martes, 14 de julio de 2015

CAPITULO 14




Chicago, USA. Febrero 2013.


Paula se encontraba repasando la última revisión del guión adaptado que le había hecho llegar Patricia Jitrik, quien junto a ella era la encargada de escribirlo, el mismo era el patrón que los actores debían seguir bajo las órdenes del director, Thomas Whitman. Todo el personal de producción había sido seleccionado y para su satisfacción era de primera línea, nada más el señor Whitman había sino nominado a los premios de la academia tres veces y se había llevado una estatuilla, era uno de sus favoritos y al ser un talento joven le brindaba a ella el beneficio de opinar con libertad sobre el rodaje de la cinta, incluso se habían reunido en varias ocasiones y la química entre ambos había sido increíble.


Así como con Patricia y también con Marcus Stevenson, productor escogido por The Planet, hasta el momento no habían escatimado en esfuerzos para mostrar una producción de calidad, la diseñadora que estaría a cargo del vestuario había recibido varios reconocimientos por la industria de la moda y su hermana Diana, junto a otro fotógrafo italiano que aún no conocía, también estarían.


Una de las personas que más animada la tenía era el compositor, adoraba el trabajo de James Newman, era sofisticado, sutil e innovador, con un gusto tan ecléctico como el suyo, así que trabajar junto a él también sería maravilloso, la semana pasada cuando se reunieron le emocionó ver que muchos de los nombres de la lista de cantantes que James proponía habían pasado por su cabeza mientras escribía. Cinco de ellos estarían a cargo de las melodías principales, dos debían ser italianos para ganarse a ese público que era tan exigente, y los otros de cualquier país de habla inglesa, las demás melodías serían compuestas por él mismo.


Sin embargo, aún faltaba lo principal de la película: Los actores. El casting se había abierto y muchos nombres surcaban la web posicionándose en el gusto de los fans como sus favoritos, algunos incluso se habían mostrado interesados en representar a los protagonistas del libro, sobre todo los caballeros al saber la legión de fanáticas que el papel les otorgaría de llegar a conseguirlo, por no decir del privilegio que sería trabajar con una producción como la que The Planet había reunido.


Paula no se había animado a mostrar preferencia por ninguno de los actores o las actrices que se planteaban, para ella tanto Franco como Priscila ya tenían rostro. 


Evidentemente no podía mencionar aquello, sobre todo porque sería un absurdo proponerse como la protagonista, ella no era actriz y aunque él si fuera actor, sabía que jamás se enteraría de eso y de hacerlo no acudiría; se lo había dejado muy claro cuando ella le planteó mudarse a su país.


Tampoco deseaba revivir aquella vieja historia que más bien buscaba olvidar, pero el destino parecía empeñado en no permitírselo. El tiro le había salido por la culata y en lugar de cerrar ese capítulo en su vida, todo apuntaba a que lo abriría una vez más. Se llenaba de temor de sólo imaginar a otras personas actuando como tiempo atrás lo hicieran Pedro y ella; sus palabras, sus acciones, se había limitado muy poco
en lo que sucedió en Toscana, lo había escrito casi todo, incluso los encuentros íntimos fueron plasmados con tal detalle y belleza, como los recordaba.


Debía armarse de valor y aceptar que después de todo, su historia siempre había sido una película, cuestión de tiempo y que terminaría al igual que ésta, solo que la suya duró tres meses y no las dos horas que quizás duraría la cinta. 


Aunque la grabación tendría un lapso de seis meses y eso lo complicaba todo, el doble del tiempo, el mismo que ella debía pasar en la Toscana, tan cerca de él.


—¡No puedo creerlo! ¡Pau tienes que ver esto!


La voz de Jaqueline la había regresado de golpe de sus pensamientos, dejó caer la pluma que tenía entre los dedos al suelo sobresaltándose, la miró con reproche pero ella ni siquiera le prestó atención, estaba observando algo en su portátil.


—¡Pau! ¿Acaso no me escuchas? Te he dicho que tienes que venir a ver esto, es uno de los actores que envió su ficha para hacer el casting, lo busqué en la web para conocer un poco más de su trabajo pues es la primera vez que lo veo en mi vida y me ha dejado sin habla —decía emocionada.


—Eso en tu caso es asombroso, debe ser muy bueno, así que confío en tu buen gusto, yo estoy ocupada revisando el guion, debemos entregarlo en dos días a Thomas para que lo haga llegar a los actores que estarán en el casting —contestó enfocándose de nuevo.


—¡Chaves a veces eres insoportable! No puedo entender cuál es tu negativa a dar tu visto bueno a uno de los actores, es tu personaje, no existe nadie que lo conozca mejor que tú, fue tu mente la que lo creó y son tus ojos los que debe darle un rostro o al menos encontrarle uno entre los candidatos —indicó un poco molesta.


—Y lo haré, cuando estemos en L.A. la próxima semana y ellos tengan el guión en sus manos, no puedo seleccionar a uno sin saber si puede o no representar a Franco o a Priscila y su rostro solamente no me dará esa respuesta, te aseguro que no estoy siendo caprichosa sino profesional —se defendió, pero en el fondo sabía porque lo hacía, sólo que no podía admitirlo.


—Como quieras, mientras yo sigo deleitándome con este extraordinario ejemplar masculino, tenía años sin toparme con uno así o mejor dicho, creo que nunca lo he hecho… hasta ahora porque seguramente estará en el casting la próxima semana y me encantará decirte cuando lo veamos: “Ves, te dije que era el perfecto Franco Donatti.” —esbozó con una sonrisa.


Paula pensó que estaba exagerando como siempre y se concentró de nuevo en su trabajo, pero las últimas palabras de su amiga le habían dejado una extraña sensación en el pecho, su corazón comenzó a palpitar más de prisa y se vio tentada a colocarse de pie y acompañar a Jaqueline. No lo
hizo, sabía que terminaría llevándose una gran desilusión, así que prefirió permanecer donde se encontraba.


La rubia suspiraba y sonreía como una adolescente enamorada, evitando de ese modo que Paula lograra abocarse completamente a su labor, ella dejó libre un suspiro, estaba a punto de colocarse de pie y salir de allí para tomar un poco de aire en la terraza cuando la voz de Jaqueline la detuvo.


—Sonrisa espectacular, ojos azules maravillosos, un cuerpo de infarto, cabello castaño, piel blanca… —enumeraba en voz alta y después dejó escapar un chillido— ¡Sí! Un inglés fluido y perfecto, pero con ese toque que estamos buscando, eres todo lo que necesitamos guapo. Estoy empezando a sospechar que este hombre no puede ser real, debe ser algún tipo de experimento genético o algo así, es que es demasiado… ¡Hermoso! —dijo elevando la mirada de la pantalla un segundo y posándola en su amiga que repentinamente se había puesto pálida, pero ella estaba tan entusiasmada que apenas se percató de eso—. Si no quieres verlo, al menos escúchalo para que te lleves una mega sorpresa, después de todo no necesitas leer, lo entenderás —agregó quitando sus auriculares de la máquina y elevando el volumen para que la castaña lo escuchase con
claridad.


El cuerpo de Paula se convirtió en una masa trémula sólo segundos después de que la voz grave y fluida del actor llenase el lugar, no necesitaba verlo para saber de quien se trataba, cerró los ojos con fuerza y luchó por mantenerse calmada, pero cada palabra que entraba a sus oídos iba tocando fibras dentro de su ser que hacía mucho tiempo no vibraban de esa manera, una mezcla de miedo, dolor y alegría se apoderó de su cuerpo.


Deseaba colocarse de pie y verlo, había pasado tanto desde que no lo hacía, desde que decidiese abrir su corazón a Ignacio. No le parecía honesto seguir pegada a la imagen de otro hombre estando con su actual pareja, se sentía mal, como si lo estuviera engañando, por ello se negó rotundamente a buscar algún tipo de información relacionada con él, sabía que había seguido con su vida, había regresado a su mundo y tal como le anunciase lo había conquistado de nuevo, sin mayor esfuerzo, el éxito era una constante para él.


Sus piernas siguieron las ordenes de su corazón, se apoyaron un instante, dudando si eso era correcto o no, perdió la batalla en segundos y su cuerpo terminó irguiéndose, con pasos temblorosos se fue acercando hasta el otro lado del lugar, allí donde Jaqueline había colocado su sitio de trabajo, unos seis metros las separaban a ambas, los mismos que se le hicieron interminables. Al fin lo consiguió y cuando lo hizo agradeció que su amiga estuviera totalmente hechizada por la imagen del hombre en el vídeo.


Sintió un fuerte estremecimiento recorrerla, todo a su alrededor pareció esfumarse y solo podía ser consciente de él, de su maravillosa voz, de sus ojos, sus sonrisas, sus manos, sus gestos, todo lo abarcaba él; quiso extender su mano y tocarlo, sin importarle que fuese una pantalla la que recibiese su caricia, deseaba hacerlo, pero se obligó a no caer así. No podía, no en ese instante, ni nunca; sintió miedo, mucho miedo y también deseo, todo ese deseo que se había mantenido dormido estaba corriendo como un río crecido por sus venas, no sabía cuál de los dos sentimientos era más grande.


—Ven, siéntate Pau, tienes que verlo mejor… es perfecto, te lo digo en serio —esbozo Jaqueline sacándola de sus pensamientos.


Como una autómata ella se dejó guiar sin apartar la mirada de él, se sentó junto a su amiga frente al monitor y sus ojos seguían cada movimiento que hacía, podía escucharlo, pero no lograba concentrarse en lo que decía, solo lo veía y cientos de recuerdos llegaban a su cabeza como olas, una tras otra golpeándola.


Cada sonrisa de él era como un destello que la iluminaba, llenándola de una reconfortante sensación, pero también de nostalgia, sus ojos se llenaron de lágrimas sin siquiera darse cuenta, mientras su corazón mantenía el latido fuerte y constante dentro de su pecho, como si estuviese feliz al verlo nuevamente.


De pronto las palabras de la presentadora captaron su atención, la mujer había empezado a hablar de un hecho en específico que había atravesado él años atrás y ella supo de inmediato a que se refería: cuando abandonó los escenarios. 


Pudo ver como él se tensaba al abordar ese tema, su lenguaje corporal lo delataba.


Sin embargo, continúo y respondió a las preguntas. Paula pensó que no revelaría nada más acerca de eso y se sintió a salvo. ¿De qué? Aun no sabía, pero estaba a salvo, su alivio sólo duró minutos, de pronto todo el panorama cambió y él estaba confesando…


“Me enamoré…


Paula sintió algo quebrarse dentro de ella y cerró los ojos sólo un instante, sin percatarse siquiera de la lágrima que había rodado por su mejilla, su corazón duplicó sus latidos y el temblor se hizo más intenso cuando las siguientes palabras de él calaron en sus oídos


…Fue un gran amor, que me salvó, me mostró un mundo diferente y me hizo ver que también formaba parte de éste… que podía ser común y disfrutar de las cosas sencillas, me encantaría pensar que yo signifiqué lo mismo para esa persona…


La poderosa mezcla de sentimientos que la embargó apenas la dejaba pensar, no sabía si gritar de felicidad o de rabia, sentía dolor y frustración, después de todo ese tiempo, de tantas noches en vela llorando y preguntándose ¿qué había significado ella para él?


Yo no me atreví nunca a decirle que la amaba y jamás supe si ella me quería de igual manera, quizás fue lo mejor, algunos sueños siempre serán mejores siendo sueños, que cuándo son llevados a la realidad; sin embargo, le agradezco cada instante que me dio y todo lo que hizo por mí”


Esa vez la ira le ganó a cualquier otro sentimiento y Paula se colocó de pie rápidamente tumbando sin poder evitarlo la silla donde se encontraba, se alejó arrancando su mirada de él.


¡Jamás supo que yo lo amaba! ¡Que descarado eres! 


Siempre lo fuiste, y yo una estúpida que se cegó ante tus encantos, que se dejó envolver estando en tu terreno de juego, me enamoré de ti estúpido, me enamoré perdidamente. ¿Acaso no fue evidente? ¿No pudiste verlo en mis ojos, sentirlo en mis besos? “Le agradezco cada instante que me dio y todo lo que hizo por mí” seguramente estabas hablando de la cantidad exorbitante de veces que me llevaste a la cama… ¿Qué digo cama? Si me llevaste a donde te dio la gana y ¡Sí! Admito que yo también lo disfruté…
¡Muchísimo! Pero cuando te pedí más huiste como un cobarde, me rechazaste y ahora vienes con ¡Me enamoré! ¡Hipócrita! ¡Miserable hipócrita!


Pensaba temblando de rabia, se sentía profundamente dolida.


—Paula… ¿Qué te ocurre? ¿Por qué te has puesto así? —inquirió Jaqueline mirándola desconcertada.


Se colocó de pie, pensando que quizás su amiga se había impresionado al igual que ella. Es que podía jurar que si Franco no fuese un personaje ficticio, diría que era ese hombre, dejó ver una sonrisa animándose nuevamente y se acercó a ella con la carpeta que contenía el material de actor.


—Bueno tengo que admitir que puede resultar impresionante, es decir, es italiano, más propiamente de Roma, idéntico físicamente a como describes a Franco y además ahora resulta que el caballero fue víctima de un amor frustrado, un detalle bastante romántico si lo tomamos en cuenta, ése sería un maravilloso aporte para que nutriese al personaje… —no pudo continuar.


—¡Ya basta! —exclamó Paula con voz trémula, se volvió y miró a Jaqueline, sus ojos estaban llenos de lágrimas—. No puede ser él, no quiero que sea él… ¡Recházalo! Dile a Martha Wilson que no lo acepto, hay decenas de actores, que se busquen otro, no quiero que Pedro Alfonso esté dentro de la película ¡¿Entendido?! —indicó determinante.


Jaqueline la miraba como si se hubiera vuelto loca o se hubiese convertido en otra persona, eso la hizo sentir culpable, le había gritado y nada de eso era su culpa, jamás habían tenido una discusión que las llevara a tratarse de ese modo, todo eso era por él, la descontrolaba, la hacía actuar equivocadamente, no lo quería cerca, la sola idea que algo así sucediera la aterraba.


No supo cómo reparar el daño y optó por salir de allí antes que fuera a empeorar las cosas, sin darle tiempo a su amiga de detenerla casi corrió atravesando el lugar, giró con rapidez el pomo de la puerta y salió dejándola abierta tras ella.


Por su parte la rubia seguía sin entender que había sucedido, todo iba bien hasta hacía momentos y de pronto Paula había actuado como nunca antes, la desconocía por completo. Su amiga era una persona tan calmada, que muchas veces pensó que no tenía la misma capacidad para expresar sus emociones como lo hacían la mayoría, incluso llegó a pensar que tenía más de inglés que Ignacio o el padre de su flamante novio.


—¡Pau, espera! —gritó y salió tras ella, alcanzó a verla cuando entraba a su habitación y sin perder tiempo se dirigió a ésta—Paula abre la puerta por favor, déjame saber qué te sucede —pidió y su voz mostraba la preocupación que sentía.


—Todo está bien Jaqueline… solo estoy cansada…—decía pero la rubia la detuvo.


—¿Cansada? Yo te he visto muerta de cansancio y créeme nunca has actuado así, no me iré a ningún lado hasta que me dejes entrar y me digas por qué actuaste de este modo —indicó con determinación.


—Estoy bien, solo necesito estar sola… por favor— Pidió.


Había comenzado a llorar y lo último que deseaba era que su amiga la viera en ese estado, que descubriera todo y se diera cuenta de lo estúpida que había sido años atrás, de lo ilusa y fácil que fue, de cómo se dejó engatusar por las habilidades de Pedro, hasta terminar enamorándose como una tonta niña inexperta, sabía que se lo reprocharía hasta el cansancio.


—Tú estás bien y yo soy china ¡Por favor! Como si no te conociera. ¿Acaso no somos amigas? ¿No hemos confiado la una en la otra durante años? —preguntó sin moverse de la puerta.


—Sabes que sí, pero ahora deseo estar sola… me siento agotada, mañana podemos volver a lo que estábamos haciendo y hablamos si lo deseas, pero en este momento lo único que quiero es dormir un rato —contestó y su voz cada vez mostraba más la ronquera propia de las personas cuando lloran.


Jaqueline dejó libre un suspiro cargado de frustración y cerró los ojos para armarse de paciencia y no lanzar abajo la puerta, tendría que ser idiota para no darse cuenta que algo había afectado a Paula y ese algo estaba relacionado con el actor italiano.


—¿Sucede algo Jaqueline? —la interrogó Rosa al verla delante de la puerta de su patrona.


—No… bueno, sí, es que no lo sé —confesó sintiéndose tonta, respiró y procedió a explicarse con la mujer—.Verás Rosa, estaba en el estudio junto a Pau como siempre ella metida en sus cosas y yo me había dado a la tarea de revisar el material enviado por la productora sobre los actores que se habían postulado para el casting —hablaba en tono bajo para que su amiga no escuchase, la mujer asintió y ella continuó—. Entre éstos encuentro a un actor italiano, bellísimo el condenado, es más diría que demasiado para ser real. La cuestión es que yo quedé embobada con él, le insistí a Paula para que lo viera alegando que era el perfecto Franco Donatti. Al fin ella accedió, se acercó y se sentó junto a mí, todo iba bien mientras veíamos una entrevista, pero de repente él comienza a hablar de una etapa de su vida donde se tuvo que alejar de los escenarios… algo relacionado con un tiempo que estuvo en Florencia y en el cual conoció a una chica… —ella se interrumpió de golpe.


Se volvió a mirar a la mujer a su lado con los ojos a punto de salirse de sus órbitas y salió corriendo hacia el estudio de nuevo. Entró con rapidez y puso a reproducir el vídeo adelantándolo y buscando la parte exacta donde el italiano hablaba de lo que al parecer había sido lo más relevante de la entrevista. Rosa había llegado instantes después llevada por la curiosidad y se apostó junto a la rubia, en cuando vio al hombre en el vídeo dejó libre un jadeo lleno de sorpresa y se llevó una mano al pecho.


— ¿Qué ocurre? —la interrogó de inmediato Jaqueline al ver su reacción, su sexto sentido se había activado.


—No es nada… es que, sí se parece mucho a la descripción que hace Paula de su personaje —respondió lo primero que se le vino a la cabeza para salir del paso.


La verdad era que había reconocido al hombre en ese vídeo, era el mismo que salía en las fotografías que Paula tenía escondidas bajo llave en su armario, aquellas que ella una vez vio por casualidad, un día que estaba limpiando y sin querer había dejado caer el cofre donde las tenía guardadas que se abrió mostrándolas. Ella nunca escuchó a Paula hablar de ese hombre y tampoco le preguntó por él, no le parecía correcto, pues por algo las tenía en aquel lugar tan alto y apartado, donde nadie las encontrara.


Jaqueline se concentró en estudiar cada gesto y palabra del italiano, podía ver cierta tensión en él a medida que la entrevistadora lo acorralaba, para que le diese más información sobre esa etapa que al parecer había sido un misterio para todos. Al fin llegó el momento de su confesión pero fue muy poco lo que la rubia logró conseguir de la misma, en ningún momento nombró a la chica, ni su nacionalidad o hizo alguna descripción.


“Ella estaba pasando por una situación similar”


Si trasladaba eso a Paula no cuadraba mucho, su amiga nunca se vio en una situación de exceso de fama, la única vez que se tomó un tiempo fue para vacacionar por Europa, viajó por un montón de ciudades y ni una sola vez mencionó que hubiera conocido a algún chico… aunque donde mayor tiempo pasó fue en Italia, no recordaba bien, pero casi podía jurar que había sido…


—Ross… ¿Recuerdas en qué ciudad de Italia Pau pasó aquellas vacaciones hace tres años? —preguntó uniendo cabos.


—No lo recuerdo bien Jaqueline… creo que fue en Florencia, a las afuera de la ciudad… en la región de Toscana, yo apenas empecé a trabajar con Paula a su regreso, sólo me enteré por comentarios hecho por su hermana —contestó dirigiendo sus pensamientos al mismo punto que la rubia.


—¿Puede esto ser posible? Es decir… ¿Pudiera ser que Paula y este hombre se hayan conocido hace tres años y hayan tenido una relación? — inquirió mirando fijamente la pantalla.


La mujer a su lado sintió como su corazón daba un pequeño brinco, afirmando ante aquella interrogante, pero lo disimuló encogiéndose ligeramente de hombros, ella no debía hablar de un tema que quizás su patrona había decidido dejar en el pasado por fuertes motivos, la señorita Chaves era bastante reservada en ese aspecto y nadie estaba en posición de cuestionarla por ello.


—Por la reacción de mi amiga puedo casi asegurarlo, pero al parecer las cosas no quedaron muy bien, para que ella se haya puesto como lo hizo… no sé, esto no me encaja, además ese silencio que ha mantenido Pau con relación a todo esto… ¿Estás segura que a ti no te ha comentado nada Rosa? —la mujer se había convertido en una detective, necesitaba respuestas.


—No, no lo ha hecho Jaqueline y creo que es mejor que dejemos las cosas como están, ya viste como se puso Pau… —decía cuando la rubia la detuvo.


—Precisamente por ello deseo saber qué sucedió exactamente, ese hombre se ha mostrado interesado en estar en la película de Rendición, ha enviado su ficha para que lo coloquemos dentro de los aspirantes al papel de Franco y algo me dice que su interés va más allá de obtener el protagónico, si conoce a Paula y está haciendo todo esto es porque quiere verla de nuevo… quiere… ¿Qué sé yo? Un reencuentro o algo por el estilo, ahora la pregunta sería ¿con qué intenciones? ¿Qué busca con ello?


—Jaqueline yo te aconsejaría que dejases de hacer conjeturas a diestra y siniestra, lo mejor será esperar… si la gente de producción ha dado su visto bueno al actor, serán ellos los encargados de entrevistarse con él, no es necesario que Paula lo vea… ¿O, sí?


—Ella estará presente en el casting, será quien tenga la última palabra, por lo tanto quiera o no lo verá, si él viene a la prueba ese encuentro será inevitable —contestó con preocupación.


—¿Y no pueden hacer algo? En el caso que lo que pensamos sea verdad y este hombre venga a perturbar a Paula… ¿Existe la posibilidad de impedir que algo así suceda? —Rosa comenzaba a mostrar la misma angustia de la rubia.


—Sí, por supuesto que existe… la cuestión es que me siento atada de manos, hasta ahora es el actor con mayor parecido que he visto, además que habla el inglés de manera fluida, con el acento italiano que buscamos, tiene tanto de Franco, sus gestos… sus sonrisas… la gente de producción van a querer verlo en el casting, no se lo perderían por nada del mundo, yo estando en sus pies no lo haría… ¡Ay Rosa! empiezo a creer que el famoso experto en vinos no es un personaje ficticio —comentó masajeándose las sienes, sentía que un fuerte dolor comenzaba a invadir su cabeza.


—No lo es… es decir, bueno no sé, como dices el parecido es asombroso… en verdad es muy guapo, si en algún momento tengo que colocarle rostro a Franco Donatti será el de ese hombre. Pero a lo mejor estamos inventándonos historias sin sentido, creo que por ahora debemos dejar el tema de lado, dudo que Paula salga de su habitación y aclare todas nuestras dudas, así que no ganamos nada con estar aquí especulando… mi consejo es que la dejemos descansar hoy… ya mañana ella nos dirá algo —indicó en tono casual.


—Tienes razón, yo también me siento agotada… cientos de ideas dan vueltas en mi cabeza y unas son más descabelladas que otras, las respuestas a todas éstas preguntas las tiene Pau y sólo ella debe dárnoslas, aunque dudo que pueda dejar de pensar en ello, por lo pronto lo intentaré… de todas formas me llevaré esta carpeta y seguiré investigando más sobre el misterioso Pedro Alfonso —esbozó tomando su bolso, guardando la información y terminó por colocarse de pie—Por favor Rosa
si notas algo extraño en Paula me llamas de inmediato, no sé, que se quede allí por mucho tiempo, que haga algo fuera de lo habitual… cualquier cosa me avisas de inmediato. Es la primera vez que la veo actuar así y me preocupa. —indicó caminando con la mujer hacia la salida.


—No te alarmes Jaqueline… cualquier cosa me comunico contigo, pero sigo pensando que lo mejor es dejarla sola, ya descubriremos lo que sucedió. —mencionó abriendo la puerta para despedirla.


Jaqueline se fue sintiendo que muchas cosas quedaban flotando en el aire, no le gustaba esa sensación de estar a la deriva y tratándose de su amiga mucho menos, con Pau todo era seguro y hasta previsible, todo a excepción de esto y por supuesto que se sentía intrigada, estaba segura que había algo y aunque todo apuntaba hacia una sola dirección ella quería tener las pruebas en la mano, como buena abogada que era no se dejaba llevar solo por las apariencias o conjeturas sin fundamento, aunque la actitud de Paula vaya que le daba base a sus especulaciones.


Rosa se había quedado igual de preocupada que la rubia, menos intrigada ciertamente, porque ella tenía mayor información, pero no estaría en lo correcto si le contaba esto a Jaqueline, si llegaba a enterarse de algo debía ser por su patrona, por nadie más. Su mirada se enfocó unos minutos en el pasillo que daba a las habitaciones, dudando si debía ir a ver como estaba la chica o dejarla sola, optó por la segunda pues era a todas luces lo que esta deseaba, estar sola.









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