sábado, 11 de julio de 2015

CAPITULO 6




Chicago, USA. Agosto 2012


Una suave llovizna bañaba los cristales del ventanal que le mostraba una vista preciosa de la ciudad, las luces a lo lejos creaban un hermoso espectáculo en cada una de las gotas que se deslizaba por el vidrio, de vez en cuando ella extendía su mano y seguía a una, perdiéndola rápidamente y dejando libre un suspiro cada vez que sucedía, se encontraba envuelta en una gruesa cobija de piel de peluche, se mantenía caliente gracias a ella y a la chimenea, así como a la taza de té que se había preparado. Miel, limón y canela.


Le encantaba la lluvia, podía pasar horas allí acurrucada, sólo mirándola caer, bañando toda la ciudad, cobijada por esa maravillosa calidez y con esta sensación de paz que la colmaba completamente. Que extraño que se sintiera precisamente así cuando pensaba en él, cuando recordaba aquellas tardes de lluvia que compartieron abrazados, tendidos sobre la gruesa alfombra frente a la chimenea, como amigos o como amantes, eso no importaba, la sensación de plenitud siempre era la misma.


—No nos hacía falta hablar, podíamos pasar horas sólo mirándonos y sonriendo, abrazados… ¿Cómo perdimos todo eso? ¿Dónde quedó esa magia? Fuimos felices… ¡Dios, quiero pensar que sí! Que yo te hice tan feliz como tú me hiciste a mí, pero a estas alturas no lo sé, ya no sé nada y no te imaginas cuánto me tortura esta incertidumbre, día y noche… ya sé que no gano nada con seguir preguntándome lo mismo, ni siquiera porqué lo sigo haciendo… o porqué estoy hablando en este momento como si tú pudieses escucharme, ¡Soy tan patética! —se lamentó llevándose las
manos al rostro para cubrir su vergüenza.


Se cubrió con la manta hasta quedar como un ovillo en el sillón, sintiendo unas enormes ganas de llorar, la calidez se estaba desvaneciendo de la misma manera que lo hacía esa sensación de tenerlo cerca, había pasado tres años aferrándose a un sueño, porque eso fue él en su vida, sólo un sueño… y ahora que necesitaba desesperadamente dejarlo ir para continuar con ésta no podía hacerlo, no tenía la fuerza, todo esto era tan cruel y absurdo.


—¿Qué ganaste con escribir esa historia Paula? Eres una
masoquista, te gusta sufrir, tienes alma de mártir… no, eres una estúpida, sí, una gran estúpida… debiste parar todo esto cuando pudiste, pero no, tú aceptaste el reto, jugaste y perdiste ¡Supéralo ya! Déjalo ir… déjalo ir… —susurró apretando los ojos con fuerza.


Las lágrimas de nuevo bañaban sus mejillas, luchó pero no consiguió ganarles, su respiración se hizo pesada y el nudo que se había formado en su garganta apenas si la dejaba respirar, se esforzó por llenar sus pulmones de aire y detener la avalancha, pero un sollozo reventó toda barrera que hubiera colocado, un segundo después se encontraba llorando amargamente.


—Por favor… ya no quiero seguir con esto, si tan sólo pudiera verte una vez, sólo una y poder cerrar este capítulo como se debe, he hecho tantas cosas y nada parece funcionar, siempre me tropiezo con tus recuerdos, siempre comparando, me has arruinado… me enseñaste que el amor era real y también que era hermoso, maravilloso, pero sumamente doloroso — seguía murmurando mientras lloraba y se acurrucaba más para no sentir ese frío que la lastimaba tanto como el recuerdo de su despedida.


Cerró los ojos con fuerza para contener las lágrimas y alejar de su mente la imagen de él. De nada servía luchar contra sus emociones, no había logrado superarlas en todos esos años, no lo haría esa noche aunque lo deseara con toda su alma, más que nunca Paula tenía miedo. Miedo de no poder superar ese amor, miedo de no poder sacarlo de su ser, de su corazón, de su alma.


—Me acostumbraste a ti, a tus besos, tus caricias, a tus sonrisas y tus miradas… Dime por favor cómo hago para olvidarte, dime cómo consigo liberarme de ti… no he podido dejarte de amar, ni de extrañarte un sólo instante en todo este tiempo —un sollozo escapó de sus labios y un nuevo
torrente de lágrimas la desbordó.


—Yo no quería enamorarme… no quería esto, sabía que iba perder contigo, lo sabía y aun así continúe… y no puedo decir que me arrepienta porque estaría mintiendo… quiero olvidarte y… y siento que si algo así llega a pasar me quedaría vacía. ¿Qué me hiciste? ¿Qué me hiciste? — preguntó con dolor. Y una vez más lo buscó en sus pensamientos, viajando en el tiempo, justo al momento en el cual todo comenzó.


Siempre pensó que su vida sería la que tenía hasta entonces y nada más, calmada, organizada, perfecta. Aún era joven, pero se podía decir que había vivido muchas vidas, quizás una por cada uno de sus personajes, había desempeñado tantos roles, no era actriz, pero creaba, daba vida, mundos, conflictos, era una especie de Dios, tenía el poder, cambiar la vida de muchos con el sólo movimiento de sus dedos y eso la hacía sentirse poderosa.


En la escritura había encontrado tantas cosas, había tenido aventuras y romances, había sido una heroína, una villana, una mezcla de ambas, tantas y lo que le faltaba, sabía que las posibilidades eran infinitas, tenía el don perfecto para sentirse satisfecha con su vida. Pero algo había estado fallando, su inspiración parecía haberse agotado y necesitaba urgentemente de un cambio, algo que le permitiera plasmar todas esas ideas que revoloteaban en su cabeza y que no lograba sacar, se quedaba mirando la hoja en blanco en el escritorio de su portátil por horas sin lograr escribir una sola palabra.


De seguir así perdería ese mundo que se había creado y también las metas que había alcanzado hasta el momento, había incluso asistido a terapia, pero no logró ayudarla, sólo quedarse con una buena cantidad de su dinero; mientras los personajes en su cabeza clamaban por libertad, girando y girando sin encontrar la salida. Así fue como optó por lo más arriesgado, tenía que alejarse de todo lo que le era conocido, debía atreverse a explorar por sí misma y no a través de sus personajes, tomó sus maletas y se marchó a Europa.


Primero fue Londres, luego París, Bruselas, Edimburgo y así muchas ciudades, estaba disfrutando por primera vez en su vida de cada centavo que había conseguido con su trabajo, viviendo experiencias que hasta ahora sólo había tenido a través de sus personajes. O al menos visitó algunos de los lugares donde desarrolló muchas de sus historias, siempre se caracterizaba por tomar dos escenarios en continentes distintos, le encantaba viajar y después de tanto tiempo por primera vez podía hacerlo por cuenta propia.


En torno a eso todo iba de maravilla, pero llegaba el momento de sentarse frente a su portátil e intentaba plasmar en una hoja todas esas ideas que apenas la dejaban dormir en las noches, su peor miedo volvía torturándola. Se bloqueaba de tal manera que ni siquiera escuchar música o ver alguna película hacían encontrar el conector que uniera su imaginación con la realidad, no lograba recuperar el don para escribir y comenzaba a desesperarse.


Así fue como decidió continuar con su viaje, al menos visitar y descubrir los hermosos lugares que Europa tenía para ofrecerle la ayudaba a distraerse, aunque las noches fueran un completo suplicio, sabía que regresar a América no resolvería nada, en el peor de los casos hasta podía terminar complicándolo todo y llenándola aún más de frustración. 


Sobre todo si su madre seguía insistiendo en que abandonara todo eso y se dedicara a construir una familia, a entregarle todos sus sueños a un hombre.


Eso jamás lo haría y menos después de su última experiencia, no dejaría de lado lo que la apasionada para dedicarse a un hombre que al final de cuentas no valoraría tal sacrificio. En primer lugar porque si de verdad la quisiera nunca la pondría a escoger y nunca actuaría como el miserable patán de Francis. Si hubiera sabido que más que dolida, se sintió salvada cuando descubrió que le estaba siendo infiel, el muy idiota le puso en bandeja de plata los motivos para liberarse de él y del absurdo compromiso que su madre deseaba arreglarle.


Además por supuesto de darle la excusa perfecta para escapar y viajar por toda Europa. Ante sus familias, que convenientemente se enteraron del desliz del rubio, ella se mostró como la víctima, porque en realidad lo era.


Durante casi tres semanas rechazó todo intento de reconciliación y al ver que sus padres esperaban que cediera y perdonara el engaño. Se indignó y sin consultar con nadie compró un boleto de avión, preparó sus maletas y dejó detrás a todos. Tenía la oportunidad de disfrutar por primera vez en su vida de una libertad absoluta y nada en el mundo la detendría.


Así había llegado hasta el lugar que más había deseado conocer desde que era una niña. Italia, recordó todo lo que la abuela de su mejor amiga de la adolescencia Isabella Mazza, le contara. La nona Margarita, era una mujer extraordinaria, tenía un don especial para cautivar cuando hablaba de su adorada Toscana, tanto así que gracias a ella, sus historias y las hermosas canciones que escuchaban juntas fue enamorándose de ese lugar aún sin conocerlo. La anciana hasta le pronosticó que si algún día llegaba a viajar a Italia, sería allí donde encontraría al amor de su vida, pues su apego por un lugar que no había visitado nunca, y que nacía del fondo de su corazón debía estar ligado a otro corazón que también la anhelara a ella.


Paula nunca le dio importancia a las palabras de la señora
Margarita, aunque fueron las primeras que llegaron a su mente cuando bajó del avión en el aeropuerto de Roma, y sus ojos se toparon con el apuesto capitán de cabello castaño, piel blanca y atractivos ojos verde oliva; que la ayudó con sus maletas y hasta le consiguió un taxi, una tarea casi imposible para una diminuta turista americana.


Le agradeció pero lo mantuvo a distancia, conocía bien la fama de casanova de los italianos y ella no había llegado hasta ahí buscando al padre de sus hijos o algo por el estilo, eso era absurdo, había comprobado que el amor y ella no se llevaban bien, en realidad ni siquiera se conocían, pues hasta ahora no había amado a ningún hombre, ya había descubierto el placer de ser mujer entre sus brazos, sin tener que amarlo y no sentía la necesidad de hacerlo. Ella necesitaba inspiración, encontrarla era su principal anhelo, todo lo demás ocupaba un segundo lugar en su vida.







4 comentarios:

  1. Hermosos capítulos! Parce que vamos a conocer el principio de la historia de PyP, que bueno!

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  2. Ayyyy, no puedo soportar lo que están sufriendo Pedro y Paula. Ya sería bueno que se encuentren y se amen.

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