—Jackie… yo… debí parar todo cuando pude, oportunidades me sobraron, tenía que haber hecho mis maletas y regresar…, pero no quise, por el contrario, sabía perfectamente a dónde me estaba llevando ese camino y continué, no le hice caso a mi instinto que me advertía a cada momento que me alejara —mencionó luchando por no dejar libre sus lágrimas.
—Paula cada prueba que tenemos en la vida nos enseña, nada ocurre por casualidad, mírate ahora, eres una mujer exitosa, eres fuerte, inteligente, hermosa y sobre todo tienes a un hombre a tu lado que te idolatra… Ignacio se desvive por ti, cruzaría el mundo entero por ir a donde vayas, cada uno tiene su pasado, pero éste no debe impedirles ser felices y nadie tiene el derecho de reprocharte nada, si lo que te da miedo es que tu familia se entere descuida, por mí no sabrán nunca nada… pero tenemos un pequeño problema… —decía cuando su amiga la interrumpió.
—Lo sé… él desea regresar, no sé con qué objetivo, ni porqué justo en éste momento, pero eso es seguro, Pedro no está haciendo todo esto por casualidad, algo se trae entre manos, para mi desgracia lo conozco bastante bien o al menos eso pienso. Quizás solo viene buscando el protagonismo que seguramente cree que merece, después de todo, Franco Donatti y él son la misma persona y sabe que yo no puedo negarlo —esbozó sentándose de nuevo.
—¿Quieres decir que se aprovechará del revuelo que ha causado Rendición para hacerse fama? —preguntó Jaqueline molesta.
—No lo sé… no lo creo, él no la necesita, al menos esa fue una de las razones que me dio cuando le planteé la idea de venir a América a probar suerte. Me dijo que en Italia tenía más de lo que podía desear, que no vendría a este país a trabajar en un restaurante de comida rápida, mientras esperaba a que alguien le diera una oportunidad como extra en alguna mala película —contestó frunciendo el ceño, al recordar la manera tan déspota con la cual la trató en aquélla ocasión.
—¡Vaya, que humilde el señor! —exclamó Jaqueline molesta.
—No tienes ni idea de cómo era… aunque en verdad yo lo comprendí, estaba aterrado y tenía sus motivos, no es nada fácil dejar lo que tienes seguro por algo completamente desconocido, pero la manera en cómo se expresó me dolió muchísimo, igual me dijo que no lo haría por nada ni por nadie, que lo que yo le ofrecía era demasiado humillante, vivir a costa de la fama que yo tenía aquí y quedar delante de todos como el chulo recién llegado, que si lo que quería era un hombre al cual pudiese dominar y manejar a mi antojo que buscase a otro, que él no estaba dispuesto a serlo... sencillamente se negó a toda posibilidad, yo no quería que se sintiera de esa manera, pero su arrogancia era tan
grande que lo cegó o no sé si yo no supe explicarme — Paula había comenzado a desahogarse y sentía que no podía parar, había pasado tanto tiempo callando todo eso.
Jaqueline escuchaba atentamente cada palabra de Paula, podía percibir en su tono de voz la intensidad de las emociones que la colmaban, cómo esos recuerdos la estaban trastocando, era como sí la imagen que le mostró el día anterior volviese de nuevo, pero ahora más nítida y fundamentada por la verdad que le revelaba.
Paula continuó al ver que tenía toda la atención de su amiga, no se había propuesto hacer una confesión como esa, pero ciertamente le estaba sirviendo de mucho, quizás Jaqueline podía ayudarla a aclarar sus sentimientos.
—Después de esa discusión nos distanciamos y yo tomé la decisión de regresar, sentía que estaba perdiendo mi tiempo allí, él se enteró de mis planes y fue a verme, te juro que intenté que no me afectara su presencia, quería hacerle ver que podía ser tan fría e indiferente como él… pero no pude Jackie, no pude, una vez más me dejé dominar por mis sentimientos y terminé pasando mi última noche en la Toscana junto a Pedro, solo para darme cuenta de que me había enamorado como la más grande de las estúpidas —se detuvo liberando un sollozo y retiró con brusquedad la lágrima que corría por su mejilla, tomó aire y continuó—. Amaneció y yo esperaba que él me dijera algo, que me pidiera que me quedara pero no lo hizo, dejó que me marchara sin más —agregó sintiendo el mismo vacío ante la actitud de Pedro, en aquél entonces.
—¡Qué imbécil! Perdóname Pau, pero fue un verdadero estúpido, no lo entiendo… ¿Qué viste en un hombre como ese? ¿Qué pudo inspirarte para que te enamoraras de él?—preguntó desconcertada.
—Lo vi a él… a él como hombre, no como actor, ni como el famoso que tenía a todas las mujeres de Italia a sus pies, yo… me enamoré del hombre, de ese que se pasaba horas mirándome, acariciándome, besándome… quien me despertaba en las mañanas con una sonrisa, quien me enseñó a liberarme de tantos prejuicios estúpidos, me entregó las riendas de un placer que nunca antes había experimentado, me hizo sentir más mujer que ningún otro… no es que haya tenido muchos, eso tú lo sabes, eres además de mi amiga mi confidente. Pero lo que sentía con Pedro era distinto a todo lo que había conocido… yo… Nunca me había sentido tan viva y libre. Los mejores orgasmos de mi vida llevan el nombre de un italiano… llevan el nombre de Pedro Alfonso —dijo tendiéndose en el diván y dejando que las lágrimas la desbordaran, llena de nostalgia, dolor y ese deseo que jamás había dejado de sentir por él.
—Franco Donatti… eso fue él para ti, te escuchó y es como leer aquellos monólogos internos de Priscilla, cuando ella estaba llena de dudas y no sabía cómo definir lo que sentía por el italiano, estaba enamorada y se esforzaba en engañarse, disfrazando el sentimiento como algo meramente carnal… pero si él se mostró contigo de esa manera, si te hizo sentir tan plena y feliz ¿por qué llegaron a éste punto donde el recuerdo más que felicidad les trae dolor? Pau no lo entiendo, yo… la verdad no sé cómo interpretar todo esto. ¿Sabes cuántos hombres te despiertan en las mañanas con una sonrisa? ¡Diez en un millón! ¿Cuántos te besan mientras tienen sexo? ¡Diez en un millón! Los hombres de hoy en día no son cariñosos, no son románticos, son prácticos y van a lo que van… pero él… ¿No será bipolar? —inquirió desconcertada, pues no le cuadraba la actitud del actor, o estaba enamorado de Paula o no lo estaba.
—No… puede que lo parezca pero no, era tan complicado como yo, eso sí. Quizás por ello nos entendimos tan bien, pensar que no lo soportaba, que me fastidiaba solo verlo… pero después nos hicimos muy amigos, casi cómplices y aunque ambos éramos conscientes de la atracción que existía entre nosotros, nos esforzamos por no ceder, yo principalmente pues sentía que si algo así sucedía todo se arruinaría y en parte eso fue lo que ocurrió, desde el mismo instante que involucramos el sexo en nuestra relación todo se volvió más complejo, pero maravilloso a la vez, era casi una luna de miel, pasábamos días encerrados en la habitación, nuestra conexión era tan perfecta… —se detuvo
dejando libre un suspiro.
Paula le tenía la confianza suficiente a su amiga para hablar de todo eso, así que se armó de valor y prosiguió.
—Ni siquiera con Ignacio en todo este tiempo me he sentido así, me he esforzado tanto pero nada parece funcionar Jackie y eso me aterra, no quiero lastimarlo ni engañarlo… pero si digo que lo que sentía con Pedro era menos intenso estaría mintiendo —explicó un poco más calmada, sentía que ese peso que la ahogaba comenzaba a disminuir a medida que le contaba todo a su amiga y sobre todo saber que no la estaba juzgando como tanto temía.
—Son situaciones muy distintas Pau, ambos representan para ti dos polos opuestos, Ignacio es la seguridad y la confianza, es un amor incondicional, es el hombre que ha estado a tu lado durante dos años y eso hace mucho peso. Con el italiano todo fue una avalancha, una para la cual no estabas preparada, estoy intentando ver todo desde la perspectiva de ambos, pero sin conocerlo a él se me hace complicado. Te confieso que entre más lo veía, mejor tipo me parecía, claro, no puedo asegurarlo puesto que es actor y uno muy bueno además, puede que como mencionaron algunos medios en Italia, eso de la mujer que le rompió el corazón sea solo publicidad, pero… no sé, la verdad no lo creo, además que la historia es real, tú me la estás confirmando. Sin embargo, él ha dicho que todo terminó justo donde empezó, si no tenía intenciones de buscarte de nuevo ¿por qué hacer todo esto? ¿Por qué enviar su ficha para entrar al casting? Él sabe que estás dentro del equipo
de producción, todo el mundo lo sabe —señaló con el ceño profundamente fruncido.
—No lo sé, ambos decidimos que lo mejor era continuar cada uno con nuestros caminos, guardar aquel tiempo en la Toscana como un lindo recuerdo y nada más, ni siquiera puedo decir que lo odie porque no hizo nada para ello, Pedro fue maravilloso conmigo en muchos aspectos, era atento, caballeroso, amoroso, apasionado, era todo lo que es Franco Donatti y más. El problema estuvo cuando nos tocó elegir qué camino seguir, cuando yo recibí la llamada de la editorial donde me exigían regresar, no supimos cómo manejar nuestra separación, sabíamos que ésta llegaría, pero no estábamos preparados para ella, ambos nos escudamos tras nuestros orgullos y dejamos que todo se derrumbara —dijo y su voz mostraba que eso aún le dolía, cerró los ojos para no llorar.
Jaqueline se puso de pie y se acercó hasta donde se encontraba Paula, con cuidado se sentó al borde del chaise longue, su amiga abrió los ojos que se encontraban a punto de desbordarse, Jaqueline vio tanto dolor y confusión en la mirada ámbar que ella misma se sintió muy triste por lo
ocurrido entre ellos.
—Pau, amiga yo… no sé qué decir ¿Por qué no me hablaste de todo esto? ¿Por qué te lo callaste? Quizás si entre las dos hubiésemos evaluado la situación, a lo mejor las cosas hubiesen sido distintas —esbozó y su tono reflejaba su pesar.
—Yo… aún no podía asimilar que todo hubiera acabado de la noche a la mañana. Cuando llegué a Chicago todo era un caos, Diana se había marchado de casa peleada con mi madre y andaba vagando en casa de sus amigas, además estaba tu batalla con James por la custodia de Thifanny así que me aboqué a ayudarte, concentrarme en serte útil me sirvió para distraerme y viendo cómo estabas no quise agregar más problemas a los que ya tenías Jackie ¿cómo crees que iba a complicarte aún más contándote mis penas o mi historia de amor frustrada?—explicó un poco más calmada.
—Paula… lo siento tanto, de verdad es tan triste que algo como lo que tenían se haya terminado por cuestiones tan absurdas, bueno no puedo dar por sentado que él te hubiera amado como asegura, pero si fue así… no lo entiendo, fue demasiado tonto de su parte dejarse vencer por el orgullo. Pero también debo reprocharte a ti que te rindieras tan fácilmente, es comprensible que hubieses estado llena de dudas, sin embargo eso no justifica que te cerraras… —mencionó con sus ojos fijos en los de ella, intentando que comprendiese que no la juzgaba a mal, sino para que abriese los ojos.
—Sé que también fallé, que quizás debía afrontarlo y decirle que me había enamorado de él, que deseaba más de esa relación, pero me daba terror ser rechazada, Pedro nunca me dijo que me amaba, no lo hizo ¡Ni una maldita vez! ¿Cómo pretendía que lo supiese? Incluso nos hicimos novios, pero cuando me lo pidió no lo hizo alegando que era porque me quería, lo hizo porque sus padres nos visitarían y no deseaba que durmiéramos separados, todo era parte de una excusa, una para seguir con el maldito juego…todo era un juego… uno que yo perdí, yo me enamoré, yo… —se interrumpió estremeciéndose al tener que callar lo que sentía.
—¿Lo amas? ¿Aún lo amas Paula? —preguntó Jaqueline en un susurro mirándola con asombro.
Ella podía jurar que su amiga estaba enamorada de su
actual pareja, la manera como miraba a Ignacio, como estaban tan compenetrados, desde que iniciase la relación con él, Paula no había tenido ojos para nadie más y pretendientes no le habían faltado, así que nunca hubiera puesto en duda el sentimiento que ella le dedicaba, no hasta ese momento. No hizo falta que respondiera, Paula se llevó las manos al rostro y comenzó a llorar sin ningún reparo, los sollozos llenaron el lugar mientras su cuerpo se estremecía.
—¿Por qué me hace esto? ¿Qué quiere? ¿Qué busca? —cuestionaba en medio del llanto amargo que la ahogaba.
—Pau cálmate… por favor no llores de esa manera, no me gusta verte así, ojalá yo tuviese las respuestas que necesitas, pero esas únicamente las tiene Pedro Alfonso y sabes que solo existe una manera de averiguarlo… lo complicado de todo esto es que quizás estés arriesgando mucho para intentar averiguarlo, solo tú tienes la última palabra, si me dices que no quieres verlo yo muevo cielo y tierra para evitar que se acerque a ti —le aseguró viéndola a los ojos—. Pero si de verdad quieres conseguirle sentido a todo lo que está haciendo no tienes más opción que dejarlo venir, igual que rechacemos su petición de hacer las audiciones no nos asegura que se quede tranquilo, es un hombre perseverante, eso es evidente nada más estudiando su carrera y si quiere verte estoy casi segura que hará lo que sea con tal de lograrlo… —decía cuando la castaña la detuvo.
—Lo hará, te aseguro que lo hará… Pedro no es de los que se queda de brazos cruzados, odia hacerlo y si se le metió en la cabeza buscarme no descansará hasta que estemos frente a frente, y yo la verdad no me siento preparada para un encuentro como ese… por no decir que es casi seguro
que le den el papel y eso sería trabajar con él durante seis meses… si antes me conquistó en tres… no quiero ni pensar lo que hará de mi vida en seis, esto es demasiado arriesgado Jaqueline, pero… ¿Qué puedo hacer? —cuestionó aterrada.
—Sigue a tu instinto, siempre que lo haces encuentras el camino correcto ¿qué te dice éste Paula? ¿Quieres o no ver nuevamente a Pedro Alfonso? —preguntó la rubia mirándola.
La escritora sintió que todo su cuerpo tembló ante la sola idea de tener frente a ella a Pedro una vez más, desde que abandonó Italia no se había planteado que algo así sucediese y en ese momento que todo parecía indicar que era inevitable, sentía que una tempestad de emociones se desataba en su interior.
Cerró los párpados con fuerza intentando calmar el latido desbocado de su corazón, pero no pudo hacer nada contra las imágenes de Pedro que le llegaban en oleadas y la arrastraban una vez más a ese hermoso mar que era su mirada, de nuevo se sumergía en ese azul que era el color más hermoso que hubiera visto en su vida, se estremeció y abrió los párpados, suspiró sintiendo una mezcla de emociones que le recorrían todo el cuerpo.
—Haz que venga… quiero… no, necesito verlo —dijo con voz trémula mirando a su amiga a los ojos.
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